El pasado 6 de febrero se cumplieron 25 años de cuando elementos de la Policía Federal Preventiva irrumpieron en el auditorio autogestionado “Che Guevara”, poniendo así fin a la huelga más larga de la UNAM. En ese contexto, el auditorio fungía como bastión para los estudiantes, el recinto se utilizaba para asambleas y otros eventos de la comunidad.
El salón 104 de la Facultad de Economía de la UNAM se tomó en 1986 y desde ese momento sirvió como punto focal en la política de la universidad. Ha recibido dirigentes zapatistas y, más recientemente, a padres de los 43. Es un salón que, sin duda, ha sido protagonista de las más recientes luchas dentro de las aulas.
Si vemos por encima la situación, puede parecer que actualmente los espacios estudiantiles ya no son ese lugar que fueron. En estos momentos no existe en el país ningún conflicto en las universidades tan grande (o que atraiga a tantas masas) como lo fue la huelga del 99, por lo que, naturalmente surge la pregunta: ¿Todavía son necesarios los espacios estudiantiles?
Origen
Los espacios estudiantiles surgen de la necesidad del estudiantado de tener un sitio donde organizarse fuera del marco de las autoridades. Es durante la lucha cuando se toman los espacios y forman su carácter político, pues se ven como una herramienta que la comunidad puede usar para mantener vivo el movimiento y, al mismo tiempo, prepararse para articular futuras acciones.
En la preparatoria número 9 de la UNAM, por ejemplo, el salón B-01 fue tomado en 1999 después de 9 meses de huelga en el que se defendieron la educación pública, gratuita y de calidad. Tiempo después, en 2014, el salón serviría para organizarse en pro de los 43 normalistas desaparecidos de Ayotzinapa y, en años recientes, el cubículo se utiliza como un espacio de difusión cultural alternativo. El caso de los espacios de otros planteles es similar. Se coincide en que se empezaron a ocupar en coyunturas donde estaba conscientemente involucrado gran parte del alumnado.
En tanto, la esencia de los espacios estudiantiles es que son de estudiantes y para la lucha.
En las luchas actuales
Prácticamente todos los planteles de la UNAM, IPN, UAM y demás universidades cuentan con al menos una zona dirigida por estudiantes, la cual sirve para organizar contingentes a manifestaciones, actividades culturales, asambleas, formación política entre otros.
Un ejemplo del uso agitativo que han tenido los cubículos en el tiempo reciente son las jornadas por Palestina. El último periodo ha sido uno muy acelerado en la vida universitaria, el genocidio ha generado indignación en la población, provocando que en muchas escuelas se empezaran a organizar jornadas donde se debatirían múltiples temas en favor del pueblo palestino. Estas jornadas resaltaron por el esfuerzo que se puso en ellas para que asistieran la mayor cantidad de personas. El objetivo era concientizar a los más posibles acerca de la masacre que está ocurriendo y del rol que jugamos como clase trabajadora.
Las problemáticas como el acoso escolar, la malversación de fondos, la infraestructura deficiente, etc., frecuentemente las enfrenta la población estudiantil. Los colectivos que dirigen las contiendas para intentar dar una solución regularmente se organizan dentro de los cubículos estudiantiles, sin embargo, la falta de claridad política normalmente hace que consciente o inconscientemente cierren el espacio para la mayoría de los estudiantes.
Lo anterior lo podemos comprobar todo el tiempo, basta con ver las noticias cuando se dice que “un puñado de estudiantes tomó cierto plantel”. Al final del día, terminan siendo los mismos 30 activistas quienes realizan las acciones y no una población estudiantil consciente, como debería ser.
La falta de una dirección revolucionaria
Como dijo Lenin: “sin teoría revolucionaria no hay práctica revolucionaria” y “la revolución no se hace, sino que se organiza”. Ambas son enseñanzas que se deben de tener siempre presentes en cualquier dirección de un movimiento. Como estudiantes que queremos transformar la realidad, debemos entender que para hacerlo primero hay que entender las condiciones materiales que dieron origen a esta y, a partir de ahí, avanzar.
Las direcciones han caído en un espontaneísmo y en un sentimentalismo. No dudamos que se tengan pensamientos honestos, pero, sin una ideología política clara capaz de hacer balances, explicar los procesos y trazar las nuevas tareas, se torna imposible el convencer a las masas de la juventud. Al contrario, en lo que se desemboca es en la desmoralización de los dirigentes por considerar apática a las masas y la desconfianza de las masas hacia los dirigentes por considerarlos ajenos a ellos.
Los alumnos que formen parte de la vanguardia deben entender su rol: la única diferencia entre ellos y sus compañeros es que han leído más teoría revolucionaria y que son capaces de aplicarla a la realidad, poseen más experiencia y su misión es usarla para cumplir los intereses de la mayoría.
Finalmente, como vanguardia hay que saber encaminar la lucha también fuera de los salones, no se deben de quedar entre las paredes de la escuela las consignas. Se tiene que explicar que, como hijos de proletarios, compartimos la misma condición de clase, y que para lograr una verdadera emancipación no nos podemos aislar del movimiento obrero, hay que apoyarlo. La lucha es contra el capitalismo.
Conclusiones
Los espacios estudiantiles son una necesidad dentro de las universidades, si bien se puede decir que actualmente hay una falta de dirección clara dentro de estos sitios, haciendo un análisis materialista y dialéctico lograremos comprender cómo actuar para recuperar su propósito: servir a los intereses de los estudiantes hijos de la clase obrera.
Engels decía que había períodos de la historia donde pasaban 20 o 30 años y parecía que nada cambiada, pero que también había otros periodos donde la historia de 20 o 30 años se podía concentrar en pocos días.
Nos encontramos en un momento turbulento sin precedentes. La nueva administración de Donald Trump ha transformado la situación mundial: el genocidio en Gaza se hace más notorio que nunca, el proteccionismo de Estados Unidos vuelve a estar en boca de todos, hay miseria por donde se mire. Ante esto, si la juventud quiere tener futuro no le queda otra alternativa más que organizarse. Nos formaremos políticamente en la teoría y en la práctica, seremos la levadura de la revolución. En todos los lugares que estemos habremos de levantar las consignas bien en alto.
¡JÓVENES CONTRA LA GUERRA, JÓVENES CONTRA EL CAPITAL!
¡ESTUDIANTES UNIDOS JAMÁS SERÁN VENCIDOS!
¡POR LA DEFENSA DE LOS ESPACIOS DE LUCHA!
¡SOCIALISMO O BARBARIE!