La Corte Suprema de los Estados Unidos revocó su decisión en el caso de Roe contra Wade, que desde 1973 protegía constitucionalmente el derecho de la mujer a abortar. Se espera que docenas de estados anuncien una serie de prohibiciones y restricciones del aborto en los próximos días y semanas.
Este ataque feroz a un derecho democrático elemental, esperado desde hace meses por un proyecto de decisión filtrado públicamente, es parte de una agenda reaccionaria de «guerra cultural», librada por un sector particularmente degenerado de la clase dominante estadounidense. Busca azuzar a las capas más atrasadas de la sociedad estadounidense, que, durante un período de profunda crisis económica, se han polarizado fuertemente a medida que la vida se vuelve insoportable para millones de personas.
Los Demócratas han demostrado ser totalmente impotentes para resistir este nuevo empuje hacia la barbarie, a pesar de controlar la Casa Blanca, el Congreso y el Senado. La clase obrera ahora debe pasar a la ofensiva para defender el derecho de las mujeres a la autonomía corporal y todas las libertades básicas conquistadas por fuertes luchas en el pasado.
Agitando la reacción
Como sugería el memorando filtrado el pasado mayo, este nuevo fallo, redactado por el juez de la Corte Suprema Samuel Alito, argumenta que, dado que “la Constitución no hace referencia al aborto… ningún derecho está implícitamente protegido por disposición constitucional”.
Roe contra Wade siempre fue un escudo endeble para el derecho a acceder legalmente al aborto, ya que no se basa en la protección de la autonomía corporal o derechos de las mujeres, sino en la protección de la “privacidad” (es decir, que el estado no tiene derecho a conocer las decisiones de una mujer con respecto a su salud reproductiva).
Roe contra Wade siempre fue un endeble escudo para el derecho a acceder legalmente al aborto.
Pero la cuestión fundamental aquí no se refiere a tecnicismos jurídicos. El sistema jurídico burgués no es un árbitro neutral de la justicia, sino ante todo un aparato para proteger los intereses burgueses. Y la actual Corte Suprema se ha revelado como representante del ala más atrasada, miope y brutal de la clase dominante estadounidense.
Este sector, que se ha cohesionado en torno al expresidente Donald Trump, ahora es completamente dominante en el Partido Republicano y está empeñado en apelar a los prejuicios más bajos de la sociedad (sexismo, racismo, homofobia y fundamentalismo religioso) para animar a su base social y desviar la atención de las agobiantes dificultades económicas y la agitación social que sacude al capitalismo estadounidense.
Trece estados (incluidos Texas, Missouri y Luisiana) ya establecieron «prohibiciones de activación» sobre el aborto legal, que se activarán después de que Roe contra Wade sea derogada definitivamente. En total, se espera que 26 de los llamados estados rojos (gobernados por el Partido Republicanos) declaren nuevas restricciones al aborto, incluidos Florida, Alabama y Arizona.
Esto significa que, en más de la mitad de los Estados Unidos de América, por capricho de un cuerpo antidemocrático y no elegido de nueve jueces reaccionarios, decenas de millones de mujeres se verán privadas de un plumazo del acceso al aborto legal.
Una sentencia para la miseria y la muerte
Por supuesto esta decisión no impedirá que se realicen abortos, sino que simplemente obligará, especialmente a las mujeres pobres y de clase trabajadora, a buscar abortos peligrosos e ilegales.
Los abortos legales son un procedimiento comparativamente seguro, con una tasa de mortalidad de alrededor de 0.4 por cada 100,000 en los EE. UU. (según un estudio de 2018).
Esto se compara favorablemente con la tasa de mortalidad materna para dar a luz, que es más alta en los EE. UU. que en cualquier otra nación industrializada, con 17 por cada 100,000 nacimientos (y 37 por cada 100,000 para las mujeres negras). Esto se compara con tres o menos muertes por cada 100,000 mujeres en países como Noruega, Suecia y Nueva Zelanda.
Mientras tanto, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), los abortos ilegales tienen una tasa media de mortalidad del 8 por ciento. Con el tsunami de prohibiciones del aborto a punto de barrer los estados del sur, millones de mujeres se verán obligadas a recurrir a abortos peligrosos, insalubres y llamados abortos “callejeros”, lo que hará que el número de muertes relacionadas con el aborto se dispare.
Las mujeres pobres y de clase trabajadora que no desean arriesgar sus vidas en un procedimiento tan peligroso llevarán a sus hijos a una sociedad aplastada por una creciente crisis del costo de vida. Mientras el presidente Joe Biden lanza decenas de miles de millones de dólares y grandes cantidades de equipo militar a la guerra por delegación (“proxy war”) de los Estados Unidos con Rusia en Ucrania, decenas de millones de estadounidenses están luchando por sobrevivir.
La inflación alcanzó el 8.6 por ciento en junio, devorando los salarios y dejando a las familias trabajadoras imposibilitadas de pagar las necesidades básicas de la vida.
Se espera que los precios de los alimentos aumenten más de un 9 por ciento en 2022, mientras que los precios del combustible alcanzaron un récord de 40 años al aumentar a 5 dólares el galón en junio. Mientras tanto, la escasez de fórmula para bebés en mayo resultó en una pesadilla para innumerables familias, y el costo del cuidado de los niños se ha disparado entre un 5 y un 15 por ciento este año.
En resumen, el costo de calefacción en las casas, permanecer en el trabajo y mantener a los hijos alimentados está alcanzando niveles intolerables para las madres y padres de clase trabajadora.
Cuando se combina con una serie de nuevas restricciones draconianas al aborto legal, la consecuencia inevitable será que millones de estadounidenses, y las mujeres en particular, se vean empujadas aún más a la pobreza extrema. También significará que una generación de niñas y niños se criará en condiciones de graves dificultades.
Este es el único futuro que el capitalismo promete para la clase trabajadora del país más rico de la tierra.
La impotencia de los Demócratas
Los políticos Republicanos en todos los niveles han recibido con júbilo el fallo de la Corte Suprema. El gobernador de Mississippi, Tate Reeves, elogió la decisión que “resultará directamente en más corazones latiendo, más cochecitos empujados, más cartillas de calificaciones, más partidos de ligas juveniles jugados y más vidas bien vividas. ¡Es un día feliz!”
Mientras tanto, el exvicepresidente Mike Pence dijo: “Habiendo recibido esta segunda oportunidad de vida, no debemos descansar y no debemos ceder hasta que la santidad de la vida sea restaurada al centro de la ley estadounidense en todos los estados del país”.
Por su parte, los Demócratas han estado retorciendo las manos y sacudiendo la cabeza desesperados. En una repugnante hipocresía, esto incluye al senador demócrata de Virginia, especialmente de derecha y abiertamente antiaborto, Joe Manchin, quien dijo que estaba “alarmado” y “decepcionado” por la decisión de la Corte Suprema.
La portavoz demócrata, Nancy Pelosi, acusó deliberadamente a “la Corte Suprema controlada por los Republicanos” de lograr el “objetivo oscuro y extremo” del partido.
“Las mujeres estadounidenses de hoy en día tienen menos libertad que sus madres”, añadió. “Este cruel fallo es escandaloso y desgarrador”.
Mientras tanto, el presidente Biden hizo comentarios tibios de que se oponía a la medida “radical” de revocar Roe v. Wade, y subrayó la necesidad de elegir “más senadores a favor del derecho a decidir y una mayoría a favor del derecho a decidir en la Cámara para adoptar una legislación que codifique Roe v Wade”.
Este es el mismo Joe Biden que votó anteriormente a favor de revocar Roe v. Wade, que en 1974 describió como “demasiado lejos”, afirmando que las mujeres no deberían tener el derecho exclusivo de decidir lo que sucede con sus cuerpos.
A pesar de todas sus posturas como una alternativa “progresista” a los Republicanos, y a pesar de toda la presión acumulada sobre los trabajadores y jóvenes estadounidenses para que respalden al dinosaurio del establishment Joe Biden para derrotar al “fascista” Trump, los Demócratas apenas han levantado un dedo para proteger el más básico de los derechos de las mujeres.
Biden incluso se ha resistido a los llamamientos para tomar medidas básicas como proporcionar recursos para que las mujeres viajen a los estados donde el aborto seguirá siendo legal.
Debemos comparar la débil resistencia de los Demócratas al fallo de la Corte Suprema con su determinación de garantizar que una avalancha de armas llegue a Ucrania, prolongando un conflicto brutal que está causando efectos catastróficos en todo el mundo, simplemente para servir a los intereses del imperialismo estadounidense.
Como hemos dicho muchas veces: no hay ni una onza de contenido progresista en el Partido Demócrata, que está totalmente al servicio del capitalismo estadounidense, y se opone implacablemente a los intereses de los trabajadores, mujeres y hombres por igual.
Sin embargo, el problema no son solo los Demócratas, sino todo el aparato del estado capitalista en los Estados Unidos, que contiene mecanismos extremadamente antidemocráticos, incluidos el colegio electoral y la Corte Suprema. Como escribieron anteriormente los camaradas de la Revolución Socialista:
“Después de décadas de ‘jugar según las reglas’, debería quedar muy claro que el juego estaba amañado desde el principio. Que Roe incluso esté en peligro de ser revocada debería destrozar cualquier ilusión en la Corte Suprema, la Constitución, los Demócratas y toda la estructura de la democracia burguesa estadounidense. Estas son las instituciones de una clase explotadora y opresora cuyos intereses son diametralmente opuestos a los de los trabajadores. Este es el resultado de confiar en la legalidad burguesa en lugar de la lucha de clases. Este es el fruto del “mal menor” y de la colaboración de clases. La respuesta no es luchar por lo “menos malo” para la clase obrera, ¡sino poner fin a todos los males de la sociedad de clases! El camino a seguir no es a través de la colaboración entre las clases, sino a través de la independencia de clase y la formación de un partido obrero de masas”.
¡Al contraataque!
La revocación de Roe v. Wade es un síntoma de la decadencia senil del capitalismo estadounidense. Sus líderes están irremediablemente divididos, y una gran parte de la clase dominante estadounidense se está moviendo decididamente desde el fondo de la sociedad estadounidense para continuar su estrecha búsqueda del poder, incluso a costa de desacreditar totalmente a las principales instituciones del estado.
Trump ya se está preparando para una campaña de reelección, que tiene todas las posibilidades de ganar contra la débil figura de Joe Biden, cuyos índices de aprobación se han derrumbado a solo el 36 por ciento.
Biden ha decepcionado incluso las bajas expectativas que despertó en las elecciones de 2020 y Trump se está preparando para montar una ola de ira, desesperación y chovinismo reaccionario contra las personas de color, las personas LGBT, los migrantes y las mujeres para reclamar la Casa Blanca.
El capitalismo es incapaz de garantizar ni siquiera las victorias y concesiones básicas ganadas por la lucha de clases en el pasado. En estas condiciones de crisis histórica, solo la clase obrera, movilizada a través de sus organizaciones de masas y preparada para luchar, es capaz de defender los derechos de las mujeres, junto con todas sus conquistas democráticas.
Más allá de eso, solo a través de una lucha concertada para derribar este vil sistema y establecer una sociedad socialista podemos evitar las condiciones bárbaras a las que están cada vez más sometidos los trabajadores en los EE.UU. y más allá.
Ya se están convocando manifestaciones de emergencia en todo el país y se llevarán a cabo más durante el fin de semana. Al lanzar un ataque contra los derechos de la mujer, el Tribunal Supremo corre el riesgo de provocar una reacción violenta de enormes proporciones.
Debemos recordar que el acceso al aborto legal fue uno de los logros de la Revolución Rusa de 1917. Y será una nueva revolución socialista, en los Estados Unidos y en todo el mundo, la que eliminará la opresión de una vez por todas y garantizará una existencia decente y digna para la humanidad.
Como escribimos en respuesta al memorando filtrado en mayo:
“La posición mayoritaria de la Corte Suprema es una dura llamada de atención para todos los trabajadores. Esta es la “nueva normalidad” de la vida bajo el capitalismo, en realidad, un regreso a la “vieja normalidad”, agravada por las convulsiones de un sistema terminalmente enfermo que solo puede contrarrestar temporalmente su deslizamiento descendente recuperando todos los logros obtenidos por la lucha obrera pasada. Así que sí, debemos protestar, pero sobre todo, debemos prepararnos para la lucha de clases, la guerra de clases y la revolución socialista. El camino no será fácil, pero no hay una causa mayor, y no hay alternativa”.