En la última década, han sido los jóvenes y estudiantes quienes han protagonizado múltiples luchas nacional e internacionalmente. Algunos ejemplos podrían ser #YoSoy132 contra EPÑ, la lucha por la aparición con vida de los 43 de Ayotzinapa, la huelga del IPN en 2014, la lucha por el derecho al aborto, la exigencia a la educación pública y gratuita, la lucha contra los porros y la conquista por trabajos dignos.
La juventud ha estado al frente de batalla antes, durante y después de la pandemia. Lo vimos con las manifestaciones, en Chile 2019 contra el aumento de transporte; en Colombia con un paro nacional; en México, la lucha en la contra los recortes de salarios y despidos injustificados, la batalla por combatir la criminalización
Con el regreso a clases presenciales, en las escuelas vemos como se ha desarrollado un proceso de lucha en el Instituto Politécnico Nacional, Ciudad Universitaria de la UNAM, algunas Facultades de Estudios Superiores como Cuautitlán, Acatlán y Aragón; se sumaron Colegios de Ciencias y Humanidades, preparatorias y la Universidad Autónoma de Chapingo. Estos movimientos se generan ante las problemáticas latentes como la nula transparencia del presupuesto y desvío de fondos por parte de las burocracias universitarias, la cuestión de los sobrecupos, infraestructura decadente, falta de profesores, criminalización a los sectores organizados y violencia de género. A nivel nacional la Universidad Autónoma de Querétaro y la Universidad Veracruzana también está atravesando una importante lucha contra el acoso y la violencia. Todo esto ha explotado en las escuelas regresando a la prespecialidad.
Es claro que el movimiento estudiantil está tomando fuerza. Ahora es sumamente necesario discutir que camino es el que se debe de seguir para conquistar el movimiento. Esto expresa y ex ponencia el hartazgo acumulado de los estudiantes durante la pandemia de COVID-19, soportando la dinámica de clases en línea, donde las familias sostuvieron la educación a pesar de la crisis económica, precarización, despidos y daños a la salud mental.
Durante el proceso de lucha hay una política de “mesas de trabajo” con propuestas por parte de los estudiantes organizados que presentan a las respectivas autoridades en cada escuela, diálogos que se han visto estériles y que han absorbido gran tiempo de las tomas estudiantiles sin ninguna solución de la autoridad como lo ha sido en el IPN y UNAM. Esta situación ha desgastado los paros, no hay ningún medio de presión sobre estas mesas, no hay movilización, no hay cita de estudiantes para participar en dichas mesas, lo que vemos es un aislamiento significativo de la lucha.
Tenemos que hacer un llamado a reorganizar fuerzas, asambleas que nos permitan volver a plantear cual es la mejor táctica de lucha si esta cuestión de las mesas de trabajo no está funcionando. Se pueden llevar a cabo muchas mesas de negociación, pero el dialogo sin movilización y lucha política es inútil. No podemos esperar a que las autoridades de buena fe atiendan las peticiones estudiantiles. ¡Debemos arrebatarlas!
Las escuelas son centros que aglutinan a la juventud y por lo tanto expresan las presiones cotidianas, y están siendo los espacios donde se vuelven a retomar luchas fuertes en las cuales se expresa todo tipo de tendencias políticas, desde la más radical hasta la más conservadora. Debemos apostar por construir un movimiento estudiantil democrático, revolucionario y unificado, con la participación conjunta de estudiantes, profesores y trabajadores; denunciado y combatiendo el papel que ha jugado la autoridad por años. La unidad es clave ahora. La necesidad de una coordinación general de lucha es fundamental, discutiendo un pliego petitorio único de los estudiantes y profesores, al mismo tiempo que se demanda más presupuesto para la educación, también se debería de exigir un aumento salarial urgente para los trabajadores del sector educativo.
Es necesario retomar los métodos históricos del movimiento estudiantil: asambleas amplias, movilizaciones, vinculación con la clase trabajadora, la creación de comités estudiantiles de lucha donde se discuta de manera permanente el rumbo del movimiento. No podemos permitir que los estudiantes se mantengan pasivos en sus casas durante los procesos de lucha; se debe hacer un llamado a que participen de manera activa. Que la base estudiantil sea la que empuje hasta sus últimas consecuencias las exigencias e iniciativas. De lo contrario, lo que puede llegar a suceder es que las luchas internas de las escuelas se comienzan a aislar y poco a poco a desgastar, y en última instancia, las autoridades tienden a arrebatar estos movimientos. ¡Los estudiantes debemos luchar por la organización estudiantil permanente, independiente de las autoridades, el Estado y la burguesía!
Es imprescindible que las reivindicaciones puedan trascender, en el sentido de darle una explicación a las problemáticas que atraviesa el sector educativo y, en sí, la juventud. Por ejemplo, se podría decir que las movilizaciones de estudiantes son aisladas de lo que ocurre en la sociedad y las luchas únicamente deben ser enfocadas en las aulas, pero sería muy absurdo pensar esto. Hemos presenciado movilizaciones durante octubre con la consiga en contra de la militarización del país, por una educación de calidad y aumento al presupuesto. Lo que hay detrás de estos procesos organizativos es un descontento, una frustración con esta sociedad, contra las direcciones de las instituciones, contra el propio estado y el gobierno que ha sido incapaz de resolver lo que la juventud demanda, que es una educación digna y de calidad; más presupuesto para mejorar las escuelas y dotar de material necesario a laboratorios, salones y viajes de prácticas; frenar la violencia y el acoso de género y oponernos a la criminalización.
La lucha del movimiento estudiantil no es aislada, va de la mano de la lucha por combatir la crisis orgánica del actual sistema capitalista que golpea a la juventud, a la educación y al trabajador, eso debe quedar bien claro.
Un sector de la juventud ha forjado su experiencia política es estos procesos de lucha y estos les ha generado la necesidad de buscar ideas y métodos que puedan responder a sus inquietudes y también sirvan como una herramienta de transformación ante el ímpetu radical de esta capa de la juventud; no basta con entender las causas que dan pie a las movilizaciones, como estudiantes debemos intervenir en ellas de manera decidida y con métodos que ayuden a que la lucha del movimiento estudiantil triunfe, quizás eso no pasara de la noche a la mañana, pero es necesario sacar lecciones para dar el mejor golpe a futuro. ¡Hacemos un llamado a los estudiantes conscientes a organizarse bajo la bandera combativa y revolucionaria! Las consecuencias de la crisis son factores que determinan que la juventud sea naturalmente la vanguardia política en la lucha contra el capitalismo y por la transformación radical de la sociedad.
Está claro que el próximo año veremos al movimiento estudiantil resurgir con más fuerzas, esto solo es el comienzo de un proceso extenso que incluso podrá durar años, con los estudiantes al frente dando la batalla en las escuelas y en las calles. Sería tonto pensar que después de 2 años de confinamiento y de aguda crisis la juventud regresaría a las aulas siendo la misma. Hay una reconfiguración grande y eso se expresa totalmente en las luchas hoy en día
Nos encontramos como estudiantes en un periodo clave de la lucha de clase, debemos construir una gran organización revolucionaria socialista que este a la altura de librar la batalla, para así garantizar no solo una educación gratuita y de calidad sino también una vida digna.
¡Adelante el movimiento estudiantil independiente!
¡Por la vinculación de estudiantes trabajadores y profesores!
¡Únete a las Juventudes marxistas y construyamos la base nacional e internacional que luche contra el capitalismo y por una sociedad socialista!