La historia de la IV Internacional y la herencia que reivindicamos en el PCR
Ana Karen Campos
Mucho se ha hablado de la IV Internacional y sus múltiples escisiones, se cuentan chistes sobre los trotskistas fundando cada uno su propio partido, acerca de sus actitudes sectarias y acercamientos oportunistas, etc. Y es cierto que todas estas cuestiones son indefendibles; sin embargo, no podemos negar que la base donde se fundó era revolucionaria, la herencia directa del verdadero bolchevismo leninista, que por diversas razones degeneró y se convirtió en la caricatura sectaria que es ahora. Y será menester de este artículo repasar el camino revolucionario del trotskismo, la historia de la IV Internacional, su proceso de descomposición, sus errores y las lecciones aprendidas para las nuevas generaciones de revolucionarios dispuestos a luchar contra la barbarie del capital.
Antecedentes
El término trotskismo fue acuñado por Zinoviev en 1924. Después de la muerte de Lenin se inicia una batalla política en el seno de la dirección bolchevique, donde se utiliza este término para generar la percepción de que el trotskismo es algo diferente, contrario, a las ideas de Lenin y del partido, cuestiones que eran completamente falsas, pues es bien sabido que las ideas de Lenin y Trotski fueron fundamentales para la toma del poder en 1917. Ambos coincidían en que la burguesía liberal sería incapaz de resolver las necesidades de los oprimidos, por lo que la clase obrera era la única capaz de transformar las condiciones, y lo lograron a partir de una perspectiva correcta.
En esos momentos Zinoviev, Kamenev y su camarilla eran los que no coincidían con la perspectiva de Lenin, incluso hicieron pública la cita para la toma del poder, poniendo en alerta a los enemigos de clase, pero la rueda de la historia había girado y no hubo poder que detuviera la fuerza de la clase obrera bajo una dirección revolucionaria.
Si bien, Trotski no pertenecía a los bolcheviques cuando la revolución, ideológicamente no había nada que lo separara del partido, coincidía completamente con Lenin y sus tesis de abril y desde entonces había trabajado por la construcción del partido, de esta forma Lenin planteó que no había ningún motivo para que Trotski entrara al Comité Central en el primer congreso en el que este participó. No podemos negar que en el periodo siguiente a la toma del poder existieron diferencias políticas, pero el partido bolchevique no limitaba el debate, las ideas se ponían sobre la mesa y se contrastaron con la práctica.
No fue hasta después de la muerte de Lenin, cuando las diferentes tendencias abrieron una lucha política con ideas diferenciadas. Curiosamente, Zinoviev y Stalin acusaban despectivamente a sus opositores de trotskistas, mientras que los partidarios de Trotski se llamaban a sí mismos bolcheviques leninistas, y serían ellos los que continuarían la línea del método dialéctico, del método marxista.
El proceso de burocratización finalmente fue el que se puso al frente por las diversas condiciones: el aislamiento de la revolución, el atraso en los medios de producción, las derrotas de las revoluciones en países avanzados, la guerra civil y el agotamiento de la clase obrera, esta última –en particular– fue la que permitió que la burocracia expulsara a los trabajadores de los soviets, llevando así al Estado obrero a una profunda deformación burocrática, personificada en la figura de Stalin.
Lenin, antes de su muerte, ya había iniciado esta batalla contra la burocratización del partido, y fue Trotski quien la continuó hasta el último día de su vida, que terminaría un 21 de agosto de 1940 a manos de un mercenario estalinista.
Hay un río de sangre que marca este periodo. La época del debate de las ideas dentro del partido fue sustituida por la de la obediencia ciega a partir de la coerción. No estar de acuerdo con la línea del partido te convertía automáticamente en un trotskista, en un detractor, en un candidato al gulag, al exilio o a la tumba. Así la burocracia contrarrevolucionaria terminaría con la vida de los bolcheviques que tomaron el poder, grandes cuadros del partido fueron silenciados para siempre por el terror estalinista. En 1927, Trotski fue expulsado del partido.
A pesar de las duras condiciones, la tarea seguía siendo muy concreta: la lucha por recobrar el rumbo del bolchevismo leninista y la revolución comunista mundial.
Tras la traición de la socialdemocracia alemana y el triunfo de la revolución de octubre, una ola expansiva de revoluciones sacudió Europa. Una nueva internacional revolucionaria y comunista era necesaria y así surgió la Comintern. Liderada por Lenin y Trotski durante sus primeros 4 congresos, fue una herramienta de educación teórica y táctica para el desarrollo de la vanguardia obrera alrededor del mundo. Sus tesis y resoluciones nos siguen otorgando lecciones muy vigentes; sin embargo, tras el ascenso burocrático de Stalin, dio giros reaccionarios en su política, convirtiéndose en un ariete de la contrarrevolución en muchos países.
Bajo la teoría de las dos etapas que plantea la necesidad de pasar primero por una democrática nacional, los partidos comunistas terminaron fundidos con los burgueses progresistas nacionales. Así, grandes movimientos revolucionarios fueron aplastados por los mismos burgueses nacionales.
Desde 1928 hasta 1934, la III Internacional vuelve a dar un giro brusco, pasando de sus coqueteos con la derecha nacional al ultraizquierdismo. La política del 3er periodo planteaba que todos aquellos partidos que no eran comunistas eran fascistas y, en consecuencia, había que combatirlos sin importar que las masas obreras, que aún tenían confianza en las organizaciones socialdemócratas, estuvieran ahí.
Esta política llevó a la derrota, prácticamente sin luchar, del proletariado alemán y al ascenso del fascismo. Los burócratas vieron los acontecimientos como algo positivo, de hecho, anunciaban que después de los nazis les tocaría a los comunistas llegar al poder. Nada más lejano a la realidad y al análisis dialéctico de los acontecimientos.
Bajo todo ese proceso y después de haber sido expulsado del partido en 1927, por advertir las consecuencias de la política de las 2 etapas, Trotski declara la muerte de la III Internacional en julio de 1933, pues plantea que la Comintern ha dejado de ser la herramienta de la clase obrera, que ha sucumbido ante la burocracia estalinista y por lo tanto, es necesario fundar una nueva internacional que cumpla otra vez con el papel de organizar a la clase obrera mundial, esa era la tarea crucial de nuestra clase.
La fundación de la IV internacional
La situación política en el mundo era candente: la Segunda Guerra Mundial se acercaba, los trabajadores se aglutinaban en los sindicatos, y para Trotski era claro que debía existir un referente revolucionario para la organización de nuestra clase contra la guerra imperialista y había premura para construirlo.
Por esa razón Trotski decidió entregarse por completo para intentar establecer y crear la IV Internacional.
En 1935, el último contacto del viejo bolchevismo, Rakovski, capituló ante las presiones del estalinismo; nadie más quedaba. En ese mismo año escribió en su Diario en el Exilio: “Y sigo pensando que el trabajo que estoy realizando ahora, a pesar de su naturaleza extremadamente insuficiente y fragmentaria, es el trabajo más importante de mi vida – más importante que 1917, más importante que el periodo de la Guerra Civil o cualquier otro…”1
Los orígenes de la IV Internacional se remontan a la Oposición de Izquierda, tanto en Rusia como a nivel internacional, aquí se agrupaban los oponentes a la burocracia de Stalin; sin embargo, no lo hacían bajo una misma línea política, diferentes tendencias coincidían ahí, pero no necesariamente eran afines. Había anarquistas, zinovievistas, ultraliberales y huérfanos políticos que buscaban un lugar para colocarse, además de provocadores estalinistas infiltrados como los que provocaron la muerte del propio Trotski y su hijo León Sedov. La persecución y aniquilación física de los oposicionistas eran constantes. Realmente se trabajaba con lo que se tenía y, con el tiempo, las escisiones fueron inevitables.
En septiembre de 1938 se fundó la IV Internacional, con la intención de preparar a los cuadros de manera política y organizativa ante las tareas de la lucha de clases que se avecinaba, pero se fundó con fallas de origen, no era una Internacional de masas, sino una con gente dispersa y bajo la persecución y purga de los PC.
La perspectiva de Trotski era que con la Segunda Guerra Mundial se levantaría una ola revolucionaria que desenmascararía a los ojos de los trabajadores la bancarrota de la II y la III Internacional y, ante la crisis de la guerra, estas organizaciones sucumbirían. El 18 de octubre de 1938 en “La fundación de la Cuarta Internacional” dijo que en los siguientes diez años “no quedaría piedra sobre piedra” de las viejas organizaciones, y que el programa de la IV Internacional sería la guía de millones de personas.
Es importante señalar esta perspectiva, porque con ella salieron a la luz las incapacidades teóricas de los dirigentes de la IV, cuyos errores fundamentales fueron asumir la herencia trágica de la Comintern sobre la coerción al libre debate por modos organizativos y la renuncia al método marxista: el materialismo dialéctico.
Durante su vida, Trotski tuvo la capacidad de mantener a sus seguidores bajo una misma línea política; sin embargo, tras su asesinato en 1940 y bajo las condiciones cambiantes de la Guerra, no pudieron rearmar al movimiento revolucionario, que era la razón de ser de la IV.
Los acontecimientos y el desenlace de la Guerra no se desarrollaron como Trotski predijo en 1938. La invasión nazi a la URSS generó un reacomodo de las fuerzas revolucionarias del proletariado ruso que salió en defensa de las conquistas de su revolución. No solamente expulsó a los nazis de su territorio, sino que gracias a la economía planificada y la organización obrera lograron que el ejército rojo avanzara ocupando gran parte de Europa del Este. Cabe aclarar que todo esto no fue gracias al “genio militar” de Stalin, sino a pesar de él. La clase obrera se agrupó para defenderse, sin embargo, este triunfo de nuestra clase sirvió para fortalecer y legitimar a la burocracia estalinista que se colgó la medalla del ejército rojo proletario.
La intervención de Estados Unidos y sus prácticamente intactos medios de producción hicieron que se convirtiera en la potencia imperialista dominante, que contendría contra la Unión Soviética, propiciando así el periodo de la Guerra Fría, que traería consigo un desarrollo enorme de las fuerzas productivas y, con ello, un boom capitalista.
Trotski era fiel al método marxista y era consciente de que la realidad es la que marca la pauta para el desarrollo de las perspectivas, pero los dirigentes de la IV – Cannon, Hansen, Pablo, Mandel, Maitan, Pierre Frank y los seguidores de todos ellos– fueron incapaces de comprender e implementar el método marxista. Simplemente se dedicaron a esperar que la perspectiva obsoleta se cumpliera, lo que los llevó a cometer múltiples errores y a una crisis en la Internacional.
Entre los errores teóricos que se planteaban se encontraba la postura de la inviabilidad del restablecimiento de la democracia burguesa y la posibilidad de una recuperación económica en Europa. El Partido Socialista de los Trabajadores (SWP por sus siglas en inglés) era la tendencia más fuerte dentro de la IV, con su dirigente Cannon y presentó su posición en la resolución de la Pre-Conferencia Internacional de París en abril de 1946, donde descartaron un fortalecimiento de Rusia y aseguraban que se podría experimentar una contrarrevolución en un futuro cercano con la posibilidad de que se realizara por métodos pacíficos y diplomáticos, además de recalcar la imposibilidad de un periodo de democracia burguesa, argumentando sólo la posibilidad de regímenes bonapartistas.
Con estas posiciones se cometieron errores tras errores, que impedían la vinculación con el movimiento vivo de los trabajadores y producían aislamiento. En todo este periodo una sola corriente hizo frente a las inoperantes y pequeñoburguesas perspectivas del Secretariado Internacional de la IV, cuyas contribuciones plantearon una clara postura en defensa del método y el enfoque del verdadero marxismo revolucionario, esta fue la Liga Obrera Internacional (WIL) que bajo la guía política de Ted Grant y sus compañeros después se convertiría en el Partido Comunista Revolucionario británico (RCP).
Solo la tendencia de Ted fue capaz de dar respuesta a los cambios en las condiciones objetivas y sacó conclusiones al respecto para plantear nuevas perspectivas y tácticas de intervención. Incluso durante el periodo de la Guerra, los militantes de la WIL fueron los que tuvieron el trabajo revolucionario más destacado de la IV Internacional. Utilizando el método y táctica marxista, intervinieron en las fábricas y dentro de las fuerzas armadas, lo que les permitió vincularse con la clase obrera.
En un inicio la WIL no formó parte de la IV Internacional pues se oponían a la unificación sin principios de organizaciones, política que terminaría en escisión tras escisión. Cuando fundaron el RCP, seguían sin ser miembros oficiales de la Internacional, finalmente fueron condicionados a fusionarse con el grupo oficial británico; pero las prácticas internas estaban plagadas de vicios burocráticos, no había posibilidad de debatir las ideas y los dirigentes del RCP fueron expulsados uno a uno. Esto marca un punto de inflexión importante para la IV, pues el único retén que impedía la completa degeneración de la Internacional eran los cuadros del RCP.
En una total incomprensión del ambiente político, la dirección de la IV fue modificando sus políticas, pasando del ultraizquierdismo al oportunismo.
A finales de los 40 planteaban que Mao en China o Tito en Yugoslavia eran trotskistas inconscientes. O en abril de 1968 Mandel planteó que la clase obrera en Francia se había aburguesado gracias al capitalismo tardío y que nunca se produciría una revolución, un mes antes del mayo francés.
También incentivaron la idea de que la vía revolucionaria era el guerrillerismo en países de capitalismo atrasado, cuando la experiencia guerrillera del Ché Guevara en Bolivia ya había fracasado, orientando a toda una generación de jóvenes entusiastas revolucionarios a un camino sin salida.
Para los países de capitalismo avanzado, renunciaron a la clase obrera como elemento fundamental para el desarrollo revolucionario, argumentando que eran los estudiantes la vanguardia de la revolución y no los trabajadores porque se habían aburguesado. Todo sin posibilidad de objetar o contradecir a la dirección sin riesgo de ser expulsado, como finalmente sucedió con Ted Grant y otros dirigentes del RCP.
La IV Internacional estaba muy lejos de ser la herramienta que Trotski intentó construir hasta el día de su muerte. La alternativa, el referente revolucionario, no se encontraba ahí y era preciso construirla. De ahí nace la Internacional Comunista Revolucionaria, con la firme intención de rescatar el legado histórico de Marx, Engels, Lenin y Trotski, luchando contra las ideas falsificadas y perniciosas de los estalinistas y reformistas y, al mismo tiempo, contra la caricaturización revisionista del trotskismo por parte de los mal llamados dirigentes de la IV Internacional.
Trotski escribió el 27 de julio de 1929 en Un documento despreciable lo siguiente: “Aprender a no olvidar el pasado para prever el futuro; esa es nuestra primera tarea, la más importante”. Y de aquí partimos, nuestra tarea sigue siendo la planteada por Trotski, construir una internacional por y para la emancipación de los trabajadores del mundo. Nuestro deber es aprender de los errores del pasado, pues la crisis del capitalismo hunde cada vez más en la podredumbre y desolación a nuestra clase, no tenemos tiempo que perder, las condiciones objetivas se están desarrollando cada vez más rápido en movilizaciones insurreccionales y todos los que militamos en el Partido Comunista Revolucionario en México, y todas las secciones en el mundo de la Internacional Comunista Revolucionaria, debemos preparar a nuestros cuadros con el método marxista para estar a la altura de las necesidades de lucha y organización de nuestra clase.
1 https://communist.red/leon-trotsky-man-and-ideas-2012-rob-sewell/
