Escrito por Ubaldo Oropeza
La lucha que se ha desarrollado a lo largo de este año contra el gasolinazo tiene sus claroscuros. Por un lado hemos visto a miles saliendo a las calles en todo el país, demostrando, de forma contundente, el hartazgo que existe en la sociedad contra todas las políticas que ha aplicado este gobierno y en general contra el capitalismo.
Este movimiento espontaneo ha arrastrado a nuevas capas a salir a las calles. Son compañeras y compañeros sin mucha experiencia, que no saben muy bien por donde ir, y a tientas, a prueba y error han ido sacando conclusiones.
Su contra parte, la debilidad, radica en su desorganización, en la falta de una dirección nacional cohesionada que pueda dar una dirección política clara a la lucha. El resultado de esto es un desgaste natural, en pequeñas acciones, que han tenido un impacto, por ejemplo, al detener por un tiempo el siguiente aumento a la gasolina, pero que no hemos logrado el objetivo más importante, echar del gobierno a Peña Nieto.
En este camino, de ensayo y error, se ha venido discutiendo una idea principal en las diferentes reuniones, asambleas, encuentros: la necesidad de una huelga general, algunos otros lo llaman un paro cívico.
Más concretamente, como resultado de las discusiones de la segunda Asamblea Nacional de la Resistencia Ciudadana, realizada en Ixmiquilpan (donde el gobierno reprimió, y asesino a dos compañeros) uno de los resolutivos del plan de acción fue el convocar a un paro cívico nacional para este 17 de marzo.
Este es un paso adelante muy importante para el movimiento. El poner encima de la mesa la huelga general, es hablar de quien es el que manda en esta sociedad. Una huelga, por su naturaleza implica una campaña de desorganización y parálisis de la economía y la sociedad. Al mismo tiempo, el organizarse para su preparación significa un grado mayor de cohesión de los participantes en este día de lucha y protesta.
Los convocantes a este paro cívico del 17, son representantes de organizaciones sociales, algunos sindicatos y asambleas locales que se han venido gestando de forma semi espontanea en varios estados de la república –en la última asamblea nacional de resistencia hubo presentes 17 estados-.
Este ensayo general de huelga estará impulsado con la toma de casetas, algunas escuelas se sumaran al paro y seguramente nutrirán sus contingentes las movilizaciones a nivel nacional. Sin embargo los sectores claves para detener las fábricas aún siguen ausentes.
El día 17 la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) se unirá la movilización, la cual seguramente podrá parar de forma efectiva algunos estados, si es que su dirección lo quiere. Las organizaciones sociales tomarán entradas de la Ciudad de México. Sin embargo si lo que queremos es un verdadero Paro Cívico o una Huelga, la tarea de agitación y de organización se tiene que redoblar y sumar a los sindicatos democráticos que existen, hacer trabajo a puerta de fábrica animando a la organización independiente a los trabajadores que están en sindicatos charros y organizar a quienes no estén organizados.
Esta es la cuestión clave. Un paro o una huelga no se pueden improvisar, si no se trabaja y se suma a los diferentes sectores, el movimiento simplemente no pasará de un día más de lucha. El ambiente en el que se da este llamado es de retroceso de las movilizaciones, en el mejor de los casos los sectores mejor organizados y más radicalizados saldrán a las calles.
Nosotros, como jóvenes revolucionarios, nos sumamos al llamado, y haremos todo lo posible por convocar asambleas y agitar en tormo al paro general del 17 de marzo. Es posible que no sea la mejor respuesta que podamos conseguir, sin embargo, esto será un ensayo de los futuros acontecimientos que sacudirán a nuestro pueblo.