En 2018, cuando AMLO estaba tomando posesión del gobierno, se reflejaban los primeros síntomas de estancamiento en la economía mexicana, en el 2019 la economía cayó en un 0.5%, pero los tambores del gobierno y su política asistencialista se escuchaban más fuertes que los de la recesión. Sin embargo, en 2020, la situación cambió radicalmente por la pandemia y los efectos que esta proyectó en la situación económica de los diferentes países, en México significó una caída del 8.5% del PIB.
Una comparación histórica
Esto solo puede ser comparado con la caída que se tuvo después de la gran crisis de 1929, que en aquellos años se reflejó en un despido masivo de trabajadores, ataques por parte de la patronal contra los derechos adquiridos de la clase obrera y la intervención del estado poniendo candados a la lucha de clases, al decretar la llamada Ley Federal del Trabajo, que en su momento los comunistas declararon que era una ley fascista, pues sujetaba la lucha a la intervención del estado por medio de los tribunales de conciliación, se establecían mecanismos burocráticos para el estallido de las huelgas, así como la intromisión del Estado al declarar si la huelga era válida o no.
Esto desató una lucha masiva de la clase obrera, la cual comenzó un proceso de reorganización y afiliación sindical, la cual concluyó con manifestaciones de masas contra la Ley Federal del Trabajo y la creación de frentes únicos de lucha como el Comité Nacional de Defensa Proletaria, en la cual se organizaban sindicatos dirigidos por los comunistas, como la Confederación Sindical Unitaria de México (CSUM) y la Confederación General de Obreros y Campesinos de México (CGOCM), dirigida por Lombardo Toledano, en los próximos años un aliado fundamental del gobierno de Cárdenas para sujetar al movimiento obrero a los faldones del gobierno.
El impulso de la lucha obrera impactó en el ámbito político y esto permitió que la corriente que encabezaba Cárdenas, a lo interno del Partido Nacional Revolucionario, pudiese vencer y postularse a la presidencia. Se puede decir que el gobierno de Cárdenas fue resultado de la explosión de lucha proletaria, como efecto de la crisis de 1929.
Las políticas de AMLO para paliar la crisis y los trabajadores
Aunque el gobierno de AMLO es resultado de una crisis, no lo es de la del 2020. AMLO llego al gobierno de la mano de un desgaste brutal de todas las instituciones políticas de la burguesía, los medios de comunicación, las instituciones del Estado, los partidos políticos de la derecha, todo el régimen estaba hundido en una crisis que amenazaba con estallar. Estamos comentando esto porque tenemos que comprender la relación que hay entre una buena parte de la clase obrera y el gobierno de AMLO.
La llegada al gobierno de Andrés Manuel se sintió como un respiro después de 40 años de ataques brutales contra los niveles de vida y los derechos de la clase obrera. La vida misma estaba en juego, bajo los regímenes neoliberales, con su política de utilizar al ejército para terminar contra cualquier opositor político. Como ejemplo podemos tomar a la CNTE, que se la pasó en pie de guerra los últimos 6 años, contra la llamada reforma educativa. Pero cuando se instala el nuevo gobierno, se instala una mesa de negociación y la base se desmoviliza.
Esto lo podemos ver en varios sindicatos y en general en una gran parte del sector obrero y sus familias. No solo son los dichos que hace AMLO todas las mañanas sobre “primero los pobres” o “no puede haber gobierno rico con pueblo pobre”. Todo esto se refuerza con los apoyos a los adultos mayores, las becas para los estudiantes, etc. Es por esto por lo que ha habido una luna de miel entre la clase obrera y el gobierno, a pesar de lo duro que ha sido la crisis y ha representado la pérdida de más de 6 millones de puestos de trabajo (de la economía formal e informal).
Las movilizaciones de la clase obrera en estos dos años y medio de gobierno reformista han sido contra la patronal, muchas de ellas empujadas de forma indirecta, por la misma política del gobierno. Como ejemplo podemos poner el de las maquiladoras en Matamoros, las cuales se movilizaron en defensa del aumento salarial y por sus derechos laborales. Hay otros sectores que se han movilizado contra alguna instancia del Estado: del sector salud, Notimex, profesores, etc. Pero al momento no ha sido para enfrentar directamente al gobierno sino para presionar por diferentes demandas.
Aunque la política del gobierno es utilizar las finanzas del Estado para apoyar a las familias más pobres; de cara al sector obrero patronal, toda su política se ha hecho agua. Es cierto que se han dado 3 aumentos importantes al salario mínimo y esto ha representado un incremento de 62 pesos, sin embargo, esto es totalmente insuficiente de cara a todo lo que ha retrocedido el salario en los años anteriores. Esto es lo más positivo que ha tenido el gobierno de AMLO para la clase obrera, mientras que las reformas que ha aplicado y que afectan directamente a la clase obrera, han sido tímidas y la burguesía las ha aguado aún más.
Andrés Manuel no es un revolucionario ni está por la caída del capitalismo, él ha defendido desde siempre un programa reformista, hacer pequeñas reformas y con el acumulado de éstas se generen grandes cambios. Una visión gradualista del mundo: hoy es mejor que ayer, mañana mejor que hoy. Esto lo lleva a no posicionarse con las dos clases más importantes de esta sociedad, la clase obrera y la burguesía. Su política es maniobrar entre estas dos fuerzas. Habla demagógicamente sobre los derechos de los trabajadores, pero a la hora de implementar una reforma, con quien negocia no es con la clase obrera sino con la burguesía, la cual defiende sus intereses. Al final, cuando uno no se posiciona firmemente con la clase obrera, terminan aceptando los planteamientos de la burguesía y esto es lo que ha estado pasado. Veamos algunos ejemplos.
Cuando el gobierno planteo el incremento a las pensiones, lavó descaradamente la cara a la burguesía diciendo que el aumento se lograba gracias a los empresarios que admitieron un aumento de la cuota patronal. Esto fue falso, el aumento a las pensiones se da con dinero del gobierno, porque se van a juntar las pensiones que da el gobierno con las que un trabajador puede obtener por cuenta propia. Solo en caso de salarios altos, los cuales son una ínfima minoría, hay una aportación mayor del empresariado.
En el caso del outsourcing es la misma cuestión. El gobierno dijo que se tenía que acabar con este método de super explotación laboral, los empresarios se negaron y el gobierno se sentó a negociar con ellos, el resultado es el siguiente. En algunos casos, como la limpieza o seguridad, la tercerización se termina; pero en otros casos, como lo es en servicios u obras especializadas, cuando la empresa se dedique a otro ramo y servicios compartidos entre empresas, la subcontratación se mantiene. Se quiere regular la contratación, no terminarla. En este caso tampoco se dice la verdad al cien por cien.
El caso de la reforma laboral y la UMA (Unidad de Medida y Actualización) es más de lo mismo. La nueva reforma se anunció como un paso para que los trabajadores recobren la democracia sindical, pero en todo momento plantean la intervención del estado, limitan la duración de las huelgas y se les ponen más trabas para que puedan estallar. La situación de las pensiones de los trabajadores del Estado no cambia en nada. Los anteriores gobiernos decretaron que un trabajador no se jubile a partir del salario mínimo, que es así como se cotiza, sino a partir de la UMA (una medida que el gobierno puede proponer) y con ello las jubilaciones son mucho más bajas. Se alega que no habría dinero suficiente en el Estado para mantener las jubilaciones si estas se dieran a partir del salario. No es falta de dinero, sino como se utiliza el que hay, el pago a la deuda externa es increíblemente mayor a lo que se tendría que pagar a los jubilados, pero esto no se pone sobre la mesa.
La mayor debilidad es la falta de un movimiento obrero clasista y democrático
El gran ausente en el periodo actual es un movimiento obrero organizado a nivel nacional que defienda una política de clase, es decir, que tenga como prioridad defender los derechos económicos y políticos de la clase obrera. La gran mayoría de los sindicatos siguen siendo charros, o inexistentes. Una buena parte de la fuerza laboral se emplea en pequeños talleres o empresas que no juntan la cantidad necesaria para organizarse (hay una dispersión, no solo política, sino basada en pequeñas empresas familiares), o que trabajan en la informalidad, todo esto es un factor que no ayuda a la organización política de nuestra clase.
En las organizaciones sindicales “independientes” o más o menos democráticas, se está dando una lucha entre diferentes alas para hacerse con las respectivas direcciones: unas que apoyan al gobierno, otras que se le oponen, algunas tienen un tinte más ideológico y otras uno más económico. Se puede decir que hay una reorganización en el sector obrero que está significando luchas internas y creación de nuevas agrupaciones sindicales.
Al no haber, por el momento un movimiento obrero organizado y con una visión de clase, no existe una fuerza organizada que presione al gobierno por la izquierda. Muchas de las demandas de los mismos dirigentes sindicales, es pedirle al gobierno, en lugar de luchar por ellas. Hay una larga tradición de negociación y adaptación de los sindicatos al Estado. Su peor repercusión es acostumbrar a los trabajadores que no hace falta la organización y la lucha, sino pedir. Se espera que el gobierno de salarios, de una buena reforma laboral, de lineamientos sobre la democracia interna, etc. El estado ejerce una actitud paternalista a los sindicatos y las direcciones sindicales les gusta esta posición.
Trotsky decía que pareciese que hay una competencia, de parte de las direcciones sindicales, para tratar de convencer con buenos modales y obediencia al gobierno, en vez de prepararse para la lucha y ganar los derechos de la clase obrera en las calles. Esta es una, quizá la más importante, de las tareas por delante para la clase obrera, organizarse y luchar para conquistar sus demandas y romper la dependencia con el Estado, esperar que este les resuelva sus problemas. Al final la tarea de la liberación de la clase obrera solo puede ser obra de la clase obrera misma.