Escrito por: Josh Cole-Hossain
En Londres, en la desfavorable fecha del viernes 13 de julio, Donald Trump fue recibido por una de las mayores manifestaciones vistas en el Reino Unido desde los días de la guerra de Irak de 2003: cientos de miles se manifestaron. Los organizadores estimaron medio millón, y la policía 250.000. El enorme tamaño de esta protesta es una indicación del verdadero estado de ánimo de ira y rebelión que existe en la sociedad británica en la actualidad.
Los activistas de Socialist Appealse unieron a cientos de miles de manifestantes en la marcha por Londres para oponerse a la visita de Trump y denunciar las ideas y políticas reaccionarias que él representa.
La asistencia masiva -y la diversidad de los presentes- son una indicación de cuán regresivas son las acciones de Trump, y de la amplia furia e indignación que con razón provocan.
Di no a la «relación especial».
En las últimas semanas, tras la irrupción de 15.000 personas en Londres por parte de la brigada ultraderechista #FreeTommyRobinson [Tommy Robinson es un ultraderechista, actualmente detenido, NdT], es comprensible que algunos de la izquierda se hayan puesto ansiosos por el posible ascenso de la extrema derecha. Esta enorme e histórica protesta contra Trump, sin embargo, ha demostrado incuestionablemente dónde se encuentra el verdadero equilibrio de fuerzas en la sociedad.
La manifestación comenzó frente a las oficinas de la BBC en Portland Place, y la multitud casi llegaba hasta Regents Park cuando la comenzó la marcha. La manifestación se dirigió a través de las calles del centro de Londres, antes de terminar con un mitin en Trafalgar Square, donde aún más gente se unió una vez que habían terminado de trabajar.
Entre los oradores del mitin se encontraban el líder laborista Jeremy Corbyn, el diputado David Lammy y Owen Jones, uno de los principales organizadores del evento.
El discurso de Corbyn, en particular, fue recibido con un enorme aplauso por parte de la multitud. Su mensaje de solidaridad con el masivo público reunido contrastaba marcadamente con la cobarde adulación, la alfombra roja y la pompa ceremonial proporcionada al odioso presidente de Estados Unidos por la primera ministra Theresa May y sus compinches del establishment.
De hecho, se pudo sentir un gran ambiente anti-Tory en la protesta, que vino justo después de las caóticas negociaciones de May sobre el Brexit dentro de su propio partido. Esto, por supuesto, a su vez viene a sumarse a los años de un brutal gobierno tory, que ha visto caer el nivel de vida de los trabajadores, de los jóvenes y los pobres.
Muchos de los manifestantes estaban enfadados por el hecho de que la Primera Ministra hubiera accedido incluso a reunirse con su homólogo estadounidense, dada su cruel política de separar a las familias de los inmigrantes y encerrar a los niños en jaulas. Pero tal insensibilidad y crueldad son demasiado familiares para May, quien ha promulgado muchas políticas de inmigración igualmente duras durante su tiempo al frente del Ministerio del Interior.
Esto es lo que realmente significa la «relación especial» para la clase dominante británica y sus representantes: un deseo de emular a los elementos más reaccionarios de su antigua colonia convertida en titiritero imperialista.
Ilusiones liberales
Todos los oradores del mitin estaban unidos en su odio hacia el actual residente de la Casa Blanca. Pero, lamentablemente, esto no se reflejó en ningún llamamiento unificador a la acción. Más bien, la audiencia en el mitin se quedó simplemente con un sentimiento general anti-Trump.
La falta de alternativa que se presentaba también se puso de manifiesto por la variedad de eslóganes y pancartas en la manifestación. Mucha gente tenía carteles que apoyaban a Demócratas del establishment liberal como Hillary Clinton y Barack Obama, e incluso a Oprah Winfrey. Otros mezclaron la oposición a Trump con la oposición al Brexit. Algunos aprovecharon la oportunidad para agitar en torno a cuestiones importantes como el cambio climático o la crisis en Oriente Medio.
Está claro que, para algunas personas, existe la ilusión de que el caos que vemos en todo el mundo es simplemente el resultado de un hombre horrible. Si tan sólo tuviéramos a alguien un poco más ‘amable’ como Clinton u Obama; si tan sólo hubiéramos permanecido en la UE; si tan sólo no tuviéramos a los desagradables conservadores: cuestiones perniciosas como el racismo, el sexismo, el cambio climático, la guerra y la austeridad no existirían.
Pero la realidad es que Trump (y el Brexit) son el resultado de décadas de fracaso por parte de los llamados `centristas’ y sus políticas pro-capitalistas – políticas que tanto Obama y Clinton (en los EE.UU.) como los Demócratas Liberales y los Blairistas (en el Reino Unido) han suscrito.
Ninguna de estas figuras del establishment liberal tiene respuesta a la crisis capitalista en curso ni a la desigualdad que genera; ni a las importantes cuestiones de sexismo, racismo y opresión. Hay que recordar, por ejemplo, que el movimiento Black Lives Matter [Las vidas Negras Importan] en EEUU estalló bajo la presidencia de Obama.
De manera similar, la guerra en Oriente Medio y el pertinente problema del cambio climático también provienen del mismo sistema imperialista y capitalista que figuras liberales como Obama y Clinton defienden y promueven vigorosamente. No son sólo el resultado de la moralidad y del interés propio de un hombre, aunque el comportamiento de Trump como un elefante en un bazar ciertamente exacerba la inestabilidad y turbulencia que el capitalismo genera.
Romper el statu quo
Esto sólo demuestra por qué el titular de la portada de Socialist Appeal – » Luchar contra el Trump. Luchar contra el capitalismo» – es correcto. Como decía la pancarta de activistas revolucionarios presentes en la manifestación: Trump es el síntoma; el capitalismo es la enfermedad; el socialismo es la cura.
La respuesta, por lo tanto, no radica simplemente en poner a una persona «más agradable» en el poder. Por el contrario, los trabajadores y los jóvenes necesitan tomar el poder por sí mismos derrocando este sistema podrido y destruyendo el quebrado statu quo.
Deshacerse de Trump no evitará que otros de su clase lleguen al poder en el futuro, ni cambiará significativamente las vidas de aquellos (tanto en los EE.UU. como en el Reino Unido) que están más oprimidos por este sistema.
Sólo uniendo a los trabajadores en torno a un objetivo revolucionario – abolir el sistema capitalista que nos divide y explota – veremos el fin del caos, del racismo, del sexismo y de la política reaccionaria que Trump defiende y representa.