La crisis económica que se está gestando a tiempos acelerados golpea cada vez más fuerte a los sectores populares. La catástrofe a la que se encamina el capitalismo va girando cada vez más el eje del debate político y económico por sobre el eje de la pandemia. Y la situación política puede girar muy rápido en este sentido.
El derrotero comenzado por el sistema en 2008 y avivado por la pandemia de COVID-19 es un punto de inflexión. Así como el comienzo de la crisis del 2008 representó un punto de quiebre en la historia moderna, este nuevo salto violento hacia la recesión y la depresión representan un hito fundamental que configura la nueva era de revolución y contrarrevolución mundial a la que entramos.
La propia clase dominante ya habla de ¡rebeliones!, ¡insurrecciones!, ¡revolución social! De la llegada de la lucha de clases, es decir, la propia burguesía es consciente del período en el que entramos.
En este sentido Argentina expresa las particularidades locales de esta crisis mundial y toda su política se desarrolla en este marco. Y esto configura un escenario propicio para el desarrollo político de la izquierda revolucionaria en nuestro país si se lleva adelante un trabajo político correcto que parta de la premisa del marxismo como marco teórico para interpretar la realidad y transformarla. Se abren enormes oportunidades a escala mundial para la izquierda, donde la tarea decisiva es incrementar las fuerzas de los marxistas revolucionarios.
Por un lado, existe ya en el mundo una tendencia creciente, sobre todo en la juventud, en la búsqueda de las ideas del socialismo que se ha visto plasmada en los portales de noticias del mundo, mostrando datos estadísticos que confirman esta tendencia. Incluso la Casa Blanca en 2018 a través de Consejo de Asesores Económicos público un informe de 76 páginas intentando refutar el socialismo desde un punto de vista científico. Si bien el documento es una maraña de mentiras de pigmeos intelectuales muestra una tendencia que subyace bajo la superficie.
Por otro lado, la gravedad de la situación que impone la crisis de sobreproducción mundial polarizara aún más la situación política a izquierda y derecha, volcando a sectores importantes de los trabajadores y los estudiantes hacia la búsqueda de salidas radicales que el reformismo por la propia limitación de su programa de clase no puede ofrecer. Y esto no sucederá de manera gradual ni lineal sino de manera explosiva, con avances y retrocesos. Entonces la pregunta que se impone es ¿seremos capaces de aprovechar el cambio de condiciones para encontrar un camino hacia las masas y proporcionar la dirección necesaria al movimiento?
Para comenzar a responder esta pregunta es importante poner en discusión la orientación que vienen tomando los dirigentes de los espacios que conforman al Frente de Izquierda y de los Trabajadores – Unidad (FIT- Unidad).
Hegel con justa razón señalaba que la naturaleza aborrece el vacío, por lo tanto, el margen de maniobra de los dirigentes reformistas se encuentra acotado por crisis económica y social dada la recesión en el país y el mundo, y en esto la experiencia que viene realizando amplios sectores de masas y su vanguardia con el campo Nacional & Popular. En esta experiencia no es menor el papel que juegue la izquierda en relación al sector mayoritario de la vanguardia, ya que la vanguardia de izquierda busca construir un partido revolucionario de masas y así materializar su programa en la clase obrera.
Desde la Corriente Socialista Militante entendemos que la mejor manera de construir una fuerza revolucionaria capaz de conectar con la vanguardia y las masas, que pueda materializar el programa revolucionario, tiene dos momentos de construcción, ganar a los cuadros a las ideas del marxismo revolucionario, para luego conquistar las masas, esto supone explicar pacientemente la situación política desentrañando los intereses de una u otra clase, señalar los límites y la lógica del capitalismo, mostrar una perspectiva y una salida viable para la clase trabajadora y las demás capas explotadas, conectando táctica y estrategia, orientación y formulación de gobierno, orientación y construcción de poder popular para avanzar en una relación dialéctica entre el pensamiento y la acción con la vanguardia en la construcción de un partido revolucionario de masas que pueda cambiar el curso de los acontecimientos hacia una salida Socialista.
Pensamos que los dirigentes del Partido Socialista de los Trabajadores (PTS) y del Partido Obrero (PO) oficial, están lejos de este camino. Existe en la cúpula de estos partidos una combinación que va desde el desprecio hacia los sectores de base y vanguardia del campo nacional y popular, hasta el confusionismo hacia los sectores de base y vanguardia de la izquierda. Lo primero se refleja en que los debates que se manifiestan en boca de estos dirigentes no están pensados para dar un debate leal con los cientos de miles de compañeras y compañeros que se sienten referenciados por el Frente de Todos, sino que están pensados en “polemizar” en clave de bravuconería y hostilidad hacia los dirigentes principales de ese espacio político. Este sector de la izquierda centra su accionar político en golpear y atacar sistemáticamente al gobierno al que identifica como un obstáculo para la acumulación de votos, lo que da cuenta de su orientación electoralista.
Néstor Pitrola y Gabriel Solano (al que la revista Noticias calificó como “trotsko liberal” por la adhesión que sus comentarios generan en la base social de la derecha) son claros exponentes de esta línea política a la que La izquierda Diario del PTS acompaña.
El Partido Obrero oficialista a su vez está embarcado en una polémica con su tendencia, Política Obrera, acerca del carácter reaccionario, o no, de la cuarentena y el desarrollo de un Estado policial. Polémica en la que el PO tendencia acusa el PO oficial de llamar a una “rebelión popular contra el aislamiento” y el PO oficial acusa al PO tendencia de que “El grupo de Altamira rechaza denunciar a la represión de Frederic y Berni” mostrando cuan alejado están sus dirigentes de los debates centrales que obedecen a los intereses generales de la clase trabajadora.
La línea política del Partido Obrero oficial no solo no da en el clavo, sino que tampoco en la herradura. A la desviación parlamentaria que comparte con el PTS, y se personifica en el discurso político de Romina del Pla, se suma una ruptura entre programa mínimo y programa máximo, en el que no median puentes entre uno y otro. En general sus demandas expresan una programa político avanzado dentro del capitalismo y desconectado de su planteo general “por una salida obrera y socialista”. Pero es claro que no basta con hacer propaganda abstracta a favor del socialismo.
No existe en los dirigentes del PO un planteo claro, que se estructure en un programa político, acerca de la necesidad de construir una dirección revolucionaria que pueda hacer avanzar a la clase trabajadora hacia la toma del poder derrocando políticamente a la burguesía, liquidando su Estado y avanzando en la construcción de un Estado Obrero.
Así el Programa de Transición (PT) no es abordado como un método sino como una caja de herramientas que según la ocasión se utiliza una u otra, dándole un abordaje mecánico. La dilución o distorsión del programa revolucionario lleva a los dirigentes del PO oficial a oscilar entre el oportunismo y sectarismo con un claro corte economicista, desjerarquizando la lucha política por construir un partido revolucionario.
Como señalábamos más arriba el FIT se encuentra atravesado por una corriente orgánica que ha cristalizado en un parlamentarismo obsceno, que se expresa en el accionar de sus legisladores que centran sus discursos en denunciar el cierre del Congreso y agitar por una sesión parlamentaria donde se trate un paquete de proyectos de ley presentados por la diputada nacional Romina Del Pla (PO).
Nicolás del Caño, diputado nacional por el PTS centra su agitación en que «No hay razones para mantener cerrado el Congreso» y que es necesario avanzar hacia un proyecto de impuestos extraordinarios a la riqueza.
Para los marxistas, el Parlamento debería ser una tribuna para la propaganda del programa socialista, pero su utilización debe estar subordinada al objetivo de los revolucionarios, que es el derrocamiento del sistema capitalista, y de sus instituciones. El papel que deben arrogarse los legisladores de izquierda es la exposición del programa de la revolución y la organización de las masas hacia el poder popular.
Hay que llamar a desconfiar de las instituciones de la burguesía, no a reforzar el papel del parlamento en el sistema capitalista. Esto es totalmente lo contrario a lo que se lee en la revista “Ideas de Izquierda” donde podemos dar cuenta del grado al que ha llegado la deriva parlamentarista cuando plantean: “Para el Frente de Izquierda se trata de dar una salida integral a la emergencia sanitaria y social, por este motivo, los legisladores Nicolás Del Caño y Romina Del Plá presentaron en el Congreso un proyecto que propone aplicar un conjunto de impuestos a los dueños del país.”
Es necesario seguir las tradiciones bolcheviques y su experiencia en la Duma, el debate entre Lenin y los parlamentarios bolcheviques para comprender este punto central de la política revolucionaria marxista. Sabemos que en la Cámara de Diputados y Senadores van evitar con distintos artilugios la oportunidad de que los revolucionarios puedan desarrollar agitación de masas y propaganda por la revolución y el socialismo, pero es lo que corresponde hacer a los revolucionarios, no es la confianza en las leyes, sino es la confianza en las fuerzas de las masas, en la fuerza de la clase obrera y de los trabajadores, con los organismos de poder que vayan creando.
La lucha parlamentaria es solo un elemento más de la lucha general de la clase trabajadora para cambiar la sociedad y no un fin en sí mismo.
A esto se suma la búsqueda de atajos por parte del PTS que lo empuja a la adaptación del programa hacia uno más “digerible” para los trabajadores. Frente a la pandemia del coronavirus el partido impulsa una serie de medidas que podrían ser impulsadas por cualquier partido de centro izquierda o reformista. Cualquier medida transicional o de ruptura con el capitalismo brilla por su ausencia. La agitación por el Socialismo, incluso en abstracto, es cada vez menos frecuente y divorciada de cualquier planteo de poder por parte de la clase obrera.
El PO tendencia emerge entre estos grupos con una caracterización más acorde a la situación política, aunque todos comparten la utilización de la consigna de independencia política ante el Estado capitalista y los partidos del régimen, como un cliché y en nombre de la independencia política ante el Estado capitalista niegan en los hechos la táctica de Frente Único. Confunden independencia de clase con independencia política en relación a las masas y su vanguardia.
La mesa ejecutiva del PO tendencia ha centrado los debates en esta pandemia sobretodo en discutir la caracterización del momento político, y a pesar de quedar enredado junto con el PO oficial en debatir si el régimen actual es una dictadura que aplica un estado de sitio, en términos generales alcanza a dimensionar la magnitud de la crisis y la emergencia de una etapa revolucionaria. Aunque no alcanza a dimensionar como revolución y contrarrevolución están orgánicamente vinculadas. Esto es claro: o la clase trabajadora se coloca a la cabeza de los movimientos que estallen y toma el poder en sus manos, o todo el proceso puede retroceder, preparando el terreno para la contrarrevolución. Veremos entonces en el mundo entero distintas etapas, en distintos ritmos, de este proceso.
La revolución mundial describe con precisión la nueva etapa en la que estamos entrando, pero ante la ausencia del factor subjetivo, es decir el partido revolucionario, veremos un desarrollo desigual y combinado entre revolución y contrarrevolución que estará determinado por la dinámica viva de la lucha de clases y los pasos concretos que demos para resolver la crisis de dirección.
La tendencia del PO ha dejado de agitar, al menos por ahora, la consigna de Asamblea Constituyente lo cual es un paso adelante en nuestra concepción de la misma. Pero si bien señalan la necesidad de un programa transicional cuando dicen “Presentamos un programa de transición para desarrollar la independencia de los trabajadores en el enfrentamiento a esta pandemia y a las políticas de los gobiernos capitalistas” esto se ve negado en los hechos cuando por otro lado expresan que “La clase obrera debe tomar conciencia del conjunto de esta situación y presentar el programa de la economía política del trabajo.” Lo que la Tendencia presenta entonces como “programa de la economía política del trabajo” son una serie de “puntos básicos programáticos” que no contiene ninguna reivindicación vinculada sin ambigüedades a la idea del poder obrero.
Las reivindicaciones concretas, vinculadas a la conciencia actual de la clase trabajadora, deben ir entrelazadas con reivindicaciones que reflejen la situación objetiva, es decir la conquista revolucionaria del poder.
Acordamos con los compañeros del PO Tendencia cuando hacen énfasis en estudiar el Programa de Transición ya que esta tarea es fundamental para desarrollar nuestra praxis política, pero creemos que el PT no es un conjunto de “consignas lanzadas en forma arbitraria ”, ni un “sujeto de una etapa histórica” sino un programa de acción concreto que intenta ayudar a las masas a las exigencias de la situación objetiva, programa mínimo, consignas transicionales y la lucha por el poder político expresan un conjunto de ideas para elevar a los trabajadores a su tarea histórica, “de clase en sí en clase para sí”.
También acordamos en la necesidad de imponer un gobierno socialista de trabajadores pero para esto es necesario construir el Partido Revolucionario. Pero esto depende de la capacidad de la izquierda para superar las limitaciones que provoca diluir el programa revolucionario en el parlamentarismo y de su capacidad de aplicar de manera correcta el Programa de Transición.
Como vemos los partidos más relevantes de la izquierda en Argentina repiten sus prácticas y vicios reiterados. Los dirigentes del PO oficial y del PTS han diluido el programa empujándolos hacia el cretinismo parlamentario. La tendencia del PO por su parte recae en un viejo recurso de la izquierda, dicen sí, pero en la realidad concreta es no.
La situación política que se abre en el país y el mundo pondrá en tensión a los dirigentes de estos espacios, que cuentan con una base militante abnegada y valiosa, empujándolos a crisis y escisiones. Esta tendencia ya está presente a nivel mundial como vimos con las divisiones en la International Socialist Organization (ISO) o con la crisis del Comité por una Internacional de los Trabajadores (CWI-CIT). Incluso la escisión de Altamira para formar la tendencia del PO se enmarca en este proceso. La crisis del capitalismo y del reformismo también representa una crisis para quienes durante décadas se han dedicado a construir al margen del movimiento obrero.
El estancamiento de estos dirigentes, en nuestro país, se expresa en varios aspectos, uno de ellos es el ámbito electoral donde, con oscilaciones arriba y abajo de 1-2 puntos, han mantenido el mismo apoyo electoral del 2%-3% invariablemente durante 6 años, el mismo porcentaje que durante más de 30 años sacaba el conjunto de la izquierda argentina cuando cada grupo se presentaba a las elecciones separadamente. Esto luego de haber atravesado la insurrección popular del 2001.
Ahora la situación política se polariza, y se está gestando otro 2001 en Argentina en un futuro no tan lejano. Se trata entonces, de que la historia no se repita esta vez de la misma manera que en 2001 y tropezar con los mismos errores. Necesitamos una izquierda que se construya bajo la sólida roca de la teoría marxista y lejos de las características que tienden al sectarismo, el mecanicismo, a los personalismos y a los oportunismos. Pandemia y crisis capitalista avanzan entrelazadas. Se abre un escenario en el que veremos más levantamientos insurreccionales y estallidos revolucionarios. Una nueva oportunidad se abre, no podemos dejarla pasar. ¡No hay tiempo que perder! ¡Debemos preparar el futuro!
La necesidad de construir el partido revolucionario está implícita en la necesidad de este para triunfar. La victoria en esta tarea implicara el triunfo de la revolución, el fracaso su derrota. No hay duda que la evolución de la situación política mostrará la corrección de esto que decimos.
Llamamos al diálogo y a un intercambio de ideas, en especial con los compañeros de base del FIT y su periferia. El movimiento revolucionario necesita de un fraternal debate sobre las cuestiones que desarrollamos en este articulo. Sabemos que varios dirigentes del FIT están presentes poniendo el cuerpo a las luchas de los trabajadores, pero esto no es suficiente se necesita una táctica para la victoria.
Invitamos a todas y todos aquellos compañeros y compañeras, que quieran defender estas ideas en Argentina, a sumarse a esta construcción colectiva. Como Sección de la Corriente Marxista Internacional nos encontramos desarrollando un trabajo político en 50 países de los 5 continentes en la perspectiva de construir una herramienta política que contribuya a dirigir a las y los trabajadores hacia la toma del poder, el derrocamiento del capitalismo y la construcción del socialismo a través del control obrero y la democracia obrera.
¡Manos a la obra!
*La Corriente Socialista Militante es la sección argentina de la Corriente Marxista Internacional