Han pasado ya más de 20 días desde que inició el paro nacional en Guatemala que exige la renuncia de la fiscal general Consuelo Porras. Al paro se han unido voluntariamente una gran cantidad de sectores de la sociedad y está conformado por la población indígena (los que iniciaron el paro), población campesina, estudiantes y organizaciones comunitarias, académicas y profesionales, incluso pequeños y medianos comerciantes. Como se extiende rápidamente el fuego a través de un rastro de pólvora, así se ha extendido el paro en las calles de toda Guatemala. Sin embargo, tras varios días de paro, es poco lo que el movimiento ha conseguido: ni Porras ni ninguno de los fiscales corruptos han sido destituidos. El cansancio empieza a pesar en el movimiento.
Es esencial aprovechar la energía de las masas que hoy están dispuestas a sacrificar el pan de hoy por un mejor mañana. Es importante tener en cuenta que esta disposición no se mantendrá por mucho tiempo. Tarde o temprano, como ha ocurrido en otros países recientemente, como Colombia, Ecuador, Chile y Perú el movimiento entrará en un estado de fatiga y disminución de la participación. En ese momento, la clase dominante incrementará la presión, reprimiendo los últimos vestigios del movimiento o simplemente dejando que todo vuelva a la normalidad, sin ceder en ninguna posición.
Debemos extraer lecciones fundamentales de los pasados procesos de lucha y aprender de la experiencia de nuestros países hermanos latinoamericanos. La lucha debe ser constante en busca de un plan revolucionario. Es crucial crear asambleas democráticas y extender la lucha hasta el último rincón del país.
El movimiento debe avanzar hacia la conformación de asambleas democráticas y representativas que incluyan a todos los sectores explotados de la sociedad guatemalteca. Se debe discutir un programa que abarque todas las demandas históricas más fundamentales de los oprimidos. A través de una asamblea nacional revolucionaria, es necesario establecer un plan de lucha amplio y democrático.
Ninguna confianza en Giammattei, el MP y la OEA
Hasta ahora, el actual presidente de la nación se ha mostrado “pacífico” y “abierto” al diálogo con los manifestantes, aunque en algunas declaraciones públicas manifestó que los protestantes eran criminales, llamó a desalojar las protestas que impedían dar servicio de agua y anunció problemas de suministros básicos en el país. Repentinamente, cambió de actitud el 12 de octubre, once días después del paro, cuando decidió recibir a una comisión representativa del movimiento en su despacho presidencial, una reunión de cuatro horas y media con mediación de la Organización de los Estados Americanos (OEA), donde no cedió ante las peticiones de los manifestantes.
La actitud pacífica de Giammattei es realmente falsa y no es más que una maniobra inteligente para ganar tiempo mientras esperan que el movimiento vaya a la baja, tras el cansancio de mantener los bloqueos y tomas. Después de la reunión en la que no se comprometió con nada, el presidente declaró que no estaba en sus manos destituir a Consuelo Porras, principal petición del pueblo alzado, y que incluso las mismas leyes le impedían destituir a la fiscal general.
Las declaraciones del presidente son insultantes y descaradas, cuando ellos mismos, los corruptos del régimen han pasado por encima de todo el marco legal que rige la política guatemalteca. Es evidente que Giammattei es el protector de la fiscal general, y juntos preparan o bien un golpe de Estado al presidente electo Arévalo o simplemente dejar el camino limpio para una sucesión estable para los corruptos que pueden ser desenmascarados bajo el nuevo gobierno.
Aquí vemos de manera muy gráfica los límites de la democracia burguesa, cuando el mismo Giammattei se ha amparado en una reforma a la ley orgánica del Ministerio Público, que se impulsó como un mecanismo de defensa hacia los fiscales que destaparon la corrupción en 2015; la reforma eliminó toda potestad del presidente para destituir sin una causa justificada al fiscal general del Ministerio Público.
Cuando un representante público es intocable e irrevocable, aun así, si sus acciones, como interferir en un proceso democrático electoral, sean evidentes ante el pueblo. En una verdadera democracia, todo funcionario debería ser perfectamente revocable por la solicitud del pueblo trabajador. Claro, desde la democracia burguesa, cuando el pueblo intenta hacer uso de esta es siempre violentado e ignorado. La democracia en el sistema capitalista se vuelve un término contradictorio, ¿dónde queda la “voluntad del pueblo”? Por eso Lenin siempre fue enfático en decir que no se puede hablar de democracia en abstracto, que siempre se debe preguntar: democracia ¿para quién?
El pueblo trabajador guatemalteco no debe confiar en ninguna de las muestras de apertura al diálogo por parte de ningún funcionario de gobierno, mucho menos de la “mediación” de la OEA. La OEA debajo de la mesa está en favor de la clase dominante opresora y por consecuencia con Porras y Giammattei.
Se debe confiar solamente en la fuerza de la lucha del pueblo organizado en los bloqueos y desconfiar en el diálogo con los corruptos y vendedores de ilusiones, el diálogo solo debe ser con la clase trabajadora y los oprimidos para avanzar en una agenda de lucha revolucionaria.
Las dos caras de Giammattei
Mientras, por un lado, se muestra amigable con el pueblo luchador y los recibe en su despacho, por otro lado, organiza y envía a sus matones para amedrentar al pueblo. El 16 de octubre, en el periódico digital Plaza Pública, se publicó una nota que advertía de grupos armados que atacaron un bloqueo en Malacatán, San Marcos. El artículo decía:
“Un comando armado atacó a los manifestantes para liberar el paso; esto dejó al menos una persona fallecida y cuatro heridos, informaron los Bomberos Voluntarios. Las personas que presenciaron el hecho señalaron que los hombres armados los amenazaron con repetir el incidente si las manifestaciones continuaban. También indicaron que los vieron correr a refugiarse en la base militar. En redes sociales circularon videos en los que se muestra a picops de la PNC circulando tras los vehículos en los que huyeron. Este mismo material gráfico sirvió para identificar a algunos de los atacantes”.
A medida que el paro se mantenga no dudamos que el Estado buscará reprimir a los manifestantes, con el aval de Giammattei y Consuelo Porras. La fiscal Porras que ya ha pedido en varias ocasiones, junto con la principal gremial empresarial CACIF, el uso de la fuerza estatal para respetar el derecho a la libre locomoción. La clase dominante ya utiliza la fuerza represiva paraestatal y, en el momento menos esperado, usará la fuerza represiva estatal. Por ahora, el movimiento no es ni demasiado débil para ser desalojado fácilmente y no es suficientemente fuerte como para representar una amenaza al sistema y ser reprimido abiertamente, sin meditar en las consecuencias y/o peligros para el régimen. El objetivo próximo podría ser intimidar, acosar, perseguir y asesinar selectivamente hasta que el movimiento tienda al desánimo y la retirada sea un hecho.
Divisiones entre el régimen
El ambiente en el movimiento es realmente volátil y así es percibido por la clase dominante, lo que hace que el régimen tambalee y entre en contradicciones. Por ejemplo, ese tira y afloja que se ha desarrollado entre el Ministerio de Gobernación, el Ministerio Público (MP) y la Corte Constitucional (CC).
Consuelo Porras ha pedido desde un inicio que los manifestantes que acordonan el edificio del MP, sin dejar pasar a ningún trabajador desde el 02 de octubre, sean desalojados. Sin embargo, ni el ministro de Gobernación ni la policía se han atrevido a desalojar la protesta. Incluso la misma Corte Constitucional, que ha tenido un papel ambivalente en el proceso, ha ratificado esta semana la legalidad de la protesta. Esto seguramente es la expresión del miedo a que todo se salga de control.
El 17 de octubre, el ministro de Gobernación, que estaba siendo presionado para reprimir a los manifestantes, finalmente renunció a su cargo y declaró en una carta dirigida a Giammattei: “Ante la complejidad de la situación actual en que se encuentra el país, presento a usted mi renuncia”. Esto puede ser un engaño de Giammattei para presentarse como un conciliador y pacifista o simplemente una diferencia en los métodos de cómo manejar el movimiento.
El director de la policía ha declarado hace unos días: “Muchas manifestaciones están siendo lideradas por personas responsables. Pero en algunos lugares se han infiltrado delincuentes para intentar perjudicarlas (…) No tenemos denuncias de saqueos, pero los propietarios de negocios han sido coaccionados y amenazados para que cierren”. Esta actitud “amistosa” de la policía será algo temporal mientras la situación pueda ser controlada y no represente un peligro para el régimen. En el momento decisivo, todas las instituciones y las fuerzas represivas harán un solo bloque para defender el sistema.
Por otro lado, unque la mayoría de las cámaras empresariales se han atrincherado alrededor de la gremial más grande, el CACIF, y el gobierno, existen pequeñas representaciones que tienen posiciones tambaleantes. La situación es compleja, y el movimiento debe aprovechar cualquier fisura dentro de la clase dominante y contraatacar con todas sus fuerzas para doblegar al enemigo.
Autodefensas campesinas, comunitarias y obrera
Ante las constantes intimidaciones y acosos por parte de grupos armados que seguramente son enviados por el Estado, el movimiento debe pasar a la discusión amplia de grupos de autodefensa en todos los bloqueos existentes, como medida preventiva para repeler cualquier amenaza externa y la presencia de infiltrados.
Durante las dos semanas de paro, el pueblo guatemalteco ha demostrado cómo a través de la organización popular se ha podido autosostener la lucha. La coordinación organizada de los movimientos alzados, pero así también la iniciativa propia de miles de personas se ha volcado a garantizar la alimentación, en tiempos sumamente difíciles, donde se han visto azotados por la inflación, la carestía y la pobreza. Aun así, las muestras de solidaridad han sido expresadas repetidas veces. Esto muestra cómo la clase trabajadora en momentos revolucionarios como estos es capaz de organizar y garantizar los medios para la lucha de manera efectiva y sostenible.
Los reportes de algunos periodistas que han visitado las diferentes expresiones del paro exponen cómo la misma gente vela por la disciplina y la seguridad de los bloqueos. Si se han podido mantener condiciones mínimas de seguridad, el camino a las autodefensas contra grupos armados debe ser solo un paso. Esto puede ser discutido ampliamente en las asambleas de delegados democráticos de cada uno de los sectores alzados y transmitirse entre todas las expresiones de lucha. Basta del amedrantamiento contra nuestros luchadores, ni un mártir más. Por la autodefensa obrera, indígena y campesina.
Si los ministros burgueses, banqueros, empresarios y políticos parásitos de la sociedad se sienten con el poder de tener seguridad personal por sentirse amenazados por el pueblo, ¿por qué el pueblo que evidentemente está siendo amedrentado, asesinado y acosado por luchar por sus demandas legítimas no puede ejercer el legítimo derecho de autodefenderse? No hay lógica que nos impida armarnos para defendernos.
Extender el paro a toda la industria
Los líderes campesinos e indígenas también deben hacer llamados serios a todos los trabajadores de todos los sectores industriales a paralizar labores por sus propias reivindicaciones. Por ahora, el paro nacional ha afectado el transporte de las mercancías debido a los más de 100 bloqueos, y los efectos de estos se han hecho sentir no solo en el país sino en toda la región centroamericana. El Salvador, por ejemplo, ha tenido una crisis alimentaria, ya que Guatemala es su principal proveedor de verduras y legumbres. Costa Rica ha dejado de exportar más de 140 millones de dólares debido al cierre de las fronteras, de la misma forma Nicaragua también se ha visto afectada, la posición geográfica guatemalteca es clave, prácticamente en un bloqueo total nada se mueve ni al sur ni al norte sin el permiso de la clase obrera guatemalteca.
Esto es solo una pequeña muestra de lo que los bloqueos han podido generar, y no dudamos que una vez extendido el paro en toda la industria guatemalteca, los efectos rápidamente se extenderían por toda la región centroamericana y más allá de ella. Sin duda, pondría al régimen en jaque. Los indígenas, la juventud y los campesinos solo pueden confiar en sus propias fuerzas y en sus hermanos de clase; sus principales aliados son los obreros industriales. La lucha y el paro deben extenderse a todas las fábricas del país, bajo un programa revolucionario contra el régimen corrupto.
De la consigna fuera Porras a un plan de lucha para elevar el nivel de vida
Por ahora, lo que ha movilizado al pueblo guatemalteco ha sido el hartazgo de la interferencia de la fiscal Consuelo Porras en el proceso electoral. Pero por debajo de este hartazgo, hay una fuerte corriente contra todo el sistema corrupto, contra la pobreza, el desempleo, la desigualdad, el despojo, la explotación y la opresión, concretamente contra el sistema en general. El pueblo alzado entiende perfectamente que la destitución de la fiscal no resolverá sus problemas, incluso la elección del presidente Arévalo tiene esta misma connotación para el pueblo, a Arévalo lo votaron en ausencia de una verdadera representación electoral que planteara resolver sus problemas. Pero el hartazgo es tanto que incluso ganar una de estas batallas destitución de Porras o Arévalo en la presidencia, será tomado como una victoria e impulsará la lucha por más.
Por lo tanto, los dirigentes del movimiento, de los 48 cantones, los representantes del pueblo Xinca, los dirigentes del pueblo maya y los demás pueblos indígenas, junto con los líderes de la organización campesina CODECA y el movimiento obrero sindical, deberían plantearse un programa de lucha revolucionario que incluya las demandas más elementales y principales de los oprimidos. Demandas como el alto al acoso y desalojo de las grandes transnacionales que han desplazado a pueblos enteros, así como también la contaminación y saqueo de los recursos naturales.
El movimiento debe convocar a una gran asamblea nacional revolucionaria que elija una representación democrática por delegados en cada uno de los sectores en lucha, para aprobar un programa que incluya demandas relacionadas con medidas contra el hambre, el desempleo, los bajos salarios, la reforma agraria, el alto a la contaminación, explotación y apropiación de los recursos naturales. Un plan de lucha revolucionario que se proponga tomar el control de los recursos naturales que permitirán la vida digna en Guatemala. Esos que ahora son la gran propiedad de una minoría parasitaria guatemalteca y de las transnacionales extranjeras.
El paro nacional debe trascender a una lucha por echar a los corruptos y a los explotadores y opresores del país, por la construcción de una Guatemala bajo el control de un gobierno revolucionario de todos los oprimidos a través de asambleas democráticas revolucionarias en todo el país, este gobierno debe acabar con todas las instituciones podridas del régimen, no solo son los políticos los podridos, es todo el sistema que está podrido de pies a cabeza y está diseñado para resguardar los privilegios de los ricos pasando por encima de los pobres. Pasar de la lucha inmediata, hacia el control del país para garantizar la vida digna de los históricamente oprimidos.