Esta semana, la primera de regreso a las actividades dentro de la UNAM, se mantiene el paro en la facultad de filosofía, el cual ha durado más de 3 meses. Lejos de terminarse, todo parece que la lucha contra la violencia y el acoso a la mujer dentro de nuestra universidad va en ascenso. Ahora son 11 escuelas que han votado paros, ya sea de forma indefinida, por 48 o 72 horas. En la gran mayoría de los casos, quienes han tomado la iniciativa de la lucha han sido los grupos de compañeras organizadas en colectivas feministas llamadas radicales o separatistas. En algunas escuelas los paros han sido secundados por asambleas o votaciones, en otras, han sido estos grupos feministas los que han tomado la escuela.
¿Cuál es la causa de los paros?
Ahora mismo todo mundo sabe cuál es la causa de estas protestas. México es el país más peligroso para las mujeres jóvenes en todo el continente. El año pasado han sido asesinadas 2,261 mujeres, estos asesinatos están catalogados como feminicidios, es decir, se nos mata por el sólo hecho de ser mujeres. Para tener una comparación de lo sucedido, el segundo país, después de México, en número de feminicidios es Argentina con 345. Alguien dirá: México es más grande. Pero el problema no solo es ese, sino la situación de brutalidad con que se asesina, el acoso incesante que se vive todos los días, las desapariciones -en su mayoría de jóvenes de entre los 13 y 29 años-, la impunidad que hay sobre todo esto, la parálisis del Estado que no tiene una respuesta clara para detener esta masacre, las autoridades ineptas y cómplices de todo esto que detienen las denuncias, etc.
Solo por dar otro ejemplo: “México Evalúa, usando datos de la Encuesta Nacional de Seguridad Publica Urbana (ENSU), en su edición de diciembre de 2019, realizó un análisis que arrojó datos escalofriantes: cuatro de cada 10 mujeres mayores de 18 años sufrieron algún tipo de violencia sexual durante el segundo semestre del 2019”. Esto implica que en los últimos 6 meses 6 millones de mujeres sufrieron un ataque sexual. Si ponemos los números por día nos da que a diario 33 mil 333 mujeres fueron atacadas sexualmente. Esto es barbarie.
El mismo informe nos dice que el 99.7% de los ataques sexuales -esto abarca la cuestión de acoso, abuso u hostigamiento sexual- no fueron denunciados. Alguien podrá preguntar ¿Por qué no se denuncian? La respuesta es sencilla, de todas las denuncias por agresión sexual en el país, el 99.8% de ellas no llegan a abrirse investigación. Además de la revictimización que se hace en los ministerios públicos de las víctimas. En una palabra, no les importa lo que denunciamos.
Lo que sucede dentro de las escuelas de la UNAM -esta situación es aún peor en las escuelas de medio superior. Por cierto, no solo el problema es en la UNAM, sino en todas las escuelas del país- es una copia de lo que sucede en México. A diario las mujeres sufrimos agresiones sexuales por parte de los maestros, de los compañeros, de los directivos, etc. Es una situación intolerable. Cuando se llega a la denuncia las mismas instancias de las autoridades universitarias te presionan para desistir de ellas, ya sea por la vía de trabas burocráticas o por presiones psicológicas -vas a desprestigiar al maestro, su carrera está en peligro, tal vez entendiste mal, etc.-.
Justo cuando en diferentes escuelas se está dando una lucha contra toda esta porquería, un tipo de la facultad de Políticas se le ocurre grabar a una compañera en el baño. Este hecho nos da una idea de que los agresores se sienten seguros bajo el régimen que hoy gobierna, dentro y fuera de la UNAM. Lo hacen una y otra vez porque no hay repercusiones a sus actos. Esta es la razón por la cual hay un malestar generalizado entre las mujeres de la universidad, el porque ya no se soporta más esta situación. Lo único que quiere hacer el gobierno es quitar la figura de “feminicidio” para que las siguientes mujeres asesinadas se pierdan en la lista de los miles de muertos que hay. Lo único que atina hacer la Universidad Nacional es: decir que se están atendiendo las demandas y presionan para que la lucha termine.
¿Cómo resolver esta problemática?
Algunas compañeras, colectivas feministas y separatistas, algunos grupos anarquistas, piensan que haciendo acción directa -es decir, tomar medidas como los paros, montar barricadas, destrozar vidrios y puertas, etc.- es la forma de ganar esta lucha. El problema es que este método de lucha resulta contraproducente, desde nuestro punto de vista.
Para que una lucha triunfe se necesita que en ella participen la mayor gente posible, mientras más grandes y masivas sean las manifestaciones, las asambleas, hasta los paros, la presión del movimiento a la autoridad es mayor. A la autoridad, como al gobierno, quien les da legitimidad a sus actos es su institucionalidad, es decir, formar parte de tal o cual cargo y que ese cargo este avalado por una “ley”, ya sea la Ley Orgánica de la UNAM, o ser parte del Consejo Universitario. Mientras tanto, el movimiento estudiantil y de las mujeres solo pueden hacerse sentir por su fuerza, su masividad en las calles, en las reuniones, etc.
Un paro, aunque haya sido votado por muchos estudiantes, si se prolonga, tiende a alejar a la mayoría de las estudiantes. Solo el sector más comprometido o militante se queda en las guardias. El paro o la huelga están hechos para liberar de las tareas académicas a los estudiantes, para que estos intervengan en la lucha. Si el paro lo que hace es mandar a la gente a su casa, no suma, sino resta. Además, da la impresión de que no hace falta que la comunidad participe porque para eso hay pequeños sectores que se sacrifican por el movimiento, mártires de la lucha.
Una lucha, un paro, una asamblea, plantea una ruptura en la rutina diaria del estudiante o el trabajador y un cambio en el comportamiento. La lucha hace que las relaciones entre la comunidad sean más fraternas porque las conciencias cambian. El activista que creía que él solo podría venir a salvar el mundo se encuentra con una compañera que lucha y pelea igual que él -o mejor- y la relación de subordinación desaparece, el trato es más equitativo. Ahora ya no se necesita que una mujer sea rescatada o apoyada. Lo que se necesita es la unidad de dos personas, de muchas personas.
Los paros sectarios alejan a la comunidad, es decir que castran la fuerza del movimiento. Por otro lado, al ser separatista, no dejan que ese machismo, esa forma masculina de ver el mundo se disuelva en el ambiente de camaradería, solidaridad y debates. Al final estos paros justamente consiguen lo contrario de lo que buscan. Se forma una nueva “vanguardia” de chicas que se aleja del movimiento de mujeres, jura y perjura que el movimiento es para terminar con la violencia, pero ahora ellas violentan otras mujeres y hombres. Comienzan en un punto y terminan en el contrario.
Las autoridades de la UNAM han aprendido a lo largo de su historia como lidiar con el movimiento estudiantil. Siempre tratan de dividir la lucha (paristas-no paristas, estudiantes- activistas, estudiosos-burros, etc.) a partir de estas divisiones buscan generar que una parte del estudiantado les apoye en sus propuestas y buscan que ese sector sea el mayoritario para deslegitimar la movilización e impedirla. Si no logra su objetivo con la división y la lucha trasciende a un paro, la táctica de la autoridad universitaria es el desgaste, deja que la huelga avance, presiona a los académicos para que ellos a su vez presionen a los estudiantes y los estudiantes presionen a los activistas. Llega el momento que la presión de un paro indefinido es más carga para el activista que para la dirección. Llegado el momento, va a ser la desesperación de los estudiantes por volver a clases, el desgaste de las activistas, y la represión de la autoridad que tienden a terminar con la lucha. Tenemos que evitar a toda costa que esto suceda ahora.
¿Hay mano negra detrás de los paros?
Siempre va a haber quién trate de sacar provecho de una lucha legítima. Las autoridades de rectoría, los medios de comunicación y hasta el Peje han dicho que detrás de los paros hay otros intereses. Ya hemos dicho que hay una causa muy justificada para luchar, simplemente nos están matando y violentando y no hacen nada. Dicho esto, hay quienes están interesados en sacar provecho de esta lucha. No podemos negar que entre las autoridades universitarias hay grupos de poder que luchan unos contra otros y tratan de utilizar el movimiento estudiantil.
La única forma de evitar que la lucha actual sirva a grupos internos para golpear o ganar posiciones, es convirtiéndola en una movilización masiva de los estudiantes y mujeres, que las decisiones a seguir sean tomadas democráticamente en asambleas de las escuelas y facultades, que los comunicados sean resultado de una discusión democrática de la comunidad estudiantil, de los trabajadores y los académicos progresistas. De esta forma no habrá dudas de que alguien manipula en lo oscuro o detrás de una máscara nuestras demandas legítimas.
Organicémonos para vencer
Pensamos que tenemos mucho por lo que luchar, apoyamos las demandas de las compañeras que están manteniendo los paros, apoyamos que otras escuelas se sumen a la lucha y luchamos para terminar con la violencia machista. Pero pensamos que la forma de hacerlo es por medio de asambleas masivas, que la comunidad intervenga y debata, que los planes de acción sean discutidos democráticamente. La lucha debe ser no solo de las mujeres, cualquier idea que divida y separe, favorece a las autoridades.
No estamos a favor del punitivismo, por eso pugnamos por la discusión fraterna para solucionar los casos de violencia y agresiones. Las asambleas por escuela deberían de convertirse en tribunales que puedan juzgar los actos de acoso y agresiones sexuales y tomen medidas dependiendo la gravedad del caso, las sanciones tendrán la finalidad de corregir y elevar el nivel de comprensión sobre la problemática; pensamos que sí son necesarios los protocolos de género y la ayuda psicológica para cualquiera de nosotras que sea víctima de cualquier ataque, pero estos protocolos no deben servir para que las autoridades fortalezcan su medidas represivas contra el movimiento estudiantil o grupos políticos; los profesores, estudiantes y trabajadores acosadores deberán ser retirados de sus cargos mientras que dure la investigación, en caso de que se confirme la denuncia tendrá que ser separado de su cargo definitivamente. Pensar que todos los problemas de violencia sexual se pueden arreglar en los márgenes de la UNAM es un error, la lucha necesariamente tiene que pasar por transformar el régimen capitalista y luchar por una sociedad justa, democrática y alejada de todo tipo de violencia, una sociedad socialista.
Ponte en contacto con nosotras y organicémonos, discutamos y luchemos para terminar con la opresión de la mujer.