Pareciera ser que los Estados Unidos y México están ligados más allá de su cercanía territorial. Los une un componente aún más grande e importante, que sobrepasa cualquier gobierno y oligarquía política, los une la lucha de clases en todas sus diversas expresiones.
La lucha de clases dentro de estos países ha venido tomando un color más serio conforme avanzan los acontecimientos políticos de cada país. En Estados Unidos se acerca la próxima elección presidencial y el asesinato de George Floyd un adulto joven de apenas unos 47 años pareciera haber avivado el espíritu de lucha contra la opresión y marginación que marcará sin duda alguna un antes y un después la vida política de su país.
En el escenario de las calles se lucen mexicanos, salvadoreños, afroamericanos y personas de algunos ghettos del país norteamericano que han puesto en marcha una idea de derrocamiento de un Estado controlado por las élites.
Y es contra un Estado, puesto que Donald Trump no es el único problema de los ciudadanos olvidados por el “sueño americano”, también lo es Joe Biden, Hilary Clinton e incluso el propio Barack Obama que siendo gobernante no puso fin al abuso policiaco y militar hacía las razas afroamericanas y migrantes, a pesar de que el proviene de una raza marginada históricamente.
Habrá que recordar la certeza de Angela Davies cuando decía que la lucha de las panteras negras se trataba de una lucha anticapitalista, antirracista y feminista, puesto que la explotación, marginación y denigración de las razas, sexos y de clase no se acaba con tener mujeres o razas diferentes a la occidental en el centro del poder capitalista.
No por nada en las elecciones pasadas el candidato abiertamente socialista, Bernie Sanders, pudo haber ganado la elección a Trump si su partido lo hubiera dejado competir, sin embargo, ello representaba dejar tocar los intereses de los grandes capitalistas y una reforma del Estado que no ha tenido precedentes en la historia moderna.
La lucha en las calles que se esta llevando en Estados Unidos ya no es contra Trump, es contra una forma arraigada de hacer las cosas por parte de las instituciones políticas y de seguridad que están cooptadas por el mercado, por ello la lucha es anticapitalista, aunque algunos aún no lo noten.
El asesinato de George Floyd no solo se trata de la cantidad de personas muertas por crímenes de odio a manos de policías, se trata de que eran personas con derechos que un gobierno y su Estado capitalista dominante han violado y denigrado.
En cuanto a México, la lucha de clases en las calles siempre ha estado viva, con algunos periodos de auge y otros de declive, el movimiento social se ha mantenido en las calles y mucho porcentaje de sus participantes está consciente de la realidad en la que se vive.
Las marchas feministas, las movilizaciones constantes cada primero de mayo, la lucha por la conquista de los derechos de estudiantes, los pueblos originarios, las razas afro mexicanas y trabajadores son y seguirán siendo una constante en México. Aunque haya gobiernos cercanos al pueblo estos no conseguirán apagar la lucha de las masas populares hasta que no se pueda construir una forma de relaciones de producción y de poder diferentes en el país.
Hoy México vive una especie rara de Estado Capitalista, que da bandazos a lo popular pero que también prioriza los intereses de algunos grandes oligarcas del viejo régimen político como Salinas Pliego, Alfonso Romo y Carlos Slim, sin embargo, pareciera ser que, aunque también son beneficiados los oligarcas no están conformes con que los que se encontraban en total olvido reciban una pequeña parte de la riqueza nacional.
El día 30 de mayo del 2020, en una protesta quizá irrisoria pero que muestra la lucha de clases, el sector económico más privilegiado salió a protestar nuevamente en contra del presidente Andrés Manuel López Obrador, los reclamos injustos es que se les devuelvan sus privilegios en la condonación de impuestos, y que se adquiera una deuda para el financiamiento de las empresas privadas ante la crisis del COVID-19.
Ante ello, la tarea del movimiento social, las organizaciones y quienes nos asumamos socialistas es proteger lo ganado para los siempre olvidados, es también defender las acciones populares que pueda tener este gobierno, pero criticar aquellas que se alejen del movimiento social y sobre todo construir las condiciones subjetivas para que avancemos en la construcción de una patria socialista.
A México y a Estados Unidos los une la lucha de clases, la lucha contra un stablishment que se niega a ser tocado, por ende, hoy más que nunca la frase de “trabajadores del mundo, unidos” debe ser la principal premisa para afrontar el presente que no es bueno y un futuro poco esperanzador de continuar el capital; pensar que el capitalismo terminará por una pandemia o por sus contradicciones propias es no entender el papel del sujeto revolucionario a escala global.