Por: Evert Beltrán
Francisco I. Madero es uno de los íconos más visibles de la Revolución Mexicana de 1910, muchos lo proclaman el líder, del que provino y quien desencadeno la estrepitosa caída del dictador Porfirio Díaz, después se convirtió en mártir de la Revolución al ser asesinado por mandato de Victoriano Huerta. Sin duda hay mucho más detrás de la forma en la que ha sido concebido Madero a lo largo de los años, como el conflicto con Emiliano Zapata y su política de conciliación con el régimen de Díaz.
Francisco I. Madero, nació en Parras, Coahuila el 30 de octubre de 1873, primogénito de una familia bastante acaudala, por lo que sus estudios primarios los recibió en casa, a los 12 años ingresó al Colegio Jesuita de San Juan Nepomuceno, en Saltillo, para posteriormente viajar a los Estados Unidos y Francia para continuar sus estudios. A su regreso a México, quedó a cargo de la administración de las haciendas y fincas de su padre.
Para el año de 1901 sus ideas liberales lo llevaron a difundir el periódico Regeneración, fundado por los hermanos Flores Magón. En la primera etapa sólo se podían encontrar denuncias sobre la mala administración del gobierno porfirista, pues todavía no asumían una posición franca contra el gobierno en turno. Se enfocaba, como la política de Partido Liberal Mexicano (PLM), a exigir el respeto de las leyes, la educación laica y liberal, el establecimiento de la honradez de los funcionarios públicos y la defensa de la constitución liberal de 1857, así como las leyes de Reforma, esto debido a que, en los primeros años, el PLM estaba conformado por una serie de liberales conciliadores acaudalados y “bien educados” que no pensaban en enfrentarse contra Díaz y su gobierno (entre ellos Francisco I. Madero).
Tras la línea establecida por el Congreso Liberal, funda el Club Democrático Benito Juárez, cuyo éxito se equiparaba a los clubes a nivel nacional debido a las condiciones de vida tan abrumadoras, y al creciente descontento con el régimen porfirista. El gobierno ve con desagrado la formación de los clubes, así que actúa contra ellos, cerrando periódicos y arrestando a los líderes. El ataque perpetrado al PLM y a los clubes liberales sacuden los cimientos provocando una división en el seno del Partido, por un lado, quedan los hermanos Flores Magón, que se radicalizarán después de su estancia en prisión y al tener contacto con miembros de la Internacional Workers World en su exilio en Estados Unidos. por el otro, queda Camilo Arriaga, que después de separará definitivamente del PLM.
Ante tal situación funda el periódico El Demócrata, y apoya a Frumencio Fuentes como candidato a la gubernatura de Coahuila, pero un fraude le da el triunfo a Miguel Cárdenas, Madero denunció tal hecho en su periódico e hizo un llamado a los clubes del estado a unificarse en el Partido Nacional Democrático, cuya principal consigna era la no reelección.
En 1908 publica La sucesión presidencial de 1910, en dónde llama a una “transición pactada”, allí advertía que, de no hacerlo, se correría el riesgo de un estallido social. A principios de 1909 funda el Club Democrático Antireeleccionista y viaja a la Ciudad de México para organizar con los demás opositores el Centro Antireeleccionista de México. Para mediados del mismo año, realiza una gira con Luis Cabrera y Félix F. Palavicini, recorriendo gran parte del país fundando clubes.
De regreso a la Ciudad de México, en abril de 1910, durante la Convención Nacional del Centro Antireeleccionista de México es proclamado candidato a la presidencia, pocos días después se le dicta una orden de aprehensión, y es apresado en junio en Monterrey. Madero pasaría las elecciones en la cárcel, mismas en que, con un descomunal fraude, gana Díaz.
Al quedar libre, escapa en octubre a San Antonio, Texas, en donde publica el Plan de San Luis, convocando a un levantamiento armado contra Díaz. Él esperaba que, ante la noticia del levantamiento, Díaz entendería y dejaría el poder, Madero realmente no pensó que su convocatoria calará tan profundo, sin embargo, ocurrió que en Chihuahua los campesinos se levantaron enérgicamente contra el gobierno porfirista, encabezados por Pascual Orozco y Pancho Villa.
Madero regresa a México en febrero de 1911, ya cuando la Revolución se había extendido a todo el territorio nacional, el 21 de mayo participó en la firma de los Tratados de Paz de Ciudad Juárez y el 7 de junio entro triunfalmente a la Ciudad de México, en ese momento Porfirio Díaz ya había abandonado el país para exiliarse en Francia.
Durante el gobierno interino de Francisco León de la Barra, Madero organizó el partido Constitucionalista Progresista, con el que participaría en las nuevas elecciones, en las que sería elegido presidente de la República.
Con Francisco I. Madero como presidente las situaciones parecían calmarse, sin embargo, todo comenzó a complicarse; éste exigía la disolución de las tropas zapatistas y el regreso a “la normalidad”, condición que era imposible llevar a cabo, ya que la mayoría del pueblo en armas eran campesinos que exigían el cumplimiento de una reforma agraria que aún no había concedió y que había prometido.
A los pocos días de la toma de posesión presidencial, Zapata lanzó el Plan de Ayala desconociendo el gobierno de Madero y levantándose en armas contra él. Lo que desencadenó una nueva ola revolucionaria en el centro sur y en el norte del país, con Pascual Orozco nombrado “Jefe supremo de la revolución” por Zapata y a Bernardo Reyes como representante de los sectores fieles al porfirismo y a los intereses (comerciales y petrolíferos) de los Estados Unidos. Ante esta situación Madero acomendo a Victoriano Huerta el arremetimiento en contra los que desconocían su gobierno.
En febrero de 1913 en la Ciudad de México, Bernardo Reyes, después de haber sido liberado por alzarse contra Madero y Félix Díaz (sobrino de Don Porfirio), tuvo un enfrentamiento contra Huerta con una duración de nueve días. El 18 de febrero Huerta y Félix Díaz se reunieron con el embajador estadounidense Henry Lane Wilson, pactando contra Madero. Como resultado del pacto el día siguiente Huerta destituyó a Madero, lo tomó como prisionero junto al vicepresidente José Ma. Pino Suárez, y se autoproclamó presidente. A los tres días del ascenso de Huerta al poder, Madero y Pino Suárez fueron asesinados.
Tras el asesinato de Madero, se abrió un nuevo periodo de lucha, del que saldría triunfante la facción conservadora encabezada por Carranza (amigo de los Madero y porfirista adaptado). Así terminó la vida de un liberal timorato, que fue llevado, más por las circunstancias que por elección, a encabezar uno de los episodios más importantes del país.
Francisco I. Madero pago bastante caro el creer que solo se necesitaba quitar a Porfirio Díaz del gobierno para que las cosas mejoraran, pero no sólo era el dictador, era todo el sistema económico, político y social el que agobiaba a las masas mayoritariamente de campesinos en el país. Su muerte a manos de la reacción fue un ejemplo de que a más de uno le convenía mantener las cosas sin ningún tipo de cambio sustancial.