¿Qué es el porrismo?
Kevin Crescencio
¿Cómo podemos entender al porrismo?
Hablar del porrismo significa hablar de una de las fuerzas represivas más características del aparato burocrático que se gesta en las universidades y centros de educación media superior, casos como el ataque porril el 3 de septiembre del 2018 se vuelven paradigmáticos en la forma de operar de estos grupos de choque, pero ¿qué es el porrismo?, y sobre todo ¿cómo es que surge?
Para entender al porrismo de forma analítica hay que entender el papel del Estado como herramienta para la opresión de una clase por la otra. Históricamente, desde que nace la sociedad dividida en clases, el Estado se sitúa como un poder por encima de la sociedad, “El Estado surge en el sitio, en el momento y en el grado en que las contradicciones de clase no pueden objetivamente, conciliarse” en ese sentido, tiene un carácter inherentemente represor.
Ahora ¿por qué se relaciona directamente al Estado y a los porros? Porque uno es la consecuencia directa del otro. Los porros son, en ese sentido, una prolongación de las funciones represivas del Estado capitalista: actúan como un brazo informal que permite contener, intimidar o fragmentar los movimientos estudiantiles sin que la autoridad aparezca de manera abierta. Los hacen pasar por estudiantes y en ocasiones aparentan adoptar métodos democráticos, con demagogia intentan legitimarse y controlar al movimiento estudiantil: esta mancuerna (entre autoridades y porros) que los caracteriza tiene como fin último erradicar las disidencias de su control. Su existencia refleja la lógica de un Estado que, para preservar los intereses de la clase dominante, combina la represión legal con formas “extraoficiales” de control social.
Es necesario analizar las condiciones materiales en la que nace como una de las herramientas más visibles del aparato burocrático estatal y educativo para reprimir cualquier forma de manifestación o disidencia estudiantil. Hay que enfatizar dos cosas fundamentales para entender las bases históricas en las que se asienta este fenómeno:
1. Las instituciones de educación pública no escapan de las dinámicas del capitalismo ni mucho menos se vuelven más opacas. Existe un claro antagonismo entre los intereses de los estudiantes que provienen en su mayoría de hijos de clase proletaria y los intereses de una minoría burocrática que atenta contra el bienestar del estudiantado: los mecanismos del Estado se replican en la universidades e instituciones públicas.
2. Las universidades e instituciones públicas de hoy viven una contradicción permanente. Se les pide formar profesionales competitivos para el mercado laboral, pero en su seno se desarrollan sectores con vocación crítica y su vínculo con la sociedad las convierte también en semilleros de organización y resistencia política.
El surgimiento del porrismo en México (heredero de los grupos de choque que las autoridades ya utilizaban desde el siglo XX) es una respuesta directa a esa tensión: cuando el estudiantado comienza a vislumbrar posibilidades de cambio social, aparecen mecanismos destinados a contenerlo o desactivarlo.
¿Cómo surge el porrismo?
Los antecedentes del porrismo data de la primera mitad del siglo XX. El caso más visible inicia con la Unión Nacional de Estudiantes Católicos (UNEC) y su organización secreta “Los conejos” en la década de los 30’. Para 1935 se fundó el grupo de choque conocido como “Los pistoleros de rectoría” y posteriormente “Los Pistolos”. En la década de los 50’ podemos ver otros ejemplos con el FUA (Frente Universitario Anticomunista) en 1955 que operaba en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (UAP) y que actuó como fuerza represiva y propagandística contra el Movimiento de Reforma Universitaria en 1961. De igual forma el MURO o Movimiento Universitario de Renovadora Orientación tiene su primer enfrentamiento en Ciudad Universitaria con motivo del aniversario de la Revolución Cubana, aunque se da a conocer en 1962. Ambas organizaciones nacen con características similares y con un fin determinado, las une el ultra catolicismo y la lucha abierta anticomunista. En lugar de desplegar abiertamente fuerzas estatales, se empleaban actores extremistas para desarticular asambleas y provocar incidentes que legitiman formas más duras de represión.
Otro ejemplo nos los da la Federación Nacional de Estudiantes Técnicos (FNET). Si bien inició como una organización de lucha politécnica, después de la huelga del 56 pasó a ser una herramienta del Estado como una organización gangsteril y corporativa. Ejemplo de esto lo tenemos en el Movimiento Estudiantil de 1968 donde sirven como propagandistas del gobierno e instigan al movimiento de ser influenciado por “fuerzas extranjeras”. El parteaguas de la lucha estudiantil lo podemos encontrar en 1968 donde se demostró que el estudiantado podía transformar la crítica en una movilización de alcance nacional.
Pero tras éste movimiento surgen los porros como actualmente los conocemos. El porrismo tiene su auge aquí, se expande por instituciones de educación media superior y superior, principalmente en la UNAM y el IPN, su principal función era acabar con los Comités de Lucha que seguían activos. En el margen de la Guerra Sucia sirven para desarticular movimientos y por vínculo directo con el Estado se esconden detrás de asociaciones estudiantiles de carácter deportivo, cultural, entre otras. A partir de los 90’ otras instituciones comenzaron a albergar a estos grupos, es así como lograron entrar a las instancias de educación pública de los Colegios de Bachilleres y del Conalep. De esa manera, el porrismo terminó por afianzarse como parte del engranaje que preservaba el status quo dentro de las escuelas.
Pero aún con el apogeo, las contradicciones no se quedaron atrás y la heroica lucha estudiantil no dejó de asestar duros golpes contra esta arma de represión. Hay que recordar a los estudiantes del ESIA y ESIME que en 1976 los expulsan en Zacatenco. En 1979 la Voca 6 igualmente logra expulsarlos con la unión de estudiantes y padres de familia. En 1987 se dio el caso más emblemático con la huelga de 10 escuelas superiores del Politécnico organizada por los Comités de lucha agrupados en la Coordinadora Estudiantil asestó un duro golpe a los porros. Voca 7 no se quedó atrás y en 1999 con una lucha encarnizada logran expulsar a los porros del turno vespertino y, al año siguiente, al matutino.
Claramente la UNAM y otras instituciones no se quedan atrás: en CCH Vallejo logró expulsar al grupo “3 de Marzo”: uno de los grupos porriles más fuertes. No podemos olvidar la reacción contra el ataque porril en 2018 contra los compañeros de CCH Azcapotzalco que llevó a un paro general de la UNAM. Casos similares hay en decenas, la lucha contra el porrismo la han llevado tanto los compañeros del IPN, de la UNAM hasta el caso más reciente en la UDG, los porros no son invencibles. ¡Se vencen con la lucha estudiantil organizada y permanente!
¡Sólo la lucha estudiantil puede acabar con el porrismo!
Los porros no son un grupo aislado de la UNAM o el IPN: se encuentran en distintas instituciones de educación pública pues su objetivo es mantener el control o la disolución de los movimientos. Están estrechamente vinculados al Estado burgués y las burocracias de educación pública que nos oprimen como clase. Se ha demostrado que la organización y lucha de masas de los estudiantes puede expulsar a este cáncer de las escuelas. Pero para acabar definitivamente con la violencia estatal hay que acabar con el sistema capitalista que nos explota en las aulas, en los centros de trabajo, en las calles y en las instituciones. Las luchas estudiantiles ya nos han dado la razón histórica para esto, pues sólo una lucha organizada podrá acabar con ese parásito que llamamos porros. Solo con un estudiantado organizado y consciente que pueda defender sus intereses de manera permanente podrá poner fin a esta amenaza que atenta contra nuestras vidas y la libertad de expresión de los estudiantes. Organízate y lucha. Que nuestra consigna sea:
