En su recta final, el primer gobierno de la 4T, ha lanzado 20 decretos de cambio constitucional y legal. Con esto, en primer lugar, exponen el programa, las tareas pendientes por hacer que tiene este gobierno. La 4T no cuenta con mayoría calificada que le permita aprobar cambios constitucionales y, en la segunda mitad del sexenio, la minoría opositora ha tenido la fuerza de frenar parlamentariamente varias iniciativas del actual gobierno y en esta fase no será diferente. Al lanzarlas en periodo electoral, AMLO busca también abrir un debate que deje en claro las diferencias con la oposición, desenmascarando sus posiciones reaccionarias que tratan de ocultar en tiempos de campaña con demagogia.
Otros gobiernos reformistas en Latinoamérica han impulsado o buscado Asambleas Constituyentes como estrategia de cambio. Esto es una medida limitada pues ésta no es más que la expresión más alta de la democracia burguesa que no rompe el poder del capital, quienes lo usarán, incluso con otra constitución, para que se sostenga la defensa de sus privilegios. En el caso de México, la 4T no ha seguido ese camino y en vez de la constituyente lo que han realizado son reformas constitucionales que den sustento legal a su proyecto. En este camino lograron avanzar en los primeros tres años del sexenio AMLO.
La actual constitución fue resultado de la revolución mexicana, eso explica por qué se plasmaron derechos sociales importantes para obreros y campesinos. Pero, si estudiamos la historia con franqueza veremos que, a pesar de sus aspectos progresistas impuestos por la lucha de los trabajadores del campo y la ciudad, la constitución fue la que sepultó la posibilidad de establecer una sociedad tanto más democrática como justa. Es difícil predecir con exactitud el carácter que pudo haber adquirido la sociedad con el triunfo del ala más representativa de las masas explotadas, pero lo cierto es que la Comuna de Morelos reflejaba el ejemplo de lo que debía hacerse a nivel nacional (expropiar a los grandes capitalistas y terratenientes y tomar el poder en manos de los trabajadores); y la división del norte era un ejército de profundo extracto popular y la mayor fuerza de combate de los explotados.
No podemos hacer de la constitución una panacea, cuando en realidad la revolución que brinde derechos sociales plenos a los trabajadores necesita una democracia superior a la legalidad burguesa, sustentada en el poder de la clase obrera, algo que embrionariamente ocurrió en la revolución mexicana con la Convención Nacional Democrática previa a la Constituyente de 1916-17.
¿Destrucción del Estado o reforma del Estado?
Los comunistas apoyamos, incluso dentro de los marcos del actual sistema, el establecimiento de leyes a favor de la clase obrera pero nuestro objetivo es un cambio radical que destruya la actual legalidad. El actual Estado (ejército, parlamento, poder judicial, etc.) se han creado para defender los intereses de los dueños del capital. Cuando se le trata de reformar, en sentido contrario a su naturaleza, el Estado reacciona en su contra. AMLO llegó a decir que el Estado actúa como un elefante reumático, al ralentizar las medidas que ha impulsado; hemos visto como el poder judicial ha boicoteado, contenido e incluso echado atrás iniciativas de la 4T.
Las 20 iniciativas lanzadas por AMLO, en el aniversario de la promulgación de las constituciones de 1857 y 1917, tocan temas que van desde derechos a un buen salario y pensión digna, hasta derechos para los animales, pasando por reformas al poder judicial y al Instituto Electoral. En cierto sentido, las reformas buscan revertir, en parte, los ataques del llamado periodo neoliberal, pero también democratizar al Estado.
Si uno compara, por ejemplo, el tipo de iniciativa y la cantidad de páginas que tienen los proyectos puede dar un indicador de cuáles son las prioridades del gobierno AMLO. Por ejemplo, el proyecto de reforma a favor de los animales o mejoras de salarios tiene 22 páginas cada uno y la reforma al poder judicial 120, lo cual habla de dónde está el real interés del gobierno 4T. En esencia se buscan reformas al estado que trate de mejorar su funcionamiento, elimine trabas, hacerlo democrático, barato, fuerte y eficiente.
El Estado en realidad, como bien lo explicó Engels, es un aparato en defensa de la propiedad al servicio de la clase dominante. Se ha perfeccionado y sofisticado para cumplir estos fines y por varias reformas que se hagan no cambiará su carácter de clase.
El Estado, además, no nos está dando ni seguridad ni justicia, no puede. Los homicidios dolosos y desapariciones siguieron creciendo en el sexenio y los feminicidios siguen en su inmensa mayoría impunes. Los comunistas no creemos que la salida sea el rescate y la reforma del Estado, sino que los trabajadores tomemos el poder y construyamos un Estado de obreros en defensa de los intereses de los explotados.
Las reformas sociales
Dentro de las iniciativas hay medidas que, de impulsarse, tendrían un carácter progresista como poner un límite a la voracidad de las industrias mineras o de alimentos que actúan en contra de la población. Pero hay dos reformas que nos parecen particularmente importantes, uno es el establecer que los salarios deben aumentar por arriba de la inflación. El poder adquisitivo de los trabajadores se dilapidó desde mediados de los años 70 hasta la entrada del actual gobierno. Los niveles de explotación en México son de los más altos, no solo por los niveles salariales, sino por la pérdida de prestaciones y las extensas jornadas de trabajo. México, siendo la 12 economía más grande el mundo en 2023, ocupa la 151 con mayores horas laboradas en promedio (2496 horas anuales). El nivel de explotación es brutal.
Estamos a favor de que el salario no se pulverice, el que no disminuya por debajo de la inflación es la medida mínima pero que en sí mismo no representa la recuperación del poder adquisitivo perdido. Iniciativas como la reducción de la jornada laboral, impulsada por algunos parlamentarios de Morena que plantean baje a 40 horas, es lo mínimo que deberían incluir las reformas de AMLO.
Sobre las pensiones, AMLO declaró que lanzaría una iniciativa que echaría abajo las reformas de los gobiernos pasados como el de Ernesto Zedillo y Peña Nieto. Eso significaría eliminar las Afores -arrebatar de manos privadas los ahorros de los trabajadores-, que sustituyeron las pensiones sociales que administraba el Estado por medio del IMSS y el ISSSTE. Ahora el ahorro de los trabajadores es administrado por la banca privada, y no aseguran que tus ahorros alcanzaran para el resto de tu retiro, según cálculos actuales por sectores afines al gobierno, un trabajador se retira con el 30 o 40% de sus salarios. Quienes ganaron con esta reforma son las Afores, quienes jinetean el dinero de los trabajadores y las ganancias se cuentan por miles de millones de dólares que queda en manos del capital privado. Pero al final no se plantea arrebatar la administración a los bancos de nuestros ahorros, cuando debería de renacionalizarse.
Ya AMLO hizo reformas para bajar las cotizaciones para las jubilaciones y hora busca crear un fondo solidario para incrementar el monto de las pensiones más bajas. La pregunta es ¿De dónde saldrá el dinero? Se “crearía un fondo semilla de 64 mil millones de pesos a partir de la venta de terrenos del Fondo Nacional de Turismo, del dinero obtenido de lo que se incauta al crimen organizado y del cobro de cuotas vencidas de seguridad social”. El objetivo de esta reforma es que el trabajador, que gane un salario promedio (que en el IMSS es de 16 mil 777 pesos) o menor a éste, pueda jubilarse con el 100% de su salario.
Las medidas de la 4T han combatido la precariedad laboral, incrementando los salarios más bajos y ahora lo hace con las jubilaciones. El límite de sus reformas es que se sustentan en el estrecho presupuesto estatal y el margen de los recursos del Estado y no van al fondo del problema que es el origen de la explotación capitalista. Carlos Slim, por ejemplo, es el hombre más rico de América Latina, su fortuna se ha incrementado en este sexenio de forma exponencial.
En América Latina los gobiernos que suelen llamarse progresistas han implementado muchas reformas sociales, pero estas no logran resolver las necesidades más profundas de las masas y han contribuido a aumentar las deudas y la inflación. Cuando las inevitables crisis acosan a estos países, las reformas se han convertido en contrarreformas. Mientras no se toquen las ganancias de los capitalistas, vistas en este sistema como sacrosantas, que son el trabajo no pagado del obrero, no se resolverán problemas fundamentales de las masas y las reformas serán limitadas, vulnerables y reversibles.
Los comunistas defendemos la recuperación y mejora del salario y las prestaciones. Pugnamos por un salario mínimo suficiente para cubrir dignamente el costo de vida con escala móvil, incrementando por encima de la inflación. A trabajo igual, salario igual. Por una jornada laboral de 35 horas sin reducción salarial, pero sabemos que esto es muy difícil que se consiga en los límites del capitalismo. Si el problema para vivir bien es el capitalismo, hay que eliminarlo antes que el sistema termine con nosotros.
¿Plan C?
Las reformas centrales tendrán la oposición de la derecha, quien tiene la fuerza de impedir la mayoría calificada y por tanto sean aprobadas. Eso llevará a que se señale que si se quieren estos cambios, lo que se necesita es un voto masivo por los partidos de la 4T (dentro de los que se encuentran candidatos directamente provenientes de los partidos de la derecha y la burguesía). De tal forma que los oportunistas con quien se ha pactado tengan sus cargos y se den a cambio de algunas reformas a los trabajadores que no vayan al fondo de nuestros problemas. Los trabajadores no merecemos migajas, somos los que movemos esta sociedad y producimos la riqueza. Tenemos que transformar verdaderamente de raíz la sociedad.
Habrá trabajadores que digan: tenemos que utilizar las elecciones para impedir que regrese la derecha con sus ataques contra la clase obrera. Otros señalarán: no es necesario votar porque la 4T no va a la raíz. Pero nosotros decimos: votes o no votes tenemos que construir una alternativa revolucionaria y socialista. Somos miles, cientos de miles, que queremos un cambio verdaderamente radical, los que queremos unas sociedad sin ricos y pobres, sin violencia y explotación. Si queremos ese cambio debemos construir las fuerzas para lograrlo, por eso te invitamos a sumar fuerzas y construir la Organización Comunista Revolucionaria.