Escrito por: Rubén Rivera
Controlan el crédito del país, con el la mayor parte de los negocios rentables, forman parte de los consejos de administración de las empresas que se dedican a la producción, distribución y comercialización de la economía del país y la mayoría de ellos no son mexicanos:
Los dueños de Bancomer, tiene su sede en Bilbao, España, controla el 23.19% del mercado, Banamex es propiedad del Citi Bank de Nueva York, y controla el 14% de los activos, Santander, también español tiene el 13.5%. Scotiabank el 6. 2 % y HSBC tiene el 6.5%, esto es prácticamente el 70% de la banca es propiedad de sociedades extranjeras y por supuesto su rentabilidad se reporta a su centros, de hecho son la causa principal de estabilidad de, la ya no tan poderosa banca española, pero les gusta opinar y amenazar. Es muy común que entre sus consejos de administración encontremos a exfuncionarios o futuros funcionarios: Agustín Casterns, Ernesto Zedillo, Carlos Salinas, Jesús Reyes Heroles y Luis Ramírez Corzo, Georgina Kessel, Juan José Suárez Coppel, Pedro Aspe Armella. Sin duda José Antonio Meade, formará parte de algún Consejo de Administración, su ya añeja estancia en Hacienda y otras secretarias le da información privilegiada que los bancos están dispuestos a comprar, pero hay algo que caracteriza a todos estos políticos que han trabajado para los bancos, lo han hecho en calidad de empleados.
Los bancos miran a los políticos mexicanos como sus servidores indirectos y futuros empleados, en eso fincan su confianza. Pueden aceptarles alguna retórica un poco grandilocuente, por ejemplo, al propio Ricardo Anaya diciendo que va a luchar contra la corrupción. A fin de cuentas, Anaya es de los suyos. Su familia forma parte de la élite; primos, sobrinos, etc., que pasa de la gran empresa privada a la función pública.
Pero la situación cambia cuando se trata de un extraño y eso es lo que representa AMLO para los barones de la banca, un extraño, en este caso no interesa que jure y perjure que no les va a pasar nada, que sus negocios están a salvo, no les interesa que en realidad el margen de maniobra que tiene el estado en materia de política económica sea significativamente pequeño y que todas las palancas del poder real no residan en la presidencia, no lo quieren e incluso podríamos añadir, le temen
Carlos Loret de Mola, un vocero gubernamental que públicamente aparece como periodista, relata esto en su columna de El Universal: “el consenso es homogéneo, ya nos llevó la chingada. Y perdón por la expresión. Salimos horrorizados del Peje. Lo mucho o poco que se puede hacer para revertir esto es el momento de hacerlo”
La filtración es de un asistente a una reunión de funcionarios de Bancomer con AMLO en la que consideran un sacrílego poner a discusión el Aeropuerto de la Ciudad de México, negocio en el que, por cierto, están involucradas todas las grandes familias.
Los otros bancos también optan por todo menos AMLO, en un reportaje de El Financiero se señala:
“El 85 por ciento de los ejecutivos de alto rango encuestados por Banco Santander en febrero pasado dijo que López Obrador será derrotado en los comicios de julio próximo, tal como ocurrió en 2006 y 2012.” El Financiero 9/03/18)
Por supuesto esta opinión es más un deseo que un pronóstico.
En realidad, AMLO ha hecho bastante por no aparecer radical ante los banqueros, una de sus medidas más drásticas ha sido la de colocar como el jefe del equipo económico a Alfonso Romo, uno de los suyos, pero por mucho que el empresario diga y haga para los banqueros hay algo muy claro: habiendo tantos políticos formados a su imagen y semejanza no hay razón para permitir que AMLO llegue a la presidencia.
Ahora bien, si se mira desde el punto de vista del número de personas que representan los banqueros y sus orígenes, la verdad es que AMLO tendría muy poco de que preocuparse, se trata de un puñado, la mayoría extranjeros que en poco o en nada se interesan por los verdaderos problemas de los mexicanos.
El gran poder e influencia que gozan significa que en realidad no existe democracia en México, lo que hay es una oligarquía que permite que cada seis o tres años elijan cual se sus empleados, presentes o próximos va a gobernar.
Por supuesto la actitud de AMLO en la actualidad les hace gracia a los banqueros, quieren que se comprometa con ellos más y más, no obstante, ni aun así optarían por él.
En realidad, la banca, con sus enormes beneficios 137 mil millones de pesos, un 28% más que en 2016, los cuales van a parar a manos extranjeras no sirve para impulsar un verdadero desarrollo del país.
Lo que se debería hacer es expropiar, al menos a los 10 bancos más grandes, que controlan en 95 % del negocio en el país y a partir de ahí desarrollar una política de desarrollo de carácter enérgico, especialmente para industrializar el campo y fortalecer los sectores de bienes de consumo tan necesarios para dar al pueblo de México un auténtico desarrollo.
Una política decidida a favor de los trabajadores es lo que se necesita y no ese constante rogar y rogar que, por un lado, no convence a los banqueros y por el otro implica el abandono de la causa de los más necesitados.
El triunfo de AMLO estaría muy bien, significaría un duro golpe para la oligarquía, pero si AMLO continúa coqueteando con ellos es muy posible que si triunfa busque pactar con ellos. Eso sí significaría una traición contra la cual debemos prevenir a todos los trabajadores organizados.
Este 1 de julio hay que votar contra los representantes de la burguesía, pero al mismo tiempo hay que prepararse para dar una lucha independiente por nuestros derechos como trabajadores.