Escrito por David García Colín Carrillo
El pasado sábado 7 de octubre cientos de simpatizantes acompañaron ante el INE a María de Jesús Patricio Martínez, Marichuy, para registrar su candidatura independiente a la presidencia de la república para las elecciones del 2018, misma que es impulsada por el Consejo Nacional Indígena (CNI) y el Consejo Indígena de Gobierno (CIG). Se trata de una oportunidad histórica para la construcción de un programa y organización anticapitalistas.
Se trata de la única candidatura que aspira a luchar abiertamente contra el capitalismo y representar a los sectores oprimidos por el capital. En su discurso Marichuy afirmó: “tenemos que organizarnos, esa es nuestra propuesta para terminar con este sistema capitalista patriarcal, racista y clasista”. Debido a su intención anticapitalista, la candidatura de Marichuy es, sin duda, un acontecimiento político importante que debe convocar a todos los que aspiramos a una transformación radical de la sociedad.
Por ello no es casualidad que ya desde ahora su candidatura encuentre obstáculos frente a los grandes corporativos que, desde siempre, han mirado con desprecio, discriminación y desdén a los pueblos indígenas: “Para lograr este primer paso nos pusieron muchas trabas. Nos quisieron tratar como de “la alta”, de los que se rigen allá arriba, pues solamente esta estructura está diseñada para ellos, no para la gente de abajo, no para la gente trabajadora, mucho menos para las comunidades indígenas aun así dimos el primer paso (…) no nos quisieron abrir una cuenta en un banco. El banco HSBC nos bloqueó, tuvimos qué buscar más opciones”.
También sostuvo que no recibirá ni un peso del prepuesto destinado a los “candidatos independientes”: “Que quede claro: No vamos a recibir ni un solo peso del INE”. Esto representa una clara intención de desmarcarse de las instituciones del Estado burgués.
Se aspira a construir una organización donde no existan liderazgos unipersonales: “Queremos dejar en claro que nuestra propuesta es diferente, es una propuesta colectiva, no es como los demás lo tienen diseñado. Se trata de la presencia de los pueblos indígenas aglutinados en este colectivo. Por eso somos el Consejo Indígena de Gobierno, es la presencia de los pueblos indígenas, no de una sola persona”. Más que ganar votos en las urnas, la candidatura indígena de Marichuy aspira a ser un esfuerzo organizativo de “los de abajo”. Se abre el debate de cómo construir una organización democrática y popular.
De forma destacada, Marichuy aclaró que los indígenas no pueden solos y se requiere de la unidad de todos los explotados para lograr los objetivos colectivos: Así pues, esto es una invitación a la unidad de los oprimidos.
El paso siguiente en lo inmediato es logar las 866 mil firmas necesarias para lograr que Marichuy aparezca en la boleta electoral. Desde la Izquierda Socialista nos comprometemos a colaborar en la medida de nuestras modestas fuerzas para ese objetivo desde algunas de nuestras plataformas más desarrolladas -por ejemplo la organización estudiantil en el IPN-. Esto lo haremos de forma respetuosa y compañera pero claramente desde una posición crítica, marxista y socialista.
Creemos que la tarea de juntar las firmas necesarias debe vincularse a la construcción de un programa anticapitalista. Éste debe contemplar las reivindicaciones de la juventud -empleo y salarios dignos, educación gratuita, opciones culturales, derechos y libertades democráticas-, los trabajadores, los sindicatos democráticos -por ejemplo, derogar la reforma laboral, por la democracia sindical, por la nacionalización de las industrias estratégicas-, los campesinos y pueblos indígenas, los barrios y colonias populares, y todos los sectores oprimidos del pueblo.
Si se construye un programa así se tendrá el entusiasmo y arrastre necesario no sólo para conseguir las firmas sino para impulsar comités en todas las escuelas, fábricas, sindicatos y barrios. Esta organización democrática y celular se podría amalgamar de forma regional y nacional para -a la manera de la organización democrática del CNI y los pueblos indígenas- crear un Consejo de Gobierno mucho más amplio que se convierta en poder popular, no sólo simbólico sino capaz de disputar el poder político a la burguesía que lo detenta. Si no disputamos el poder político a la burguesía ésta seguirá teniendo en su manos un instrumentos coercitivo -en la forma de ejército, fuerzas policiacas, cárceles, tribunales, etc.- para aplastar todo embrión de poder autónomo a su dominio. Si no expropiamos a la gran burguesía ésta seguirá manteniendo el poder económico y financiero. Por lo anterior no sólo debemos aspirar a construir organizaciones autónomas, debemos aspirar a tomar el poder político para destruir el Estado burgués y la estructura clasista de la sociedad, sólo entonces el poder popular se impondrá.
Como hemos señalado, para que la intención anticapitalista se haga realidad, esas demandas inmediatas -por ejemplo: abajo las reformas educativa, energética y laboral- deben vincularse con la expropiación bajo control obrero de la industria, la banca y la tierra. Esto significa la liquidación del capitalismo en México y la punta de lanza para reavivar el proceso revolucionario en América Latina desde una óptica anticapitalista e internacionalista -es decir, socialista-.
Una organización así tendría una trascendencia histórica más allá de los resultados electorales del 2018. Si bien es cierto que, por ahora, la candidatura de AMLO es la opción de izquierda que parece contar con mayores posibilidades electorales, se debe señalar que se trata de una candidatura y un Partido -Morena- que han girado marcadamente a la derecha -permitiendo que personajes como Romo y Barragán metan mano al programa que, aunque limitado y reformista, por lo menos había sido democráticamente discutido en un Congreso fundacional- y ha incorporado a transfugas y “chapulines” provenientes de todos los Partido del régimen -PRI, PAN PRD-. Esta deriva a la derecha ha alejado a sectores importantes de activistas, de la juventud movilizada y a organizaciones sociales, como las nucleadas en torno a Ayotzinapa, secciones de la CNTE, la Nueva Central de Trabajadores y la OPT. Evidentemente, Morena no es un Partido anticapitalista, sino una Partido pluriclasista con un programa que intenta reformar del capitalismo: la cuadratura del círculo.
Con todo, insistimos que las bases de Morena son aliados naturales del movimiento en torno a Marichuy -y a la inversa- y debemos aproximarnos como tales, aún cuando los objetivos no sean exactamente los mismos. Las bases de Morena también aspiran y desean un cambio de régimen y no necesariamente están dando un cheque en blanco a AMLO y aunque la candidatura indígena se declare anticapitalista -más bien debido a ello mismo- también está en contra de las medidas neoliberales impuestas en los últimos 30 años. Independientemente de la dirección burocrática y conservadora de Morena, el CNI podría hacer un llamado a la movilización conjunta. No será posible gobernar este país si no se aspira a ganar a los millones de personas que ven a AMLO como una alternativa de izquierda frente a la situación actual. Por lo menos es un paso importante que el discurso del CNI y el CIG no sea de confrontación frontal a la candidatura de AMLO como sucedió en la “Otra campaña” del 2006. Esto indica que se están extrayendo conclusiones de los errores del pasado. La consigna de Lenin de “Frente Único” es muy útil: “marchar separados [pues nosotros somos anticapitalistas], golpear juntos”.
Se espera que en las próximas semanas y meses el movimiento obrero a través de algunos de sus referentes -como la Nueva Central- participe en la discusión de un programa obrero que sea parte integrante del proyecto político de la candidatura indígena. Si esta discusión aterriza será un acontecimiento muy importante pues sería la primera vez -al menos desde la candidatura de doña Rosario Ibarra de Piedra por parte del PRT- que se aterrizaría un programa de los trabajadores para el gobierno de nuestro país. Nosotros aportaremos nuestro granito de arena a ese debate que esperamos se realice.
Así pues, desde la Izquierda Socialista -sección mexicana de la Corriente Marxista Internacional (CMI)- saludamos el registro de la candidatura de Marichuy como una oportunidad histórica de construir una organización de clase con una base masiva, para construir una organización anticapitalista verdaderamente representativa.