Escrito por: Ana Karen C.
“En sus «Principios de economía política» dice John Stuart Mill: «Es discutible que todos los inventos mecánicos efectuados hasta el presente hayan aliviado la faena cotidiana de algún ser humano». Pero no es éste, en modo alguno, el objetivo de la maquinaria empleada por el capital. Al igual que todo otro desarrollo de la fuerza productiva del trabajo, la maquinaria debe abaratar las mercancías y reducir la parte de la jornada laboral que el obrero necesita para sí, prolongando, de esta suerte, la otra parte de la jornada de trabajo, la que el obrero cede gratuitamente al capitalista. Es un medio para la producción de plusvalor.” (Marx)
Bajo esta premisa que escribe Marx en El Capital, debemos analizar cómo ha sido el desarrollo de las fuerzas productivas del capitalismo y cómo estás han influenciado el cambio en las condiciones materiales y de vida de los trabajadores y más específicamente, como han intervenido en el desarrollo del papel de la mujer bajo el capitalismo.
El desarrollo de la sociedad humana está sujeto al modo de producción, lo que implica una etapa cualitativamente nueva de acuerdo con cada estadio social, gracias al desarrollo de la agricultura y la domesticación de los animales de trabajo, se forman las bases de la acumulación y con ello la propiedad privada. Con el continuo desarrollo de las fuerzas productivas, las relaciones de trabajo también fueron cambiando, donde el trabajo esclavo fue sustituido por el trabajo servil, y el trabajo servil por el trabajo asalariado dentro del capitalismo.
El modo de producción capitalista se diferencia de los anteriores por la extensión masiva del intercambio mercantil, donde inclusive tanto al hombre como a la mujer, se les concibe como mercancía, en su carácter de proletarios, pues ellos venden su fuerza de trabajo.
Con la revolución industrial, se sientan las bases del desarrollo del capitalismo, con el uso de máquinas y herramientas más avanzadas que permiten una producción más eficiente que la producción artesanal, sin embargo, la fuerza de trabajo humana sigue siendo necesaria para la operación de la maquinaria.
Toda maquinaria desarrollada se compone de tres partes fundamentales, el mecanismo motor, que es la fuerza impulsora del mecanismo, el mecanismo de transmisión, el que regula, convierte y transmite el impulso a la máquina-herramienta, la cual se apodera del objeto de trabajo y lo modifica de acuerdo a la necesidad requerida. Estás máquinas-herramientas, son idénticas a los aparatos o herramientas que se utilizan en la producción artesanal, pero ya no son herramientas impulsadas por el hombre, sino herramientas mecánicas, es decir, una vez que el mecanismo transmite el movimiento, la herramienta ejecuta las mismas acciones que antes efectuaba el obrero con herramientas análogas. Sin embargo, nada de esto cambia el hecho de que el hombre sigue siendo necesario para echar a andar las máquinas, lo que cambia son el número de instrumentos de trabajo con los que el hombre puede operar al mismo tiempo, ya que él, está limitado por sus funciones corporales y la máquina, puede ser diseñada para manipular cuantas herramientas sean necesarias en un mismo periodo de tiempo. De este modo el capital hace que el obrero trabaje con una máquina, que maneja por si misma sus herramientas, en vez de que trabaje con su propia herramienta, a su vez, al incorporar las fuerzas naturales y las ciencias de la naturaleza al proceso de producción, es evidente que la productividad del trabajo aumentará significativamente, además de que estas fuerzas pueden obtenerse sin un gasto mayor de trabajo, esto convierte a la maquinaria en capital constante, ósea que no crea ningún valor, sino que transfiere su valor al producto que fabrica.
Dentro del capitalismo, las máquinas pueden considerarse como medio para el abaratamiento del producto, pues no paga por el trabajo empleado, sino por el valor de la fuerza de trabajo empleada, entonces la maquinaria solo ahorrará dinero si el valor de esta es menor al valor de la fuerza de trabajo que reemplaza, solo será interesante para el capitalista si esta relación de fuerzas se mantiene invariable y es esta misma relación de fuerzas la que determina los costos de producción, sumado con la competencia en el ramo.
Como ya se describió previamente la maquinaria sustituye la fuerza muscular del ser humano, por la fuerza mecánica, por lo que poco a poco el desarrollo de la industria abrió sus puertas al empleo de obreros de escaza fuerza física o de desarrollo corporal incompleto, pero de miembros más ágiles, y fue así como inició el empleo infantil y femenino, sometiéndolos al trabajo asalariado y generando cambios en la estructura de la familia obrera. El valor de la fuerza de trabajo se determinaba por el tiempo de trabajo necesario para que un obrero pudiera mantener a su familia, pero al entrar la familia entera al mercado de trabajo, la maquinaria distribuye el valor de la fuerza de trabajo de un obrero entre su familia, por lo que, en consecuencia, se desvaloriza la fuerza de trabajo del obrero, de esta forma, la maquinaria, aumenta tanto el material humano de explotación, como el grado de explotación por el Capital. Esta nueva relación cambia el pre concepto del contrato entre el obrero y capitalista, sobre la base del intercambio de personas libres o propietarios independientes de mercancías, es decir uno como propietario del dinero y de los medios de producción y el otro como poseedor de la fuerza de trabajo, ahora el capital adquiere personas en un estado minoritario, lo que ocasiona que el obrero no solo tenga que vender su propia fuerza de trabajo, sino que ahora se ve forzado a vender a su mujer e hijos.
En el capitalismo, la familia tradicional constituye una unidad de consumo, además de ser el núcleo de socialización primaria, donde el padre representa la actividad económica y social, y la madre representa el centro afectivo, la seguridad emocional y la socialización, ósea se encarga de transmitir a los hijos los hábitos y costumbres de la moralidad imperante en ese momento, por lo tanto, tiene un papel muy importante en la reproducción de la ideología dominante. Es ahí donde radica uno de los puntos más importantes tanto para la emancipación de la mujer, como para la emancipación de la clase trabajadora.
Con la integración de la mujer al sector industrial, vemos dos fenómenos, la condición de la doble explotación y el desarrollo de la conciencia de clase.
La doble explotación se genera cuando la mujer se convierte en asalariada del gran capital y además debe realizar las tareas del hogar, rol que le fue impuesto a partir del desarrollo de la propiedad privada y que prevalece para beneficio de los capitalistas, pues ellos pueden pagar salarios más bajos que a los hombres, con el beneficio del trabajo gratuito que la mujer en su papel tradicional, aporta para la reproducción de la fuerza de trabajo. Es ahí donde la doble explotación subordina a la mujer, ante el hombre, de una forma económica, pues es él quien regularmente aporta más recursos al hogar, a pesar de que la mujer puede y desempeña labores idénticas a las de los hombres, tanto en la producción como bajo el capitalismo, esta recibe regularmente un salario más bajo, con respecto a la explotación doméstica, se refiere a la fuerza de trabajo, empleada en el hogar sin remuneración alguna, a pesar de que esta explotación fue establecida previa al capitalismo, esté se ha beneficiado de esta condición, a pesar de que el trabajo doméstico no aporta plusvalía directamente al capitalista, la mujer aporta bienes de uso que se producen en el hogar, alimentos, ropa limpia, etc., que son indispensables para que la fuerza de trabajo salga en buenas condiciones y satisfecho al mercado laboral.
La religión forma una parte importante de este proceso de sometimiento de las mujeres a la vida doméstica, pues de acuerdo con estas, la mujer fue creada para dar compañía, entretener y aliviar los pesares, lo cual ha lanzado a la mujer a la subordinación, en servicio del hombre, limitando su libertad de conocimiento y experiencia fuera del seno familiar, debido a las creencias religiosas. Lo cual en un principio fue una limitante para la participación de las mujeres en la actividad de la producción industrial.
El desarrollo de la conciencia de clase de las mujeres se da en el momento preciso en el que ellas pueden verse un poco liberadas de la opresión del hogar, a pesar de salir e involucrarse en el sistema explotación asalariada, esto les permitió ir adquiriendo una consciencia colectiva, les permitió darse cuenta de su importancia más allá del seno familiar, pudieron notar el potencial revolucionario que tienen, lo cual se vio reflejado en el inicio de algunas revoluciones que trascendieron en el mundo.
En una primera instancia, el trabajo industrial de la mujer, fue utilizado por el gran capital como instrumento para desvalorizar los salarios, pues basados en las leyes del libre mercado, la mano de obra femenina, era más barata que la masculina, por lo que la competencia por el trabajo, obligaba a los obreros a pedir salarios más bajos para poder conseguir un trabajo, de igual forma, la mujer no contaba con estructuras de organización como los hombres, así que los capitalistas se aprovechaban de esta situación para imponer peores condiciones laborales. De aquí parte que las organizaciones obreras se opusieran a la integración de la mujer al sector industrial, pues eran utilizadas para atacar las concesiones de los trabajadores. Sin embargo, con el paso del tiempo, fue imposible impedir que las mujeres también se organizaran en torno a organizaciones representantes de sus intereses de clase.
Podemos ver un ejemplo claro de esta situación, en la revolución rusa de 1917, donde todo comenzó un 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer Trabajadora, cuando las mujeres del sector industrial hacían un llamado a sus compañeros de clase, para ir a la huelga general, acontecimiento que desencadeno una serie de sucesos que terminaron con la caía del Zar y con la formación del primer estado obrero del mundo. A pesar de la gran influencia que tuvieron las mujeres en el desarrollo de la revolución, Rusia era un país atrasado, en condiciones semi feudales, por lo que la gran industria se encontraba relegada solo a las grandes ciudades, de esta forma, la mayoría de las mujeres se encontraban aún inmersas en el trabajo campesino y doméstico. Fue una tarea muy ardua la que emprendió el gobierno bolchevique para la inclusión de las mujeres en el trabajo productivo, para esto debían romperse las barreras legales, morales y religiosas que impedían el pleno desarrollo de la mujer en la nueva sociedad, además de estas medidas, era necesario eliminar el lazo de la mujer al trabajo doméstico. Para esto, el poder bolchevique declaró, desde el primer momento, la igualdad de derechos entre hombres y mujeres, instauró el matrimonio y el divorcio libre, se construyeron comedores, lavanderías y guarderías comunitarias, para socializar las tareas domésticas, Lenin decía: “Son muy pocos los maridos, hasta entre los proletarios, que piensen en lo mucho que podrían aliviar el peso y las preocupaciones de la mujer, e incluso suprimirlos por completo, si quisieran ayudar ‘a la mujer en su trabajo’. No lo hacen, por considerarlo reñido con ‘el derecho y la dignidad del marido’. Este exige descanso y confort. La vida casera de la mujer es un sacrificio diario en miles de detalles nimios. El viejo derecho del marido a la dominación continúa subsistiendo en forma encubierta. Su esclava se venga de él objetivamente por esta situación, también en forma velada: el atraso de la mujer, su incomprensión de los ideales revolucionarios del marido debilitan el entusiasmo de éste y su decisión de luchar. Estos son los pequeños gusanos que corroen y minan las energías de modo imperceptible y lento, pero seguro.”
Con esta cita, se pretende explicar que, a pesar de que la incursión de la mujer en la gran industria tiene un carácter progresista y es un paso adelante en el proceso de la toma de consciencia de las mujeres hacia su emancipación, no es suficiente, pues las condiciones de explotación capitalista no pueden consentir su avance. Por ello que es necesario, implementar un nuevo sistema social, que permita el pleno desarrollo tanto de hombres como de mujeres en un ambiente de colectividad, es necesaria la organización de la mujer en un carácter de clase, que como lo hizo en octubre de 1917, pueda sentar las bases del desarrollo de la sociedad socialista, donde se eduquen a las nuevas generaciones con las fortalezas del trabajo colectivo y le permita liberarse de las ataduras del trabajo doméstico, donde todo el trabajo que genere sea remunerado y utilizado en beneficio del conjunto de la sociedad.