La semana pasada, los trabajadores de la planta de Volkswagen en Chattanooga, Tennessee, votaron a favor de afiliarse al United Auto Workers (UAW), el sindicato del sector del automóvil. El abrumador resultado (2.628 votos a favor y 985 en contra) es el primer éxito de la UAW en un fabricante de automóviles de propiedad extranjera en el Sur del país. Shawn Fain, Presidente del UAW, lo calificó como «la primera ficha de dominó que cae» en la campaña del sindicato para organizar a 13 empresas, entre ellas Tesla, BMW, Toyota, Nissan, Honda y Hyundai. El próximo objetivo es una planta de Mercedes-Benz en Vance, Alabama, donde 5.200 trabajadores votarán del 13 al 17 de mayo.
Desde la década de 1950 hasta principios de la de 1970, los trabajadores de la industria automovilística estadounidense estaban organizados casi al 100%. Las «Tres Grandes» -GM, Ford y Chrysler (ahora Stellantis)- dominaban la producción de automóviles y camiones en Estados Unidos. Incluso muchas autopartistas estaban sindicadas, normalmente filiales de las Tres Grandes, como ACDelco de GM y Motorcraft de Ford. En la actualidad, sólo el 16% del sector está sindicado.
La UAW contaba con 1,5 millones de afiliados a finales de los años 70, pero ahora tiene menos de 400.000 miembros activos, 150.000 de ellos en GM, Ford y Stellantis. Las innovaciones tecnológicas, la subcontratación de proveedores no sindicados y la aceleración de las cadenas de montaje han contribuido a reducir el número de afiliados. Antes de la semana pasada, la UAW no había organizado ninguna fábrica de automóviles construida en las últimas cuatro décadas por empresas como Toyota, Volkswagen, Mercedes y otras.
¿Qué estrategia seguir para ganar?
En otoño de 2023, Fain dirigió lo que se vino a llamar un “levantamiento huelguístico” contra las Tres Grandes, que consistía en sacar a la huelga a sectores pequeños de las plantillas, de forma rotativa. Explicamos que, aunque los contratos del año pasado eran mejores que los acuerdos anteriores, los trabajadores podrían haber conseguido mucho más si el sindicato hubiera movilizado una lucha masiva apelando al movimiento obrero en general y a los trabajadores no sindicados.
Finalmente, el 68% de los trabajadores de Ford y Stellantis votaron a favor de la ratificación de los convenios conseguidos, mientras que en GM lo hicieron el 54%. Los trabajadores consiguieron un aumento inmediato del 11% y una prima de 5.000 dólares. A pesar de sus limitaciones, la victoria parcial tuvo un gran impacto en las fábricas de automóviles no organizadas. Honda, Hyundai y Toyota anunciaron aumentos inmediatos, temiendo que ahora los trabajadores se sintieran atraídos por el UAW.
Fain está aprovechando estos recientes avances para ayudar a organizar a 150.000 trabajadores de 13 empresas automovilísticas no sindicadas. Está aplicando una estrategia planta por planta denominada plan «30-50-70». Una vez que el 30% de los empleados de una planta firme los carnets del UAW, se anunciará públicamente que se ha formado un comité de organización. Cuando el 50% de la planta firma, se organiza un mitin del UAW con la presencia de Fain. Una vez que consiguen que firme el 70%, piden el reconocimiento de la patronal. Si no lo consiguen, solicitan una votación a la Junta Nacional de Relaciones Laborales (NLRB).
Los comunistas ayudarán a esta campaña de organización por todos los medios a nuestro alcance. Los sindicatos -la organización obrera para la lucha- son la primera línea de defensa contra los patrones, y los comunistas revolucionarios trabajan para construir sindicatos combativos. Pero una victoria a esta escala requerirá algo más que aprovechar la reciente ola de militancia obrera.
Una estrategia ganadora debe surgir de una clara comprensión política de las lecciones aprendidas en pasadas batallas de clase. Sabemos que confiar en la NLRB (un brazo del Estado capitalista) en lugar de en el poder de los trabajadores para detener la producción tiene serias limitaciones.
En los años 30, la UAW organizó a los trabajadores mediante la lucha de clases. Las victorias contra la patronal vinieron del cierre de la producción, no de la «asociación» con el enemigo de clase. Los militantes de la UAW ocuparon fábricas en las famosas «huelgas de ocupación». Una planta ocupada por trabajadores en huelga no puede producir coches con esquiroles.
La huelga ocupación de Flint de 1936-37 no fue un esfuerzo planta por planta. Los trabajadores de Flint exigieron a la patronal que reconociera al UAW como representante de todos los trabajadores de GM que se afiliaran al sindicato, independientemente de dónde trabajaran. Reclamaban un mismo nivel de salarios, prestaciones y condiciones laborales para todos los miembros de la UAW. Gracias a esta audaz estrategia, las huelgas de ocupación se extendieron por todo el Medio Oeste y los trabajadores de GM lograron una de las mayores victorias de la historia laboral estadounidense.
Las iniciativas de Fain
Antes de la presidencia de Fain, los dirigentes del UAW intentaron organizar las plantas no sindicadas actuando como «socios» de la patronal. Esto no convenció a los trabajadores, y el sindicato sufrió derrotas en Volkswagen y Mercedes. La elección de Fain reflejó el cabreo de la clase trabajadora que se ha ido acumulando durante décadas. Ningún dirigente sindical ha presentado una estrategia para luchar con éxito contra medio siglo de ataques salvajes a los salarios, las prestaciones y las condiciones de trabajo. Esto condujo a la radicalización, sobre todo entre los trabajadores jóvenes. Los sectores con mayor concentración de jóvenes han visto muchas campañas de organización en los últimos años, como en Starbucks, Amazon, REI y otras.
La nueva militancia desde abajo provocó escisiones en la cúpula de algunos sindicatos, ya que un ala de la antigua dirección trató de canalizar la energía y la ira de las bases. En los Teamsters, Sean O’Brien se separó de Hoffa, aliándose con Teamsters for a Democratic Union (Camioneros por un Sindicato Democrático) y haciéndose con el control. En la UAW, Fain rompió con la vieja dirección y se unió al grupo favorable a la reforma del sindicato Unite All Workers for Democracy (Unir a todos los Trabajadores por la Democracia).
Ahora Fain confía en el impulso de las recientes batallas para organizar a los trabajadores del automóvil no sindicados, pero su estrategia se mantiene dentro de los asfixiantes límites de la legislación laboral estadounidense. Estas enrevesadas normas están diseñadas para impedir que los trabajadores construyan un verdadero sindicato de lucha. La adhesión a las reglas del enemigo de clase es en gran parte responsable del descenso de la afiliación sindical. En 1983, más de una quinta parte de los trabajadores estadounidenses estaban organizados. Ahora sólo lo están el 11%.
Para sacar el máximo partido de esta campaña de sindicalización, Fain debería fijarse en la historia del UAW. La legislación laboral dicta que los sindicatos sólo pueden organizarse de centro de trabajo en centro de trabajo. Si quiere ganar, la UAW debería hacer caso omiso de esto. Al igual que en la década de 1930, el objetivo debe ser que todos los trabajadores de todas las plantas de todas las compañías automotrices estén organizados y cubiertos por contratos que igualen o superen los mejores términos de los acuerdos ya establecidos. En otras palabras: ¡100% de sindicalización!
Cuando un número suficiente de trabajadores se una a la campaña, deberán exigir su reconocimiento. Independientemente de que se fije una elección de la NLRB, los trabajadores pueden conseguir el reconocimiento, mejores salarios y mejores condiciones utilizando su poder para retener su mano de obra y parar la producción. Fain no debería confiar en las normas o sentencias de la NLRB, que siempre están diseñadas para paralizar y derrotar las campañas de organización.
Fain apeló al recuerdo de las huelgas de ocupación durante el “levantamiento huelguístico» de 2023. Esto apelaba a los militantes listos para una lucha real. Pero la estrategia de Fain también frenó a los trabajadores. La idea era limitar el número de trabajadores en huelga. El equipo de Fain ordenó a algunas plantas «levantarse» y hacer huelga, mientras los trabajadores de otras fábricas seguían produciendo. En lugar de una acción total, utilizó la mera amenaza de una acción más amplia para forzar concesiones de los barones del automóvil. Pero los trabajadores más recientes siguen excluidos de las pensiones de la empresa, y los aumentos no compensaron las pérdidas frente a la inflación desde 2009.
¡Únete a los RCA y ayuda a construir sindicatos combativos!
Aunque la dirección de Fain refleja la creciente ira de clase, no ha planteado una política de clase independiente. Durante la reciente huelga, el presidente demócrata Joe Biden fue a una de las líneas de piquete. Fain debería haberle dicho a Biden que se largara. En lugar de eso, permitió que el máximo representante de los capitalistas estadounidenses se presentara, falsamente, como amigo de los trabajadores. Desde entonces, el sindicato se ha manifestado a favor de un alto el fuego en Gaza, en oposición tanto a Biden como a Donald Trump. Pero esto se vio muy socavado en enero cuando Fain apoyó la campaña de reelección de Biden. En un giro repugnante, el equipo de seguridad del sindicato fue incluso utilizado contra miembros del UAW que protestaban por el apoyo de Biden a Israel.
Fain ha conseguido algunas victorias limitadas y ha contribuido a abrir una vía para que los trabajadores del automóvil no organizados se afilien al UAW. Sin embargo, también ha dado pasos a medias donde eran necesarios saltos audaces. Se niega a romper con los demócratas y a escapar de la camisa de fuerza de la legislación laboral capitalista. Podemos confiar en que los trabajadores aprenderán mucho en las luchas presentes y futuras.
Los comunistas revolucionarios son la capa más avanzada de la clase obrera. Vemos los pasos adelante de Fain y también sus movimientos en la dirección equivocada. En última instancia, la clase obrera necesita una dirección comunista para alcanzar sus objetivos históricos. Para construir esta dirección, los comunistas apoyarán todas las iniciativas positivas de dirigentes como Fain, al tiempo que señalarán sus limitaciones y recordarán a los trabajadores sus tradiciones militantes. Los comunistas ayudarán a organizar a los no organizados y a transformar los sindicatos actuales en organizaciones combativas. A través de la lucha de clases, podemos construir nuestras fuerzas actuales en una fuerza de masas. Con un partido revolucionario de masas, no habrá nada que pueda impedir que la clase obrera derroque el decadente sistema capitalista y lo sustituya por un sistema verdaderamente humano.