El triunfo electoral de Morena a principios de junio en el Estado de México, y el Consejo Nacional del mismo partido, realizado el 11 de junio, han marcado el inicio de las campañas presidenciales del 2024. Todo parece indicar que la verdadera lucha se va a dar a lo interno de Morena, que seguramente, si no pasa algo extraordinario, ganará las elecciones. Pero el año es largo y la derecha organizada en los tres partidos que conforman el bloque “Va por México” hará hasta lo imposible por dar la pelea. Esto en medio de un ambiente de incertidumbre en la economía mundial.
Un largo año
El gobierno de López Obrador es el causante directo de que el siguiente candidato de Morena sea muy seguramente el próximo presidente. Como ya lo hemos explicado en artículos anteriores, ha empeñado todo su poder político para recuperar la credibilidad de las instituciones de la burguesía, ha utilizado las finanzas del Estado para dar una serie de programas sociales y, al mismo tiempo, ha permitido que los negocios capitalistas sigan desarrollándose.
A pesar de todos los dimes y diretes, las frías cifras nos muestran una contradicción y así hay que aceptarlo. A pesar de todos los programas sociales y el aumento a los salarios mínimos que el gobierno ha dado, durante el periodo de AMLO la población se ha vuelto más pobre y los ricos más ricos:
“la participación de las remuneraciones salariales en el PIB en el 2018 fue de 31.6% del PIB y para el tercer trimestre del 2022 pasó a ser 27%.8%. Es decir, se redujo 3.8 puntos porcentuales… Además, ha aumentado el número de trabajadores que ganan uno o dos salarios mínimos y ha disminuido el número de trabajadores que ganan arriba de dos salarios mínimos, lo que ha depauperado la estructura salarial” (Huerta, Arturo, “La economía mexicana no crecerá en el 2023 y 2024 como señala el gobierno”, julioastillero.com).
El lado contrario lo encontramos en el crecimiento de las fortunas de la oligarquía nacional:
“Los más ricos del mundo, entre ellos 15 mexicanos, tuvieron aumentos extraordinarios en su riqueza durante la pandemia de COVID-19, la cual estalló desde 2020. Aunque esta emergencia sanitaria causó fuertes estragos en la economía mundial, de los cuales aún busca recuperarse, parece que no golpeó los bolsillos de los multimillonarios, sino al contrario: los hizo más poderosos.” (Multimillonarios de México y el Mundo aumentaron su riqueza con la pandemia: Oxfam sinembargo.mx)
La contradicción radica en lo siguiente: a pesar de estas cifras, lo duro que fue la pandemia y la cantidad de muertos y la violencia que se vive en el país, aun los sectores más empobrecidos del país ven en el gobierno de AMLO, y su continuación, una alternativa para afrontar a la pandilla oligárquica y sus partidos políticos. Dicho esto, el siguiente año será más complicado para el gobierno y lo será más para el sucesor una vez que se haya sentado en el Palacio presidencial. Todo apunta que la economía estadounidense entrará en recesión y esto tendrá un efecto directo en la economía nacional, la cual está ligada, cada vez más, a la americana.
También se verán intentos desesperados de las organizaciones de derecha para sabotear sus proyectos y al gobierno mismo. Saben que la única alternativa que tienen, si es que hay alguna, es que este gobierno se derrumbe, fracase en todos sus proyectos y se vea incapaz de ofrecer algo más de lo que ha hecho. De ahí la actitud de la Suprema Corte para sabotear el Tren Maya, eliminando la cláusula de “necesidad de la nación” y planteando así su posible suspensión si es que se presenta alguna demanda.
Esto mismo pasa con la batalla contra la violencia y la corrupción. Lo que se vive parece un juego de mal gusto, pero en realidad es una estrategia de la derecha. Mientras que el gobierno apresa o mantiene una acusación contra corruptos, rateros y la delincuencia organizada, la derecha simplemente los deja en libertad y exculpa de sus delitos. Ejemplos nos sobran, pero tal vez el más emblemático es el de Cabeza de Vaca, ex gobernador de Tamaulipas, que estaba acusado de tener vínculos con el crimen organizado pero fue protegido por el poder judicial. Lo último que han conseguido hacer es revertir la política energética de AMLO, que plantea que las industrias del Estado deben de tener la parte mayoritaria en las inversiones; esto lo han declarado ilegal.
Será un largo año donde la derecha seguirá por este camino y el gobierno se pondrá fuerte ante estos intentos de sabotaje, y esto va a polarizar aún más toda la situación política nacional. A pesar de los intentos de AMLO de mantener un clima cordial y democrático, los ánimos se exacerbarán y veremos lo peor de algunos candidatos y partidos.
Lo que llama mucho la atención es que lo que mantiene el apoyo a AMLO no sólo es una cuestión económica sino principalmente política; esto es muy importante comprenderlo. Sabemos que la gente, cuando se enamora de una idea, es capaz de todo; esta devoción política fue la savia que mantuvo la lucha de los movimientos socialistas y comunistas durante la clandestinidad y en los momentos más duros. Es algo parecido, sólo que aquí el amor es más por un personaje que por una idea. Un personaje que les da apoyo, les habla sobre la necesidad de “primero los pobres”, que expone las transas de la derecha y es atacado por ello, que no deja robar a los ricos, etc.
Es importante comprender esto, porque, aunque el siguiente presidente pueda ser de Morena y pueda tener el respaldo de AMLO, no va a contar con este elemento que fue el decisivo para que Andrés Manuel se mantuviera firme a pesar de la pandemia, la crisis económica y demás miserias.
La derecha en una crisis sin fin
Los partidos de la derecha que se agrupan en el frente electoral “Va por México” (PRI, PAN y PRD) están en una crisis muy profunda. Al principio del gobierno de AMLO parecía que el hundimiento del PRI y el PRD darían mayor fuerza al PAN, el partido más a la derecha, pero con la alianza esto aseguró que la bancarrota se dividiera entre los tres. Se puede decir que quien ha capitalizado en la derecha la crisis de estos partidos es Movimiento Ciudadano, quien ahora gobierna Estados importantes, como Jalisco y Nuevo León.
La crisis de estos partidos se puede explicar, en términos generales, por la llegada del gobierno a la presidencia en el 2018, pero las causas particulares son interesantes. El PRI era un partido allegado a las estructuras del Estado y a organizaciones corporativas en el terreno campesino, sindical y social. Gracias a esta estructura mafiosa, cuando se enfrentaban a una elección, se movían a un mismo ritmo y parecía que eran invencibles. Esto les aseguró gobernar algunos Estados por más de 90 años.
La batalla contra la corrupción que encabeza AMLO ha tenido un efecto brutal contra toda esta estructura mafiosa priista, que en muchos de los casos también estaba vinculada al crimen organizado. Sumemos a ello el desgaste que ha sufrido la estructura corporativa desde el año 2000, cuando este partido comenzó a perder gubernaturas y principalmente cuando Morena llegó al gobierno: la crisis comenzó a hacer agua a todo el partido y organizaciones afines. Ahora está al borde de su desaparición. En 23 años, el PRI ha pasado de ser el partido hegemónico a quedar con sólo dos gubernaturas y una crisis interna muy profunda. La derrota en las siguientes elecciones presidenciales profundizará su crisis y aunque es complicado saber si desaparecerá, lo que sí podemos asegurar es que no volverá a ejercer el poder como lo hizo por más de 70 años, con el aparato del Estado y organizaciones bajo su mando.
El PRD entró en crisis desde que Morena, o los que fundaron Morena, se escindieron de él. En aquel momento, todavía con la candidatura de AMLO —2012— el partido tenía una cantidad importante de diputados, senadores y proyección política; era la segunda fuerza a nivel nacional. Con la salida de López Obrador y una buena parte de sus bases, el ala de derecha giró aún más, hasta convertir a este pseudopartido: en un remedo de los partidos mayoritarios de a la derecha. Ha ido perdiendo sus últimos territorios de influencia y el registro en diferentes Estados.
La crisis del PAN se ha profundizado por los escándalos de corrupción y la liga que tienen altos miembros de su partido con el crimen organizado (Calderón, Fox, García Luna, etc.) y también porque han sido los que mayormente se han enfrentado con AMLO y los que han salido más raspados en esta pugna. La alianza con los otros dos partidos ha profundizado su crisis. Este partido no está enterrado y aún mantiene cierta base que le va a permitir ser una de las primeras fuerzas para enfrentarse en el 2024, aunque sin muchas posibilidades de ganar. La derrota seguramente profundizará su crisis, pero será el partido que más apoyo tendrá de la oligarquía nacional.
Los dirigentes de los tres partidos han dicho que juntos le pueden quitar el poder a Morena, pero es difícil de creer si no se juntan con Movimiento Ciudadano. Si por alguna razón se afianza una alianza parecida, se cerrarían las encuestas y la pelea sería dura, aunque el resultado no estaría garantizado. Esto sería una apuesta muy alta para MC, porque, de ganar, la victoria se repartiría entre todos los participantes, pero una derrota a quien más le pegaría, o quien más perdería, es este partido, porque se quemaría ante sus seguidores, que aun creen que es medio progresista, y porque ellos serían los que más perderían en votos y seguramente los debilitaría para mantener sus Estados.
La burguesía, en voz de Claudio X. González, ha empujado esta unión y, por el momento, hay resistencia, porque los políticos del MC no ven claro que con ello salgan ganado mucho. Por su parte, la oligarquía sí se vería beneficiada en términos de votos y para encarar en mejores circunstancias y negociar con el nuevo gobierno.
A lo largo del siguiente año vamos a ver cómo se va configurando este entramado y va a ser muy importante darle seguimiento a una posible alianza de todos estos partidos. Si va adelante, la oligarquía pondría recursos ilimitados para quedarse con la presidencia y destronar a Morena. Esta será su apuesta más fuerte, pero, como hemos dicho, aún no hay seguridad de que esta alianza pueda establecerse.
La lucha a lo interno de Morena
La oligarquía no solo le apuesta a una carta, nunca lo ha hecho. En elecciones pasadas hemos visto cómo Slim no tiene problemas en financiar a partidos de derecha y reformistas; al final, gane quien gane, asegura que su inversión esté segura y le den trato preferencial. Como lo hemos dicho, la primera carta de la oligarquía burguesa está puesta en una unión de todos los partidos de derecha para que juntos hagan frente a Morena, pero esto no es seguro aún. Su segunda carta, que ya están jugando, es apoyar al candidato más de derecha y con más posibilidades de ganar: Marcelo Ebrard.
Se han destapado 6 candidatos a la presidencia por parte de los partidos que apoyan a la 4T, 4 de Morena, uno del Partido Verde y otro del Partido del Trabajo. No queremos hacer el análisis de cada uno, porque éste es un artículo general acerca del próximo periodo, pero podemos decir que los candidatos tanto del PV como del PT no tienen ninguna posibilidad de ganar la encuesta que les pondría en la posibilidad de ir como candidatos de Morena. Seguramente estos dos candidatos negociarán algunos puestos y posiciones de sus respectivos partidos.
De los 4 con más posibilidades, dos son los punteros: con un respaldo más de derecha y proempresarial, está Marcelo Ebrad, y Claudia Sheinbaum goza de un respaldo de la base de Morena. Podemos decir algunas palabras sobre Adán Augusto, quien se presenta como el personaje más cercano al presidente, pero sin una proyección o apoyos tan fuertes como los dos primeros. El cuarto es Ricardo Monreal, un tipo despreciable y oportunista, el cual se mantiene dentro de Morena sólo por los beneficios personales que puede sacar de ello. Estos dos últimos parece que van a quedar relegados.
La batalla principal pinta entre los dos punteros. Quien sea el candidato no sólo tendrá en las manos la rienda del país sino del partido Morena y de los asuntos más importantes en los próximos 6 años. ¡Y vaya 6 años! Todo lo que AMLO pudo contener por su apoyo político ellos no lo podrán hacer, y tendrán, cualquiera de los dos, que, o bien apoyarse en el pueblo y dar una batalla más fuerte contra la oligarquía y el imperialismo, o ceder y defraudar a sus seguidores.
En el caso de Ebrard no hay mucho que pensar, él se posicionará del lado de la oligarquía e impondrá una política de mano dura contra los movimientos sociales y políticos que se quieran oponer a sus planteamientos. AMLO ha mostrado una especial simpatía hacia la ahora exjefa de gobierno de la CDMX. Ello ha generado una serie de pronunciamientos a su favor, que le significan una posición ventajosa de inicio de este proceso. Respecto a su comportamiento respecto a la oligarquía, Claudia aparenta más cercanía a la gente y podría recibir más presiones de abajo. No está claro que de frente a un conflicto abierto entre las dos clases fundamentales ella se ponga de lado de los más pobres; en todo caso tenderá a conciliar, pero su fuerza para ello será muy poca.
Las precampañas a lo interno ya han comenzado y los primeros disparos dejan ver por dónde irá la tónica, no solo de su campaña sino de su presidencia. Marcelo Ebrard ya ha tenido reuniones con gente vinculada a los Yunes, en Veracruz, ja salido en noticieros de cobertura nacional donde, por ejemplo, López Dóriga, periodista de la derecha, le ha mostrado su apoyo. Por el lado de Claudia, llamó a una movilización masiva de las bases de Morena y ha dicho que iniciará un recorrido por el país de la mano de las bases del partido, ha utilizado el discurso reaccionario de identidad (“soy mujer”), como si eso fuera una garantía de gobernar para los pobres. Ella, que es de una postura más cercana al programa de AMLO, no ha dicho una palabra sobre la necesidad de luchar por una sociedad diferente, mucho menos socialista. Ambos van sobre la idea de un capitalismo humano.
Claridad en la lucha política y organización por la revolución socialista
En el próximo periodo habrá muchas ocasiones donde los jóvenes, los trabajadores y las mujeres de la clase obrera tendrán oportunidad de manifestarse, no sólo en el terreno electoral sino en luchas en las calles. El gobierno de AMLO ha podido sortear muchos conflictos por su proyección política, la utilización del Estado y por la negociación entre las cúpulas, pero hay dos sectores que no ha podido mantener bajo control: el sector estudiantil y el movimiento de las mujeres de la clase obrera.
Lenin decía que el viento mueve primero la copa de los árboles, es decir que el descontento siempre se manifiesta en los sectores más vulnerables, sin menos complejos para la lucha y con más energía, que en este caso son los sectores de los estudiantes y las mujeres jóvenes de la clase obrera. Ya hemos visto las primeras movilizaciones, tanto en las escuelas como en el día de la mujer trabajadora.
No hay nada que nos pueda indicar que las presiones de un sistema en crisis puedan disminuir en los próximos años para los jóvenes y las mujeres hijas de familias obreras. Los problemas son claros y se respira en el ambiente, no hay que ser muy inteligente para identificarles: la violencia no da tregua a las mujeres pobres; los empleos precarios que la juventud se ve en la necesidad de aceptar no les garantizan nada, ni derechos laborales, ni posibilidad de salir de la pobreza, ni de tener una estabilidad laboral; en las escuelas se expresan contradicciones muy variadas, no sólo las que tienen que ver con una educación digna y de calidad (como mejor infraestructura, mejores profesores, más salones de clase, etc.), sino que ahí se concentran los jóvenes, con un sinfín de problemas, que vienen con ellos de la casa y de la sociedad en general. En las aulas se habla de falta de dinero —a pesar de las becas— y esto ha llevado a un movimiento generalizado en las escuelas para poner bazares donde se vende de todo para sacar para las copias de los libros, los pasajes, las comidas, etc., se habla del acoso que ejercen de forma sistemática los directivos y algunos profesores contra las chicas, de falta de democracia, de corrupción de los directivos, etc. Las escuelas son una caja de resonancia de los problemas más urgentes de la sociedad.
Ahí se está gestando un descontento masivo contra las autoridades universitarias, contra los partidos, contra las instituciones del gobierno y en general contra el sistema que no les resuelve nada y los destina a la incertidumbre. Como lo hemos visto hasta ahora, este descontento busca una excusa para manifestarse; como lo decía Hegel: la necesidad hace uso de casualidad, para manifestar de forma aguerrida la indignación.
En el movimiento obrero también hemos visto un despertar interesante que ha sacudido a viejos sindicatos apolillados y burocráticos. Sectores de jóvenes obreros están comenzando a organizarse y luchar por aumento salarial, por el reparto de utilidades, por democracia sindical, por crear nuevos sindicatos, en fin. Hay un ambiente como no se vivía hace mucho tiempo.
Todo esto se va a incrementar en los siguientes años, con dos atenuantes: una crisis severa que se prepara a nivel internacional y que afectará a México de forma dura; y el otro, tal vez más importante: no estará AMLO al frente del gobierno, ni de Morena, para utilizar toda su proyección para detener la lucha. Podemos predecir desde ahora que el próximo gobierno de Morena no se parecerá mucho al de AMLO y tendrá que lidiar con un descontento que se irá volviendo cada vez más grande. Para una parte de los trabajadores se traducirá en decepción y abandonarán la lucha desilusionados, pero otra más saldrá a las calles y aprenderá, por la vía de la experiencia, que el reformismo no es suficiente para solucionar los hondos problemas que hay en este país; que sólo la lucha contra el capitalismo y la necesidad de un nuevo sistema serán la solución.
Los marxistas lucharemos con la juventud, las mujeres pobres y la clase obrera y les ayudaremos a sacar las lecciones pertinentes, para que levanten la bandera de la lucha por el socialismo, sin sectarismo ni oportunismos (que son lacras dentro del movimiento de la izquierda).
¡Organízate con nosotros y lucha por el socialismo!