El día 16 de abril del 2020 una nota fue publicada en la página del Earth Institute de Columbia University, sobre la sequía que azota el suroeste de los Estados Unidos. Después de estudiar los anillos de árboles de hasta 1,200 años de antigüedad se logró calcular de manera aproximada la humedad del suelo, logrando comparar las condiciones actuales de humedad con las presentadas desde hace 12 siglos. En resumen, se dice que en la zona de California, Nevada, Arizona, Utah, Baja California, Sonora y Chihuahua se ha presentado desde el 2000 una sequía de proporciones históricas.
La actual sequía de la región es la peor desde la registrada entre 1575 y 1603. Esto no es lo preocupante. Se plantea en la nota que la mayor preocupación es la interacción de la sequía actual con el aumento de la temperatura debido al cambio climático y el aumento de 1.2 grados Celsius (desde el 2000) debido a la acción del hombre. Debido a que el aire caliente tiende a retener más humedad, las corrientes de aire extraen agua del suelo ya castigado por la falta de lluvias, agravando el problema.
Si bien es cierto que algunas condiciones naturales son y siguen siendo la principal causa para las sequías, son las condiciones climáticas derivadas de la explotación irracional de los recursos naturales los que tienen el potencial de convertir un evento climático común en uno catastrófico. Los modelos indican que, de no ser por el aumento en la temperatura, la intensidad de la sequía seria solo de la mitad de lo que se presenta en las mediciones. Bajo estas condiciones de incertidumbre, los modelos muestran que esta sequia puede durar cerca de un siglo, devastando la zona.
Los recientes incendios en los bosques de California y Utah están profundamente relacionados con este fenómeno, y la consecuencia de esto es el avance del territorio árido sobre los demás ecosistemas.
Los hechos presentados por la Columbia University explican que la sequía atípica que se ha vivido en el norte del país, ha generado un clima de tensión política y diversos incidentes en los tres estados más afectados y ubicados al sur de la frontera. El último de ellos, el conflicto campesino en la presa La Boquilla, causado por el negligente retraso del gobierno de Enrique Peña Nieto y la obligación del gobierno de AMLO a pagar los 426 millones de metros cúbicos que el gobierno anterior no suministró. Mientras que, el panismo liderado por el gobernador Javier Corral y los presidentes de los municipios afectados, tratan de jalar agua a su molino político.
Mientras esto ocurre en Chihuahua, en Mexicali Constallation Brands insiste en construir una planta productora de cerveza para grupo Modelo, con el fin de exportar su producto a los Estados Unidos. Pero los requerimientos de agua para la producción industrial de cerveza ponen en riesgo el suministro de agua potable a la población local, pues este recurso ya es escaso en la zona.
En el caso de Sonora, se han presentado conflictos entre las etnias locales y los gobiernos municipales, estatales y federales. El más reciente surge de la construcción de la presa Pilares, al sur del estado, presa que tiene el potencial de inundar tierras que pertenecen a los Guarijíos. Aunque esta presa tiene el fin de evitar inundaciones en poblaciones como Álamos, debido a precipitaciones atípicas, de manera indirecta se genera un conflicto por el derecho al agua y la tierra. Poca claridad política se ha demostrado en este conflicto.
El problema seguirá escalando por bastante tiempo, incluso si el sistema económico cambiara y la producciónn se racionalizará de manera súbita, el problema ya está aquí y será necesaria una intervención técnica y política para poder evitar que la zona se convierta en un árido desierto inhabitable. Una vez más la historia nos muestra que las palabras de Marx eran ciertas; “el capitalismo tiene a destruir sus dos fuentes de riqueza: la naturaleza y el ser humano”.
*Sonora