El reciente 13 de noviembre del 2023, la sociedad mexicana nos despertamos con la noticia de que le magistrade del poder electoral del estado de Aguascalientes, Jesús Ociel Baena Saucedo, fue encontrado sin vida junto con la de su pareja dentro de su domicilio en el fraccionamiento Punta del Cielo. De acuerdo con la titular de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, Rosa Icela Rodríguez, se iniciaría las investigaciones para el esclarecimiento del homicidio doble. Ya había sido una figura que enfocaba la atención de todo México cuando fue su nombramiento, del cual fue recibido con notas despectivas y comentarios del bloque conservador. Desde su tribuna estaba esforzándose en abrir los espacios políticos y sociales de la comunidad tales como la expedición de la identificación oficial con la novedad de expresar el género no binario o la llamada “cuota arcoíris” del cual permitiría la contratación de personas de la diversidad sexual, personas mayores de 60 años y con discapacidad.
Este hecho fue una muestra de la homofobia que sigue presente en México, el segundo país con más crímenes de odio en contra de la comunidad en América Latina. Se tiene un total de 305 casos entre asesinatos, atentados y desapariciones, entre 2019 y 2022, según el Observatorio Nacional de Crímenes de Odio contra Personas LGBTI+ en México. De hecho, a la fecha de escribir este artículo, las autoridades pretenden encasillar el crimen del magistrade “por motivos pasionales” lo cual la comunidad rechaza categóricamente.
La homofobia es uno de los frentes de lucha que cuenta la reacción y los bastiones religiosos con tal de preservar una figura, la familia tradicional. De esta figura los comunistas criticamos profusamente por dos razones principales: la primera viene que la monogamia obligatoria estabiliza la sociedad de clases mientras se consolida la propiedad privada mediante la herencia patriarcal (recordemos que antes las sociedades primitivas no existía la propiedad privada, era comunal) y la segunda es que condena a la mujer al mero papel de célula reproductora de mano de obra para que dependa del trabajo del hombre y célula de la sociedad clasista. Pero en cuanto a la postura frente a las relaciones homosexuales se verá como una amenaza en proporción de la estabilidad de la familia tradicional. En la historia tenemos ejemplos que abarca desde la Antigua Grecia, Roma e, incluso, todo el período durante el cual la misma iglesia católica se erigió como aparato político-ideológico. De este análisis teórico-histórico ya se encargó Engels en su famoso libro El Origen de la Familia, la Propiedad Privada y el Estado del cual tenemos un artículo que ahonda a profundidad esta problemática que invitamos a leer.
En el caso actual, es necesario tomar conciencia sobre la naturaleza material del odio y el miedo que como clase trabajadora persiste hacia la comunidad que no sigue los esquemas heterosexuales. Éste proviene de defender los intereses y del orden actual a cargo de una clase dominante del cual divide y socava cualquier acción coordinada que pueda ponerlos en peligro. Acabar con la homofobia de manera consecuente implica luchar por la emancipación de la mujer, la socialización de los deberes domésticos y la eliminación de la propiedad privada que aliena, enajena y esteriliza las relaciones románticas para ser mercantilizadas en bien de acumulación de beneficios para el capitalista mediante mercancías de consumo personal.
Debemos recordar que la gran mayoría de la comunidad LGBTIQ+ son trabajadores jóvenes de los que tienen que soportar jornadas extenuantes, precarios salarios y prestaciones casi nulas para, encima, sufrir por sus relaciones privadas motivadas por la imposición de las ideologías dominantes. Es inadmisible como la burguesía pretende maquillar a nuestra sociedad con un discurso de paz y tolerancia con la comunidad sexo diversa mientras que en 72 países son considerados como criminales (8 con penas de muerte), pese a ello se mantienen relaciones políticas importantes como para protestar por ello en países como Arabia Saudita. De este modo, la clase trabajadora y la comunidad debe unir fuerzas para emancipar a la humanidad mediante la revolución del proletariado y eliminar las bases que sostiene el odio y nos mantiene separados, luchar contra la homofobia es luchar por un mundo en el que las relaciones personales no sean motivadas por el dinero sino por el interés romántico y emocional; que las familias existan por voluntad propia de las personas, para que las futuras generaciones puedan ser y expresar su identidad sin miedo a ser juzgado o marginado. Si queremos la emancipación de la comunidad, será a través de la sociedad comunista global.
La muerte del magistrade Jesús Ociel Baena Saucedo y de su pareja, que parece un claro homicidio de odio, ha desatado la indignación expresándose en diversas protestas. Esto es un acto condenable por el cual exigimos justicia. También nos hace reflexionar sobre las raíces de este problema, en que el conjunto de la comunidad está en riesgo, que debemos atacar.
¡Luchar en contra de la homofobia es luchar contra el capitalismo y sus fuerzas reaccionarias!
¡Alza tu voz, organízate y lucha por un mejor futuro!