El capitalismo es un sistema que sostiene y aumenta la precariedad, desigualdad y pobreza extrema. Uno de los sectores más afectados son los niños, crecen en un ambiente de pobreza extrema, falta de oportunidades y marginación total. Existen en el mundo millones de niños y niñas que se ven obligados a trabajar.
Los albores del capitalismo y la explotación infantil
La Revolución Industrial provocó el predominio creciente de la burguesía industrial y comercial; este grupo de nuevos privilegiados monopolizó el poder económico. Durante la industrialización surgió el proletariado, clase trabajadora a la que sometieron a duras condiciones. El trabajo se realizaba en jornadas superiores a las 15 horas diarias en fábricas peligrosas e insalubres. Algunos “empresarios” preferían contratar a mujeres y niños; ya que su mano de obra era mucho más barata. El salario, que se regía por la ley de la oferta y la demanda, era extremadamente bajo y muy inseguro.
El trabajo infantil y femenino era fomentado por éstos nuevos empresarios de la industrialización; ya que mujeres y niños recibían salarios dos o tres veces inferiores a los de los hombres. Los niños eran empleados en la industria textil, en las minas, en la industria siderúrgica, etc. Y durante el siglo XVIII no se regulaba el empleo infantil bajo ninguna norma; de hecho, esta explotación estaba protegida por la existencia de una ley del parlamento británico promulgada en 1833 («The Factory Act» 1833) la cual permitía que los niños de 9 a 13 años tuvieran una jornada laboral de nueve horas diarias, y de 13 a 18 años el trabajo estaba fijado en diez horas y media. En 1891, apareció una ley que pretendía luchar contra abusos de la explotación infantil; pero sólo se limitó a elevar la edad mínima de trabajo, de los 10 a los 11 años.
Durante estos años la legislación británica prohibía de una forma terminante la formación de asociaciones obreras, pues se consideraba que debía ser el mercado quien fijase los salarios y no la presión de los sindicatos.
En Francia, durante la época de la Revolución, la «Ley de Chapelier» disolvió los antiguos gremios de artesanos y prohibió las asociaciones profesionales. En Inglaterra, las asociaciones de dicho tipo también fueron disueltas. Durante 1799 y 1800, las «Combination Laws» (Leyes sobre Asociaciones) consideraban criminal todo sindicalismo. A cualquier trabajador que participe en una huelga o que ingresara a un sindicato, se le juzgaba por dos magistrados, y de encontrarse culpable, se le sentenciaba a tres meses de prisión. En 1824 el Parlamento dictó una ley según la cual no era criminal ser miembro de un sindicato, aunque no era reconocido legalmente. Se produjo una ola de huelgas, sin embargo, el sindicalismo se debilitó, aunque no desapareció. Ya en 1834 se estableció el «Gran Sindicato Nacional Consolidado» de trabajadores industriales y agrícolas, teniendo a Robert Owen como principal sostenedor. Tenía ciertas ideas socialistas y pretendía que los sindicatos tomaran posesión de las grandes industrias, bajo amenazas de huelga; pero el «Gran Sindicato» desapareció poco tiempo después, sin alcanzar sus metas. El sindicalismo progresaba lentamente, entre 1871 y 1875 las leyes inglesas concedieron reconocimiento a los sindicatos. En 1906 aparece la «Ley sobre Conflictos Industriales», con la cual los sindicatos no podían ser sujetos a proceso judicial.
Al comenzar el siglo XIX, apareció una de las primeras leyes que regulaba el trabajo infantil, su objetivo era limitar la jornada laboral de los niños a 12 horas, además de tener medios educativos, y dormitorios cómodos y limpios. Sobre todo a los niños de los hospicios que eran enviados a trabajar a las fábricas en una situación de esclavitud prácticamente. La ley resultó inoperante, ya que los dueños de las fábricas, pudieron contratar «niños libres». Poco más tarde se dictó otra «Ley sobre Fábricas», que prohibía emplear en labores textiles a niños menores de 9 años, mientras para los menores de 16, su jornada no podía exceder de 12 horas. En 1844, se prescribe una ley para que las mujeres y los jóvenes no tuvieran jornadas mayores a 12 horas, y medidas de protección para el uso de maquinaria peligrosa. Posteriormente, el 8 de junio de 1847 el Parlamento aprobó una nueva norma que estipulaba que la jornada máxima de trabajo, para mujeres y niños, no podría ir más allá de 10 horas diarias. Poco más tarde, la jornada de 10 horas se hizo efectiva para todo mundo, incluso hombres.
El trabajo infantil en la actualidad
Aunque actualmente está prohibido el trabajo infantil, la realidad es que las familias que viven en extrema pobreza envían a sus niños a los lugares de trabajo, obligándolos a trabajar a tiempo completo para poder sobrevivir. Además, la pobreza que genera la necesidad de trabajar, hace imposible que puedan invertir en la educación de los niños. El precio de la educación aun siendo pública, (gratuita) es imposible de costear para las familias que viven en total precariedad; los libros y otros artículos escolares, el transporte e incluso los alimentos. América Latina es la región más desigual del mundo. Las riquezas se concentran en unas cuantas manos, mientras la población en pobreza y pobreza extrema se incrementa diariamente; según datos de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE).
Ser una niña o niño pobre en América Latina, significa vivir discriminado, sin acceso a la educación y a una vivienda digna, también a no contar con los servicios básicos de salud. La precariedad y pobreza está caracterizada por el hambre, la ausencia de la salud, malas condiciones de vivienda, un ambiente social inadecuado, analfabetismo y la falta de ingresos o ingresos muy bajos. La pobreza provoca envejecer rápidamente y morir joven, trabajar duro y no tener control de su entorno; ser un ciudadano de segunda. La pobreza es vivir en la incertidumbre, estar segregado social y territorialmente. Entre los pobres en América Latina y el Caribe, el 55% son menores de 15 años. A los niños que nacen en la precariedad y la pobreza se les niegan los derechos humanos más elementales; educación, salud, alimentación, y hasta jugar les está prohibido; ya que deben entrar al terreno laboral y así contribuir con los ingresos familiares para poder sobrevivir.
La división sexual del trabajo desde la infancia implica que las niñas refuerzan aprendizajes propios del cuidado dentro de los hogares, mientras que los niños que trabajan lo hacen por dinero y fuera de casa. Esto contribuye a la inercia sexista del sistema educativo y del laboral. La segmentación laboral conduce a las mujeres a ocupar empleos relacionados con el cuidado, la limpieza y en general; el trabajo doméstico y donde algunas cualidades consideradas femeninas, como la obediencia y la colaboración, son en exceso valoradas. No se ha prestado suficiente atención a los desafíos de eliminar las discriminaciones en la educación, derivadas de las responsabilidades familiares y el trabajo infantil y cambiar los métodos de enseñanza y los contenidos explícitos y “ocultos” que enseñan a niños y niñas, normas, y expectativas sociales diferentes para unos y otras.
Según la UNICEF un total de 69 millones de niños de menos de 5 años morirán debido a causas que en su mayoría se pueden evitar, 167 millones de niños vivirán en la pobreza y 750 millones de mujeres se habrán casado siendo aún niñas en 2030.
El sistema capitalista orilla a las familias que viven en la pobreza a repetir roles y patrones; a buscar “sustento” de una forma inapropiada; la división de clases dentro de este sistema está marcada por la desigualdad; no podemos permitir que los niños sigan creciendo en total precariedad, sin oportunidades y sin las mínimas condiciones humanitarias. Este sistema que fomenta la desigualdad y la exclusión, sigue vigente por el desmedido consumismo que impone diariamente. El capitalismo destruye, no solo la naturaleza de la que se sirve; también su fuerza laboral. A este sistema no le interesa el bienestar de la clase trabajadora, está protegiendo a la clase dominante, sedienta de riqueza, sin importarles las condiciones laborales, sociales y de salud de la clase trabajadora.
En América Latina, predominan los niños que trabajan en las calles, en el cuidado de sus hermanos pequeños y en situaciones extremas, son víctimas de explotación sexual.
En África Subsahariana, los niños se ven empujados a trabajar por la alta mortalidad de sus padres, víctimas sobre todo del VIH, asimismo existen niños que realizan trabajos en las minas; en situación de esclavitud; para poder conseguir metales preciosos, pero sobre todo diamantes, para los grandes distribuidores occidentales.
Por último en Asia-Pacífico, es donde más arraigado el trabajo infantil en las fábricas. En esta región se ubican factorías de todo tipo, siendo las de fabricación de equipos electrónicos y textil, las más abundantes. Estas fábricas trabajan para empresas multinacionales, de origen occidental en su mayoría, que en ocasiones han llegado a reconocer que en sus factorías se utiliza mano de obra infantil; y que las últimas investigaciones muestran que los tienen trabajando en condiciones de esclavitud y en total precariedad.
La desmedida ambición de unos cuantos hace que las condiciones de los niños en estas partes del mundo, sea totalmente precaria y de total abandono por sus gobiernos; ya que las leyes que deberían protegerlos son modificadas a conveniencia de las grandes multinacionales que se instalan en éstos países para conseguir mano de obra esclava; por lo tanto no hay leyes que protejan a los niños de la esclavitud a la que son sometidos, y en la que muchas veces mueren sin que ningún organismo internacional haga algo para remediarlo.
Por todo esto, debemos comprender que este sistema benefactor de la clase burguesa, no permitirá cambios, ni se volverá más humano; cómo muchos consideran; solo dará concesiones cuando sean necesarias y estas no afecten los intereses de la clase dominante. No podemos modificar el capitalismo desde sus parámetros; porque cómo hemos visto a lo largo de la historia; siempre encontrará la forma de basarse en agujeros y excepciones legales, para seguir explotando a quienes considera como seres humanos de segunda. La desigualdad que genera; lleva a que miles de niños se integren al sistema laboral sin oportunidad de educación ni de una vida digna.