Escrito por: Tendencia Socialista de Morena
“Las tradiciones de todas las generaciones muertas oprimen como una pesadilla el cerebro de los vivos” Marx, El dieciocho brumario de Luis Bonaparte
El 2018 se acerca rápidamente y a la vista está, por un lado, el imperialismo americano con sus esbirros nacionales, la burguesía parásita mexicana y sus tres partidos que defienden a ultranza sus intereses (PRI-PAN-PRD) y por el otro una izquierda fraccionada en pequeñas organizaciones ultraizquierdistas sindicatos combativos pero con una visión muy gremialista y sectaria, y Morena, organización que nace al calor de los combates contra el fraude electoral del 2006, la falta de democracia interna del PRD, la defensa del petróleo en 2008 y la campaña electoral del 2012.
Este artículo no tiene el fin de explicar cómo deberíamos de actuar de cara a la siguiente coyuntura, sino de poder explicarnos qué es lo que sucede dentro de Morena y poder ofrecer una alternativa al debate sobre la democracia interna y las tareas políticas que tiene por delante.
Una herencia maldita
Como Marx explica en su Dieciocho Brumario, el pasado pesa de forma brutal en la mente del presente. En política esto lo podemos entender perfectamente, cada organización que nace, no surge de algo puro, o de la nada, sino como rechazo a algo o alguien. Regularmente un nuevo partido de masas –las sectas crean cada semana un nuevo partido revolucionario de 5 o 6 personas, en este caso no los contaremos a ellos- se gesta en el seno de otro, en una lucha por una política diferente, una dirección o métodos diferentes. Morena surge así, es una corriente que se gesta al interior del PRD, que rompe con sobre la lógica de luchar contra el oportunismo, el carrerismo y la anti democracia de las diferentes tribus corrompidas.
El líder de este movimiento (ahora partido) ha sido y es, Andrés Manuel López Obrador, ex militante del PRD y del PRI. Su actual popularidad dentro y fuera de Morena se debe a su actividad política en torno a la lucha presidencial del 2006 -2012, por su actuar como dirigente del PRD y estar al frente del gobierno del DF y todas las políticas asistencialistas que impulsó desde el cargo. Se ha manejado como un líder honesto. Todo esto lo ha puesto como uno de los políticos mejor posicionados para pelear, nuevamente, la presidencia en el 2018.
Él se decidió a formar Morena, en un momento en que las condiciones (muchos jóvenes, mujeres y trabajadores sacaron la conclusión que el PRD ya no funcionaba como una herramienta de lucha y era necesario formar un nuevo partido para hacernos del poder y terminar con la miseria) estaban dadas. Así, en el 2012, después de que el PRI comprara la presidencia, AMLO convocó a la formación de este partido. En asambleas se discutió el hecho de que se siguiera manteniendo como movimiento o partido, en ese momento muchos tenían miedo de que la figura de partido implicara repetir los mismos errores que el PRD, que se generara una capa de burócratas con intereses propios y se enquistaran en la estructura del partido, que se dejara de pelear para convertirse en una simple máquina electoral, etc. Desgraciadamente todo esto ha pasado, pero no es el resultado del simple hecho de haber optado por el partido como alternativa, sino de una política sistemática que se ha seguido a lo interno.
Los primeros representantes y la conformación del primer Consejo Nacional
En esas mismas asambleas donde se discutió el ser partido o movimiento, también se escogieron los primeros consejeros distritales, los mismos serían delegados al congreso nacional. Tenemos que decir claramente que desde el principio ha habido grupos en Morena -a pesar de que los estatutos dicen que no se permite corrientes internas-. Estos grupos que no tienen un documento programático diferente al que se plantea en el programa o estatutos del partido, se agrupan detrás de “personalidades” políticas, es decir ex funcionarios del gobierno, dirigentes de corrientes del PRD o de otros partidos, etc.
Estas corrientes no pudieron, como querían, hacerse de toda la estructura de Morena, por el empuje de la base, había un ambiente de cambio y ganas de organizar algo diferente dentro de Morena, que no fuera igual a todos los partidos.
Así, la conformación de las estructuras de dirección se dividieron a nivel nacional entre gente de grupos e independientes. Las corrientes, desde siempre han manejado una doble moral al hablar de No grupos, sin embargo ellos mismos eran un grupo. Tenían la intención, y hasta ahora lo han logrado, de que los únicos organizados fueran ellos y no las bases. Sobre esta lógica fueron a negociar cargos en todas las estructuras partidarias, los veíamos ahí, tímidamente, sin asomar mucho la cabeza, porque no querían quemarse todavía, porque había temor de denuncias y principalmente, no había presupuesto por el cual pelear.
Hubo dos cosas que resaltar en la primera dirección, tanto estatales, distritales y nacionales, había ganas pero no mucho conocimiento hacia dónde tirar, el único que tenía un proyecto claro de lo que quería para Morena fue AMLO. Desde el comienzo dijo que a él lo que le importaba era llegar a la presidencia, para de ahí emprender “la gran transformación del país”. Él ha seguido esa línea y sobre ella no se ha movido un centímetro.
Muchos delegados distritales quisieron emprender la tarea de organizar las tareas para lo que fueron electos, ya sea la formación política, la actividad entre mujeres, entre los trabajadores, etc. El caso es que como ahora se tenía que intervenir en elecciones, lo primordial era ganar el registro, entonces todas estas actividades, que hacen de un partido vivo una estructura de compresión, organización y lucha cotidiana, se quedó por detrás para dedicar a todo el mundo a sacar firmas para el registro y después a movilizar votos para las elecciones.
El problema de fondo es de objetivos políticos
Aquí vemos dónde se origina el problema de fondo, a Morena se le ha dado una orientación, no de un partido político de izquierda, estos son organizaciones democráticas donde se discuten documentos de perspectivas nacionales e internacionales, documentos organizativos y de objetivos de trabajo, donde su base puede emendar estos documentos si cuenta con un apoyo suficiente, donde las actividades de formación política y el trabajo entre su base, los sindicatos, los trabajadores precarios, la juventud, las mujeres, por los presos políticos, los campesinos, etc. En esas batallas cotidianas el partido se tiene que hacer indispensable para la gente, tiene que estar ahí, hombro a hombro. Esto es un partido político de izquierda, ya no digamos revolucionario o socialista, sino dentro de los límites de los partidos de izquierda progresista.
Lo que vemos en Morena no es esto, sino el querer ganar elecciones a toda costa, eso, que es un medio, se convierte en el fin último para llegar al codiciado gobierno. Entonces todas las estructuras y métodos están sujetos a este objetivo. No importa que se impongan candidatos, no importa que se imponga una nueva estructura, no importa que las bases no opinen, no importa que no luchemos por las reivindicaciones del pueblo, siempre y cuando, sigamos avanzando para ganar elecciones.
El régimen de partido se podrá corregir y mejorar en la conexión con una política correcta del partido. Mientras nuestro objetivo siga siendo ganar elecciones, todos los viles métodos internos, como lo es la falta de democracia, imposiciones, expulsiones o aislamiento a personas críticas, arribismo, y un largo etcétera, que ahora se repiten en Morena se acentuarán y llevarán al partido a la bancarrota.
Cría cuervos y te sacaran… de la lista
Las elecciones del 2015 en las que Morena ganó una serie de delegaciones en la Ciudad de México y algunos diputados federales a nivel nacional significó el banderazo de salida para que todas las corrientes ex perredistas y de otros partidos al interno de Morena subieran a escena. Hemos visto actuaciones lamentables de estos “dirigentes” partidistas.
En algunos estados de la República, son ex priistas los que se montaron al barco, y aprovechando su “perfil” –en realidad prometiendo votos y dinero- ahora están al frente del partido, marginando a todos los que se oponen a su mandato. En otros casos, algunos diputados locales que eran del PRD o de Movimiento Ciudadano ahora son los que están creando su corriente a expensas de los intereses de Morena y designan quiénes sí, o quiénes no son miembros o encargados de alguna tarea.
Incluso el mismo AMLO ha sido víctima de su propia política. Recordemos que en las pasadas asambleas distritales para escoger delegados distritales y congresistas nacionales, a AMLO se le relegó hasta la 4ta posición porque los acarreados que llevó un adepto de Batres, votó en bloque por sus candidatos. Es ridículo y alarmante lo que sucede, pero también bastante ejemplar. Los pequeños líderes locales, que tienen a gente organizada, ya sea por negocios, por necesidades de la gente o porque ha prometido darles algo a cambio de su voto, van a las asambleas a votar de forma incondicional por listas previamente acordadas entre las cúpulas de corrientes. Morena se ha convertido en botín económico de algunos politiquillos ambiciosos.
Pero esto no sucede a la espalda de la dirección nacional de Morena. Es la dirección la que impulsa estas cosas. AMLO, con el fin de seguir consiguiendo apoyo, ya sea material, financiero o promesas de voto permite que todo suceda, incluso lo profundiza a su manera.
Un partido dentro del partido
La conformación del nuevo Consejo Nacional y las nuevas direcciones estatales y distritales fueron, en la mayoría de los casos, un desastre. Se conformó, no sobre proyectos y propuestas, sino con acuerdos de grupos que tenían tantos delegados –es decir votos-. En algunos casos las asambleas para escoger las direcciones estatales ni siquiera se llevaron a cabo, fueron reventados por provocadores del PRI, del PRD o de algunos “dirigentes” de Morena.
En todos los estados donde ha habido elecciones y Morena ha participado ha habido fuertes disputas de los diferentes grupos, comités de base o personas que no están de acuerdo con la imposición de candidatos. Los resultados son claros, muchos compañeros y compañeras, militantes de base se han abstenido de participar en las campañas, se han salido del partido o son escépticos frente a las propuestas que ofrece la dirección.
AMLO sacó una conclusión de todo esto, que más que ser una respuesta a los problemas, los viene a agravar. El 20 de noviembre del 2015 se planteó en el Consejo Nacional la idea de construir una estructura alterna a la del partido, que puede pasar por encima de ella incluso, la de los “Enlaces” estatales, estos a su vez escogen a los enlaces distritales y estos a los coordinadores territoriales.
Todos estos “nuevos” enlaces no han sido elegidos en ninguna parte, simplemente son leales a uno, que a su vez ese es leal a otro y ese otro a AMLO. Estamos hablando de un partido dentro de un partido. Andrés Manuel ha decidido que las estructuras partidarias no son lo que él necesita y entonces forma una estructura afín a él. El objetivo de esta estructura es garantizar la promoción y defensa del voto, de cara a las elecciones, pero seguramente también será una herramienta para fortalecer la corriente de AMLO dentro de Morena y tomar el partido para sus intereses, si es que no gana en las siguientes elecciones.
¿Qué alternativa tenemos?
Esta idea de ganar a toda costa las elecciones no solo ha desvirtuado y aplastado la democracia interna del partido, su alcance va más allá. Recordemos las últimas declaraciones que ha hecho AMLO con respecto a Peña Nieto: En un primer momento ofreció ser un garante de un gobierno de transición, esto quiere decir, apaciguar el ambiente para que este régimen termine su periodo. La segunda declaración vino cuando los maestros estaban en una lucha a muerte contra la reforma educativa, y el dirigente de Morena pidió no derogarla, sino modificarla, porque, según él, debilitaría aún más a este gobierno y eso era muy peligroso para “reconstruir de cero” su autoridad.
Estas declaraciones, este cambio en la línea política de Morena -se entiende que cuando habla AMLO habla a nombre de la dirección de Morena-, no representan el sentir de la base del partido, de los que nos organizamos y luchamos diariamente contra este gobierno. De opositores pasamos a ser defensores, sin ningún tipo de discusión.
Estas declaraciones alejan aún más a la militancia crítica. Haciendo un paréntesis, esto mismo pasó en el PRD bajo la dirección de Amalia García, la política, en aquel momento, de los amarillos, era tan repugnante para la base crítica que ésta se alejó del partido, al mismo tiempo, esto profundizó que la dirección tuviera todo el control, sin ninguna oposición y que la política a la derecha del PRD fuera más descarada cada día, el siguiente paso fue la desaparición de los comités de base.
Morena está bajo un dilema, o se hace algo desde dentro para rescatarla de la lógica electorera y lucha por su democracia interna, o en poco tiempo se convertirá en una caricatura bizarra del PRD. No se trata de honradez de unos cuantos personajes, sino de la vida interna de un partido político, de hacer valer a su base y su experiencia colectiva. De la necesidad de vincularse con la lucha de nuestros pueblos, se ver que no solo la vía electoral es el camino para transformar este país, la lucha en las calles, históricamente lo ha hecho.
Hoy se aplica el viejo dicho de uno de los pilares del corporativismo en México, Fidel Velázquez, ese asesino de trabajadores que decía, siempre sonriendo: “El que se mueve no sale en la foto”. Hoy quien dice algo en contra de AMLO o del CEN simplemente es relegado, marginado, se le impide hacer construcción de comités temáticos o de vinculación a las luchas populares. Se puede decir que el que no se pliega a la dinámica electoral no cabe en Morena. Pero la última palabra no se ha dicho.
Tenemos que formar una corriente política e ideológica que pueda abrir un debate a lo interno de Morena sobre estos dos planteamientos, la discusión sobre una línea política que vincule a este partido con la lucha de nuestro pueblo, y sobre la democracia interna. Si logramos acumular a un número de compañeros y compañeras de los diferentes estados y nos organizamos, estaremos en la posibilidad de luchar, a lo interno, por hacernos valer. La moneda aún está en el aire.
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