Escrito por: Carlos Márquez
El ambiente es distinto al de otras elecciones, donde AMLO también iniciaba con ventaja, es notorio que la burguesía no logra tener un candidato sólido y todos sus intentos por inflar la candidatura del abanderado priísta, José Antonio Meade Kuribeña, no están surtiendo efecto.
Meade tiene actos de campaña grises con poca asistencia, la gente lo identifica como el impulsor del gasolinazo (que levantó un fuerte movimiento de trabajadores en rechazo al alza del combustible) y ha recibido incluso la rechifla de miles de asistentes a sus actos. Ese desprestigio lo ha tratado de capitalizar Ricardo Anaya, que tiene muchas más tablas políticas que Meade, y el panismo tras de él para mostrarlo como el hombre fuerte en estas elecciones frente a los sectores claves de la burguesía. El PRI y el PAN han escenificado públicas peleas, con dimes y diretes, donde buscan desacreditar al panista, que proviene de la burguesía queretana y está inmiscuido en acusaciones serias de lavado de dinero.
Un panismo dividido y desacreditado
Las elecciones del 2017 mostraron un panismo en debacle y fue evidente que tenía fuertes divisiones internas que eran ventilados incluso en mítines públicos. La lucha por la candidatura a la presidencia generó fuertes jaloneos que se profundizaron con la imposición antidemocrática de Anaya como candidato a la presidencia. Pero el panismo no logra ante todo recuperarse de los costos políticos de haber gobernado al país entre los años 2000 y 2012.
En el año 2000 mucha gente creía que el problema era el PRI y que al sacar a este partido del gobierno las cosas mejorarían pero ocurrió lo contrario. El país se llenó de asesinados y desaparecidos durante el panismo y la política contra la clase obrera fue despiadada. Los ataques contra el SME (al ser desalojados de sus puestos de trabajo por militares), los mineros metalúrgicos también fueron atacados, en ocasiones de forma directa por las fuerzas armadas, como el caso de la histórica mina de Cananea. Javier Lozano sigue siendo uno de los peores Secretarios del Trabajo que ha tenido el país, odiado iguamente o mas que Aurelio Nuño. Franco enemigo de la clase obrera, déspota, cínico, autoritario y represor. Hoy este funcionario que actuó contra la clase obrera durante el calderonismo se suma sin más a la campaña de Meade. Frente a las masas el panismo no puede mostrarse como una alternativa mejor que el PRI, son casi iguales y la gente es consciente de eso.
La tradición conservadora del PAN, casi imperial, hace que sus expresidentes panistas aires de realeza y quieran perpetuarse en el poder. La esposa de Fox, Martha Sagún intentó ser presidenta en su momento, ahora Felipe Calderón, obsesionado por llegar al poder, no aceptó la candidatura de Anaya y se escindió del partido buscando que su esposa, Margarita Zavala, fuera candidata a la presidencia, quien consiguió estar en las boletas como candidata independiente lo cual, sino se establece algún tipo de alianza, dividirá los votos de la derecha en las urnas.
Burocratismo y pérdida de principios
Aunque Anaya se muestra inicialmente con más posibilidades que Meade y quiere posicionarse como el candidato de la burguesía, internamente está destrozando al panismo. El PRD, que fue con todas sus contradicciones un partido de izquierda, se ha desacreditado. Entró al Pacto por México apoyando el programa de la burguesía y en su lucha electorera contra el priismo profundizó sus alianzas sin principios con la ultraderecha panista. La alianza PAN-PRD para la presidencia podríamos decir que no tiene una base de principios, pero también es un reflejo de cómo estos partidos han dejado justamente los principios de lado viendo como su objetivo mantener y escalar en sus cargos burocráticos. Al final en todos casos no son más que simples administradores del Estado de la burguesía. Obviamente estas prácticas desatan críticas internas que han significado rupturas de estos partidos.
Quien conoce a Anaya le acusa de personalista, de no tomar decisiones colectivas. En realidad su obsesión por ser presidente ha llevado a la burocratización del PAN donde los disidentes no tienen oportunidad de defender sus puntos de vista y finalmente abandonan el barco. No hablamos solo de la salida de los calderonistas que apoyan la candidatura de Margarita Zavala, sino de toda una capta de militantes, incluso de trayectoria histórica en el panismo. Ricardo Sheffeld, Joaquín Díaz Mena, Gabriela Cuevas, Javier Lozano o el ex presidente del partido, Germán Martínez, son solo algunos nombres conocidos de esta desbandada panista. Su salida siempre es vista con desprecio por Anaya con frases como: está bien que se vayan para aligerar el peso del barco. Roberto Gil Zuarth, quien destapó a Anaya para la presidencia del partido, ha descrito en una entrevista a Proceso (N° 2160) que aunque se avance en encuestas hay una situación de depresión interna en la militancia panista. Se están sentando las bases para una profunda crisis del panismo si Anaya no gana la presidencia.
Anaya pone su sello personal en el proceso, pero la crisis del PAN no es más que un reflejo más del desprestigio del régimen y antesala de su crisis generalizada. La gente común no cree en los políticos y partidos de siempre. La unidad de panismo y perredismo no es más que un reflejo de su desgaste mientras la burguesía sigue cargando los dados al candidato priista que no levanta. Una parte del votante panista girará su mirada a otro lado buscando una alternativa. En las elecciones del estado de México en 2016, los municipios antes panistas fueron ganados por Morena. Es correcto que la izquierda aproveche este desgaste y divisiones del régimen pero la forma mejor y más efectiva de hacerlo es profundizando la alianza desde abajo, sobre todo con las organizaciones y movimientos sociales de los trabajadores y un programa de clase que deje firmemente asentado que se luchará por beneficiar a los obreros, campesinos, desempleados y a la pequeña burguesía en contra de él gran capital que junto a sus partidos nos ha sumido en esta situación de decadencia y barbarie.
Lavado de dinero y enriquecimiento
La bandera de campaña que ha usado la alianza Por México al Frente (PAN, PRD y MC) es la lucha contra la corrupción, un teatro que nadie les cree. La revista Proceso publicó a inicios de febrero un artículo donde se acusa a Ricardo Anaya de lavado de dinero y eso ha desatado una guerra entre los partidos de la derecha que no logra alcanzar en las encuestas a López Obrador.
Cuando fue presidente del PAN se supo que sus hijos estudiaban en el exclusivo colegio High Meadows School que solo acepta a 378 alumnos al año y pagaba 1.9 millones para mantener a ellos y su esposa en Atlanta. Después que se descubriera esto su familia regresó al país.
La familia de la esposa de Anaya ha tenido un sorprendente enriquecimiento desde que Anaya inició su carrera política. Según Reporte Índigo: “Pasó de tener cuatro empresas a 17; y de poseer seis propiedades, con un valor de 21.9 millones de pesos, a 33 que superan los 300 millones de pesos”.
Ahora Anaya es acusado de lavado de dinero al adquirir una propiedad en 10 millones de pesos que vendería en 54 millones de pesos. Su socio fue Manuel Barreiro y la empresa a quien vendieron la propiedad (que el SAT acaba de declarar que es una empresa fantasma) fue creada por el chofer y contadora de Manuel Barreiro. Esta empresa se constituyó con un capital de 10 mil pesos y pronto obtendrían el crédito de 54 mil millones de pesos para comprar la propiedad. Anaya está metido en un gran lio del que no logra dar explicaciones creíbles. Es claro que el priísmo mueve sus hilos en la estructura estatal para evidenciarlo y tratar de destruirlo políticamente. Su careta de lucha contra la corrupción se le viene abajo.
Supongamos que Anaya, como dice, ha obtenido su dinero de manera legal cumpliendo sus obligaciones fiscales. Esto no dejaría de demostrar lo alejado que esta este empresario del pueblo de México, donde nosotros y nuestros hijos tenemos que acudir a escuelas con mala infraestructura, con maestros a quienes se les arrebata sus derechos laborales mientras sus hijos burgueses, que fueron tan mimados como él mismo, pueden ir a las escuelas de mayor elite. Mientras nosotros trabajamos honradamente por horas, días y años, por una vida entera, no conseguimos a veces tener las cosas más básicas y este político autoritario vive en la opulencia más obscena.
El régimen está desprestigiado y sus políticos cada vez más alejados de la realidad y del pueblo. La derecha se divide frente a su debacle, pero harán todos lo posible para impedir avances a favor del pueblo y que gente que consideran hostil llegue a la presidencia. Nosotros como trabajadores debemos tener en claro que el panismo y su alianza sin principios llamada Por México al Frente no nos representan y no debemos darles ni un solo voto. Estamos entrando a la campaña electoral que tendrá vaivenes pero nosotros los trabajadores debemos aprovechar esta coyuntura para fortalecer nuestra organización y así poder asestar un duro golpe a este podrido estado, lleno de políticos que se asemejan a las más asquerosas ratas, y al sistema capitalista, real raíz de nuestros problemas.