Al tiempo que se escribe este artículo, 10 escuelas del Politécnico están en paro, los estudiantes han convocado en otras escuelas y es posible que suba la cantidad de escuelas en manos de los estudiantes. En la UNAM, en la Facultad de Ciencias Políticas se tomó la dirección y en la Facultad de Filosofía se está esperando el estallido del paro. Pocos días atrás, el Conservatorio de música y la universidad de Chapingo también vivieron paros. Si miramos algunos meses atrás, la universidad de Veracruz, la de Hidalgo, la de Coahuila y algunas normales rurales también se han movilizado y promovido la toma de escuelas. Bienvenido el verano lluvioso y caliente.
La juventud y la pandemia
Las movilizaciones actuales —y futuras— no son fruto de un cielo azul y despejado. Por el contrario, hay un proceso de acumulación de tensiones que están buscando manifestarse. La pandemia significó una loza muy pesada para la juventud y puso encima de la mesa la forma brutal en la que se maneja el sistema. Mientras que los ricos se hacían más ricos, los pobres tenían que salir a poner la vida en riesgo. Aunque el gobierno reconoce 330 mil muertos directamente implicados al COVID-19, la OMS dice que el exceso de muerte en dos años fue de 650 mil personas. La inmensa mayoría de los muertos fueron pobres que tenían que escoger entre morir por la pandemia o de hambre.
Durante estos dos años la situación económica ha mermado fuertemente los ingresos de las familias obreras. A pesar de los aumentos salariales declarados por la presidencia, el nivel del salario ha sufrido su peor caída en el poder de consumo desde 2017. Actualmente la inflación está poniendo sobre las cuerdas al 80% de la población, que entra en los márgenes de la pobreza. Mientras esto sucede de un lado de la barricada, al otro, las ganancias fluyen.
Los magnates como Carlos Slim, Salinas Pliego, etc., han incrementado sus ganancias de forma obscena. Los datos son contundentes: “A tres años del primero de diciembre de 2018 —fecha en que inició el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador— la fortuna combinada de los multimillonarios mexicanos que lista Bloomberg se disparó 27.3 por ciento. Con excepción de Alberto Bailleres; el patrimonio en dólares de Carlos Slim, Sara Mota de Larrea, Ricardo Salinas, Juan Beckmann Vidal y Germán Larrea reportan un saldo positivo” (La Jornada, 21.11.30). No es extraño que algunos medios de comunicación lleguen a la misma conclusión que nosotros hemos defendido, de que los pobres son los que han pagado con su vida y dolor el precio más caro.
Las consecuencias de la pandemia no sólo implicaron muertes, también hubo depresión y desesperación constante. Los jóvenes fueron inducidos a las actividades en línea en condiciones brutales, con pocos recursos materiales (internet, computadoras, etc.). La consecuencia de esto es una deserción masiva que se cuenta en 5.2 millones de chicos. ¡Esto es increíble! Además, los chicos, tuvieron que cargar con los problemas que se originan en la casa, como la falta de dinero, violencia familiar, agresiones sexuales, etc. En 2020 se registraron 54,314 denuncias de abuso sexual y 46 violaciones al día, la cifra más alta en décadas. Las cifras de suicidio en 2021 arrojan que cada día 23 personas se quitaron la vida; el 65% de los que se suicidaron tenían entre 10 y 39 años.
Una buena cantidad de jóvenes tuvieron que entrar a trabajar para cubrir la falta de dinero de los padres y fueron los que estuvieron más expuestos en los momentos más intensos de la pandemia. La juventud literalmente salió a dar la cara.
Tomando en cuenta lo expuesto, que sólo son los aspectos más visibles de una problemática más compleja, ¿Cómo podemos esperar que estén los ánimos entre estos sectores de la población? La pandemia rompió un proceso de luchas en las escuelas contra el acoso y la violencia a la mujer; de esto no se ha resuelto nada. La falta de presupuesto, la falta de profesores y espacio para los alumnos, etc., son sólo los accidentes que comienzan a desbordar la situación.
Las luchas actuales
El regreso a clases presenciales necesariamente se iba a convertir en el punto aglutinador de un ambiente de hartazgo y rabia contra el statu quo, contra las autoridades incompetentes, contra el gobierno y contra todo aquel que no haga algo para solucionar sus demandas. Las escuelas son una caja de resonancia de la sociedad, diferentes sectores de las diferentes clases se dan cita en esos espacios. La inmensa mayoría de los estudiantes en las escuelas publicas con hijos e hijas de trabajadores o sectores medios que están siendo duramente golpeados por la inflación.
Tener juntos a miles de estudiantes en estas condiciones es un caldo de cultivo para la lucha. Las causas son muy variadas: falta de mantenimiento a los laboratorios, daños en infraestructura, falta de cupos en salones que impiden que estudiantes puedan inscribirse en las materias, autoritarismo y antidemocracia en la elección de autoridades, despilfarro de recursos, asesinatos de miembros de la comunidad estudiantil o incluso incidentes, como el no dejar poner una kermesse para que los estudiantes puedan financiar sus viajes de prácticas o sacar unas monedas para sus gastos regulares.
Como las causas son muy variadas no se pueden atender con un sólo movimiento y, aunque las autoridades de las diferentes escuelas o el Gobierno Federal pudieran atender las demandas, cosa que no hacen, las movilizaciones de todas formas se darían porque de lo que estamos hablando aquí es de que la juventud se está movilizando contra las consecuencias de una sociedad en un callejón sin salida.
El capitalismo mexicano no puede brindar una alternativa digna a la juventud. No se la brindó en la pandemia, ni antes de la pandemia, ni ahora. Podemos decir que las demandas que han detonado las movilizaciones sólo son accidentes que están expresando un malestar muy profundo que el actual gobierno no ha podido subsanar. Con todo y sus reformas, que son insuficientes, el gobierno de AMLO no le ha resuelto nada a la juventud y ahora se lo demuestra con esta toma de escuelas, con asambleas masivas.
Alguien podría decir que las movilizaciones no son contra el gobierno y por el momento tienen razón, pero sería muy tonto el pensar que después de dos años de falta de actividad presencial en las escuelas los jóvenes ahora se reúnen para parar las escuelas y no tener clases, sólo por aspectos que en algunos casos resultan secundarios. Lo que hay detrás de estas movilizaciones es un descontento, una frustración con esta sociedad, contra las direcciones de las instituciones y aunque no se manifieste claramente contra el gobierno, éste también es responsable, porque no ha podido solucionar nada de lo que la juventud demanda, que es más y mejor educación superior, más presupuesto para mejorar las instalaciones y dotar de material necesario a laboratorios y viajes de prácticas, frenar la violencia y el acoso a la mujer, parar los asesinatos de estudiantes, etc.
Ganar esta lucha para comenzar otra
El deber de los marxistas no sólo es entender las causas que impulsan las movilizaciones sino intervenir en ellas de forma decidida, impulsar en las asambleas las tácticas necesarias para que la lucha triunfe (aun de forma parcial) y explicar que, a pesar de ganar o perder esta batalla, debemos de seguir organizados para terminar con el capitalismo.
Aunque las tácticas pueden y deben ser variables según las circunstancias en cada escuela, podemos decir que la máxima del movimiento estudiantil siempre ha sido la unidad en la lucha y la coordinación general para golpear en un solo punto, en un mismo lugar, así como extender la lucha estudiantil a otras escuelas y sectores, particularmente la clase obrera.
La necesidad de una coordinación general de lucha es fundamental, en ella se debería de discutir un pliego petitorio único de los estudiantes y sumar demandas que impliquen que otros sectores se sumen a la movilización, por ejemplo, al tiempo que se demanda más presupuesto para la educación también se debería de exigir un aumento salarial de emergencia para combatir la inflación. Con ello se estaría invitando a luchar a millones de trabajadores cuyo salario no les alcanza ahora para llegar a fin de mes.
La coordinación también debería de proponerse extender el movimiento a otras escuelas y enmarcar toda esta actividad en una gran jornada de lucha que implique paros de escuelas con marchas simultaneas en todos los Estados. Si esto no sucede, seguramente las autoridades trataran de comprometerse a resolver escuela por escuela y con ello desactivar la movilización.
La necesidad de una organización revolucionaria para la juventud
Independientemente dónde termine esta lucha, éste sólo es el primer capitulo de muchos que le seguirán. Como lo hemos explicado, las causas de las movilizaciones actuales no son exactamente las demandas inmediatas, sino un malestar contra el sistema capitalista y todos aquellos que lo sostienen.
Para dar la lucha en las escuelas son necesarias las asambleas, el movimiento amplio de los estudiantes, los colectivos estudiantiles, etc. Pero esto es insuficiente si la tarea es derribar al capitalismo. Necesitamos una organización política revolucionaria que tenga el marxismo como filosofía y que forme cuadros en los periodos de “calma”, para que cuando los estudiantes, los trabajadores y las mujeres salgan a luchar podamos estar a la altura de lo que necesite el movimiento, con tácticas, teoría y audacia revolucionaria.
Únete a nosotros para formar esta organización que sea la base de una estructura nacional e internacional y que luche contra el capitalismo y por una sociedad socialista.