[Publicamos este artículo de los camaradas de Comunistas Revolucionarios de América, la sección estadounidense de la Corriente Marxista Internacional. Los camaradas han estado interviniendo activamente en el creciente movimiento de campamentos de solidaridad con Gaza y plantean sus propuestas acerca de como desarrollarlo.]
Los activistas estudiantiles han intensificado significativamente el movimiento de solidaridad con Palestina durante la semana pasada, estableciendo campamentos en los campus de todo el país. El objetivo de los estudiantes es desinvertir -es decir, cortar todos los lazos financieros- de las empresas que están ayudando a la guerra de Israel.
[Publicado originalmente en socialistrevolution.org]
Este tipo de escalada es exactamente lo que el movimiento necesitaba. La brutal guerra de Israel contra Gaza continúa y pronto podría intensificarse con un asalto a Rafah, a pesar de los meses de protestas pro Palestina en Estados Unidos y en todo el mundo. De hecho, el ‘genocida Joe’ acaba de firmar un nuevo paquete de «ayuda» que incluye 15.000 millones de dólares en financiación militar para Israel para ayudar a facilitar los crímenes contra la humanidad cometidos por el Estado sionista.
Está claro para todos que Biden y Netanyahu seguirán adelante con su guerra genocida a toda costa y que tenemos que tomar el asunto en nuestras propias manos.
Los Comunistas Revolucionarios de América apoyamos de todo corazón este movimiento y tratamos de ayudar a ampliarlo por todos los medios necesarios.. Animamos a todos los comunistas, trabajadores pro-palestinos y jóvenes a ayudar a construir este movimiento en todo el país. A continuación, ofrecemos nuestras propuestas sobre cómo podemos colectivamente intensificar el movimiento aún más.
Desinversión y divulgación
Además de Gaza, la crisis general del capitalismo y la hipocresía de la clase dominante pesan mucho en las mentes de millones de personas. Amplias capas de estudiantes están buscando correctamente una forma concreta de hacer mella material en el esfuerzo bélico de Israel. En este contexto, el llamamiento a desinvertir y divulgar está lleno de contenido progresista y proporciona un punto focal concreto para el movimiento. Naturalmente, los estudiantes entienden que ellos solos no tienen el poder para detener la guerra, pero están haciendo todo lo posible para desempeñar su papel en el movimiento más amplio de solidaridad con Palestina.
Hay que divulgar inmediatamente los activos financieros, las inversiones y los vínculos de las universidades privadas que están tomando medidas enérgicas contra el movimiento y hay que cortar esos lazos financieros. Pero, ¿quién va a hacer que esto ocurra? Está claro que no se puede confiar en que los administradores de las facultades lo hagan. Lo único que les preocupa es aumentar sus dotaciones, las tasas de matrícula, bienes inmuebles y otros activos. Incluso si se deshacen temporalmente de sus participaciones actuales bajo la presión del movimiento, esto equivale a vender esos activos a otros capitalistas, y es muy posible que vuelvan a invertir en esas empresas más adelante.
Por eso los estudiantes, los profesores y los trabajadores universitarios necesitan el control y la gestión de estas instituciones. Las administraciones no electas están utilizando las cuotas de matrícula y otros ingresos para invertir en empresas que se benefician de la guerra de los sionistas en Gaza. Estas personas no deberían estar al mando. Han perdido su derecho a gobernar estos centros de aprendizaje, investigación y enriquecimiento cultural.
La mayoría debe dictar cómo se dirige la sociedad -qué y cómo se producen y distribuyen las cosas- y esto incluye todas las instituciones de educación superior.
La necesidad de vincularse con la clase trabajadora
Lograr la desinversión a través de la acción colectiva de masas sería un paso adelante para el movimiento, ya que educaría a los estudiantes y a los trabajadores propalestinos sobre la eficacia de la lucha de masas. Pero esto por sí solo no sería suficiente para detener la guerra. Las inversiones universitarias son una gota en el mar de los miles de millones que los gobiernos y capitalistas de todo el mundo envían e invierten en Israel. Los estudiantes deben vincularse urgentemente con la clase trabajadora en general si queremos lograr una escalada seria del movimiento. De lo contrario, nuestro impacto será limitado.
Una buena manera de iniciar este proceso sería hacer un llamamiento al personal docente y a los trabajadores del campus para que se unan al movimiento. Las universidades sólo pueden funcionar gracias al trabajo de profesores y adjuntos, conserjes, jardineros, personal de mantenimiento, cafetería y otros trabajadores. Deberíamos hacer un llamamiento a estos trabajadores en líneas de clase para que se declaren en huelga en solidaridad con este movimiento.
Los profesores y el personal de la Universidad de Texas han mostrado el camino a seguir en este sentido, publicando una declaración en la que condenan la indignante decisión del presidente de la universidad de llamar a las tropas estatales para reprimir violentamente las protestas del miércoles. Miembros del profesorado de Columbia y NYU también se unieron a las protestas a principios de semana. En la Universidad Emory de Atlanta, una profesora de economía y la directora del departamento de Filosofía fueron algunos de los detenidos en medio de un brutal despliegue de violencia policial.
También debemos hacer un llamamiento a los sindicatos para que movilicen a sus miembros en apoyo de esta lucha. Hay que aplaudir a la UAW Región 9A en este sentido.
Ahora le toca al presidente de la UAW, Shawn Fain, que ya ha pedido un cese al fuego en Gaza y ha dirigido a sus trabajadores en una gran huelga, movilizar a todos los miembros a nivel nacional para apoyar al movimiento. El resto de los dirigentes sindicales deberían movilizar igualmente a sus miembros en una acción de solidaridad internacional.
A través del profesorado y el personal del campus, así como de otros trabajadores que podamos reclutar para el movimiento, podemos hacer un llamamiento a la clase trabajadora en general para que se una. El poder decisivo reside en los trabajadores del transporte marítimo, la fabricación de armas, los medios de comunicación y otras industrias clave que son necesarias para mantener la guerra. Estos trabajadores tienen un papel excepcional que desempeñar para detener la maquinaria de guerra estadounidense-israelí. Como señalamos en un artículo anterior:
La administración Biden aprobó recientemente la transferencia de 25 aviones de combate F-35 a Israel. El ensamblaje final de los aviones tiene lugar en unas instalaciones de Lockheed Martin en Fort Worth, que emplean a más de 18.000 trabajadores. Más allá de estos 18.000 hay una vasta red de trabajadores que producen y transportan materiales y piezas. En total, la producción de los aviones requiere el esfuerzo de 240.000 trabajadores en 47 estados.
Cualquier interrupción en cualquiera de estos u otros nodos de producción o distribución atascaría todo el trabajo. Y una huelga general y coordinada en toda la extensa red podría paralizar por completo enormes sectores de la maquinaria bélica imperialista.
Darle un carácter organizado al movimiento
No será fácil coordinar estos esfuerzos. Requerirá una toma de decisiones disciplinada, ordenada y democrática y una planificación minuciosa. La experiencia del campamento de Columbia, que desencadenó el movimiento nacional e internacional y fue cuidadosamente planificado con mucha antelación, demuestra la importancia de esto. Como decía un artículo
Durante horas de sesiones de planificación, [los organizadores estudiantiles] debatieron estrategias de comunicación y su disposición a arriesgarse a ser detenidos, además de cuestiones más prosaicas como el acceso a los baños y la recogida de basura. Después, tras buscar en Internet y en Craigslist las opciones más accesibles, hicieron un pedido de tiendas de campaña.
Deberían organizarse asambleas masivas diarias en cada campamento para debatir y decidir formas concretas de mantener el movimiento y atraer a capas cada vez más amplias de trabajadores y estudiantes. Debe crearse una dirección ejecutiva elegida democráticamente, responsable y revocable, que dirija el campamento entre asambleas de masas. Tras un tiempo razonable para el debate, las decisiones deberían tomarse sobre la base de una votación por mayoría simple, no por consenso, que ofrece a los individuos poder de veto sobre el colectivo. A continuación, estos comités podrían vincularse a escala municipal, estatal y nacional para coordinar un movimiento nacional unificado que logre aplastar definitivamente el esfuerzo bélico genocida de Israel.
Mientras tanto, deberíamos seguir celebrando debates políticos y charlas en los campamentos. Deben establecerse comités para asuntos como la seguridad y la resistencia contra la violencia policial, la limpieza, las relaciones con los medios de comunicación y la extensión al movimiento obrero para sostener y ampliar el movimiento, con informes periódicos de estos comités a las asambleas de masas.
El heroísmo de los estudiantes de todo el país ha abierto un nuevo capítulo para el movimiento de solidaridad con Palestina, y la clase dominante está nerviosa de que se extienda aún más. El desprestigiado presidente de la Universidad de Texas, Jay Hartzell, que llamó a las tropas estatales para que maltrataran a los manifestantes estudiantiles el miércoles, lo reconoció en textos filtrados en los que se preocupaba por las «100 formas» en que el movimiento se puede reavivar. Tiene toda la razón.
Debidamente coordinado y ampliado, el movimiento tiene el potencial de superar el histórico levantamiento de 2020 que siguió al asesinato policial de George Floyd. Con las elecciones presidenciales a pocos meses de distancia y el DNC en Chicago en agosto, no hay razón para que los exámenes finales o el final del semestre nos quiten el viento de las velas. Ahora es el momento de extender el movimiento a los campus, las ciudades, las calles y los lugares de trabajo de todo el país, vincularlo a la clase obrera en general, y cerrar la máquina de guerra por completo.
Un golpe así en el corazón del imperialismo cambiaría el panorama político y transformaría cualitativamente la lucha de clases en este país y más allá.
¡Desinvertir y divulgar! ¡Ni un céntimo para la maquinaria de guerra de Israel! ¡Cortar todos los lazos financieros con Israel y abrir los libros de cuentas!
¡Convocar asambleas de masas y formar comités de lucha a nivel universitario, municipal y nacional!
Por el control y la gestión de las universidades por parte de los profesores, los trabajadores universitarios, los estudiantes y los sindicatos.
Nacionalizar la Ivy League y todas las demás universidades privadas. Por una educación gratuita y totalmente financiada y el fin de la deuda estudiantil.
Por el boicot obrero a cualquier industria o empresa que permita los crímenes de Israel. Los estibadores de la India y España y los trabajadores tecnológicos de Google han mostrado el camino a seguir.
¡Abajo el imperialismo estadounidense! ¡Por un gobierno obrero! ¡Construir un partido comunista!
¡Liberemos Gaza! ¡Palestina libre! ¡Intifada mundial hasta la victoria!