Escrito por: Carlos Márquez
Estamos ante la posibilidad histórica de sacar a los partidos de la oligarquía del gobierno y establecer el primer gobierno de izquierda en nuestro país. No hay encuesta que niegue la ventaja de AMLO. El triunfo de Morena puede sumir al régimen actual en una profunda crisis. El PRI era un partido-Estado y en algún momento ganaba desde la presidencia hasta la municipalidad más pequeña y recóndita del país, hoy está desplomado en las encuestas reflejo de la gran impopularidad de este partido. Han sido como una especie de sanguijuela pegada al Estado, sus privilegios colectivos y particulares están en juego y no se dejarán vencer tan fácilmente, lucharán con uñas y dientes para impedir el triunfo de AMLO unidos a una oligarquía burguesa que no tolera ningún cambio. Las divisiones entre el PAN y el PRI se dan por la disputa de sus intereses particulares, pero los une su programa capitalista neoliberal y el temor a que el pueblo, que está detrás de AMLO, se organice. A la hora de la verdad no dudarán en unirse para atacarnos y buscar impedir los cambios. Los siguientes días y el 1° de julio representarán una intensa y decisiva batalla, podemos tenemos todas las condiciones para derrotarles.
Por un programa de clase
En las últimas décadas México ha sufrido un profundo deterioro en sus niveles de vida. La pobreza de millones de mexicanos ha aumentado a la par que un pequeñísimo grupo de capitalistas ha incrementado de manera obscena su fortuna, beneficiándose de las políticas y la corrupción del Estado, partidos como el PRI y el PAN son los fieles guardianes de los intereses del gran capital y son los que han implementado un programa de privatizaciones y recortes a los derechos laborales y democráticos. El deterioro social que han traído esas políticas también ha derivado en un alarmante aumento de la violencia.
En su mitin en Iguala, Guerrero, López Obrador ha dicho que son más de 230 mil homicidios los que se han tenido en el actual sexenio (75 homicidios diarios), oficialmente hay 36 mil desaparecidos y las víctimas de la violencia ascienden a más de un millón. Frente a los padres de los 43 de Ayotzinapa, quienes acordaron visitar a todos los candidatos y se subieron al templete del mencionado mitin, López Obrador dijo que la causa de la violencia es la pobreza y se comprometió a combatir la raíz del problema y a que haya justicia para las familias de los desaparecidos.
En sus mítines de campaña AMLO dice que se quiere hacer la 4ª transformación de México comparando este movimiento con el de la independencia, la reforma y la revolución. Señala que se escuchará a todos pero que primero estarán los más humiles: ¡Por el bien de México primero los pobres; también que se elevará el salario mínimo, que habrá apoyo para madres solteras, discapacitados pobres y adultos mayores; que se apoyará la educación y becará a los jóvenes trabajadores para que reciban capacitación laboral bajo la consigna ¡Becarios sí, sicarios no!; señala que se echará abajo la punitiva reforma educativa. Estas ideas están despertando las ilusiones de las masas que han llenado entusiastamente las plazas públicas del país.
Estamos completamente de acuerdo en que debemos buscar una sociedad justa donde la pobreza, la violencia y la falta de oportunidades se erradiquen. Todos estos son males de un sistema enfermo que no puede sobrevivir sino atacando constantemente los niveles de vida de las familias trabajadoras. El capitalismo, a nivel internacional, está sumergido en una crisis orgánica y no tiene nada de progresista. No podemos combatir un cáncer con una aspirina o inyectándonos agua, se debe tener un tratamiento serio que elimine realmente la enfermedad y no solo los síntomas. Se requiere una transformación profunda, por eso es correcto equiparar la actual lucha con las grandes revoluciones que han tenido lugar en México. Eso necesitamos: una revolución que elimine el caos y podredumbre a la que nos sumerge el capitalismo.
Aspirar a simplemente reformar el sistema significa en última instancia aceptarlo, lo que significa aceptar sus leyes y consecuencias. Pensamos que si se es congruente con llevar adelante el programa de reformas hacia los pobres, esto significará atentar contra los intereses de los más ricos del país quienes se oponen desde ya a las más mínimas transformaciones progresistas. El agua y el aceite, por más que intentemos, no se pueden mezclar. De igual forma los intereses de la clase empresarial son muy distintos a la de la inmensa mayoría de la población que somos los trabajadores. Las contradicciones de clase se expresarán dentro del movimiento en torno a AMLO, debemos pugnar por un programa claramente de clase que no haga concesiones a quienes han llevado a la sociedad a este caos: los banqueros y capitalistas.
No se deberá dudar en tomar las medidas para que se dé justicia a los pobres de este país que ya tenemos muchas cicatrices abiertas. Hay que encontrar a los desaparecidos, frenar los feminicidios y homicidios castigando a los culpables de los que ya los han cometido, hacer un plan de reconstrucción de viviendas donde los damnificados de los temblores no se conviertan en deudores; regresar su empleo a los ex trabajadores de Luz y Fuerza del Centro; restablecer los derechos laborales, etc. Es necesario frenar la privatización del agua, revertir la privatización de los energéticos renacionalizando la industria petrolera y eléctrica, expropiar las empresas de los capitalistas corruptos y que boicoteen al gobierno de izquierda poniendo a funcionar estas bajo control democrático de los trabajadores. Hay que tomar control de los energéticos para evitar más gasolinazos, pero también de las distribuidoras de alimentos, de la banca, de las grandes extensiones de tierra acumuladas por terratenientes y de las empresas clave para establecer un control desde abajo, planificando la economía generando desarrollo y así elevar los niveles de vida y evitar la sífilis de la inflación.
La experiencia Venezolana
Se ha buscado tachar a AMLO de comunista y mostrar, no sin muchas distorsiones, a Venezuela como ejemplo del caos al que podemos entrar. El programa de AMLO no es socialista pero, tampoco lo fue el de Fidel Castro antes de la toma del poder en Cuba. Si se es consecuente con llevar hasta sus últimas consecuencias el programa de reformas sociales terminará oponiéndose al capitalismo. Algo así ocurrió con Chávez en Venezuela, quien creía en un capitalismo con rostro humano y admiraba a Tony Blair. La experiencia le desmintió, pequeñas reformas que no rompían con el capitalismo no fueron toleradas y la oligarquía, el imperialismo, el alto clero, militares reaccionarios y los charros sindicales organizaron un golpe de estado en abril de 2002 que se echó abajo con un levantamiento revolucionario del pueblo. Chávez tendió la mano a la burguesía y le respondieron con nuevos intentos de golpe de Estado. Finalmente Chávez concluyó en 2005 que estaba convencido que al capitalismo no se le puede trascender dentro del mismo capitalismo, que al capitalismo hay que trascenderlo con el auténtico socialismo. La única forma de defender a los trabajadores de forma consecuente es rompiendo con el reformismo.
La elección de Chávez en 1998 abrió las compuertas y millones de trabajadores de a pie entraron a la vida política tomando el destino en sus propias manos. Eso nunca se lo perdonó la burguesía, están aterrorizados en México de que un fenómeno similar ocurra con el eventual triunfo de AMLO. El problema es que en Venezuela sólo se ha hecho media revolución. Bajo la presión del movimiento obrero Chávez nacionalizó varias industrias, que en varios casos se estableció control democrático de los trabajadores, mostrando el camino a seguir. Los sectarios nunca entendieron el proceso, algunos de ellos tenían posiciones frente a los sindicatos y frenaron que ese proceso de expropiación se extendiera a cientos de fábricas. Los burócratas reformistas bolivarianos también han sido un freno para completar la revolución siempre tratando de argumentar y justificarse con la falsa idea de que el enemigo es muy poderoso, dejando pasar enormes posibilidades de acabar con el capitalismo.
El problema en Venezuela no es el socialismo, sino que no se ha acabado con el capitalismo. La burocracia reformista, y con ella el gobierno de Maduro, concilia con los oligarcas que les boicotean e intentan tumbar. La burguesía usa el poder económico que aún tienen para boicotear a la revolución generando caos en la economía con desabastecimiento e hiperinflación, mientras culpa a ello del inexistente socialismo.
Si Maduro ganó las elecciones es porque el pueblo sabe bien quién es la oposición reaccionaria (el equivalente a los priistas y panistas) y porque la revolución bolivariana sí que trajo mejoras para las masas quienes pudieron acceder a educación, a salud, tener una casa y mejorar por todo un periodo significativamente sus niveles de vida. Venezuela no nos muestra la invalides del socialismo, sino que es el ejemplo claro de los límites del reformismo y de la necesidad de hacer una revolución completa y no a medias.
La revolución bolivariana tuvo la ventaja de que le tocó un entorno económico internacional más favorable, ahora el capitalismo ha expresado su crisis orgánica y su débil recuperación se ve amenazada con nuevas caídas, sumado a las medidas proteccionistas de Trump, que de continuar pueden llevar a la economía mexicana a una recesión abierta.
Hay que tomar el destino en nuestras manos
Un triunfo de AMLO significará un despertar, en uno u otro sentido, de las grandes masas quienes pondrán a prueba a dirigentes y programas. Desde ahora se puede vislumbrar presiones de derecha e izquierda que pueden hacer que este gobierno se balanceó bonapartistamente, pero tanto sectores del movimiento obrero y del gran capital podrán entrar en conflicto con el gobierno de izquierda, estos últimos incluso pueden avanzar en ataques más frontales. El elemento decisivo será el sello que ponga el movimiento de masas de los trabajadores en la ecuación. El proceso se desarrollará y es necesario defender que se vaya hasta el final y se aplique un programa de democracia y economía socialista, que es el único que consecuentemente puede eliminar los males de violencia, corrupción y pobreza.
¿Es correcto votar por AMLO este 1 de julio? Millones de trabajadores del campo y la ciudad lo harán buscando una alternativa de cambio. Cientos de miles cuidaremos casillas, denunciaremos las anomalías de compra de voto y desmentiremos los argumentos de la derecha, con toda esta fuerza podríamos derrotar el fraude. El llamado a tomar las plazas el 1 de julio para festejar el triunfo se deben convertir en vigilancia y llamado de alerta para tomar cualquier medida necesaria para evitar el fraude.
La anterior pregunta se responde en con esta otra cuestión ¿Un triunfo de AMLO ayudará a elevar el nivel de organización y conciencia de las masas?, nosotros pensamos que sí, que será una gran escuela. También decimos que votar no es suficiente, que necesitamos organizarnos y luchar si queremos que las cosas verdaderamente cambien.
En un momento donde el hartazgo ha llegado a un límite de ruptura y hay una enorme disposición de las familias humildes y trabajadoras del país de transformar nuestra realidad, nos parece un enorme error que AMLO haya optado por aliarse con elementos provenientes del priísmo, del panismo y perredismo; que se hayan sumado al movimiento algunos empresarios (que claramente moderarán el programa) como charros sindicales y que se unificara con el ultraconservador PES. Muchos de estos elementos tratarán de imponer un freno interno que evite la radicalización, pero habrá su opuesto, aquellos dirigentes de Morena más cercanos al movimiento social, aquellos militantes que se oponen a la burocratización del partido, aquellos movimientos sociales que lucharán porque sus demandas sean satisfechas. Esos elementos de la derecha son una minoría, podrán jugar un papel en la medida de que las bases estemos atomizadas, desorganizadas y desprovistas de un programa y una estrategia revolucionaria.
La derecha reaccionaria y burguesa está a la defensiva, ve como su régimen se resquebraja. Debemos dar un rotundo golpe este 1° de julio que los tire en la lona pero organizarnos en comités de lucha en cada barrio, pueblo, centro de trabajo y escuela, porque la lucha por la cuarta transformación de México apenas inicia.