Escrito por: Joan Claravall
El pasado fin de semana llegaron a España casi 2.000 personas desde el mar, la mayoría de ellas en embarcaciones totalmente inadecuadas para las travesías, arriesgando su vida en el proceso. El barco Aquarius fue el caso que generó más eco mediático, después de que Italia rechazara el acceso a su costa y de que el Estado español decidiera acogerlo. De las 629 personas que fueron rescatadas, 123 eran menores de edad, la mayoría viajando solos.
Desde que comenzó el año ya se han rescatado unas 300 pateras que llevaban a unas 6.600 personas, y entre enero y marzo se registraron unas 130 personas que perdieron la vida durante la travesía hacia la Península. Durante 2017, las cifras de personas asistidas creció enormemente con respecto al año anterior, una proyección que continuará durante 2018. Sólo durante el primer trimestre del año, ya se ha registrado un incremento del 38% en las personas que han llegado por mar. Los voluntarios y trabajadores que ayudan a salvar vidas predicen que durante el verano habrá aún más actividad.
Los refugiados que se juegan la vida para llegar a Europa provienen de zonas muy pobres, donde reina la miseria y donde la guerra ha provocado la destrucción y el caos. Tomar la decisión de embarcarse en esta travesía tan peligrosa se hace como última solución. El pago a las mafias que se dedican al negocio de transportar refugiados es muy elevado, y las condiciones, el trato y los materiales de embarcación que utilizan estos gángsteres, hacen que todo el trayecto sea muy peligroso y difícil, incluso antes de comenzar el tortuoso viaje. La Organización Internacional de los Inmigrantes (IOM) ha publicado varios informes donde detalla un mercado de esclavos en Libia, que ha aparecido como consecuencia de la desesperación de miles de sub-saharianos que viajan hacia una vida mejor y que durante el camino son secuestrados y vendidos como esclavos. Este es un ejemplo obvio de los peligros que existen.
Desgraciadamente, la situación para los refugiados no mejora mucho cuando finalmente llegan a Europa. En España, las ONGs han denunciado incontables veces la conducta de las autoridades hacia los refugiados, una crítica que se puede trasladar perfectamente a la actitud de la Unión Europea. Son las ONGs y los voluntarios quienes asisten a los recién llegados, mientras que las instituciones hacen todo lo posible para no hacer nada o para expulsarlos lo más rápido posible. Los refugiados son a menudo encerrados en calabozos insalubres para ser identificados o enviados a un Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE) sin informarles sobre la posibilidad de pedir asilo. Cuando no hay suficientes plazas en los CIE, los refugiados son abandonados a su suerte en la calle.
Sánchez abre las puertas al Aquarius
El gesto de Sánchez de facilitar que el Aquarius entrara en España es positivo y debe ser bienvenido. Las políticas practicadas hasta ahora por el reciente gobierno destituido del PP eran racistas y totalmente reaccionarias: por ejemplo, retiró la tarjeta sanitaria a unos 800.000 inmigrantes en situación de irregularidad.
Sin embargo, el papel del actual gobierno en este episodio ha tenido un carácter de show mediático. La vicepresidenta del Gobierno diseñó un dispositivo de coordinación entre administraciones y unas garantías jurídicas no habituales en la recepción de personas que llegan a España a través del mar. Además, los 629 refugiados a bordo del Aquarius recibirán una autorización de residencia de 45 días, un permiso que se otorga de manera excepcional en casos humanitarios. La pregunta, pues, es: y las otras aproximadamente 1.300 personas que han llegado durante el último fin de semana, ¿no han accedido a España en una situación humanitaria excepcional?
La inmigración tiene un papel creciente y cada vez más importante en la mano de obra española y europea: en la agricultura, cuidando ancianos y niños, en la construcción, etc. Estos trabajos se encuentran entre los peor remunerados y entre los más explotados. Medios de comunicación como Correctiv y BuzzFeed News revelaron en mayo de este año abusos y violaciones a jornaleras inmigrantes en España, Italia y Marruecos. Los argumentos de los racistas españoles que plantean que deberían ser expulsados los inmigrantes de España «porque lo primero son los españoles», ¿qué les dicen a los racistas de Europa que quieren expulsar los españoles emigrantes que viven y trabajan en sus países? La inmigración es, hasta cierto punto, la expresión de la rebelión de las fuerzas productivas contra el Estado-nación, que se ha convertido en un freno para su desarrollo. El problema no radica en la inmigración, sino en las fronteras nacionales.
La decisión de Sánchez de acoger al Aquarius ha entusiasmado a un gran número de personas, que ven con angustia y rabia la terrible crisis migratoria. Pero el gobierno no puede hacer gestos meramente simbólicos; debe pasar de las palabras a los hechos. Debería establecer una política de puertas abiertas a los refugiados, empezando por la derogación de todas las leyes y trabas que estableció el gobierno del PP en contra de la inmigración, e incrementar los presupuestos y la coordinación destinados al rescate y a la ayuda de los refugiados.
Divisiones en la Unión Europea
El problema migratorio ya hace tiempo que está afectando las bases fundamentales en las que se sostiene la Unión (la libertad de movimiento de capitales, mercancías y trabajadores) y está contribuyendo a ensanchar las grietas existentes dentro del bloque.
La crisis provocada por el rechazo de Italia de acoger al Aquarius afectó en primer lugar a las relaciones entre Francia e Italia. La decisión que tomó Italia es producto del nuevo gobierno, formado a finales de Mayo y compuesto por los populistas del Movimiento 5 Estrellas y el partido ultraderechista de la Liga. El ministro de Interior y líder de la formación la Liga, Matteo Salvini, que lidera un programa racista, demagógico y xenófobo, utilizó la oportunidad presentada por el episodio del Aquarius para hacer propaganda para sus ideas. A pesar del programa totalmente reaccionario de Salvini, cuando critica a la UE por su gestión del problema migratorio tiene parte de razón: en 2015, la UE acordó la redistribución de 160.000 inmigrantes de Italia y Grecia a otros países de la Unión, un plan que finalizó el 2017 con sólo un 17% del objetivo completado.
Macron tachó la actuación de sus aliados Italianos de «cínica» e «irresponsable». La hipocresía de Macron es destacable, ya que él mismo tiene un historial de comentarios racistas, aunque de manera más encubierta porque tiene que mantener su apariencia de «liberal progresista». Sin embargo, Macron representa el declive del liberalismo, que por un lado llora lágrimas de cocodrilo por la catástrofe humanitaria que supone la migración masiva hacia Europa, y por otro lado, en la práctica, actúa en contra de los refugiados para salvaguardar los intereses de los grandes capitalistas y banqueros. El escandaloso acuerdo con Turquía del año 2016, donde se acordó expulsar a este país a los solicitantes de asilo llegados desde Grecia a cambio de un desembolso de 3.000 millones de euros para el gobierno turco, es un claro ejemplo. Este tratado no ha detenido el intento de miles de personas de alcanzar una vida mejor escapando de la miseria, sino que ha hecho que el trayecto se haya vuelto más duro y peligroso, y que las mafias se enriquezcan más y se vuelvan más fuertes y numerosas.
La crisis también ha tenido efecto en Alemania. La posición de Merkel se ha tambaleado por las actuaciones del ministro de Interior, Horst Seehofer, que demanda mano dura hacia los refugiados y que finalmente ha dado un ultimátum de dos semanas a la canciller para que negocie un acuerdo con los otros Estados europeos, con el objetivo de encontrar una solución a la crisis migratoria. Seehofer representa a una parte de la burguesía alemana más reaccionaria, aunque en general representa los intereses de la clase dominante en este contexto de declive del capitalismo mundial.
La austeridad no ha sido fruto de una decisión política por parte de los dirigentes nacionales de cada país, sino que ha sido forzada por las mismas leyes que dominan el sistema capitalista. La necesidad de mantener los máximos beneficios en una economía estancada o en crisis significa que la clase trabajadora debe pagar los costes, mientras que la burguesía mantiene sus intereses o los incrementa, como hemos estado viendo en los últimos años. Si las respectivas burguesías no disponen de los recursos necesarios para hacer concesiones a su propia clase trabajadora; es más, si la burguesía se ve obligada a explotar aún más a sus trabajadores para permanecer competitivos en el mercado interno y en el externo, ¿cómo van a hacer concesiones a inmigrantes o refugiados? A este factor se le añade la característica principal de todas las clases dominantes de la historia: dividir y dominar. A la burguesía le interesa que la clase trabajadora se enfrente entre sí y se divida, que no se dé cuenta de su fuerza unida como clase, mientras aquélla continúa explotando en una espiral descendente de salarios y condiciones laborales.
Es obvio que los diferentes gobiernos europeos utilizan el tema de la inmigración como una patata caliente que se pasan de unos a otros, y para obtener una ganancia electoral. Sin embargo, la crisis migratoria reabre un frente que complica la unidad del bloque europeo, que ya tiene bastante dolores de cabeza con el Brexit, el enfrentamiento con su principal aliado Estados Unidos y la gestión de una economía con pronósticos bastante negativos.
El imperialismo
La causa del sufrimiento de miles de refugiados que no ven ninguna alternativa a su vida y que finalmente deciden emplear un camino peligroso y difícil es el imperialismo. Las intervenciones militares imperialistas de los países occidentales en Siria, Libia, Irak y Afganistán, los ejemplos más obvios durante los últimos años, no han conducido a una mejora de la vida de las poblaciones, como prometía; al contrario, estos países se encuentran en una situación de caos, de destrucción, donde miles de personas inocentes han perdido la vida y donde grupos yihadistas han podido crecer de manera espectacular ante el vacío dejado por la destrucción del aparato estatal y en un contexto de extrema miseria y odio al imperialismo. La consecuencia principal ha sido desestabilizar aún más una región ya de por sí inestable.
África sigue bajo el control de los países imperialistas, que durante las revoluciones coloniales perdieron el poder político directo pero no el económico; en última instancia, estos factores son los que realmente pesan sobre la mesa. Francia mantiene una presencia militar casi permanente en países como Mali, Níger, Costa de Marfil, Burkina Faso, Yibuti, etc. Las clases dominantes de los países africanos son los lacayos de los imperialistas: hacen de gerentes de su saqueo sistemático del continente por parte de los imperialistas y, por el buen trabajo y el mantenimiento del orden, reciben sustanciales incentivos mientras mantienen a la población sometida en la pobreza.
La situación en Libia es el resultado directo de la intervención imperialista de la OTAN, dirigida por Francia y Gran Bretaña, que ha dejado un país arrasado, con tres gobiernos de facto, dominado por bandas fundamentalistas islámicas y señores de la guerra, convirtiéndolo en un paraíso para los traficantes de personas.
No se trata, por tanto, de un «alud migratorio» de gente que vienen buscando «mejores trabajos y expectativas de vida» como nos dice la prensa burguesa, sino que en realidad estamos hablando de millones de personas expulsadas forzosamente de sus países de origen por las guerras, el hambre y la miseria provocadas directamente por los países imperialistas que los presentan como una «amenaza».
¿Cuál es la solución?
Justamente esta semana, la UE ha propuesto una nueva solución para resolver el «problema» migratorio: crear centros fuera del bloque de la Unión donde se evalúe si las personas inmigrantes son refugiados o inmigrantes económicos- una propuesta que sigue en la misma línea de detener la crisis migratoria, no encontrando soluciones a la miseria y devastación, sino levantando muros.
Es innegable que los recursos a nivel mundial existen para que todos puedan vivir una vida digna. El problema es que esta riqueza está concentrada en unas pocas manos, que sólo tienen el objetivo miope de lucrarse indefinidamente sin ningún tipo de preocupación moral. En España mismo, los beneficios de las empresas han crecido 16 veces más que los sueldos desde el 2014, pero aún así, cuando el PP declara que abrir las puertas a los refugiados puede provocar consecuencias graves, lo que realmente quieren decir es que la clase dominante española no está dispuesta de ninguna manera a perder intereses en beneficio de los pobres.
Quienes recortan la sanidad y la educación, los que desahucian los que no pueden pagar el alquiler o la hipoteca, los que roban a manos llenas a través de la privatización de los servicios públicos, no son los inmigrantes que se juegan la vida por atravesar el Mediterráneo, ni los que arriesgan su integridad física saltando la valla coronada con navajas afiladas en Ceuta y Melilla. Al contrario, los responsables de la austeridad y el sufrimiento de los trabajadores en los países europeos son los banqueros, los políticos corruptos del régimen, las políticas de recortes feroces impuestas por la UE capitalista, y aplicadas por los gobiernos que no rompen con sus límites . Estos son, pues, nuestros enemigos.
En España, hay unos 3 millones de casas vacías en manos de los bancos; sin embargo, el número de gente sin techo va en aumento inexorablemente. La lucha para acoger los refugiados es inseparable de la lucha por la expropiación de las casas vacías, ya que no sólo serían ocupadas por los recién llegados sino por los miles de gente sin techo, de familias y de gente joven que viven en casas inadecuadas o que no tienen acceso a viviendas. Igualmente, la lucha para una sanidad universal debe ir ligada a la lucha contra la austeridad y por unos servicios públicos de calidad. La espiral descendente de sueldos y condiciones laborales se debe combatir de manera conjunta como trabajadores, unidos, independientemente de nuestra condición migratoria, del color de la piel, del sexo, reivindicando que la «recuperación económica» en España se ha logrado por la explotación redoblada de los trabajadores y que por tanto, los frutos generados pertenecen a los propios trabajadores.
En última instancia, el «problema» de la emigración es inseparable del capitalismo, y nunca podrá ser solucionado en el marco capitalista. La lucha por resolver la crisis migratoria pasa por vincularla con la lucha internacional contra el sistema capitalista y para una sociedad socialista.
¡Los refugiados son bienvenidos! ¡Que paguen los capitalistas!
¡Abajo las guerras imperialistas y el saqueo!
¡Abajo la podrida UE capitalista!
¡Abajo el capitalismo, que es la causa fundamental de la guerra y el sufrimiento de millones!