La situación que vivimos en el mundo actualmente es, sin duda, singular. El capitalismo parece que ya ha agotado sus fuerzas para continuar existiendo, las masas trabajadoras en todo el mundo sufren la miseria y deterioro de sus condiciones de vida; situación que viene agravada con la inactividad económica causada por la crisis del COVID-19, que arribó para acelerar el proceso de crisis estructural del sistema capitalista y nos lleva a una nueva recesión mundial.
Los datos de esta crisis son alarmantes, por ejemplo, en Argentina 35 de cada 100 personas son pobres (15 millones de personas) y también según el informe del mes de abril de la OIT, en el mundo se van a perder 195 millones de puestos de trabajo entre los meses de abril y junio, mientras que en América Latina se van a perder 14 millones de puestos de trabajo. Pero existe una alternativa, una otra salida a la crisis, y esa alternativa es el Socialismo.
Trotsky señala que “la situación política mundial del momento, se caracteriza, ante todo, por la crisis histórica de la dirección del proletariado”.
En el Programa de Transición, además plantea que las premisas económicas, para la revolución proletaria no solo están maduras, sino que empiezan a pudrirse.
Las fuerzas productivas ya dejaron de desarrollarse y las nuevas invenciones junto con el progreso técnico no conducen a incrementar la riqueza material ni al desarrollo científico de la humanidad. Como se ve acá en Argentina y en el mundo, los gobiernos tanto reaccionarios como progresistas, no han encontrado maneras para resolver la crisis por la que pasamos.
El Programa de Transición puede ser útil, no solo como una herramienta que nos ayuda a entender el escenario mundial, sino además como un método que nos permite enlazar el programa mínimo, las consignas transicionales, junto a la necesidad de tomar el poder en manos de la clase obrera y los sectores explotados. Es muy importante tener en claro que si: “la orientación de las masas está determinada, por un lado, por las condiciones objetivas del capitalismo en deterioro; por el otro, por la política traidora de las antiguas direcciones (León Trotsky).” Por lo que sólo una dirección verdaderamente revolucionaria, concentrada en un partido revolucionario es capaz de liderar la vanguardia de la clase trabajadora hacia la lucha por el Socialismo
La clase trabajadora mundial intenta en la crisis de la epidemia del Coronavirus e incluso mucho antes de la misma, poner su agenda, levantar sus banderas e imponer sus demandas como ha sido ejemplarmente en el Octubre Rojo Latinoamericano, cuando en Honduras, Chile, Colombia y Haití explotaron manifestaciones de masas. Esos episodios tienen en común que empezaron por motivos pequeños como el aumento en el ticket del subte en Chile, y rápidamente se tornaron en manifestaciones masivas donde hombres, mujeres y jóvenes salieron a las calles para gritar todo lo que tenían guardado en la garganta hace años.
El Programa de Transición mantiene una vigencia sin precedentes, podemos decir que mantiene un hilo conductor con el Manifiesto Comunista de 1848 escrito por Marx y Engels. Cuando fue escrito, en 1938, antes de la Segunda Guerra Mundial, mostraba la necesidad de una lucha sin tregua contra el capitalismo y llevar a la humanidad hacia el Socialismo –en caso contrario una guerra terrible se abatiría sobre la humanidad, y eso fue lo que pasó– la Segunda Guerra Mundial comenzó al año siguiente, matando 60 millones de personas y destruyendo por completo ciudades y países enteros, por lo que no es casualidad que en el Capítulo 12 “La lucha contra el imperialismo y contra la guerra”, el programa no elija el pacifismo, la neutralidad, el desarme o la defensa de la patria, sino el armamento del proletariado para terminar con la burguesía, inspirado en el Manifiesto Comunista.
El propósito del Programa de Transición era superar las direcciones reformistas que hacían una separación entre el programa mínimo y el programa máximo y presentar reivindicaciones transitorias que, partiendo del nivel de consciencia de la clase trabajadora de sus reivindicaciones concretas e inmediatas, llevasen a un enfrentamiento con la lógica del capital. Por ejemplo, la escala móvil de salario y el reparto de las horas de trabajo como respuesta al desempleo.
Por la fuerte crisis económica que vive el mundo en el presente, la demanda inmediata es de aumento salarial y seguridad laboral, pero sabemos que, incluso si una lucha por ésto es exitosa, no pasará mucho tiempo antes de que se necesite una nueva huelga para evitar que la inflación erosione los salarios. La tarea de una dirección revolucionaria es mostrar que un aumento en el costo de vida y el desempleo son necesarios para que la burguesía aumente su explotación de la clase trabajadora y se beneficie cada vez más, por lo que, para responder a esta pregunta, Trotsky nos trae el programa de escala móvil de salario, asegurando que los salarios se ajusten automáticamente al aumento del costo de vida y, la escala móvil de las horas de trabajo, compartiendo el trabajo disponible entre todos los trabajadores sin disminuir el salario.
La cuestión del reparto de las horas de trabajo es muy importante ya que, según los propios economistas burgueses, esta es la peor crisis desde de la Segunda Guerra Mundial. El desempleo y la precarización laboral son una realidad en Argentina, muchas empresas están adeudando salarios, despidiendo o suspendiendo trabajadores .
Los empresarios y los patrones nos dicen que no es posible mantener a todos los trabajadores empleados, que no hay plata para pagar sus sueldos, pero las condiciones para que todos los trabajadores estén empleados y ganando sus sueldos en la totalidad ya existen, por lo que, para garantizarlos, debemos avanzar en la expropiación de los medios de producción.
Esto mismo pasa con la crisis, los empresarios continúan disfrutando de la ganancia producida por las manos de la clase trabajadora y mientras hablan de que no hay plata están sentados en montañas de dinero. Hablar de escala móvil de salarios y reparto de las horas de trabajo es hablar de una solución contra la desocupación progresiva.
Son los sindicatos, los cuerpos de delegados y otras organizaciones de masas los que deben ligar aquellos que tienen trabajo con aquellos que no tienen; el trabajo existente debe ser distribuido entre todos los trabajadores, determinando así la jornada laboral. El salario del trabajador no debe ser afectado y el salario mínimo debe seguir el aumento de los precios de los productos según la inflación.
De la misma manera, la crisis económica y política que vivimos hoy en Argentina también necesita de una respuesta transicional. Las políticas positivas ofrecidas por el gobierno, en clave reformistas, no pueden resolver las condiciones de vida de las masas explotadas a largo plazo, las ilusiones en la democracia e instituciones burguesas se están deteriorando en el mundo, y en el país el Estado presente tiene corto aliento, ya que, las medidas, solo favorecen a los patrones y perpetúan la explotación de la clase trabajadora.
¡Debemos avanzar en la construcción de una alternativa Socialista! En derribar la política de la burguesía y avanzar en la expropiación de los medios de producción. El sistema capitalista debe ser derrocado, el Programa de Transición contribuye como una herramienta necesaria en la experiencia de los trabajadores y sectores populares, entonces , las ideas escritas por Trotsky deben ir transformando en fuerza material el potencial que tiene la clase trabajadora para llevar a cabo una revolución que emancipará a toda la humanidad: la Revolución Socialista