Estamos a poco menos de un mes de que arranque el proceso electoral, en este contexto se ha destacado una sucesión de acontecimientos que solo se pueden entender en el terreno de la batalla por obtener la mayoría parlamentaria para la segunda parte del periodo presidencial de Andrés Manuel López Obrador.
Como hemos dicho en ocasiones anteriores, la elección del 2018 significó la salida del gobierno de la alianza oligarquía-tecnocracia que gobernó el país desde 1988, por supuesto que el proyecto de país que llevaron adelante representa es un hibrido de recetas dogmáticas ultra reaccionarias que se basan en la idea de que todo debe ser definido por el mercado. Este tipo de propuesta económica debe estar sustentada en un tipo de gobierno absolutamente alejado de toda decisión económica o política importante. En su lugar todas las funciones deben estar cubiertas por “juntas de notables”, llamadas organismos autónomos, cada uno de los cuales integrado por personalidades de las empresas privadas o asociaciones civiles que los propios organismos empresariales integran. Todo este esquema de poder transexenal, antidemocrático y oligárquico se protege y justifica por una pléyade de intelectuales orgánicos de la burguesía, que por convicción o por conveniencia sostienen que todo modelo de gobierno distinto al estado “neoliberal” es un atentado contra la democracia y representa una dictadura. Han sido más de tres décadas de reformas que no solo incluyen el terreno económico y el modo en que se gobierna, sino también estructuras como el poder judicial, el cual, como todo el mundo sabe, toma sus decisiones en función del mejor postor.
En oposición a dicho modelo surge producto de la ya citada elección del 2018 la llamada IV transformación, la cual en realidad no representa una propuesta revolucionaria, sino que simplemente busca otorgarle al gobierno capacidad de decisión en los distintos aspectos de la vida política. El discurso de AMLO de “separar el poder económico del poder político” va en el sentido de ponerle límites al absoluto dominio que tenía la oligarquía sobre todos los aspectos por medio de los ya citados “organismos autónomos” y del control absoluto sobre el poder judicial.
Por supuesto es un error suponer que el poder de la oligarquía proviene de su control del aparato político, mas bien el poder sobre el aparato político proviene de su control de todas las palancas económicas del país.
Para acabar con el poder político de la oligarquía es necesario expropiarla. Mientras ello no suceda la gran burguesía mexicana pagará jueces, políticos e incluso paramilitares para recuperar el control total del gobierno. En ese proceso no existe ningún escrúpulo, como ya hemos visto en la utilización cínica de las muertes por el derrumbe de la línea 12 del metro para golpeteo electoral.
El papel de los medios masivos de comunicación es clave, es una caja de resonancia ante todo escandalo verdadero o inventado que surja contra la 4t. Al mismo tiempo guardan un silencio cómplice ante las evidentes violaciones a la veda electoral por parte de todos los gobernadores de oposición o los escandalosos gastos de candidatos como el de Nuevo León. El caso de la candidata del PAN al gobierno de Chihuahua, Maru Campos, que está en proceso jurídico por recibir más de 10 millones de pesos de la delincuencia organizada, que el INE estaba dejando pasar como si nada, es simplemente escandaloso.
Uno de los protagonistas de la contienda es por supuesto el grupo faccioso que dirige Lorenzo Córdoba y Ciro Murayama, que se ha empeñado en torpedear a aquellos candidatos que les sea posible, dicho de otro modo, enfrentar los flancos débiles de Morena, que permitan construir o alimentar la leyenda negra de un Morena corrupto, acosador o antidemocrático.
El retiro de la candidatura de Félix Salgado Macedonio y de Raúl Morón, en Guerrero y Michoacán respectivamente, no se debe a que no merezcan ser candidatos; sino porque calculan que por ese medio pueden hacer el mayor daño posible. Por supuesto que Félix Salgado es una figura indefendible y representa el mejor ejemplo de que parte del poder local en México sigue estando en manos de caciques, no obstante, como hemos señalado esa no es la razón por la que ha sido bloqueado, sino porque su caso se puede utilizar para la guerra sucia contra una posible mayoría en el Congreso por parte de Morena.
En este mismo sentido se inscribe la limitación de la sobrerrepresentación del partido mayoritario hasta el 8%, la cual también fue avalada por el Tribunal Electoral. Como hemos dicho, desde el sexenio de Carlos Salinas de Gortari la sobrerrepresentación se trabaja como una especie de “cláusula de gobernabilidad”, por supuesto que antes del 2018 se trataba de blindar las reformas neoliberales para evitar que un congreso opositor las pudiera bloquear, no obstante, apenas pasado el 2018 “descubrieron” que hay que generar “contrapesos” al poder del presidente.
Como es sabido, este 27 de abril el Tribunal Electoral decidió avalar ambas definiciones del INE, con ello se integra también al bloque oligárquico. A dicho bloque se han sumado el aparato judicial que no duda en otorgar los amparos que sean posibles sobre el tema que sea.
El nombramiento de Evelyn Salgado, hija de Félix Salgado Macedonio, como candidata al gobierno de Guerrero, ha significado una salida que al final no resuelve nada. Lo único que demuestra es que en ciertos casos pesan más los acuerdos entre cacicazgos que la voluntad de los militantes de Morena.
Por su parte la mayoría parlamentaria de Morena ha decidido activar el proceso de desafuero a uno de los elementos menos defendibles del bando oligárquico, Nos referimos al gobernador Francisco García Cabeza de Vaca. Un socio de narcotraficantes y de delincuentes durante los últimos 20 años, que tan sólo se ha librado de las ordenes de aprensión por los distintos cargos públicos que ha desempeñado de forma ininterrumpida en los gobiernos tanto del PRI como del PAN.
El procedimiento para desaforar a Cabeza de Vaca todavía tendrá que atravesar algunos capítulos, pero su detención es tan inminente que se rumora que ha partido al exilio a los Estados Unidos.
Cabeza de Vaca es una papa caliente, es probable que el apoyo que aún sostiene el propio PAN vaya menguando, aunque cabe la posibilidad de que su detención se pueda negociar en función de que suelte la sopa sobre algunos otros trapos sucios, tal como ya ha sucedido con personajes como Emilio Lozoya.
Como sea, el caso de Cabeza de Vaca, es una prueba evidente que el grupo oligárquico defiende en realidad un modelo cleptocrático y no tiene ninguna autoridad para cuestionar las inconsistencias morales de Morena.
Es evidente que el camino que está eligiendo la dirección de Morena, explícitamente su presidente Mario Delgado, impulsando candidaturas de ex priistas y ex panistas, va en sintonía con la política de la derecha. Ellos se cambian de siglas sólo para ser electos bajo la cobija del movimiento para luego reintegrarse a sus grupos naturales, como fue el caso de Lili Téllez.
Si se hubiera apelado a la vasta militancia política de los luchadores sociales que participan en Morena, habría suficientes hombres y mujeres para ocupar los espacios que ahora tienen distintos elementos impresentables a lo largo y ancho del país.
Si la dirección de Morena se hubiese dedicado a organizar la movilización de las masas en torno a las principales demandas del campo y la ciudad, no hubiera espacio para la acción de los grupos de derecha y al mismo tiempo habría un ambiente social para un auténtico giro a la izquierda por parte de la llamada cuarta transformación.
Hoy en día no es del interés de las masas que la derecha logre sus objetivos, si esto sucede se generará primero una parálisis y luego una regresión reaccionaria que podría preparar una fase abiertamente contrarrevolucionaria.
Por el otro lado debemos reflexionar en el sentido de que es posible que realmente Morena y el Partido del Trabajo logren una mayoría suficiente para aplicar reformas importantes, en ese caso ¿Qué política se debería implementar? ¿Una política de conciliación y pactos como lo ha sido estos primeros tres años o una política que le arrebate el poder económico a la oligarquía y que con ello destruya las bases de su control sobre todos los aspectos de la vida del país?
Pongamos, por ejemplo, el caso del constante deterioro del metro, el cual ha supuesto una serie de accidentes de manera cada vez más frecuentes cuyo punto extremo ha sido la tragedia de Tláhuac. La importancia de un servicio dedicado a las masas trabajadoras debería implicar una masiva inversión en mantenimiento y desarrollo del mismo. En los últimos años el metro se ha empleado para enriquecer a los consorcios de la construcción a costa de la seguridad de las masas trabajadoras. Esto debe cambiar ya. De lograrse una mayoría en torno al movimiento lopezobradorista no debería haber pretextos. O se rompe con la oligarquía o se vuelve cómplice de sus crímenes.
En suma, la opción es simple o se avanza por la transformación real del país expropiando a la burguesía o ésta tarde o temprano regresará para mal de las masas trabajadoras del país.