Hace 50 años, en marzo de 1973, fue conformada en los barrios populares de Guadalajara, Jalisco, la Liga Comunista 23 de Septiembre, una guerrilla urbana que tuvo presencia en varios estados del país. Su fundación aconteció durante la guerra sucia de los años 70, de la que sus integrantes fueron víctimas directas.
En Guadalajara se había desarrollado un movimiento de jóvenes trabajadores, desempleados y estudiantes que dio la cobertura necesaria para la realización de una reunión unificadora de distintos grupos revolucionarios que consideraban que la vía armada estaba al orden del día.
Su historia está llena de heroísmo y represión desgarradora. Forman parte de una generación en la que miles de jóvenes sacaron conclusiones revolucionarias y buscaban acabar con el Estado burgués represor y el sistema capitalista, en busca del socialismo, a través de varias estrategias de lucha. Los compañeros de la guerrilla encarcelados, torturados, desaparecidos y ajusticiados por el Estado deben de servirnos de inspiración para acabar con este sistema inhumano y luchar por el socialismo en nuestra época, pero para conseguir materializar esta idea necesitamos aprender de las lecciones del pasado, lo que incluye también reconocer los errores, mismos que no debemos de volver a cometer.
Antecedentes
A inicios del siglo XX en México se produjo una revolución que barrió con la dictadura de Porfirio Díaz, posteriormente y debido al actuar de las clases explotadas, obreros y campesinos, se consiguieron grandes reformas, sin embargo, no se logró derrumbar al sistema. El régimen que surgió se vio obligado a expropiar industrias claves, pero principalmente por la debilidad de la burguesía nacional y para desarrollar el capitalismo, a la par tuvo que dar concesiones importantes a las clases explotadas. Se consiguió entre las décadas de los 40´s y una parte de los años 70, un crecimiento económico sin precedentes. Eso significó el crecimiento de las ciudades, la creación de industrias y la mejora de los niveles de vida de las masas, aunque también trajo consigo problemas sociales, pero en medio de ellos hubo estabilidad política que se consiguió, además, corporativizado a las organizaciones de obreros, campesinos, colonos y estudiantes, como también combatiendo cualquier movimiento disidente que tuviera una dirección clasista independiente del Estado. El país nunca dejó de tener grandes conflictos obreros y campesinos, como el movimiento magisterial y ferrocarrilero de 1958, la revuelta de médicos de 1964-65, el movimiento armado de Rubén Jaramillo en Morelos o el de Arturo Gamíz y Pablo Gómez en Chihuahua. El gobierno actuó con brutalidad contra estas luchas, reprimiendo, encarcelando a dirigentes obreros y asesinando a los líderes campesinos.
En el movimiento estudiantil también vimos importantes luchas que ya anunciaban un gran estallido. En 1956 el ejército reprimió una huelga de estudiantes técnicos, que había adquirido proporciones nacionales. El corazón de la lucha eran los estudiantes politécnicos y el Ejército aplastó con violencia la huelga, un 23 de septiembre, en el Casco de Santo Tomás.
El movimiento estudiantil sufrió la represión militar en varias ocasiones, como en la huelga de la Universidad Nicolaita en Michoacán en 1966, de la cual surgiría la Central Nacional de Estudiantes Democráticos (CNED), o en la lucha de la Universidad de Sonora en 1967.
1968 y 1971
Las luchas antes mencionadas auguraban un estallido de una escala mayor. El uso de la represión de forma más continua para contener estallidos de las masas reflejaba que al régimen le costaba más trabajo gobernar como siempre lo había hecho. En 1968 irrumpió el movimiento estudiantil más grande de la historia que logró unificar a las principales universidades del país, así como establecer mecanismos democráticos que a su vez permitían que los sectores de vanguardia pudieran influir en el desarrollo de la lucha. Este movimiento es una ruptura fundamental en la historia de México y sólo pudo ser aplastado usando la represión a un mayor nivel. Ya no hablamos del asesinato de un pequeño grupo de campesinos en alguna zona rural del país, tal como ocurrió con Jaramillo en Morelos o tras el asalto al cuartel Madera en Chihuahua, sino de una masacre en masa de cientos de estudiantes en la propia capital del país.
Lo que le dio la fuerza al movimiento de 1968 fue su carácter de masas y las simpatías que despertó en la sociedad mexicana, en particular entre obreros y campesinos. El movimiento, sobre todo la masacre del 2 de octubre, fue un shock que radicalizó a miles de estudiantes que ya nunca más regresarían a sus vidas normales. Muchos de ellos sacaron la conclusión de que era necesario luchar por el socialismo.
Se dieron varias vertientes en el movimiento revolucionario, pero en algunos de ellos nacía o se gestaba la idea de que el camino era la lucha armada, es decir, la lucha guerrillera. La Revolución Cubana también inspiró a esta vía pues la guerrilla (aunque el triunfo también se debió a la huelga general y la insurrección de las masas cubanas) había conseguido un triunfo revolucionario.
El Che fue un gran revolucionario, un ejemplo que perdurará mientras exista la humanidad, pero su errónea interpretación de la experiencia cubana, en la que un foco guerrillero podía ser el detonante de un estallido revolucionario, llevó a miles de jóvenes revolucionarios a suponer que antes que formar un partido fuerte y disciplinado o gestar un movimiento de masas, se podía y debía crearse un grupo armado. El Che y miles de jóvenes pagaron con su vida este error estratégico.
La manifestación del 10 de julio de 1971 termina en una nueva masacre estudiantil. Eso fue el detonante para que varios grupos se inclinaran definitivamente a la vía guerrillera.
El papel del estalinismo
La revolución rusa de 1917 fue una enorme inspiración para los trabajadores del mundo. Por primera vez, exceptuando el breve episodio de la Comuna de París en 1871, la clase obrera tomaba el poder en sus manos. Se creó una sociedad basada en la más amplia democracia obrera, hubo avances económicos y sociales sin precedentes a partir de la economía planificada. Sin embargo, el atraso económico y cultural del que partió la revolución, como el aislamiento de las masas tras la derrota de las revoluciones europeas, el cansancio y el reflujo de la clase obrera, dio paso a una contrarrevolución burocrática encabezada por Stalin. Dicha contrarrevolución acabó con la democracia obrera, mientras que la burocracia dirigente del nuevo régimen se beneficiaba de las conquistas de la revolución (en particular la economía planificada), mantenía un discurso demagógico en defensa del marxismo y el socialismo, pero en realidad se oponía a la revolución mundial y asumió una posición reformista y hasta contrarrevolucionaria. Ese proceso afectó a todos los Partidos Comunistas del mundo.
Bajo ese contexto, se integraban jóvenes al Partido Comunista Mexicano (PCM) que buscaban luchar por el socialismo, pero se encontraban con un partido con una política oportunista. Es verdad que en 1968 fueron duramente atacados por el Estado, pero también es cierto que después del 2 de octubre no brindaron ningún tipo de salida revolucionaria a la crisis en la que se encontraba el movimiento y su única perspectiva era el levantamiento de la huelga, lo cual fue visto como una traición. Si el PCM hubiera mantenido una política revolucionaria y verdaderamente comunista, hubiera atraído a miles de jóvenes a sus filas. Es verdad que algo de crecimiento tuvo después de 1968, pero también se crearon otras organizaciones revolucionarias al margen del PCM que alcanzaron un desarrollo significativo.
La política oportunista del PCM derivó en un extremo opuesto que fue el guerrillerismo. Lenin dijo que los pecados del reformismo se pagan con ultraizquierdismo. En las propias filas de las Juventudes Comunistas, ya después de 1968, se dieron debates, crisis y escisiones. En el tercer congreso de las juventudes un grupo encabezado por el dirigente de las Juventudes Comunistas en Monterrey, Raúl Ramos Zavala, lanzó críticas mordaces al oportunismo estalinista, lo que derivaría en una escisión. Para conocer las bases políticas del debate debe buscar dos textos del grupo encabezado por Zavala: “Procesos Revolucionarios” y “Un deslinde necesario”.
La creación de la Liga Comunista
El grupo de Zavala, conocido como “Los Procesos”, buscaba la construcción de un Partido Revolucionario pero, dada la represión, veía la necesidad de que éste tuviera un brazo armado. La escisión ocurre a finales de 1971, y como explicamos, la masacre del 10 de junio es un detonante para llevar a distintos jóvenes y grupos a dar el paso definitivo a la lucha armada, pero que actuaban de manera dispersa. La necesidad de luchar contra la represión Estatal, que ya minaba a estos grupos, y unificar a esta tendencia del movimiento llevó a que el coahuilense Ramós Zavala, junto con otros compañeros como Diego Lucero (dirigente del grupo “Los Guajiros” en Chihuahua) e Ignacio Salas Obregón, buscarán la articulación de un movimiento armado nacional. Intentaron hacer una acción coordinada con asaltos bancarios (expropiaciones) simultáneas en tres Estados. Finalmente solo se realizaron en dos de ellos (DF y Chihuahua) y sería un fracaso, que llevaría a la muerte de varios miembros incluyendo a Diego Lucero y al mismo Raúl Ramos Zavala, asesinado en el Parque México de la capital. Ese mismo año de 1972, también sería asesinado Genaro Vázquez Rojas en el Estado de Guerrero, entidad en donde la represión había desatado dos importantes movimientos armados, el de Vázquez Rojas y el que encabezó Lucio Cabañas.
Por otra parte, Ignacio Salas Obregón se convertiría en el heredero de la iniciativa de fundar una organización guerrillera amplia que unificara a los distintos grupos que estaban dispersos. Hablamos sobre todo de pequeños núcleos armados, muchos pertenecientes o provenientes del movimiento estudiantil. Pero también se vieron fenómenos de radicalización ultraizquierdista en un espectro más amplio. Uno de ellos fue el caso de «Los Enfermos» en Culiacán, Sinaloa, y «Los Vikingos» en Guadalajara, Jalisco. Los primeros pertenecían a la Federación de Estudiantes Universitarios de Sinaloa (FEUS) y los segundos eran chavos banda de las colonias marginadas de Guadalajara que iniciaron formando una pandilla en la Colonia San Andrés, luego un grupo más político llamado las Juventudes Juaristas y posteriormente la Federación de Estudiantes Revolucionarios (FER), que le disputaban la hegemonía del movimiento estudiantil a la oficialista Federación de Estudiantes de Guadalajara. Estos fenómenos expresaban que en el proceso de gran crecimiento económico del país (conocido como el milagro mexicano); que significó la creación de grandes industrias, trajo consigo la proletarización de campesinos y una enorme migración interna; también creó a un importante sector de la sociedad que terminó en la marginalidad.
El fenómeno organizativo en el barrio San Andrés en Guadalajara, permitió las condiciones para realizar la reunión unificadora que impulsaba Salas Obregón. A mediados de marzo de 1973 se conforma la Liga Comunista 23 de Septiembre. El nombre lo retoman de esa fecha histórica en que en 1965 un grupo de campesinos encabezados por Pablo Gómez y Arturo Gamíz asaltan el Cuartel Madera en Chihuahua, pero que también había sido la fecha en que el Ejército entró y tomó el Politécnico en 1956 y en 1968, pero no sin una férrea defensa estudiantil.
No todas las organizaciones armadas se unificaron en esta iniciativa, tal fue el caso del Movimiento de Acción Revolucionaria (que había sido reprimido antes de este proceso), el Freante Urbano Zapatista (que hizo el primer secuestro exitoso capturando a Julio Hirschfeld Almada, director de aeropuertos), las Fuerzas de Liberación Nacional (del que nacería después el EZLN) o el Partido de Los Pobres de Lucio Cabañas.
Los límites teóricos y estratégicos de la Liga
La liga surge, en primer lugar, como una reacción a la represión Estatal; en segundo, como oposición al oportunismo del estalinismo y, en tercero, como necesidad de unificar esta tendencia del movimiento revolucionario mexicano. Su base social son estudiantes, elementos de la pequeña burguesía radicalizados y sectores marginados semi lúmpenes de las ciudades.
Hay elementos del marxismo que retoma la Liga como el tener un periódico como organizador y difusor de ideas. Éste se llamó Madera, también en referencia al movimiento en Chihuahua de Gámiz y Gómez. También reivindican como sujeto revolucionario a la clase obrera, comprendiendo que esta debía ser una clase para sí, es decir, adquirir conciencia de clase.
Sin embargo, en su búsqueda de justificar su actuar político y poner al estudiante como elemento central revolucionario, sacaron la teoría de la Universidad Fábrica, donde señalan que los medios de producción eran los edificios de las universidades, la fuerza de trabajo eran los profesores y estudiantes, y la mercancía el conocimiento. No era necesario hacer malabarismos teóricos para entender que el estudiantado puede jugar un papel revolucionario muy importante, pero como auxiliar de la clase obrera.
La estrategia de la Liga entraba en contradicción, pues por un lado, tenían un periódico dirigido a las masas llamando a la organización de los trabajadores, pero por otro, sus métodos los llevaban al clandestinaje y a justificar la represión estatal, lo cual cohibía la participación del proletariado en un movimiento como el suyo. De hecho, el movimiento obrero tuvo un auge en los años 70 con importantes huelgas y luchas por la democracia sindical, pero desarrollándose al margen de la guerrilla urbana. A decir verdad, en el contexto de lucha y represión de la juventud, los trabajadores veían con benevolencia la lucha de la guerrilla urbana, pero el movimiento de masas de los trabajadores y estudiantes, comúnmente se tenían que desligar de organizaciones como la Liga Comunista, pues su vinculación justificaba la represión estatal y podía echar abajo el trabajo paciente, abnegado y sacrificado que representa la organización de masas de la clase obrera.
El ultraizquierdismo deriva en sectarismo, lo cual llevó a la Liga a tomar actitudes erróneas con otras tendencias del movimiento de los trabajadores, a quienes acusó de traidores e incluso llegó a emprender acciones contra de ellos, como atacarlos o golpearlos. Eso solo facilitó el trabajo a las fuerzas represivas del Estado.
El Estado vs. la Guerrilla
Engels definía al Estado como un cuerpo de hombres armados en defensa de la propiedad privada. La clase dominante ha construido un fuerte aparato represivo con fuerzas armadas profesionales para enfrentar a quien luche contra su sistema, además de tener una estructura jurídica y legislativa a su favor. En el caso mexicano la legalidad burguesa fue combinaba con los métodos más oscuros y aterradores como el uso de paramilitares, la desaparición forzada, las torturas o ejecuciones extrajudiciales, etc. Todo eso se vivió en la década de los 70´s y parte de los 80, proceso al que se le denominó la Guerra Sucia. El Estado buscó el exterminio de la Liga, iniciando por sus líderes, y el resultado fue que ninguno de los principales dirigentes sobrevivió.
La Liga usaba como método las expropiaciones (asaltos bancarios, a empresas, etc.) y los secuestros (siempre fracasados) como presión política e intercambio por rescates económicos. Implementar estas acciones significaba perder compañeros, ya sea porque eran asesinados, secuestrados o encarcelados. Esto los minaba políticamente, y en general en todo el resto de los aspectos de la organización. Finalmente, la Liga sería desmembrada por la terrible represión estatal.
El método guerrillero no es el método del marxismo, en el mejor de los casos es un auxiliar de la lucha (bajo ciertas condiciones), pero nunca será nuestra estrategia revolucionaria. Los marxistas rusos nacieron en oposición a éste tipo de tendencias, la Liga Comunista 23 de Septiembre tiene mucho más parecido a los Narosnikis rusos que a los bolcheviques.
La necesidad de un partido bolchevique
Si bien en este artículo nos centramos en la Liga y la guerrilla urbana, hay varias tendencias que se desarrollaron después de 1968, para profundizar en ellas recomiendo leer el artículo: “Las ondas expansivas, las luchas por hacer la revolución después de 1968”. Hay lecciones muy importantes que aprender de todo ese periodo. (https://marxismo.mx/las-ondas-expansivas-las-luchas-por-la-revolucion-despues-de-1968/)
Si hacer una revolución fuera tarea fácil, desde hace mucho viviríamos en el comunismo. El sacrificio de los compañeros de la Liga, que dejaron todo a cambio del ideal del comunismo, no nos deja más que admiración. Sin embargo, una estrategia incorrecta nos lleva a resultados adversos.
Un problema de la Liga fue que no contaron con una base teórica coherente. La oposición al estalinismo debió significar una reivindicación plena de Lenin, sin tergiversaciones, pero también de León Trotsky, quien defendió la bandera de Octubre y sentó las bases teóricas para la crítica al estalinismo. El marxismo, aplicado de forma adecuada, no de manera parcial pero tampoco de manera dogmática, es la herramienta insustituible que tenemos los explotados para guiarnos en la lucha por la transformación socialista.
Las ideas se deben volver fuerza material y traducirlas en la construcción de un partido revolucionario. Si todo ese sacrificio de la generación post 68 hubiera contado con una teoría coherente y se hubiera traducido en una estrategia correcta, todo ese sacrificio podría habernos llevado a la construcción de un partido auténticamente comunista, auténticamente bolchevique, con cimientos teóricos del marxismo y arraigado en la lucha de la clase obrera y la juventud.
El país ha cambiado. El periodo en que vivimos es diferente. El estado ha transitado por un período de desgaste y desprestigio. El gobierno de la 4T asumió la presidencia con el apoyo de millones y viniendo de un proceso que caminaba a un abierto levantamiento revolucionario. En lugar de usar esa fuerza para sepultar al asesino Estado mexicano, se le ha reformado y rescatado. Se intenta hacer lo mismo con un sistema capitalista en crisis. Pese a ello , tenemos un margen de maniobra mucho mayor que en los años de la represión de la guerra sucia. Pero también hay ilusiones en las masas en que el sistema puede ser reformado. Nosotros creemos que no, lo vemos en el crimen de Ayotzinapa, en el que el Estado estuvo implicado y sigue ocultando el crimen. Lo vemos en la crisis global del capitalismo y en que México en este sexenio está más atado a la economía imperialista como nunca antes. Lo vemos en la violencia barbárica, como también vemos que no se frena la acumulación de riquezas en pocas manos.
La tarea de la lucha por el comunismo sigue siendo vigente, no es una utopía es una necesidad. Lenin decía que el obrero aprende del libro más importante, el libro de la vida. Es necesaria la actual experiencia del reformismo para que millones saquen lecciones revolucionarias en el futuro. Los sectores de vanguardia debemos luchar y dedicar nuestras vidas a la causa del comunismo, y debemos luchar con la entrega y determinación que hicieron los militantes de la Liga Comunista 23 de Septiembre pero no para construir una guerrilla urbana sino un partido revolucionario con cuadros formados y arraigados en el movimiento de masas. Esta tarea es indispensable para que la próxima revolución termine en una real victoria. En nuestro caminar hemos sufrido tropiezos, derrotas, golpes y caídas pero, sacando las correctas lecciones de la historia, al final la victoria será de los explotados.