Escrito por: Hector Malavé
El agotamiento institucional del partido único llegaba a setenta años y el sistema político mexicano se veía obligado a la alternancia y a los constantes llamados a la democracia pero sin perder el sistema económico de mercado. El Estado neoliberal amenazado por maestros e investigadores que rechazaban que el capitalismo fuera compatible con la democracia, estaba dispuesto a intervenir en las universidades que constituían un riesgo. En este sentido, el Estado transitaba de partido único presidencialista al sistema de tres partidos políticos que legitimarían en lo jurídico la apertura máxima a los convenios con las transnacionales.
El 20 de abril de 1999 estalló la huelga en la UNAM con el pretexto de la modificación del Reglamento General de Pagos, el fondo la educación pública. El conflicto fue determinante para la transición al sistema de partidos políticos en México. Andrés Manuel López Obrador (candidato a la jefatura del DF) responsabilizaba a Ernesto Zedillo Ponce y al rector de la universidad Francisco Barnés, de provocar el problema, también proponía una salida negociada y rechazaba el uso de la fuerza.
Las campañas a la presidencia de la república habían empezado en todo el país, Francisco Labastida era el candidato oficial del PRI; Vicente Fox Quezada, estrella católica del PAN y un Cárdenas desgastado por su tercera y última candidatura, en guerra con Muñoz Ledo, visitaban los estados de la república. El 23 de octubre de 1999 se programó la visita de Cuauhtémoc Cárdenas a Campeche.
No obstante, la resistencia civil de 1997, la no credibilidad del PRI y el “efecto Fox” no fueron suficientes como en otros estados para la alternancia de un nuevo partido perredista o panista. Una de las razones clave para entender el hecho fue el asalto del gobierno de Curí el día 11 de octubre del 1999 a la máxima casa de estudios, que la convertiría en el nuevo aparato ideológico como en su momento lo había sido el Instituto Campechano.
Mientras tanto, las pugnas entre la CODEREC y el bagdadismo se habían agudizado por el relevo de dirigentes del PRD. La corriente democrática barajeaba su salida del sol azteca en tanto que sus operadores políticos estaban ocupados con Dante Delgado en la formación de Convergencia por la Democracia. En la mente de la senadora, al tanto de las encuestas, se manejaba llamar a sus bases a votar por la izquierda para fortalecer el bagdadismo, o impulsar el voto por la derecha a favor de la transición a la democracia además de debilitar al bagdadismo, pero a cambio darle la espalda a la izquierda.
Una semana antes del 11 de octubre un joven advenedizo, estudiante de la Facultad de Derecho, dirigente juvenil del PRI, anunciaba en los medios de comunicación junto con Víctor Améndola Avilés, dirigente del PRD y otros dirigentes juveniles, un debate sobre “Los Jóvenes y el futuro de la política en México”. Terminaría en golpes y no se realizaría pero era la antesala mediática de uno de los proyectos políticos más importantes para la oligarquía intramuros en los próximos años. En aquel entonces Alejandro Moreno Cárdenas, respaldado por Buenfil Montalvo.
En la Universidad Autónoma de Campeche (UAC) en la tarde del lunes 11 de octubre de 1999 los directores dieron órdenes a los estudiantes de las facultades de quedarse en sus aulas y no salir ni a la puerta. Un grupo de maestros y líderes estudiantiles encabezados por el líder del Frente Juvenil Revolucionario (FJR), asaltaron a las trece horas la torre de rectoría con arma blanca en mano y con cintas sellaron las entradas. La violenta entrada fue secundada por Angelina Zetina López, Secretaria General del Sindicato Único de Maestros de la UAC (SUMUAC) y la burocracia institucional.
Antes José Alberto Abud Flores había cesado a su secretario general, José Rafael Martínez Castro por hacer pública su propaganda a favor del candidato del PRI a la presidencia Francisco Labastida Ochoa. Acusaba al gobernador Antonio González Curi de ser el principal responsable de violar la autonomía universitaria, además de infiltrar elementos de la policía vestidos de estudiantes.
Al día siguiente el Consejo Universitario votó por la destitución del nieto de Ramón Félix Flores con la venia de representantes estudiantiles. Excepto el representante de la facultad de humanidades que votó en contra. No fue aprobada por unanimidad sino por mayoría a favor 30 de los 53 consejeros porque muchos consejeros no asistieron por no estar enterados o por miedo. Tal fue el caso del abogado general de la universidad Gonzalo Moguel Marín, que no acudió a la sesión de consejo por miedo a ser despedido según dijo a los medios.
Se oficializó el trámite de despido con un levantón de manos a 35 días de terminar Abud Flores su periodo de cuatro años pero con la posibilidad de reelegirse. Se incumplió entonces el estatuto universitario en el cual se indicaba que las asambleas extraordinarias del consejo nada más podían ser convocadas por el rector. En caso de que no estuviera presente los estatutos establecían que debía informarse al rector previamente y por escrito una semana antes de la reunión.
La inconformidad se mandó a la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES), que le dio una respuesta favorable al depuesto rector pero poco pudo hacer para retroceder el atropello político. Al subir a sus oficinas lo esperaban elementos de la policía que lo detuvieron a golpes y amedrentando a la prensa oficial de no tomar fotos.
Por vía rápida, el Consejo Universitario ratificó a José Rafael Martínez Castro (antes director de la facultad de ciencias políticas y administración pública) como nuevo rector y a José Joaquín Uc Valencia como Secretario General. De esa forma, las facultades de derecho y ciencias políticas, exponente de la propiedad privada, el estado y el comercio se convirtieron en referente del conservadurismo local. El sindicato en burda propaganda política levantó bandera diciendo en lonas y pancartas improvisadas con plumón: “Sr. Rector Rafael Martínez Castro, la universidad universitaria te apoya”; “El personal docente está contigo”.
El director de la Escuela Preparatoria “Dr. Nazario Montejo Godoy” de la UAC, Manuel Jesús Sánchez Arjona retiró a sus alumnos para que no respaldaran al destituido Abud Flores al que le tenían simpatía. La conjura se completó con la indulgencia del Presidente de la Federación de alumnos Daniel Suarez Vázquez, entonces estudiante de psicología de la facultad de humanidades.
A las nueve y media de la mañana el gobernador de Campeche, Antonio González Curi, se trasladó a la universidad a legitimar al nuevo régimen, acompañado del Secretario de Educación, Ramón Rodríguez Magaña, el Director del Instituto de la Juventud, Javier Cu Espejo y Fernando Rafful Miguel, delegado de la Secretaria de Educación Pública (SEP).
El sindicato de maestros y aliados del golpe a la universidad entretuvieron a la comunidad estudiantil con el tradicional folclorismo de la política local: comida, música y baile. Excepto los alumnos de humanidades donde Abud Flores había sido director y daba clases de filosofía de la praxis además de influencia intelectual con estudiantes, maestros e investigadores.
Maestros y alumnos denunciaron la violación de la autonomía universitaria pero fueron intimidados por los paramilitares que habían entrado al edificio humanidades. José Alcocer Bernés, Director de la Facultad de Humanidades y el presidente de la sociedad de alumnos de la UAC, Daniel Suarez le dieron la bienvenida a los elementos de la policía vestidos de civiles al edificio de la Facultad de Humanidades. Con el fin de acallar la disidencia que agitó dos días en la facultad con volantes y asamblea permanente de resistencia estudiantil que no durmió aquella noche. Los estudiantes de Humanidades esperaban el ingreso de la CODEREC a la universidad en apoyo a la universidad, como antes lo había hecho el PRD, lo cual no sucedió por estar ocupado en sus pugnas internas.
El Tribuna del miércoles 13 de octubre de 1999 a la letra decía: “Abud intentó ingresar al vestíbulo pero fue rechazado por elementos policiacos. Hubo manotazos. Su secretario particular, José Luis Ortega Rubio, fue golpeado. Los cuadros de la bienal de Joaquín Claussell se cayeron. Los policías eran comandados por Luis Fuentes Ramírez, César Sarmiento Villacís y Daniel Hernández (ex director de la UNID), empleados de gobierno. Al respecto, Angelina Cetina dirigente sindical de la universidad declaraba que la presencia de Abud Flores era una provocación toda vez que ya había sido destituido”.
De esa manera, la conspiración entre sindicato, partido político, policía, y gobierno evidenciaban el carácter políticamente dependiente de la Universidad de Campeche, también la debilidad de la organización estudiantil para resistir el asalto del gobierno, asegurar sus recursos económicos, fortalecer sus cuadros políticos y promover su filosofía.