A Berta Cáceres le quitaron la vida en la madrugada del 3 de marzo de 2016. Los asesinos entraron a su casa a la fuerza y le dispararon varias veces hasta dejarla muerta. A cuatro años de su cobarde asesinato siete sujetos han sido juzgados y condenados, otro más guarda prisión acusado de ser el autor intelectual, aunque no ha sido juzgado aún y se corre el riesgo de que salga libre a falta de un juicio. Esto es un paso adelante, aunque estos arrestos y condenas no llegan aún a las altas esferas políticas y económicas, que participaron intelectual y materialmente en el asesinato. En este artículo nos proponemos reivindicar su lucha por el medio ambiente como una lucha frontal contra los intereses voraces del capitalismo, solo de esta manera podemos conmemorar a Berta y a todos los que han sido silenciados a lo largo de esta lucha.
Una vida de lucha combativa
Berta Cáceres dedicó más de 20 años de su vida a la defensa de los derechos humanos, en especial a defender a la comunidad indígena lenca en el territorio hondureño, que representa el grupo indígena mayoritario, calculado en más de 400 mil personas. En 1993 ayudó a fundar el Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas en Honduras, COPINH, que fue y sigue siendo una piedra en el zapato para los empresarios transnacionales que lucran con el medio ambiente.
Después del golpe de Estado en Honduras en 2009, en el país comenzaron a aumentar los megaproyectos que aseguraban la provisión de energía a bajo costo para las industrias mineras. En aquellos años, Berta y el COPINH comenzaron una lucha más decidida e implacable contra la represa Agua Zarca en el Río Gualcarque. La defensa aguerrida de los ríos por parte del pueblo lenca tiene una explicación en la cosmovisión indígena de considerar a los ríos como sagrados, pero también una explicación material de saber que son parte fundamental para su supervivencia.
En declaraciones para la BBC, Berta explicaba la construcción de la represa en los siguientes términos: «hubiera significado desplazamientos y hubiera impedido a la comunidad desarrollar sus actividades agrícolas. No sólo se privatiza el río sino varios kilómetros a la redonda».
Su lucha la llevó en 2010 a reprochar el proyecto hidroeléctrico en el parlamento hondureño. Y luego en 2013, a organizar junto al pueblo lenca tomas indefinidas de carreteras por más de un año para impedir el traslado de maquinaria pesada. Al ser la dirigente del COPINH, estas acciones pusieron a Berta en la mira de los empresarios de Desarrollos Energéticos SA, DESA, una empresa privada de energía que eran quienes intentaban construir la represa hidroeléctrica en el territorio indígena. Berta denunciaba que se estaba irrespetando el artículo 169 de la OIT sobre el derecho de los pueblos indígenas de ser consultados de manera libre, previa e informada sobre construcciones en sus territorios, el cual ha ratificado el Estado hondureño y estaba siendo irrespetado en este proceso.
DESA había logrado que la constructora china más grande del mundo, Sinohydro, apoyara el proyecto, al igual que el Banco Mundial y la Corporación Financiera Internacional, que ante la lucha liderada por Berta desistieron de seguir apoyando la construcción de la presa. En este terreno la lucha colectiva daba sus frutos, además que Berta y su lucha iban ganando notoriedad en los organismos internacionales de derechos humanos.
Los ejecutivos de DESA no se quedarían de brazos cruzados, estaban perdiendo un negocio altamente rentable y tratarían de detener a Berta a toda costa. Para lograrlo, según los resultados de las investigaciones posteriores a su asesinato, intentaron es más de una ocasión encarcelarla utilizando las influencias políticas y militares con las que contaban. Es así como fue detenida ilegalmente en mayo de 2013, cuando se le acusó falsamente de portar un arma ilegalmente en su carro. La dejaron libre el siguiente mes, pero luego el 24 de enero de 2014 fue arrestada temporalmente de nuevo. Fueron alrededor de 8 meses donde el hostigamiento judicial y militar no cesó, hasta que le dieron sobreseimiento definitivo a su caso por falta de pruebas.
La vida no fue fácil ni para Berta ni para los demás líderes del COPINH y sus familias. Las amenazas y el hostigamiento eran su pan de cada día, tanto que algunas hijas de Berta tuvieron que migrar por miedo. Lamentablemente las amenazas no quedaron en palabras y se concretaron. En 2014, al menos dos líderes del COPINH fueron asesinados, esto despertó las alarmas de los organismos internacionales de Derechos Humanos que denunciaron que Honduras era uno de los países con más asesinatos de defensores medioambientales. La lucha aguerrida de Berta la llevó a ganar en 2015 el premio Goldman, el máximo reconocimiento que reciben los defensores del medio ambiente. Esto le dio una voz poderosa mediáticamente a nivel internacional, pero fue insuficiente para librarla de la muerte.
Impunidad para los autores intelectuales
El reportaje de The Incertep_, titulado Al interior del Complot para asesinar a Berta Cáceres, utiliza información obtenida de las llamadas privadas, mensajes de texto y de WhatsApp de los asesinos de Berta en el reporte que el Ministerio Púbico de Honduras presentó durante la etapa de preparación del juicio. Los hallazgos son reveladores.
En aquellos años, la junta directiva de DESA estaba conformada por José Eduardo, Pedro y Jacobo Nicolas Atala Zablah, estos señores, que han logrado acumular un gran poder económico, político y militar en Honduras, junto a los ejecutivos de la empresa, el presidente, Roberto Castillo, y el ejecutivo financiero, Daniel Atala Midence, fueron los líderes que planearon el asesinato de Berta Cáceres, hasta la fecha ninguno de ellos ha sido condenado y solo Roberto Castillo guarda prisión, a pesar de que las pruebas son contundentes en su contra.
Las investigaciones revelan que estos tipos contrataron al menos a cinco sicarios para acabar con la vida de Berta. El 30 de noviembre de 2018 estos cinco sujetos junto a Sergio Rodríguez, gerente del área social y medioambiental de DESA, y Douglas Bustillo, antiguo jefe de seguridad de DESA, fueron condenados. Roberto Castillo guarda prisión, pero es probable que salga libre debido a que en Honduras existe una ley que permite dejar en libertad a los detenidos que no han recibido juicio después de un tiempo.
Sin duda, la condena de estos siete hombres es un paso adelante en la búsqueda de la justicia y reparación. Pero tal como Roxanna Altholz, profesora de Berkeley Law y antigua integrante de GAIPE -un equipo internacional que investigó el asesinato- afirmó a The Intercep_: “La cuestión más importante es que el asesinato de Cáceres fue la culminación de años de corrupción y violencia planificada. La red ilícita responsable del asesinato, incluidos los ejecutivos Atalah Zablah en DESA y sus aliados, permanece intacta. La responsabilidad no se define con el veredicto de culpabilidad de ninguno de estos individuos que han sido condenados. Para que se defina una responsabilidad real en este caso, esa red criminal debe ser desmantelada».
De fondo el asesinato de Berta refleja los límites que los capitalistas están decididos a cruzar con tal de conseguir acrecentar sus ganancias cada vez más. Además, revela la ineficacia de las instituciones del Estado burgués para brindar justicia a las víctimas de este sistema voraz.
Luchar contra el capitalismo para continuar el legado de Berta
En el último año, las huelgas contra el cambio climático han estado a la orden del día. La producción desmedida del capitalismo amenaza con acabar todo lo existente en el planeta entero. Ya Marx planteaba que el capitalismo tiende a destruir sus dos fuentes de riqueza: la naturaleza y los seres humanos. Berta luchó precisamente contra esos intereses que amenazan con acabar los bienes finitos que nos provee el medio ambiente.
La muerte de Berta ha sido una siembra, y su semilla debe germinar en la lucha organizada contra el capitalismo. Su aguerrida lucha debe servir de inspiración a las nuevas generaciones de revolucionarios. Berta lo tenía claro y decía que: «mientras tengamos capitalismo este planeta no se va a salvar, porque el capitalismo es contrario a la vida, a la ecología, al ser humano, a las mujeres».
Únicamente erradicando el capitalismo e instaurando el socialismo podremos tener la facultad de planificar el uso de los bienes naturales de forma democrática. La transformación socialista nos permitirá satisfacer las necesidades del ser humano en armonía con el medio ambiente, sin poner en el centro las ganancias mezquinas de una minoría parasitaria.
Por Berta, por los que han muerto luchando y por nosotros mismos, ¡continuemos su legado de lucha, organizándonos por el socialismo!