De acuerdo con la Secretaria de Salud, el pasado 18 de agosto se registraron 28,953 nuevos contagios diarios, lo cual es el nuevo récord máximo desde la llegada de la pandemia a México, así también se alcanzó la mayor cifra de muertes con la tercera ola, llegando a 940 decesos diarios.
Mientras se escribía el presente artículo se informó que, durante las anteriores 24 horas se reportaron 6,543 nuevos contagios y 371 muertes. Eso quiere decir que el nuevo repunte en el pico de contagios supera por mucho a las dos primeras olas, pero con la diferencia de que la tasa de muertes no se ha visto rebasada.
Las autoridades informaron que, del 24 de agosto al 5 de septiembre, de los 32 estados de la república: siete estarán en semáforo epidemiológico rojo, 17 en naranja, 7 en amarillo y sólo 1 en verde.
A inicios de esta semana el gobierno de México aseguró que hubo una disminución del 10% en el último pico de la tercera ola, a pesar de los recientes contagios y defunciones. Podemos decir que esta tercera ola es el resultado de la presurosa reactivación de las actividades cotidianas (como lo es la economía y la educación) sin medidas o protocolos claros que garanticen un regreso a la normalidad verdaderamente segura. Un factor más que se suma es el avance de la variante delta, de mucho mayor contagio.
¿Quiénes son los afectados?
Según la información es la juventud, quienes todavía no han recibido la vacuna e incluso ha habido casos en infantes, quienes son más afectados por la tercera ola. Por lo tanto, los contagios y hospitalizaciones tienen muchísima más incidencia en este sector de la población.
Son los jóvenes entre 18 y 29 años los que han tenido que regresar a los centros de trabajo exponiéndose durante el traslado en transporte público, llegando a trabajar en las peores condiciones donde no existe una planificación para evitar los contagios. Esto sólo demuestra la necesidad de la reactivación económica, pero a costos lamentables, donde los trabajadores jóvenes son los que se ven empujados a jugarse la vida.
Asimismo, vemos que hay demasiada premura por regresar a clases presencialmente en el nivel básico (Preescolar, primaria y secundaria). El lunes 30 de agosto inicia el ciclo escolar 2021-2022, Delfina Gómez, titular de la Secretaría de Educación Pública señaló, en una reunión virtual con los gobernadores de los 32 estados del país: “Necesitan regresar, con todas las precauciones que hemos aprendido, a sus actividades académicas y lúdicas”. Aunque también enfatizó que el regreso a la modalidad presencial será opcional, “respetando la decisión que cada familia, institución y autoridades tome al respecto”.
A sabiendas de que no hay un plan de regreso seguro a las aulas por parte de la SEP, es sumamente importante levantar la consigna de vacunación inmediata para todo el sector estudiantil, así como asegurar las condiciones sanitarias óptimas que garanticen un regreso a clases de manera verdaderamente segura.
Volver a la normalidad
De no asegurar las condiciones para los trabajadores jóvenes y para la capa estudiantil, una vez más las grandes empresas, los patrones, las instituciones, las escuelas demuestran que nuestras vidas no les interesan y que, por el contrario, nos utilizan de nuevo como carne de cañón para acelerar el regreso a la “normalidad”.
Es así que podemos decir que la tercera ola de COVID-19 sigue y seguirá golpeando fuertemente la economía nacional. Se quiere (y después de una caída tan alta, se puede) reactivar la economía pero a costo de nuestra salud y nuestras vidas.
La Secretaria de Salud indica que el pico de la tercera ola seguirá disminuyendo, con índices más bajos a finales de agosto e incluso al finalizar septiembre. Esperaremos que los hechos los confirmen o desmientan, pero esta claro que lo que esta en juego son nuestras vidas y no se debe ante poner las ganancias de los empresarios.
Hoy más que nunca es necesaria la organización conjunta de la clase trabajadora, las mujeres y la juventud para garantizar un retorno a la normalidad de manera segura, además es necesario exigir la elaboración de protocolos, así como el reajuste de planes y programas de estudio.
Echando abajo a la gran burguesía y su sistema, que durante toda la crisis sanitaria no ha hecho más que seguir acaparando riquezas y lanzando a la población a las filas de la incertidumbre y precariedad. Sólo de esta manera podremos tomar el rumbo de la economía, la educación, y así defender un futuro digno, donde la clase trabajara, las mujeres y la juventud no tengan que cargar el peso de la crisis capitalista.