El Secretario de Educación Pública, Esteban Moctezuma Barragán, anunció el 17 de abril, que el lunes 20 de abril se reanudarían las clases virtuales con la finalidad de salvar el ciclo escolar. Para ello se lanzó el programa: “Aprende en casa”, el cual consta de una serie de programas televisivos, en donde se impartirán las clases virtuales para cada grado escolar del nivel básico de educación en donde, al finalizar cada serie de videos, se enunciarán preguntas que las niñas y niños contestarán en casa para crear así una carpeta de experiencias para cada estudiante, aunado a esto deberán cumplir con las actividades que le soliciten el personal docente de manera particular, todo esto con la finalidad de cumplir con el ciclo escolar y abonar a que las niñas y los niños cumplan con los aprendizajes necesarios.
Esto que pareciera una gran herramienta digital fue planteado desde un ideal de vida de muchas niñas y niños que se aleja mucho a la realidad en México. La desigualdad social que existe en México es una barrera para que todas las y los estudiantes accedan a estas clases a través de las tecnologías digitales. Recordando que el acceso y uso de las tecnologías digitales va más allá de tener o no un aparato computador o televisor en casa, si no que implica tres condiciones: la existencia y disponibilidad de infraestructura de telecomunicaciones y redes, la accesibilidad a los servicios que ofrece la tecnología y las habilidades que permiten hacer uso de la tecnología.
El primer punto dentro de la brecha digital, está estrechamente relacionado con la condición socioeconómica del país. En México el INEGI (2016) señala que el 39.2 por ciento de los hogares del país tiene conexión a Internet. Un estudio de la UAM, sobre la brecha digital y la importancia de las tecnologías de la información y la comunicación en las economías regionales de México, señala que, de acuerdo a los datos internacionales, nuestro país se ubica en situación de estancamiento desde inicios del siglo. México sigue siendo un país que no ha logrado vincular su gran tamaño económico con su apropiación y uso de las Tecnologías de Información y Comunicación (TIC) por parte de la población, es decir que no se cuenta con las habilidades que permiten hacer uso de la tecnología. Bajo este contexto surgen las clases virtuales, las cuales se enfrentan con las brechas digitales de las y los estudiantes en México, es decir barreras del acceso a las TIC´S, debido a las condiciones socioeconómicas que impiden a cierto sector la posibilidad de utilizarlas; debido a que en casa no hay acceso a internet o señal de televisión o por el sólo hecho de que con la pandemia del COVID-19 también se han generado problemas económicos en diversos hogares que viven al día, en donde pagar la renta del servicio de internet no es una prioridad.
El otro asunto de estas clases virtuales tienen que ver con el papel de las y los tutores de estas niñas y niños, sobre todo del papel de las mujeres que ahora, sumado al servicio doméstico no remunerado, hay que agregar las horas clase que tienen que pasar con sus hijas e hijos frente a un computador/televisor lidiando con programas digitales que muchas o muchos desconocen, esto en el ideal que pudieran compartir este tiempo con sus hijas e hijos. Qué pasa con quienes perdieron sus empleos o quienes tienen que salir a laborar para que llegue a casa el pan de cada día. Cuál es la situación también de las niñas o niños que se encuentran a cargo de las abuelas y abuelos, quienes se encuentran con una mayor brecha digital.
En el ideal, todas las niñas y niños en todos los rincones de México tendrían que poder acceder a las TIC´S y estos programas de clases virtuales serian una herramienta útil. Tenemos que recordar el antecedente de los sexenios pasados en donde entre 2008 y 2016 el país gastó 36,596 millones de pesos en programas de educación digital los cuales no dieron los resultados deseados. En la lista de programas fracasados se encuentran: Enciclomedia, Habilidades Digitales para Todos, la entrega de laptops para alumnos de quinto y sexto de primaria y el Programa de Inclusión y Alfabetización Digital (PIAD). Estos programas surgieron con el objetivo de fomentar el desarrollo de habilidades digitales y pensamiento computacional, sin embargo, fracasaron.
Si a todo esto le sumamos que los contenidos homologados se presentan por cada dos grados escolares, cuando se sabe que el nivel de avance que tienen las niñas y niños respecto a ciertos contenidos depende del lugar donde estudian, de los avances del personal docente y del estilo de aprendizaje de cada estudiante, la brecha de aprendizaje será evidente.
Es decir que estas clases virtuales, lejos de ser una herramienta viable para el aprendizaje significativo para las niñas y niños, podrían volverse una carga extra de trabajo para las tutoras y tutores, un enajenamiento de las responsabilidades del personal docente y una muestra de que el acceso a la Educación de calidad en México es desigual. La necesidad urgente de salvar el ciclo escolar, hace lanzar herramientas no pensadas en las condiciones socio-económicas de las y los estudiantes, además que, aunado a la crisis social y económica derivada de la contingencia por el COVID -19, en este modelo digital de emergencia para salvar el ciclo escolar, se sigue dejando de lado la educación socioemocional de las niñas y niños, así como también lograr un aprendizaje significativo en ellos.
La educación en casa está sacando a la superficie la enorme desigualdad que hay en la sociedad mexicana y la necesidad de avanzar en una transformación que realmente genere una igualdad de oportunidades de acceso a la educación y a las nuevas tecnologías, lo que implica llevar éstas a los hogares, que los hogares sean dignos con espacios adecuados para la convivencia y el estudio, lo que significa que haya trabajos bien remunerados sin sobre carga laboral para todos, lo que significa luchar por una sociedad donde el conocimiento no sea elitista y la riqueza sea distribuida equitativamente entre todos.