A continuación, publicamos una resolución que Carlos Marx escribió sobre los sindicatos.
A pesar de que nuestro país tiene una larga tradición de sindicalismo charro y traidor, donde ven por los intereses de la patronal y no de los trabajadores, no pensamos que el problema sea la organización obrera en sindicatos, sino la dirección de estos. Un trabajador solo negociando con el capitalista es presa fácil de los empresarios, nuestra tarea no es desechar la organización obrera sino luchar por sindicatos que luchen por los intereses de los trabajadores.
Esta es una pequeña aportación al debate sobre las tareas del movimiento obrero a nivel nacional.
a) Su pasado
El capital es la fuerza social concentrada; mientras que el obrero no dispone más que de su fuerza productiva individual. Por tanto el contrato entre el capital y el trabajo no debe nunca establecerse sobre bases iguales, aun dando a la palabra “iguales” el sentido que le da una sociedad que coloque las condiciones materiales de trabajo por una parte y la energía vital productiva por la otra.
El único poder social que los obreros poseen es su número. El poder del número está anulado por la desunión. La desunión de los trabajadores se engendra y perpetúa en la inevitable concurrencia existente entre ellos mismos. Los sindicatos han tenido su origen en los ensayos espontáneos hechos por los obreros en lucha con las órdenes despóticas del capital, para impedir o al menos atenuar los efectos de esta concurrencia hecha por los obreros entre sí.
Querían cambiar los términos del contrato, de modo que quedasen al menos por encima de la condición de simples esclavos. El objetivo inmediato de los sindicatos está sin embargo limitado a las necesidades de las luchas diarias entre trabajo y capital, a las cuestiones de salarios y horas de trabajo. No se puede renunciar a esto en cuanto dure el sistema actual; al contrario es necesario generalizarlo creando sindicatos y uniéndolos en todos los países.
Por otra parte, los sindicatos han formado, sin saberlo, centros organizadores de la clase obrera, igual que los comunes y las municipalidades fueron constituidos en la edad media por la clase burguesa. Y si los sindicatos, en su primer valor, son indispensables en una guerra de escaramuzas entre trabajo y capital son aún más importantes en su segundo valor, como órganos de transformación del sistema de trabajo asalariado y de la dictadura capitalista.
b) Su presente
Los sindicatos se ocupan demasiado exclusivamente de las luchas inmediatas. No han comprendido bastante su poder de acción contra el sistema capitalista en sí mismo. Ni siquiera, en los últimos tiempos han comenzado a darse cuenta de su gran misión histórica. Por ejemplo, la resolución siguiente, recientemente adoptada en la gran conferencia de los diferentes delegados de los sindicatos, tenida en Shffield: “Esta conferencia, apreciando en su justo valor los esfuerzos hechos por la Asociación Internacional de Trabajadores para unir en un lazo fraterno a los obreros de todos los países, recomienda muy seriamente a todas las sociedades representadas, asociarse a este movimiento, en la convicción que la Asociación Internacional forma un elemento necesario para el progreso y la prosperidad de toda la comunidad obrera”.
c) Su porvenir
Dejando aparte su obra inmediata de reacción contra las maniobras quisquillosas del capital, deben ahora obrar conscientemente como hogares organizadores de la clase obrera en el gran objeto de su emancipación radical. Deben ayudar cualquier movimiento social o político que tienda a esta dirección. Considerándose y obrando como líderes y representantes de toda la clase obrera, lograrán englobar en su seno los “non-society men” (hombres no formando parte de ninguna sociedad); trabajando en industrias, las más miserablemente retribuidas, como la industria agrícola, o en circunstancias excepcionalmente desfavorables donde se impide toda resistencia organizada, harán nacer la convicción en las grandes masas obreras, que en lugar de estar circunscritas en sus egoístas y estrechos límites, su objeto tiende a la emancipación de millones de aplastados proletarios.
(Resolución sobre los sindicatos adoptada por el Primer Congreso de la Asociación Internacional de Trabajadores, Ginebra 1866, y redactada por Carlos Marx)