“Los obreros movemos a México… piches ridículos”
Un obrero enfrentándose a la manifestación de ultraderecha
El día 30 de mayo se realizaron protestas en forma de caravanas de automóviles por parte de seguidores del llamado Frente Nacional Anti-AMLO (FRENA), según el diario Reforma, éstas se replicaron en 40 ciudades. En el mejor de los casos fueron cientos de personas o más bien de automóviles y en el peor se trataba de una manta sostenida por un par de sujetos.
Las movilizaciones son pequeñas en cuanto a su cantidad, pero muy significativa en cuanto a su contenido. En ellas afloran todos los prejuicios que durante cientos de años las clases en el poder han difundido como “valores”: el odio al color obscuro, a los gobiernos de izquierda, a los trabajadores, el miedo al comunismo, el rechazo a las políticas sociales, el llamado a la violencia para derrocar al gobierno que ellos consideran de la “chusma”.
Este no es el primer esfuerzo de movilizaciones de la derecha y no será el último. El hartazgo de dichos grupos es atizado por la crisis económica y obviamente es patrocinado por algunos sectores de la oligarquía.
Recientemente se filtró un audio del periodista Pedro Ferriz de Con en donde señala la necesidad de impulsar acciones de resistencia civil y que éstas pueden llegar a hacer un pedido a los Estados Unidos a intervenir directamente nuestro país. Esto se hace de manera simultánea a la secuencia de vídeos publicados en orden casi cronométrico, protagonizados por deportistas, cantantes y cómicos, criticando la política de AMLO, como para generar una opinión pública favorable a otro tipo de acciones.
A la proclamación del FRENA se le suma la declaración de un miembro del consejo de administración de la cadena Soriana, Pedro Luis Martin, la cual busca evitar que AMLO cumpla tres años en el poder, de ese modo se podrían adelantar las elecciones. En el caso de que un referéndum revocatorio se hiciera en las fechas que el Congreso ha aprobado, de perderse, se tendría que nombrar a un sustituto o un presidente interino para que culminara con el periodo de seis años.
Los Ferriz, los Loret de Mola, y toda una serie de grupos de diversa índole, como Mexicanos Contra la corrupción de Claudio X. González, la Coparmex, el PAN, el partido de Calderón (México Libre), se irán unificando en pos de la tarea de derribar a López Obrador.
En las altas esferas, los Slim, los Azcárraga y los Salinas Pliego, hacen un doble juego, por un lado, mezclan el chantaje con la adulación, manteniendo un canal directo con AMLO, por el otro dan el margen para que la mayoría de sus “ejecutivos de los medios” se sumen al linchamiento mediático, que ya se ha convertido en campaña permanente.
No obstante, AMLO no duda en responder a los cuestionamientos en función de los ataques de la derecha, ante eso dice que “su relación con los empresarios es excelente” que le hablan por teléfono y se invitan a comer.
Exceptuando el tema de la construcción del aeropuerto en Texcoco y de la generación de electricidad, que ya era un saqueo escandaloso por parte de empresas canadienses, españolas y gringas, AMLO se ha abstenido de efectuar acciones en contra de la gran burguesía mexicana, remitiéndose simplemente a pedir que paguen puntualmente sus impuestos.
Como hemos repetido muchas veces, el problema que tiene la burguesía con AMLO, no es porque él implementa una política económica radicalmente distinta a la de los últimos 30 años, de hecho, aunque tiene matices en esencia es la misma. El problema es que durante años el gobierno se había convertido en una oficina de trámites del Consejo Coordinador Empresarial o del Consejo Mexicano de Hombres de Negocios. Muchos políticos pasaban del gobierno a los consejos de administración de bancos o multinacionales y viceversa. En pocas palabras, las anteriores administraciones eran empleados del capital privado.
Ahora hay un gobierno que está integrado fundamentalmente por elementos ajenos a la oligarquía, aunque ésta mantiene algunas posiciones claves como la de la oficina de la presidencia, pero a estas alturas sería una locura pensar que el actual director de Pemex aspire a ocupar un cargo en Shell o Exxon, o que Manuel Bartlett, con todo lo corrupto que es, aspire a integrarse a Iberdrola, o que el mismo AMLO se convierta en miembro del consejo del Wall Street Journal, como sucedió con Carlos Salinas.
El gran problema de AMLO es que, si bien no es un representante de la oligarquía, no quiere ser su enemigo, busca la conciliación una y otra vez, y hará todo lo posible por evitar conflictos con los sectores estratégicos del gran capital, quiénes son los que realmente dirigen la economía en términos estratégicos.
Ese es también el problema que tiene con los trabajadores los cuales nos damos cuenta que AMLO no está implementando medidas radicales para quitarles realmente el poder a los grandes burgueses. Incluso estaría dispuesto a sacrificarnos en aras de proteger una paz entre las clases, que realmente solo existe en su cabeza.
Un ejemplo de ello es el outsourcing que debió ser prohibido pero que, producto del temor a hacer enojar a los dueños del capital, todo quedó en una reforma desabrida. Otros ejemplos son el sistema privado de pensiones, las tasas de interés que cobran los bancos, el monopolio de la distribución de alimentos como Wal-Mart, Soriana y un lago etcétera.
Los trabajadores no deseamos que el gobierno de AMLO caiga, la mayoría de nosotros votamos por él. Lo que sí queremos es que implemente una política que realmente apoye a la economía de los trabajadores. Queremos que los trabajadores asuman un papel protagónico en la toma de decisiones del país.
Los trabajadores estamos totalmente enfrentados con los grupos de derecha y ultraderecha y queremos que se les combata de manera franca y contundente. Llamamos a no confiar, a no creer en la demagogia de la ultraderecha, porque si algo tiene es un odio mortal en contra de la clase trabajadora y en el fondo aspira a una dictadura abierta para aplastarnos.
Los trabajadores no podemos depender del gobierno, debemos movilizarnos por nuestras demandas de forma independiente, dejando claro que ahí donde el gobierno implemente políticas contra nuestros derechos habrá que luchar contra esas políticas pero señalando claramente que no estamos dispuestos a compartir ninguna acción que le haga el caldo gordo a una derecha que solo aspira a aplastarnos.
Debemos hacer un llamado a las bases de Morena a que se movilicen, a que planten cara de forma unificada y a nivel nacional, no hay que olvidar que la debilidad invita a la agresión y si no se hace nada, con el tiempo los grupos de ultraderecha pueden llegar a agredir a militantes de izquierda y espacios de organización.
Llegado el momento debemos unificar nuestras luchas y movilizarnos, dirigir nuestra actividad por medio de huelgas y todo tipo de acciones en contra de la burguesía.
Muy pronto será nuestro turno y entonces el gobierno tendrá que elegir si esta con nosotros o en nuestra contra, a sabiendas que, así como Madero confió en Huerta y Allende confió en Pinochet, facilitando la traición, así mismo los “amigos” de AMLO se preparan para apuñalarlo por la espalda.