Por: Tom Trottier, (Socialist Revolution EE. UU.)
La elección presidencial de 2020 ha comenzado. Los cuarenta escaños adicionales que ganaron los Demócratas en la Cámara de Representantes en las recientes elecciones de mitad de período ha hecho aumentar las esperanzas de algunos de ellos. Varios candidatos, entre ellos Elizabeth Warren, Amy Klobuchar, Kamala Harris y Corey Booker, ya han lanzado sus campañas. Bernie Sanders se ha convertido en el décimo candidato oficial, con muchos más por venir, en anunciar su candidatura para la nominación del Partido Demócrata.
La campaña de 2016
En el último ciclo de elecciones presidenciales, Bernie Sanders sacudió la política estadounidense enfrentándose a Hillary Clinton para la nominación del Partido Demócrata. Hizo campaña por una «revolución política contra la clase multimillonaria» y abogó por un sistema de salud universal, proyectos de obras públicas, educación superior gratuita, baja por paternidad remunerada y un salario mínimo más alto. Pronunció discursos en todas partes, no sólo en ciudades como Nueva York y Boston, sino también en Houston y Phoenix, y en todas atrajo a grandes multitudes. Bernie recaudó más de 240 millones de dólares, principalmente a través de pequeñas donaciones de miles de personas y consiguió más de 13 millones de votos en las primarias Demócratas.
Como era de esperar, el aparato del Partido Demócrata utilizó sus reglas amañadas para derrotar a Sanders, incluidos los llamados «superdelegados», que hicieron que la nominación de Clinton fuera casi inevitable. Posteriormente, en la Convención Nacional Demócrata (DNC, por sus siglas en inglés), Bernie pudo haber aprovechado el impulso que había ganado para separarse del partido, del que técnicamente no es miembro, y establecer una campaña presidencial socialista independiente. Esto podría haber sentado las bases para un partido socialista obrero de masas. Es posible que Sanders hubiera vencido a Trump y Clinton en noviembre de 2016. En cambio, apoyó a Clinton y la política del «mal menor», Trump fue elegido y no se construyó ninguna alternativa.
¿Por qué los trabajadores necesitan un partido propio?
La clase obrera es la abrumadora mayoría de la población y sus intereses de clase se oponen a los intereses de los más ricos en lo que respecta a la política nacional y extranjera. Es una necesidad histórica de la clase obrera la formación de su propio partido. Las políticas de los líderes sindicales han retrasado dicha necesidad en EEUU, ya que tradicionalmente han apoyado principalmente a los Demócratas. También se ha retrasado por aquellos en la izquierda que han apoyado a los Demócratas y continúan justificando esta estrategia.
La campaña de Bernie Sanders en 2016 fue una expresión distorsionada de la necesidad de tal partido al tiempo que bloqueó su formación real. Los trabajadores apoyaron las políticas de Sanders por ser más radicales que el statu quo, a pesar de postularse como Demócrata, y no por esto último. Pero toda su estrategia condujo a un callejón sin salida en lugar de a la ruptura legítima que se necesitaba. Y mientras se ubicaba a la «izquierda» de los políticos tradicionales de las grandes empresas, no se postuló con un programa socialista ni cuestionó el derecho de los capitalistas a gobernar. De haberlo hecho, no se le habría permitido presentarse como Demócrata. La dirigente del mismo partido, Nancy Pelosi, dijo que los Demócratas son «capitalistas» y tiene toda la razón al respecto. En su día, Bernie se opuso al Partido Demócrata. Pero trabajar en el cómodo ambiente de Washington, DC con sus «colegas Demócratas» aparentemente ha cambiado sus puntos de vista. O eso, o simplemente no tiene confianza en la capacidad de la clase trabajadora para defenderse políticamente por sí misma.
Lecciones de Corbyn en Gran Bretaña
Hay muchas diferencias entre la política estadounidense y británica, pero los acontecimientos en ambos países se influyen entre sí. Una gran diferencia es que a finales del siglo XIX, los sindicatos británicos dejaron de apoyar al Partido Liberal, aproximadamente el equivalente a los Demócratas, y crearon el Partido Laborista. Éste creció y se convirtió en la principal oposición a los Conservadores, mientras que los liberales se convirtieron en un partido menor.
El Partido Laborista tiene un ala de derecha poderosa, liderada en el pasado por Tony Blair. Blair quiso convertir al Partido Laborista en un partido como el de los Demócratas, pero no tuvo éxito. Inevitablemente, la arrogancia de los abrió el camino para que Jeremy Corbyn se postulara como líder del partido y éste consiguió canalizar el entusiasmo de millones de personas en torno a su candidatura. Para sorpresa de los , existía un gran electorado que quería un Partido Laborista con políticas radicales. Con Corbyn como líder, el Partido Laborista creció y ganó escaños en las últimas elecciones generales. Ahora hay una batalla por el control del Partido Laborista y algunos en el ala derecha ya han abandonado el barco. Es probable que se produzcan más estampidas hacia el llamado centro si Corbyn llega al poder. La batalla en Gran Bretaña consistió en retomar el Partido Laborista del ala pro capitalista que intentaba destruirlo. El entusiasmo que se ha creado con la perspectiva de un Partido Laborista con políticas radicales que llegue al poder, ha disparado la afiliación convirtiéndolo en el partido más grande de Europa.
En Estados Unidos, tenemos que empezar desde el otro lado, por así decirlo. No se trata de volver a retomar «nuestro partido», sino de construir el nuestro propio desde cero. Hay una gran parte de votantes que quiere un partido de masas de la clase trabajadora, libre del control de las grandes empresas. Si Bernie tomara en serio la posibilidad de arrebatar el poder a los multimillonarios, podría utilizar el entusiasmo en torno a su campaña para crear algo nuevo: un partido de, por y para los trabajadores. Una encuesta realizada en octubre de 2018 reveló que el 72 por ciento de los Independientes y el 54 por ciento de los Demócratas quieren un nuevo partido. ¿Podría haber un mejor momento para construir uno?
Una organización socialista que se postulara de forma independiente para la presidencia lucharía contra las políticas de los Republicanos y los Demócratas, y propondría un programa para sacar la riqueza de las manos del 2% más rico y establecer una economía democráticamente planificada. Tal candidato apelaría a las bases de los sindicatos para formar comités de presión para incitar a sus líderes a separarse de los Demócratas y Republicanos y apoyar al nuevo partido. Un programa de lucha por empleos de calidad, mejoras salariales y protección sindical para todos, por no hablar de la atención médica, educación y vivienda para todos, captaría el interés de millones de personas, que querrían unirse y contribuir a este esfuerzo.
El hecho de que Bernie Sanders se presente nuevamente como Demócrata con un programa moderadamente reformista, más el lamentable papel de los líderes sindicales, retrasará la perspectiva de un partido de la clase trabajadora, pero no se puede impedir para siempre.
La campaña de 2020
Debido a que Sanders no está impulsando un programa socialista, otros candidatos «populistas» del Partido Demócrata como Elizabeth Warren podrían hacer campaña a su izquierda en algunos temas y ganar a algunos de sus partidarios. Aunque Warren dejó claro que defiende el capitalismo, se ha pronunciado a favor de medidas como que el gobierno fabrique algunos medicamentos para hacerlos más baratos para los trabajadores, guarderías financiadas con impuestos a los ricos y un impuesto a las riquezas más altas. Si bien estas propuestas parecen radicales en comparación con el programa habitual del Partido Demócrata, gravar a los ricos no transformará el sistema de manera fundamental.
Los ricos siempre encontrarán una manera de proteger su dinero, o que el aumento de impuestos sean declarados «inconstitucionales». Nuestra alternativa socialista es nacionalizar las 500 empresas más importantes y utilizar esta riqueza para el bien de la sociedad en general.
No obstante, somos conscientes de que ante el vacío en la arena política actual, muchas personas apoyarán la campaña de Sanders. Cuando anunció el 19 de febrero que iba a presentar su candidatura, recaudó 5,9 millones de dólares y el apoyo de 400.000 personas en las primeras 24 horas.
Queremos debatir nuestras ideas marxistas de forma amistosa con los partidarios de Bernie y asistir a sus reuniones y mítines. Hay mucho de lo que queremos discutir. Por ejemplo: ¿Qué significan las políticas socialistas y cómo pueden resolver los problemas a que se enfrentan los trabajadores hoy en día? ¿Qué pasos podemos dar para avanzar en esa dirección? ¿Es esto posible dentro de los límites de un partido capitalista? También nos gustaría explicar que, incluso en el caso de que Bernie gane la nominación del Partido Demócrata, no significará que se haya hecho con el control del Partido Demócrata, sino lo contrario. Y alertaremos sobre el intento para atraer a los partidarios de Bernie para que apoyen a cualquier Demócrata que gane, si no es Bernie, bajo la presión del «mal menor» para elegir a «todos menos a Trump».
Si Sanders gana la presidencia, su modesto programa se vería diluido, obstaculizado y saboteado. El capitalismo estadounidense y mundial está en decadencia y no puede proporcionar una vida mejor a la mayoría. Esto también es cierto para los países escandinavos que Bernie admira tanto. Están recortando las reformas del pasado, el nivel de vida empeora, y la inseguridad va en aumento. Esta es la razón por la cual el sentimiento anti-inmigración está levantando la cabeza en esos países actualmente y obteniendo cierto apoyo. Algunas personas tendrán que aprender a través de esta experiencia, pero otras ya han roto con los Demócratas en base a la experiencia de las elecciones de 2016.
¡América será socialista!
En su reciente discurso sobre el estado de la Unión, Trump declaró que Estados Unidos nunca será un país socialista. Esto debería contarse entre las innumerables mentiras que Trump lanza diariamente. De forma irónica, en el pasado, los socialistas y la izquierda eran vistos como una fuerza insignificante en Estados Unidos. Ahora el presidente se siente obligado a atacar abiertamente al socialismo. Esta es sólo una medida del creciente atractivo de las ideas socialistas.
Trump se vio obligado a reabrir la actividad del gobierno, cerrada por falta de presupuesto al no haber un acuerdo al respecto en el Congreso entre el presidente y la mayoría Demócrata, porque los controladores de tráfico aéreo cerraron cuatro aeropuertos importantes. ¡Lo que muestra el enorme poder de la clase obrera! Trump y los empresarios pueden ser derrotados desde el puesto de trabajo y en las elecciones, pero para esto la clase trabajadora necesita su propio partido. Se necesitarán fuerzas de masas para construir tal partido, pero en algún momento surgirá. Es posible que no podamos construir un partido de masas de inmediato, pero podemos establecer pacientemente los cimientos para la futura dirección revolucionaria de este partido estudiando la teoría marxista y la historia de la clase trabajadora. Los marxistas incrementaremos nuestras fuerzas a medida que nos involucremos con los partidarios de la campaña de Sanders, tanto con aquellos que ya han roto con los Demócratas como con los que no, así como a través del desarrollo de los acontecimientos políticos del próximo período. ¡Probaremos que Trump está equivocado! La crisis del capitalismo no deja alternativa.