Tal era el lema del periódico de Lenin Iskra (‘Chispa’), que fundó en 1900 con un pequeño grupo de camaradas. ¡Qué ciertas eran esas palabras! Sólo 17 años después, Lenin y los bolcheviques llevaron a la clase obrera rusa al poder en la primera revolución socialista exitosa del mundo.
El éxito de Lenin se basó principalmente en su profundo conocimiento de la teoría marxista. Armado con ella, Lenin comprendió correctamente el papel dirigente que la emergente clase obrera desempeñaría en una futura revolución rusa, así como el papel contrarrevolucionario de los liberales burgueses.
A partir de esta perspectiva de una revolución obrera, Lenin comprendió la necesidad de un partido revolucionario independiente de la clase obrera.
Lenin comprendió cómo, en las condiciones de un movimiento de masas, tal partido revolucionario tendría el potencial de conectar con millones de trabajadores y otras capas oprimidas y dirigirlos para derrocar al régimen zarista y tomar el poder en sus propias manos.
Cómo construir ese partido era, por tanto, una cuestión candente del movimiento a principios del siglo XX.
Primeros años
En la década de 1890 se produjo una explosión de círculos de estudio marxistas organizados en los centros industriales que se desarrollaban en Rusia. En las fábricas recién creadas estallaban huelgas tormentosas, lo que llevó a la clase obrera a tomar conciencia de sí misma como clase.
En este periodo surgieron diversos grupos de propaganda «socialdemócrata» (es decir, marxista), que formarían los cuadros iniciales de los marxistas rusos.
Lenin participó activamente en los socialdemócratas petersburgueses desde finales de 1893. Fue durante esta época cuando Lenin aprendió a combinar la educación política con la actividad práctica de organizar a los trabajadores en la lucha.
Se utilizaron con gran éxito folletos de agitación para conectar con los trabajadores de las fábricas, en particular con los que estaban en huelga.
Los revolucionarios discutían con los obreros sus quejas y tomaban nota de sus reivindicaciones. A continuación, elaboraban folletos que exponían la lucha concreta en forma de agitación y apelaban a la solidaridad de otros trabajadores. Estos folletos fueron inmensamente populares.
Sin embargo, pronto se notaron las limitaciones locales de este enfoque. Si bien estos folletos surtieron efecto, lo que se necesitaba era una literatura que pudiera generalizar estas experiencias a toda la lucha de clases y poner en primer plano las ideas y métodos más avanzados.
Profesionalización
Por ello, en el invierno de 1895, representantes de grupos socialdemócratas de toda Rusia se reunieron para discutir cómo profesionalizar este trabajo. Acordaron establecer una literatura popular para los trabajadores que pudiera generalizar sus experiencias, conectándolas al mismo tiempo con la teoría marxista.
Para limitar las posibles detenciones, esta literatura se produciría en el extranjero. Así pues, Lenin fue enviado a negociar con el veterano Grupo para la Emancipación del Trabajo, que llevaba exiliado en Suiza desde principios de la década de 1880.
El Grupo estaba dirigido por Plejánov, considerado el principal teórico marxista ruso de la época. Sin embargo, tras muchos años de exilio, el Grupo se había desvinculado del movimiento obrero real dentro de Rusia.
Se acordó que el Grupo editaría desde el extranjero una revista teórica marxista, Rabotnik («El Obrero»), mientras que en el interior se publicaría un periódico más popular llamado Rabocheye Dyelo («La Causa Obrera»).
Sin embargo, justo cuando el primer número de Rabocheye Dyelo estaba a punto de imprimirse, la policía llevó a cabo una redada a gran escala y detuvo a la mayoría de sus dirigentes, incluido Lenin.
Economisismo
Con casi todos los cuadros experimentados de la Liga de Lucha de Petersburgo ahora en las cárceles zaristas, otros camaradas –en su mayoría inexpertos y políticamente inmaduros– se vieron obligados a ocupar sus puestos.
Esto tuvo un efecto negativo en el desarrollo político de la organización. Dado el éxito anterior de los panfletos de agitación para conectar con los trabajadores en lucha, la nueva dirección se movió fuertemente en este curso.
Con el tiempo, la dirección –compuesta en su mayoría por estudiantes y otros intelectuales– empezó a adaptarse cada vez más a las capas más atrasadas de la clase obrera.
Se impuso la idea de que a los trabajadores sólo les interesaba luchar por reivindicaciones económicas «básicas», como el aumento de los salarios y la reducción de la jornada laboral. Creían despectivamente que las reivindicaciones políticas y la teoría eran «demasiado complicadas» para que los trabajadores las entendieran.
Pensaban que la tarea de los revolucionarios era simplemente ayudar a los trabajadores a llevar a cabo sus luchas económicas y dejar la lucha política a los liberales burgueses. Esto significaba poner fin al movimiento y abandonar la construcción de un partido revolucionario.
Esta tendencia –que llegó a conocerse como «economismo»– encontró su expresión con el lanzamiento de un nuevo periódico, Rabochaya Msyl’ (Pensamiento obrero) en 1897.
Por lo tanto, era necesario que los auténticos marxistas declararan la guerra a esta tendencia y la combatieran enérgicamente dentro del movimiento obrero.
Por ello, se decidió organizar un congreso fundacional del Partido Obrero Socialdemócrata Ruso (POSDR), que se celebró en Minsk en 1898.
En ese momento, Lenin cumplía un período de exilio de tres años en Siberia. Aunque no pudo asistir, siguió con interés el desarrollo del congreso y contribuyó a los preparativos.
Sin embargo, un mes después del congreso, cinco de los nueve participantes habían sido arrestados. Esto puso fin a la organización nacional y los comités no tardaron en volver a la rutina del trabajo local.
Iskra
Hacia 1900, cuando Lenin estaba llegando al final de su periodo de exilio, la situación de los auténticos marxistas en Rusia parecía sombría.
Los economistas se habían establecido como la tendencia dominante entre los diversos grupos socialdemócratas. Además, las frecuentes detenciones perturbaban y retrasaban el trabajo de los comités.
Sin embargo, sin inmutarse, Lenin empezó a hacer preparativos para restablecer el POSDR sobre una base sana. La clave de su plan era el lanzamiento de un nuevo periódico marxista ruso, Iskra, en alianza con el Grupo Emancipación del Trabajo de Plejánov, para defender las ideas del marxismo.
La Declaración del Consejo de Redacción de Iskra, publicada en septiembre de 1900, se lee como una declaración de guerra a todas las tendencias reformistas del movimiento obrero ruso, y especialmente a los economistas.
Lenin entendía que la esencia de un partido o tendencia política son sus ideas: su filosofía rectora, su programa y sus métodos. La organización no es más que un vehículo para transmitir estas ideas al movimiento obrero en general.
De ahí que la Declaración pusiera la cuestión de la clarificación política en el centro de la campaña para refundar el partido:
«Establecer y consolidar el partido significa establecer y consolidar la unidad entre todos los socialdemócratas rusos… Esta unidad no puede decretarse, no puede lograrse mediante una decisión, digamos, de una reunión de representantes; hay que trabajar por ella.”
«En primer lugar, es necesario trabajar por una sólida unidad ideológica que elimine la discordancia y la confusión que -¡seamos francos! – reinan actualmente entre los socialdemócratas rusos. Esta unidad ideológica debe consolidarse mediante un programa de partido».
En lugar de simplemente llamar a todas las diferentes tendencias del movimiento a unirse bajo un mismo paraguas, Lenin argumentó que la única base real para un partido revolucionario unido era el acuerdo sobre sus ideas y principios fundamentales.
Como Lenin explicó más tarde en ¿Qué hacer?: «Sin teoría revolucionaria no puede haber movimiento revolucionario».
Un ejemplo del enfoque de Lenin se encuentra en su famoso artículo “¿Por dónde empezar?”, publicado en el cuarto número de Iskra. En él, Lenin ponía al descubierto los resultados de las ideas de los economistas en la práctica: el estado de fragmentación de las fuerzas revolucionarias; su absorción en el trabajo puramente local; y la conducta de aficionado que resultaba de ello.
Para combatir esto, Lenin defendió la necesidad de un periódico político. Éste enlazaría las diversas luchas de los trabajadores en toda Rusia, generalizaría sus experiencias y elevaría la conciencia de clase a la comprensión de la necesidad de una lucha total contra el régimen zarista.
Organizador colectivo
Lenin no fue, por supuesto, el primer revolucionario que utilizó panfletos y periódicos para la propaganda y la agitación. Su eficacia ha sido reconocida por los revolucionarios desde la invención de la imprenta.
Lo que Lenin captó quizá más agudamente que otros fue el potencial de un periódico revolucionario para actuar como organizador colectivo.
En la Declaración del Consejo Editorial de Iskra, Lenin explicó:
«Nos esforzaremos por lograr que cada camarada ruso considere nuestra publicación como suya, a la que todos los grupos comunicarían todo tipo de información relativa al movimiento, en la que relatarían sus experiencias, expresarían sus puntos de vista, indicarían sus necesidades de literatura política y expresarían sus opiniones sobre las ediciones socialdemócratas: en una palabra, compartirían así cualquier contribución que hicieran al movimiento y cualquier cosa que sacaran de él.»
Este tema fue desarrollado en “¿Por dónde empezar?”, donde argumentaba:
«Con la ayuda del periódico, y a través de él, se formará naturalmente una organización permanente que se comprometerá, no sólo en actividades locales, sino en un trabajo general regular, y formará a sus miembros para que sigan atentamente los acontecimientos políticos, valoren su importancia y su efecto en los diversos estratos de la población, y desarrollen medios eficaces para que el partido revolucionario influya en estos acontecimientos».
La mera tarea técnica de suministrar regularmente ejemplares del periódico y de promover su distribución regular requerirá una red de agentes locales del partido unido, que mantendrán un contacto constante entre sí, conocerán el estado general de los asuntos, se acostumbrarán a desempeñar regularmente sus funciones detalladas en el periódico panruso, y examinaràn sus fortalezas en la organizaciòn de las distintas acciones revolucionarias. Esta red de agentes formará el esqueleto de la organización que necesitamos…».
En contraste con los métodos amateurs de los economistas, Lenin abogaba por un partido formado por revolucionarios profesionales: personas dispuestas a comprometerse plenamente en la construcción del partido.
Lenin desarrolló este argumento con más detalle en su histórico libro ¿Qué hacer?
Explicó cómo, estableciendo contactos con los trabajadores y formándolos para que se convirtieran en revolucionarios profesionales, se crearía el «esqueleto» de un partido revolucionario en todos los centros de trabajo y barrios importantes. A su vez, podrían conectar con una capa mucho más amplia de trabajadores avanzados.
El periódico obrero
Para que el periódico desempeñara este papel, era necesaria la participación activa del mayor número posible de trabajadores que aportaran sus ideas y experiencias. Como Lenin imploró en su «Carta a un camarada (1904)»:
«Todos los socialdemócratas deben trabajar por el periódico socialdemócrata. Pedimos a todos que contribuyan, y especialmente a los obreros”.
«Dad a los obreros la más amplia oportunidad de escribir para nuestro periódico, de escribir positivamente sobre todo, de escribir todo lo que puedan sobre su vida cotidiana, sus intereses y su trabajo».
Recibir este tipo de contribuciones permitió al consejo de redacción generalizar las experiencias de las luchas locales y descubrir los procesos más profundos en el desarrollo de la lucha de clases.
Al sacar a la superficie estos procesos en los artículos del periódico y combinarlos con la teoría marxista, permitió a los trabajadores aprender las lecciones de las experiencias de los demás y comprender cómo encajaban en las perspectivas generales de la revolución.
Y, lo que es más importante, el periódico proporcionaba una guía para la acción, extrayendo las reivindicaciones y consignas de mayor alcance, necesarias para elevar la lucha de clases a un nivel superior.
Esto contrastaba fuertemente con el enfoque adoptado por los economistas, que se limitaba a decir a los trabajadores lo malas que eran sus condiciones, es decir, lo que ya sabían.
En última instancia, fue la fuerza de las ideas contenidas en el periódico, y su capacidad para mostrar un camino a seguir, lo que inspiró a los trabajadores a hacer enormes sacrificios de su tiempo, dinero y energía, para construir el partido revolucionario.
Crecimiento
La labor de establecer la autoridad de Iskra entre los trabajadores revolucionarios fue laboriosa y lenta al principio. Hubo que afrontar enormes dificultades y sacrificios para imprimir y pasar de contrabando ejemplares del periódico a Rusia.
Nadezhda Krupskaya, secretaria de Iskra, calculaba que sólo un 10% de los ejemplares impresos llegaban a cruzar la frontera. Muchos de los contrabandistas fueron detenidos en el proceso.
A finales de 1901, sólo había nueve agentes de Iskra en toda Rusia. Pero gracias a sus incansables esfuerzos por establecer contactos con los numerosos comités revolucionarios obreros y ganarlos políticamente para las ideas de Iskra, la influencia de los economistas se fue erosionando constantemente.
Esta red de agentes pronto creció hasta contar con unos 100-150 revolucionarios profesionales. Estos, a su vez, estaban en contacto con múltiples comités, cada uno de los cuales organizaba a cientos de trabajadores.
Tal fue el crecimiento de Iskra, que en el momento de los preparativos para el II Congreso del POSDR en 1903, los iskraístas se habían establecido como la fuerza dirigente entre los comités.
Fue en este congreso cuando el POSDR se dividió por primera vez en las facciones «bolchevique» (mayoritaria) y «menchevique» (minoritaria). A pesar de que la facción bolchevique de Lenin tenía finalmente a su favor a la mayoría del congreso, los mencheviques acabaron haciéndose con el control de Iskra debido a su campaña de sabotaje interno y a la deserción de Plejánov a su bando.
A primera vista, Lenin y los bolcheviques salieron del congreso más débiles organizativamente que los mencheviques. Pero políticamente, sus ideas se habían fortalecido.
Revolución
Durante la revolución de 1905, la suerte de la facción bolchevique se invirtió bajo la dirección de Lenin. En el fragor de la lucha, miles de los trabajadores más militantes y con mayor conciencia de clase se unieron a los bolcheviques.
Con la apertura de las condiciones semilegales, los bolcheviques produjeron un nuevo diario, Novaya Zhizn’ (‘Nueva Vida’), que alcanzó un tiraje de 50,000 a 80,000 ejemplares. Con él podían llegar a cientos de miles de personas, o incluso a millones, e influir en ellas.
El trabajo preparatorio de Iskra, al establecer el esqueleto inicial del partido durante los años precedentes, estaba empezando a dar sus frutos. Lenin señaló que «en la primavera de 1905 nuestro partido era una unión de círculos clandestinos; en otoño se había convertido en el partido de millones de proletarios».
La revolución de 1905 fue finalmente derrotada y el movimiento retrocedió varios años.
Lenin y los bolcheviques continuaron publicando varios periódicos revolucionarios durante este periodo. Sin embargo, su tarea en ese momento no era llegar a las masas, sino preservar y formar cuadros marxistas en previsión del siguiente estallido de la revolución.
Pravda
Con el resurgimiento de la lucha de clases en 1912, los bolcheviques, bajo la iniciativa de Lenin, pudieron producir de nuevo un periódico diario de masas, bajo el nombre de Pravda (la «Verdad»). Fue el primer periódico legal, lo que significaba que tenía que luchar contra la censura.
Pravda funcionó como un auténtico organizador colectivo. Los corresponsales obreros escribían en cada número, comentando todos los aspectos de la vida de la clase obrera. Tan solo en el primer año se recibieron más de 5,000 cartas.
Se crearon miles de grupos de trabajadores encargados de recoger contribuciones para el periódico, distribuirlo y recaudar fondos. En la primavera de 1914, su tiraje era de casi 40,000 ejemplares. Sin embargo, como muchos ejemplares circulaban por las fábricas, su influencia era mucho mayor.
El estallido de la Primera Guerra Mundial en 1914 interrumpió el desarrollo del movimiento revolucionario. El Partido Bolchevique quedó reducido a pequeños puñados de simpatizantes en cada zona.
Sin embargo, con el estallido de la Revolución de Febrero en 1917, las masas entraron de nuevo en el escenario de la historia.
Aunque es cierto que ningún partido «organizó» la revolución, en cada fábrica y barrio hubo, por supuesto, obreros que tomaron la iniciativa. En su mayoría eran bolcheviques, que habían sido formados políticamente durante las décadas anteriores, y especialmente durante los años de Iskra y Pravda.
Tras la caída del zar, la avalancha de obreros y campesinos sin formación política en los soviets hizo que los bolcheviques estuvieran inicialmente en minoría durante los primeros meses de la revolución.
Sin embargo, existía un núcleo sólido del partido, que había sido formado en las ideas y métodos marxistas durante todos los años preparatorios. Con la dirección de Lenin, esta capa conectaría rápidamente con los obreros más revolucionarios, para convertirse en un partido de masas y en el factor decisivo para dirigir la Revolución de Octubre.