El mundo se ha paralizado. Una pandemia ha azotado y frenado el desarrollo tan anhelado, prometido y aparente en nuestra sociedad. Los sistema en lo político, lo económico y lo social se encuentran en una crisis inevitable. ¿Deberíamos, pues, echarle la culpa a la COVID-19 o por el contrario, ver lo real de la situación, más allá del síntoma? ¿Qué nos adelantaban Marx y Engels en el ya emblemático Manifiesto Comunista hace más de 170 años? ¿De qué nos serviría retomar hoy lo escrito en este manifiesto? ¿Tendrá sentido pensar en la supuesta “nueva” “normalidad” que los medios diseminan constantemente?
No cabe duda que la crisis actual, más allá de una crisis sanitaria, representaría la crisis de algo más, de algo más profundo. La enfermedad COVID-19 ya no es en sí la enfermedad; sus cifras mortíferas son sólo un signo de que algo anda mal entre nosotros, en la sociedad misma. De este modo, este artículo también publicado anteriormente en otro espacio (López-Ríos, 2020a), pretende aproximarse a algunas premisas que considero (y varios también) vigentes expuestas por Marx y Engels para entender “la pandemia” hoy. El artículo no pretende ser una reseña del Manifiesto, sino que nos apoyaríamos en este para hacer una crítica a la situación actual y quizá ver aquellos destellos del camino al cambio que deseamos. De igual forma, tomaremos algunos aportes recientes que Pavón-Cuéllar nos ha dejado para entender la pandemia como síntoma de “algo más”: el capitalismo.
La “profecía” cumplida de Marx y Engels: crisis en la sociedad burguesa
El brote del SARS-CoV-2 en Wuhan, China, resultó ser caótico. El virus se esparció a todos los continentes, incluso llegando a los lugares más recónditos en donde el capitalista no se imaginaba que existían pero que sin duda estaba presente. La crisis sanitaria no sólo produjo temor y paranoia en la gente, sino que también, tuvo consecuencias más allá de ser una mera cuestión de salud. Hoy la crisis sanitaria deja entrever la insostenible voracidad del sistema actual, aquel que lo inició todo explotando la naturaleza en aquel país en donde prolifera la venta de animales exóticos para consumo cotidiano; quizá no hubiera pasado si el capitalismo no hubiera irrumpido en estos ecosistemas (Pavón-Cuéllar, 2020a), convirtiéndolos o aprisionándolos como fuerza productiva de capital. En este sentido, la COVID-19 no tendría la culpa de la crisis económica y social en la que nos encontramos y tampoco sería el “centro de atención”, sino que sería el mismo sistema que con su omnipresencia, explicada por Marx y Engels, recluta todo a su favor a costa de la destrucción y explotación de la vida con fines de acumulación capitalista.
Las fuerzas productivas, como Marx y Engels (1848/2004) ya adelantaban, alcanzan niveles de desarrollo que llegan a ser incontrolables para la clase dominante en turno, produciendo así entonces una crisis para aquellos que detentan estas fuerzas productivas. La clase burguesa, los capitalistas, convierten y explotan todo lo que pueden en medio de producción: lo exótico, lo natural, lo no-humano: el mercado de animales exóticos en Wuhan, China, por ejemplo. Todo se convierte en fuerzas productivas. Sin embargo, esta obsesión de convertirlo todo a su favor, de tener fuerzas productivas en demasía para lograr sus fines, rebasan la capacidad de manejo la clase dominante tiene sobre estas. Al respecto se menciona:
“Las relaciones burguesas de producción y de cambio, las relaciones burguesas de propiedad, toda esta sociedad burguesa moderna, que ha hecho surgir tan potentes medios de producción y de cambio, se asemeja al mago que ya no es capaz de dominar las potencias infernales que ha desencadenado con sus conjuros” (Marx y Engels, 1848/2004, p. 28).
Lo explotado y convertido en fuerza productiva, como lo que dio origen al SARS-CoV-2, resulta “demasiado poderoso” para la clase capitalista (Marx y Engels, 1848/2004): las relaciones de producción capitalistas resultan “demasiado estrechas” para contener lo producido en su seno (Marx y Engels, 1848/2004, p.29). Esta estrechez revestida de pandemia solo deja de manifiesto la incapacidad de control del capitalismo sobre lo incontrolable, a pesar de que se presente como sistema omnipotente e “ilimitado” (Alemán, 2019). No obstante, el capitalismo no quiere desistir y vendrá con sus vicisitudes y, por el contrario, recurrirá a la destrucción de ciertas fuerzas productivas, conquistando nuevos mercados y explotando intensamente algunos antiguos (Marx y Engels, 1848/2004). Hoy se apuesta por el “home office”, por la venta y consumo en línea (¿explotación a domicilio?), por la rotación de trabajadores para que las empresas no pierdan ni un solo centavo, por la “optimización” del tiempo y la toma de “medidas sanitarias” (como si realmente lo sanitario fuera el meollo del asunto), la excesiva carga de trabajo, el recorte de salarios…
Hoy la crisis “por” la COVID-19 rebasa lo sanitario. Aumentó el desempleo, se acentuaron las desigualdades, crisis en los Estados burgueses; la lucha de clases es hoy más vigente que nunca entre aquellos que no desean ver afectada la acumulación de capital y los que desean luchar por la vida y el sustento. Un ejemplo lo tenemos en los voraces de Elon Musk o Jeff Bezos, quienes aumentaron considerablemente su riqueza mientras que gran parte de la población sufre los estragos de “la pandemia”. Obligan a trabajar explotándolos desde casa, otros tienen que arriesgar su vida y la de los seres queridos por el sustento diario; la biopolítica y psicopolítica se unen al servicio del neoliberalismo para explotar lo físico y lo psíquico.
La “profecía” de Marx y Engels se ha cumplido: el capitalismo está en crisis, crisis disimulada por la pandemia, crisis de su obsesión, arrogancia, prepotencia y necedad por la acumulación capitalista. Las “fuerzas productivas” se han rebelado ante las relaciones de producción burguesas (Marx y Engels, 1848/2004). Hoy el capitalismo se encuentra en un callejón sin salida, desesperado por subsistir y seguir con vida a costa de la muerte de “otras cosas”. El capitalismo ha fracasado y su obsolescencia queda exhibida cuando solo vela por los intereses de aquellos dueños de los medios de producción y que, ni con esto, son capaces de asegurar la existencia a sus “esclavos” (Marx y Engels, 1848/2004). Como ya anticipaba Pavón-Cuéllar (2020b), la aparición del SARS-CoV-2 se explicaría por la devastación capitalista del planeta, por la insistencia de la clase dominante de explotar aquello que no debió explotarse, aquello “demasiado poderoso” para estos. Las crisis son inherentes al capitalismo y solo dejan entrever su disfuncionalidad como sistema (Pavón-Cuéllar, 2020b), un sistema caótico, voraz y contradictorio, funcional solo para unos cuantos. Del mismo modo, Pavón-Cuéllar (2020c) complementa su enunciado al hacer énfasis en que esta crisis sanitaria, solo representaría un síntoma (uno solo) de la verdadera enfermedad:
“Aunque los gobiernos estén haciendo su mejor esfuerzo, pero también precisamente porque lo están haciendo, la enfermedad capitalista no deja de agravarse y amenaza con destruir el planeta y aniquilar a la humanidad. Hay que entender bien que lo catastrófico, lo apocalíptico, es el capital y no el coronavirus. El agente viral, tal como ha brotado y se ha diseminado ante nuestros ojos, no es él mismo sino un revelador síntoma del sistema capitalista”.
El “mago” (o brujo) capitalista que Marx y Engels mencionan en la analogía líneas arriba ya no puede sostener sus ilusiones, sus actos se tornan crueles, opacos y descarados a la luz de la explotación de sus materiales en su performance. Sin embargo, deja a la gente con incertidumbre, con ganas de saber qué es lo que va a suceder, el mago ya no solo somete a sus espectadores, les crea una dependencia de seguir presenciando su acto sin sentido, vacío, violento, y estos aplaudirán cada vez que el mago haya concluido con su espectáculo lleno de fantasías (metáfora desde lo propuesto por Jorge Alemán, 2019).
Comentarios finales: el mito de la “nueva normalidad”
La “nueva normalidad” tan anhelada por varios gobiernos y capitalistas, solo habla de que se quieren mantener las cosas como antes: bajo esa “normalidad” conocida, pero a la vez revestida con el adjetivo novedoso, dentro de ciertos márgenes, con ciertas leyes, ciertas personas al frente, ciertas empresas, ciertos salarios. Cualquier desviación, como sucede en lo estadístico, será considerada “anormal”. El imperativo de “nueva normalidad” respondería a intereses que siempre han estado ahí, queriendo preservar lo mismo, queriendo, como argumentaba en otro espacio (López-Ríos, 2020b), repetir lo pasado para retornar a eso destructivo, a lo inerte, a lo muerto que es el capital. Hoy no necesitamos una “nueva normalidad”, aquella promocionada y ofrecida como panacea que al final mantendrá las cosas dentro de lo conocido. Si esta “nueva normalidad” no conduce a la emancipación del capitalismo, la crisis volverá: quizá con otro virus, tal vez con una guerra nuclear o con la aniquilación total del planeta. La “nueva normalidad” sigue el mismo esquema capitalista: seguirá el imperativo de trabajo, los tiempos controlados, los salarios paupérrimos, la creencia de libertad y un “yo” que todo lo puede frente a las crisis con sus adjetivos de “resiliencia”.
Hoy más que nunca necesitamos la vacuna contra la COVID-19. Sin embargo, esto sería como tratar un dolor de cabeza siendo este signo de “otra cosa”: hace falta tratar todo en su conjunto. Lo que hoy necesitamos no es una “nueva normalidad”; a lo que deberíamos apostarle es a una “nueva realidad” en la que los intereses no sean los de unos cuantos y para beneficio de estos. La ilusión de eternidad del capitalismo se nos muestra porque no pensamos en su después histórico (Alemán, 2019), sin embargo, en el camino nos encontraremos para ese “después histórico”, ese retorno de lo “reprimido” en el capitalismo, como Pavón-Cuéllar lo ha reflexionado en otros espacios, ese camino iniciado por Marx y Engels y el que seguimos los marxistas. Lo que necesitamos, además de la vacuna contra la COVID-19, es la vacuna contra el capitalismo; necesitamos “anticuerpos” que resistan la lucha que se avecina por ese mundo mejor.
Marx y Engels lo adelantaron hace 172 años: el capitalismo está cavando su propia tumba. Pero necesita a alguien que lo entierre con varias capas encima para dar paso a una nueva posibilidad (ni extrañarlo en el “duelo” ni revivirlo cada que se le recuerde) en la que, tal como estos dos emblemáticos autores mencionaron: “En sustitución de la antigua sociedad burguesa, con sus clases y sus antagonismos de clase, surgirá una asociación en que el libre desenvolvimiento de cada uno será la condición del libre desenvolvimiento de todos” (1848, p.50). La oportunidad existe. Hoy es momento de involucrarnos con la clase trabajadora, superar nuestra fantasía de pequeños-burgueses que se nos engendra en la academia y se refuerza en los trabajos. El trabajo de Marx y Engels sigue vigente, y esa vigencia la adelantaban ellos mismos al afirmar que las condiciones históricas habrán de determinar esa búsqueda del “mundo mejor”.
Referencias
Alemán, J. (2019). Capitalismo. Crimen perfecto o Emancipación. Barcelona: Nuevos Emprendimientos Editoriales.
López-Ríos, P. (2020a). La COVID-19 frente al Manifiesto Comunista: ¿profecía cumplida?. Versus la Psicología. Recuperado de: https://versuslapsicologia.wordpress.com/2020/08/31/la-covid-19-frente-al-manifiesto-comunista-profecia-cumplida/
López-Ríos, P. (2020b). AMLO y su compulsión a repetir: entre la pulsión de muerte y el capitalismo. Versus la Psicología. Recuperado de: https://versuslapsicologia.wordpress.com/2020/08/26/amlo-y-su-compulsion-a-repetir/
Marx, K. y Engels, F. (2004). Manifiesto Comunista. Madrid: Akal. (Original publicado en 1848. “Manifiesto del Partido Comunista”).
Pavón-Cuéllar, P. (2020a). El capitalismo devorando a sus hijos. David Pavón-Cuéllar. Recuperado de: https://davidpavoncuellar.wordpress.com/2020/06/25/el-capitalismo-devorando-a-sus-hijos/
Pavón-Cuéllar, P. (2020b). Subjetividad, deseo y potencia. ¿Cómo repolitizar la pandemia?. David Pavón-Cuéllar. Recuperado de: https://davidpavoncuellar.wordpress.com/2020/07/07/subjetividad-deseo-y-potencia-como-repolitizar-la-pandemia/
Pavón-Cuéllar, P. (2020c). El coronavirus como síntoma del capitalismo. Oktubre. Recuperado de: http://oktubre.cl/2020/04/06/el-coronavirus-como-sintoma-del-capitalismo/