Escrito por: Socialist Appeal
“En este momento de enorme importancia nacional debería haber unidad en Westminster, pero en cambio hay división. El país se está uniendo, pero Westminster no”. Con estas palabras, la primera ministra Tory, Theresa May, anunció elecciones generales anticipadas para el 8 de junio y pidió unidad política para afrontar el “divorcio” del Reino Unido con la UE.
Después de haber descartado inicialmente unas elecciones generales antes de 2020, May anunció que fue «con reticencia» que decidió que el país necesitaba estas elecciones anticipadas. «La decisión a la que se enfrenta el país será para asegurar su liderazgo», dijo desde Downing Street.
En efecto, May ha tirado el guante a los trabajadores de Gran Bretaña. Está buscando un mandato más fuerte para el gobierno Tory. Con el artículo 50 [del Tratado de Lisboa] y el proceso del brexit en marcha, está decidida a crear un gobierno firme con el que atacar a la clase trabajadora, empezando por los sectores más pobres.
Los conservadores esperan con esta jugada aumentar su delgada mayoría parlamentaria, como lo hizo Margaret Thatcher en 1983 después de la Guerra de las Malvinas. Se muestran optimistas, ya que las últimas encuestas de opinión realizadas situaban a los conservadores 21 puntos por delante de los laboristas.
También es un intento de fortalecer el mandato personal de May como primera ministra – una posición que obtuvo sin ningún rival, después de la dimisión de David Cameron y la retirada de Andrea Leadsom de la ronda final de la carrera por la dirección Tory. Si hubiera permanecido en el cargo hasta la próxima fecha electoral programada para 2020, sin votaciones previas, habría sido el mandato más largo de un primer ministro en el poder, desde Winston Churchill durante la Segunda Guerra Mundial, sin haber disputado elecciones.
Agitación política en el horizonte
La escasa mayoría actual con la que cuentan los conservadores iba a hacer más difícil impulsar su Ley de la Gran Derogación, para trasladar la legislación de la UE al derecho británico, sin enmiendas. May espera que una mayoría más grande elimine tales dificultades.
Otras dificultades, como el presunto fraude electoral en las elecciones de 2015 según las investigaciones policiales llevadas a cabo, desaparecerían convenientemente después de unas nuevas elecciones.
Sin embargo, unas elecciones generales para el Partido Tory no deja de conllevar riesgos. No se puede descartar que los Liberal-Demócratas, que tuvieron unos resultados desastrosos en 2015, pudieran experimentar una reactivación en las zonas que no apoyaron el brexit. Esto podría socavar a los conservadores en escaños clave. Sin embargo, May está buscando compensar las pérdidas ganando escaños en el seno de un Partido Laborista profundamente dividido, especialmente en las zonas de apoyo al brexit.
Irónicamente, May descartó un segundo referéndum de independencia en Escocia «ya que no era el momento» para decidir sobre la autodeterminación, pero sí cree que “es el momento correcto» para unas elecciones generales para sus propios fines políticos.
El Partido Nacional Escocés usará las elecciones generales para confirmar su posición dominante dentro de Escocia en Westminster (la sede el parlamento británico) y conseguir un nuevo mandato para reactivar el referéndum sobre la independencia. Para ellos, la perspectiva de un nuevo gobierno conservador más fuerte en Westminster que persiga un brexit duro será un argumento de gran alcance para la independencia.
Por mucho que Theresa May apele a «la unidad del país», ésta se está desmoronando. No sólo se está alejando Escocia, sino que en Irlanda del Norte continúa la agitación política, tras el fracaso de los principales partidos unionistas y nacionalistas para llegar a un acuerdo en el reparto del poder.
¿Qué camino debería seguir el Partido Laborista?
En el clima actual, de gran división a causa del brexit, y sufriendo las continuas puñaladas de los Blairistas, el Partido Laborista se encuentra en una difícil posición. El ala derecha del Partido se está frotando las manos con alegría ante la perspectiva de una gran derrota del Partido Laborista, aunque temen perder sus propios escaños. Ya estaban afilando sus cuchillos para las elecciones locales del próximo mes de mayo, cuando algunos predijeron que podrían perder hasta 120 ayuntamientos, la mitad en Escocia. Para los Blairistas, cualquier contratiempo para el partido será visto como una oportunidad de oro para deshacerse de Jeremy Corbyn y empujar el partido hacia la derecha.
Durante los últimos 12 meses, el Partido Laborista ha sufrido en las encuestas. Recientemente, Jeremy Corbyn ha tratado de esbozar una alternativa radical. Sus propuestas incluyen la imposición del IVA sobre los gastos de las escuelas privadas para pagar comidas escolares gratuitas, elevar el salario mínimo a 10 libras por hora en 2020 y castigar a las grandes empresas que tardan en pagar a sus proveedores. También ha propuesto la idea de renacionalizar los ferrocarriles y combatir la austeridad. Dichas políticas han tenido un amplio apoyo entre sus partidarios, con encuestas que indican un apoyo de entre un 60% y 70% a favor.
Si Corbyn fuera capaz de echar por tierra el desastroso manifiesto laborista de 2015, que se basaba en demandas de «austeridad light», y se enfocara en su lugar en hacer campaña con un programa radical y de manifestaciones masivas en todo el país, podría cambiar la situación.
Por supuesto, se enfrentará al sabotaje de la derecha dentro del partido. «Cualquier política que toque [Corbyn] está probablemente condenada a hundirse con él, aunque no sea de gran importancia», dijo uno de los diputados laboristas rivales. Con la mayoría de sus parlamentarios haciéndole oposición y haciendo todo lo posible para socavarlo, la impopularidad de Corbyn es una profecía autocumplida. La semana pasada, su oposición al ataque estadounidense contra Siria llevó a nuevos enfrentamientos con diputados laboristas de derechas, incluyendo el vicepresidente del partido, Tom Watson, quien apoyó las acciones de Washington.
«Es interesante ver que nuestras políticas y propuestas son extremadamente populares en las encuestas -¿qué impide a la gente traducir eso en fuerza en las encuestas?», se preguntó John McDonnell, un estrecho aliado de Corbyn, en una entrevista con Sky News. Su respuesta fue: la falta de unidad en el partido.
Esto llega al núcleo de la cuestión. La mayoría blairista que domina el grupo parlamentario laborista está decidida a expulsar a Corbyn. Esta camarilla de la derecha también controla la máquina del partido y ha estado trabajando continuamente para desacreditar a Corbyn y a sus partidarios. A pesar de sus intentos fallidos, tienen el apoyo de la clase dominante y nunca se rendirán.
Por desgracia, la izquierda laborista pensó que podía llegar a un acuerdo con la derecha en aras de la «unidad», pero los blairistas no tenían tales intenciones.
La única manera que tiene Corbyn de avanzar sería apoyándose en los 500.000 miembros del partido y dar la batalla a los blairistas, comenzando con la reintroducción de la reelección de los mandatos para lo diputados y cargos del partido. Esto tendría que suponer una lucha hasta el final por el control del Partido Laborista. Sería una inspiración para aquellos que quieren cambiar la sociedad.
¡Luchar contra los conservadores con políticas socialistas!
Hoy, ante unas elecciones generales, Jeremy Corbyn se enfrenta a una difícil lucha. Ésta requiere una audaz campaña para enfrentarse a los medios de comunicación capitalistas, a los conservadores y a la derecha del partido. Esto es precisamente lo que Mélenchon ha hecho en Francia, colocándose en una situación capaz de ganar las elecciones presidenciales francesas. Es lo que hizo Bernie Sanders en Estados Unidos, donde prometió una revolución política contra la clase multimillonaria. Una postura radical y combativa, combinada con manifestaciones de masas y un movimiento popular de base, les permitió conseguir a Sanders y Mélenchon un tremendo apoyo de los trabajadores, y de los jóvenes en particular. Esta es la lección clave para Corbyn y la izquierda británica.
Por supuesto, como estamos viendo en todo el mundo actualmente, las cosas pueden cambiar rápidamente en sólo unas semanas o meses. No hay resultados electorales certeros, como ya hemos visto. A pesar de su liderazgo en las encuestas de opinión, los tories están divididos y son vistos como el partido de la austeridad. Existe un estado de ánimo anti-sistema dentro de la sociedad británica –y en todas partes internacionalmente- que está buscando una expresión. Si Corbyn presentara una alternativa clara, basada en atacar el quebrado status quo, entonces las encuestas podrían apuntar a su favor.
Pero a pesar de las encuestas de opinión, Corbyn tiene todo por delante. Lucharemos arduamente por una victoria laborista contra los conservadores y su gobierno de, por y para los ricos. Pero también diremos la verdad. En medio de una profunda crisis del capitalismo, el Partido Laborista no debe intentar remendar un sistema desacreditado, sino hacer campaña por un verdadero programa socialista que acabe con el capitalismo y todos sus males.
Pase lo que pase, la lucha no ha terminado. Unas elecciones son sólo una instantánea de una situación en movimiento. Gran Bretaña se enfrenta a una crisis cada vez más profunda. Incluso si los tories ganan estas elecciones, la clase dominante y su sistema putrefacto serán cada vez más odiados. Cada vez más y más personas buscarán una manera de salir de esta pesadilla y comenzarán a luchar. Sólo una transformación revolucionaria de la sociedad puede ofrecer un camino por delante.