Por: Noemi Salinas y Carlos Márquez
Cada derecho hacia los trabajadores y las mujeres ha sido conquistado con enormes esfuerzos y luchas. Algunos de los protagonistas de estas batallas han quedado olvidados en la historia o no se les da el reconocimiento requerido. Un ejemplo claro de esto es el de Elvia Carrillo Puerto, personaje casi olvidado pero que es fundamental para entender conquistas tan básicas como el derecho al voto hacia las mujeres, que se ha obtenido en tiempo muy reciente. Elvia, quien fuera hermana del gobernador de Yucatán, Felipe Carrillo Puerto, abrazó los ideales del socialismo. Ella se identificó con las mujeres no en abstracto sino con las desharrapadas, es decir las campesinas y obreras. Elvia fue la primera diputada del país, en el contexto de una lucha revolucionaria en su Estado natal. Fue incansable organizadora de campesinas y obreras además de su voz. Por su labor revolucionaria fue atacada, exiliada y perseguida. Para quienes luchamos por los derechos hacia la mujer y por una sociedad igualitaria sin explotación, es fundamental rescatar el legado de importantes luchadoras como Elvia Carrillo Puerto, a la que se le llegó a llamar la sufragista bolchevique.
La mujer mexicana: una historia de opresión
La conquista de las culturas de América trajo consigo una profunda opresión para las mujeres, ya que estaban siempre bajo la tutela de los hombres sin contar con libertades y tenían prácticamente nulos derechos.
Las mujeres siempre han jugado un papel importante en las trasformaciones sociales, en México este hecho no fue la excepción. Tuvimos a mujeres que se destacaron y contribuyeron con recursos, ideas e incluso preparando las conspiraciones previas a la lucha de independencia como lo fue Leona Vicario. En la revolución, famosas son las adelitas que acompañaban a los soldados revolucionarios por los Estados de la republica siendo ellas las que se encargaban de preparar los alimentos, auxiliaban a los heridos pero también luchaban en las batallas. Tenemos a las coronelas que fueron mujeres que lucharon al frente de cientos de hombres en las batallas, un ejemplo es Dolores Jiménez y Muro.
A pesar de que la mujer jugaba estos papeles, el hecho de no gozar de los mismos derechos que los hombres seguían presente para los años posteriores a la revolución. Esto no quiere decir que no se hayan conquistado derechos gracias a las distintas luchas revolucionarias, podemos mencionar, por ejemplo, el tener un trabajo remunerado económicamente. Uno de estos primeros empleos conquistados para algunas mujeres fue el de profesoras y conforme se fue desarrollando la industria mexicana las mujeres se incorporaban a las filas del proletariado naciente (aunque inicialmente de forma muy minoritaria) en el cual no tomaron una actitud de aislamiento sino más bien se incorporaban a las organizaciones obreras de la época como lo eran las sociedades mutualistas y más tarde a las sindicales como la Casa del Obrero Mundial (COM).
En huelgas tan relevantes, como lo fue la de las textileras de Rio Blanco, hubo mujeres obreras destacadas en la lucha, como lo fue Lucrecia Toríz, quien incitó a sus compañeros a abandonar los telares, en diciembre de 1906. En el Partido Liberal Mexicano (PLM) hay toda una serie de compañeras destacadas. Desde los orígenes del movimiento obrero vemos como las mujeres que se incorporan al trabajo, convirtiéndose en proletarias, despiertan a la vida política y se organizan junto al conjunto de su clase por la defensa de sus derechos.
En el campo la situación era aún más cruda. Desde el nacimiento el simple hecho de haber nacido mujer representaba una carga familiar, más que una satisfacción, esto era así porque a la mujer se le tenía que “cuidar” en todos los aspectos desde el económico hasta el moral. La religión fue siempre un instrumento de opresión que la llenaba de prejuicios y le daba un papel de sumisión ante el hombre.
En la vida de la mujer en el campo, podemos ver muy claramente la doble explotación a la que ha estado sometida por décadas ya que además de tener que cumplir con labores domésticas y de cuidado y crianza de los hijos, las mexicanas trabajaban para contribuir en el sustento económico del hogar, como lo era en la siembra y cosecha de la tierra, comercialización de los productos del campo o la elaboración de artesanías, todo este trabajo lo realizaba sin ningún tipo de remuneración económica.
Las transformaciones sociales traen consigo el despertar de las conciencias y la revolución mexicana, iniciada en 1910, tuvo como una de sus consecuencias el que las mujeres alzaran la voz para luchar por sus derechos y una vida digna más allá de sólo cumplir la labor para la que por siglos estuvo sometida, que fue el procrear y las labores domésticas. Romper toda una serie de ataduras materiales y morales no era sencillo, la revolución mexicana tuvo límites al no acabar con el sistema capitalista pero si generó importantes cambios también para las mujeres, en primer lugar despertándolas a la vida política y llevándolas a su organización.
La esclavitud henequenera
En Yucatán surgiría un personaje de gran relevancia en las luchas de las mujeres, nos referimos a Elvia Carrillo Puerto. En ese Estado las grandes transformaciones del país pasaron casi inadvertidas. Existía una clase social privilegiada que se hacía llamar la casta divina, ellos eran grandes terratenientes que tenían bajo su servicio a los nativos mayas de Yucatán, a quienes usaban como sus peones.
El periodista John Kenneth Turner, poco antes de que estallara la revolución, describe con toda crudeza la situación de los trabajadores del henequén en Yucatán. Nos narró un panorama de esclavitud, donde a los peones se les endeudaba y con ello eran obligados a trabajar en las fincas. Había un comercio real de estos trabajadores a los que se les obligaba con la violencia a trabajar. Los trabajadores “libres” vivían en condiciones de precariedad extrema. En estas condiciones las mujeres sufrían lo peor. Eran obligadas a casarse, aun sin su agrado, con peones de sus fincas, además de ser abusadas sexualmente y físicamente por los hacendados de la casta divina. Muchas veces las familias eran disueltas y los hijos se les eran arrebatados. Turner se hizo pasar como un inversionista adinerado extranjero, eso le llevó a ganar la confianza de la clase dominante y así obtuvo crudas confesiones:
“Un amigo mío, un hombre muy afable, tenía una sirvienta que siempre estaba con el deseo de ir a servir a otra persona; por fin mi amigo vendió a la mujer y algunos meses más tarde la encontró en la calle y le preguntó si estaba contenta con su nuevo amo. ‘Mucho, respondió ella, mucho. Es un hombre muy rudo y me pega casi todos los días’” (Turner, John Kenneth, México Bárbaro).
En otro cruel relato, Turner, narra:
“Un pasatiempo favorito de X consistía en montar en su caballo y presenciar la «limpia» (el castigo) de sus esclavos. Encendía su cigarro y cuando expulsaba la primera bocanada de humo el látigo mojado caía sobre las desnudas espaldas de la víctima. Seguía fumando tranquilamente, muy contento, al mismo tiempo que los golpes caían uno tras otro. Cuando, por fin, le aburría la diversión, tiraba el cigarro y el hombre del látigo dejaba de golpear, ya que el final del cigarro era la señal para que acabasen los azotes” (ibíd.).
Ese era el Yucatán en que nacerían los hermanos Carrillo Puerto y que después de la revolución de 1910-1917 poco había cambiado.
Los primeros años de Elvia Carrillo Puerto
14 hijos tuvieron Adela Puerto Solís y don Justiniano Carrillo Pasos. El segundo de ellos se llamaría Felipe y jugaría un papel relevante en la historia al ser gobernador socialista de su natal estado de Yucatán. El sexto hijo fue Elvia Carrillo Puerto, nacida en el poblado de Motul el 6 de diciembre de 1878, futura revolucionaria que brillaría con luz propia. Esta era una familia pequeñoburguesa que no tenían grandes riquezas, pero que no sufrían las mismas condiciones de los peones de las haciendas.
Elvia tuvo estudios básicos, sería una buena estudiante y tendría una importante pasión por la lectura. En sus estudios tuvo un profesor que pertenecía al movimiento de Rita Cetina, una profesora de la ciudad de Mérida, que ya había encabezado una publicación de mujeres llamada La Siempre viva. Eso quedaría marcado en la memoria de la niña quien después usaría a esta profesora como emblema. Lograría aprender mecanografía lo cual sería de enorme ayuda en el futuro.
Un personaje que tendría una gran influencia en Felipe y su hermana Elvia sería el sacerdote Serafín García, que tenía ideas anarquistas y era muy diferente al conjunto del clero que en general contribuían a la explotación del pueblo y eran aliados de la Casta Divina. Desde entonces estos dos hermanos tendrían influencia de ideas socialistas y se despertaría el ideal de la justicia social que crecería al paso de los años.
Las mujeres estaban atadas a la familia y no podían emanciparse hasta muy entrado en años. Ya siendo adolecente Elvia se enamoraría de un joven profesor que iba a su casa para hacer bohemias con su padre en medio de una guitarra. A los 13 años se casaría, ella tendría que trabajar para sostener los gastos de la familia. Siendo muy joven quedaría viuda y a pesar de que su familia insistía en que regresara al hogar paterno ella continuó trabajando y logró conservar su independencia y desarrollarse aún más profesionalmente. Se convirtió en referente de lucha por los derechos de las mujeres, siendo profesora platicaba con las madres de sus alumnos e incluso organizaba, junto con otras profesoras, tertulias en las que se platicaba del sufragio femenino, la educación y demás temas relacionados con los derechos de las mujeres.
Elvia se involucró en la política de Yucatán, para 1909 participó en el movimiento en contra del gobernador porfirista Olegario Molina Solís, apoyando al abogado liberal Delio Moreno. Ella fue propagandista y mensajera, el hablar maya le sirvió para traducir documentos del movimiento anti releccionista a esta lengua y la acercaría especialmente al pueblo.
Elvia simpatizó y formó parte del movimiento maderista que terminaría con el derrocamiento del dictador Porfirio Díaz. Es durante el gobierno de Francisco I. Madero, que Elvia organiza, en 1912, su primer Liga de mujeres campesinas. Como sabemos Madero fue asesinado por órdenes de Huerta tras el golpe de Estado que lo derrocó. Mientras la lucha entre revolución y contrarrevolución continuaba desarrollándose, en Yucatán se sentían sus estragos. El socialista cubano, Carlos Loveira, quien vivió por breve tiempo en la península, describe la organización de la clase obrera y el terror que se vivía, narró cómo las luchas eran reprimidas incluso ametrallando directamente a los huelguistas. Esta represión se mantuvo incluso con la llegada del primer gobernador constitucionalista, Eleuterio Ávila. Elvia mantuvo la organización de sus ligas de mujeres campesinas en medio de estas condiciones difíciles.
El gobierno de Salvador Alvarado
Los gobernadores del ala radical del constitucionalismo llaman a las mujeres a reunirse para analizar sus problemáticas y buscar soluciones. Algunas historiadoras dicen que en Tabasco, cuando Francisco J. Mújica fue gobernador, se realizó el primer congreso de mujeres del país. Aunque no hay memoria de ese hecho se dice que este gobernador declararía: “la obra redentora del gobierno revolucionario no estará completa sin la liberación de la mujer”.
Este fue el antecedente de los dos congresos que tendrían lugar en el Estado de Yucatán, serían una importante influencia a nivel nacional y antecederían al radical gobierno de Felipe Carrillo Puerto.
Yucatán había quedado al margen de la revolución mexicana y fue con la entrada de los gobiernos emergidos de la revolución que el progreso llegó. Salvador Alvarado tenía ideas revolucionarias que se formaron a partir del estudio de grandes reformadores sociales. Al entrar a la gubernatura en 1916, fue el hombre quien inició la revolución en Yucatán, prácticamente desde arriba, aunque su objetivo era hacer reformas dentro de la lógica constitucionalista que no aspiraba a ir más lejos acabando con la explotación de los hacendados henequeneros, aunque si dando cierta justicia social. Alvarado no solo influyó en ese Estado ya siendo gobernador, sino que las medidas implementadas en dicho estado fueron modelo del naciente régimen. Aunque sus reformas no fueron tan profundas, como las que haría Felipe Carrillo Puerto, se dieron avances sociales en Yucatán durante su gobierno que incluyeron los primeros derechos para la mujer y se ayudó en su organización.
Salvador Alvarado, proveniente del constitucionalismo, al ser gobernador de Yucatán, atacaría a Felipe Carrillo Puerto a quien mantiene en prisión. Elvia es la que intercede con Alvarado y no solo logra liberar a su hermano, sino que accede a colaborar con el gobierno revolucionario. Cabe apuntar que Felipe Carrillo Puerto, en medio de la revolución, había tenido que huir de Yucatán y entró en contacto con los zapatistas. Después del derrocamiento de Huerta, Carrillo Puerto colaboraría con Manuel Palafox, el ministro de agricultura nombrado por la convención revolucionaria. Este personaje repartiría tierras e incluso expropiaría propiedades de propietarios estadounidenses para dárselas a los campesinos pobres en la Comuna de Morelos, uno de los pasajes más inspiradores de la revolución mexicana. Pero Alvarado inicialmente mantendría encarcelado a Felipe.
Los congresos de mujeres en Yucatán
Fue convocado por el entonces gobernador de Yucatán, Salvador Alvarado muy posiblemente bajo el impulso de Hermila Galindo, aunque esta no estuvo presente. Se desarrolló del 13 al 16 de enero de 1916. Lo que llevó a convocar el primer congreso de mujeres fue el hecho de que ellas llevaban una vida sin aspiraciones más allá que servir en su hogar y profundamente atadas a lo que dictaba la iglesia. Aunque esto era una realidad para las mujeres en todo el país, lo que sucedió un Yucatán fue consecuencia de la implementación de un gobierno socialista, que busca siempre liberar a todos los individuos de cualquier forma de opresión, y por supuesto, que el tema de la emancipación de la mujer fue importante en los gobiernos de Salvador Alvarado y Felipe Carrillo Puerto.
En la convocatoria se expusieron las siguientes consideraciones:
“La mujer yucateca ha vivido hasta ahora entregada al hogar y sus obligaciones se han concretado a las que se originan de una vida quieta, empírica, sin dinamismo, que trascienda a la evolución y sin aspiraciones que la liberten de la tutela social en que ha permanecido sumida (…)”.
“Es un error social educar a la mujer para una sociedad que ya no existe, habituándola a que, como en la antigüedad, permanezca recluida en el hogar, el cual solo abandona para asistir a los saraos y fiestas religiosas, y que no se le reivindica colocando sobre su tumba el epitafio romano: ‘cuido de su casa y supo hilar la lana’, pues la vida activa de la evolución exige su concurso en una mayoría de las actividades humanas (…)”.
“La revolución constitucionalista ha manumitido a la mujer, concediéndole derechos que antes no tenía, como los que derivan del divorcio absoluto, y que resultarían ilusorias estas justas concesiones de no prepararla convenientemente para la conquista del pan y para la conservación y defensa de estos derechos alentándola a la conquista de nuevas aspiraciones”.
“El medio más eficaz de conseguir estos ideales o sea de libertar y educar a la mujer es concurriendo ella misma con sus energías e iniciativas a reclamar sus derechos, a señalar la educación que necesita y a pedir su injerencia en el Estado, para que ella misma se proteja”.
“Los temas que se discuten en el congreso son:”
“1.- ¿cuáles son los medios sociales que deben emplearse para manumitir a la mujer del yugo de las tradiciones?”
“2.- ¿Cuál es el papel que corresponde a la educación primaria en la reivindicación femenina, ya que aquella tiene por finalidad preparar para la vida?”
“3.- ¿Cuáles son las artes y ocupaciones que debe fomentar y sostener el estado, y cuya tendencia sea preparar a la mujer para la vida intensa del progreso?”
“4.- ¿Cuáles son las funciones públicas que puede y debe desempeñar la mujer a fin de que no solamente sea elemento dirigido, sino también, dirigente de la sociedad?” (Tuñon, Julia. Voces a las mujeres).
Entre las 617 congresistas se formaron 4 grupos para tratar los temas ya mencionados, algo interesante que podemos observar es que entre las asistentes hubo una polarización en dos sentidos, una parte por mujeres conservadoras que creían que la participación de las mujeres en la vida política se tendría que dar en el grado en el que ellas adquirieran educación y que era suficiente por ahora solo mejorar sus condiciones en el ámbito privado. Por otra parte, tenemos el sector radical en el que se decía que la mujer tiene que empezar a involucrarse de inmediato en las decisiones que afectan su vida, reivindicándolas como ciudadanas con plenos derechos e igualdad de condiciones con los hombres en todos los ámbitos de la vida pública.
Podemos decir que esta polarización es consecuencia de las condiciones de represión y servidumbre que venían viviendo las mujeres desde siempre y fue difícil desprender de la mentalidad de algún sector de estas ideas conservadoras. Incluso ya conquistados algunos derechos, hablando en el sentido del derecho a decidir cuantos hijos quieres tener. La periodista Margary Rex, del International New Service, escribe en el ejemplar del 2 de abril de 1922 en la Revista de Yucatán:
“las mujeres superiores no se casan y las mujeres que no se casan son la ruina del país (…) De allí que estas mujeres superiores nunca sean madres y no puedan transmitir a las nuevas generaciones sus mejores cualidades, y la raza y la nación sufren la falta de los hijos que ellas pudieran darles” (Monique J. Lemaître, Elvia Carrillo Puerto, La monja Roja del Mayab).
En estas declaraciones podemos notar que no sólo en México era difícil erradicar la ideología de ver a la mujer como un objeto de reproducción y servidumbre, incluso en países tan avanzados, como EEUU, se podía ver vigente esta concepción, lo que nos lleva a concluir que la naturaleza del sistema capitalista es esa, un sistema en el que la explotación de los individuos se normaliza y a la mujer se le explota doblemente.
Hermila Galindo, quien había sido secretaria de Venustiano Carranza, por razones de salud no pudo estar presente, pero mandó un discurso al congreso, el cual causó gran polémica al dársele lectura. “La mujer en el porvenir” trataba temas como sexualidad, divorcio, política y prostitución, lo que gran revuelo entre las congresistas, sobre todo con respecto al tema de la sexualidad femenina que textualmente decía:
“El instinto sexual opera de tal suerte en la mujer y con tan irresistibles resortes, que ningún artificio hipócrita es capaz de destruir, modificar o refrenar. Atentar contra el instinto soberano es destruir la salud, corromper la moral, demoler la obra grandiosa de la naturaleza y enfrentarse con el creador increpándolo con la más atroz de las blasfemas. ¡Te has equivocado!”
“(…) Un pudor mal entendido y añejas preocupaciones privan a la mujer de conocimientos que le son no sólo útiles, sino indispensables, los cuales una vez generalizados, serían una coraza para las para las naturales exigencias del sexo: me refiero a la fisiología y anatomía (…) que debieran ser familiares en las escuelas y colegios de enseñanza secundaria” (Tuñon, Julia, Voces a las Mujeres).
Elvia estuvo presente en ese congreso. En un ambiente de jerarquía e incluso racismo, es posible que fuera relegada y esa sea la razón por la que no aparece en los anales. Los resultados de este congreso no fueron muy satisfactorios pues tuvo una tónica conservadora. Había que trabajar mucho más para romper los prejuicios sociales aun arraigados.
Dado que no se consiguieron los objetivos deseados con el primer congreso, Alvarado llama a realizar un segundo congreso que se llevó a cabo del 23 de noviembre al 2 de diciembre de 1916 y la asistencia fue mucho menor con 234 delegadas. Los 4 temas que se consideraron fueron:
1. Si la escuela primaria debe iniciar a las mujeres en actividades que hasta ahora fueron únicamente para hombres ¿cuáles son esas artes y ocupaciones?
2. ¿Cómo se hace para convertir a la mujer en agente de difusión científica y de la libertad?
3. Las mujeres y el voto ¿Electoras y candidatas?
4. En caso de divorcio, ¿quiénes deben hacerse cargo de los hijos?
Este congreso estuvo más a la izquierda que el primero. Se logra aprobar una moción a favor del voto femenino para las elecciones municipales, sin embargo se pierde una votación, 60 votos contra 30, a favor de que las mujeres puedan ser electas en puestos municipales.
El Partido Socialista del Sureste
Elvia Carrillo, al ser propagandista y organizadora de mujeres, jugaría un papel importante en el movimiento revolucionario local. Desde 1916 se construye el Partido Socialista del Sureste y los hermanos Carrillo Puerto se inmiscuyen en esta tarea. El activismo de Elvia, junto con el de sus contemporáneas, puso sobre la mesa el derecho del sufragio femenino y poco a poco fueron ganando terreno, por ejemplo, en el Primer Congreso Obrero de Yucatán (del 29 al 31 de marzo de 1918) dentro del temario se consideró:
“Aceptación de la mujer obrera en las ligas de resistencia, cobrándoles la mitad de la cuota fijada a los hombres, y votar por ellas en los puestos concejiles, después de transcurrir un año de pertenecer en su lugar” (Monique J. Lemaître, Elvia Carrillo Puerto, La monja Roja del Mayab).
Desde ese año Elvia junto a su hijo Marcial Pérez Carrillo emprenden una campaña de propaganda con el fin de ganar a las mujeres campesinas a la Liga Central de Resistencia Femenina, perteneciente al Partido Socialista del Sureste, organizándolas en ligas regionales.
En noviembre de 1919 el coronel Isaías Zamarripa saqueó los locales de la liga central del PSSE con lo cual se inicia un periodo de intensa persecución al partido. Elvia junto con su amiga Elena Torres tienen que salir huyendo de Yucatán, se instalan en la CD de México y ahí es donde Elvia se pone en contacto con futuros miembros del Partido Comunista Mexicano, del cual Felipe Carrillo Puerto sería miembro fundador. Por su parte Elvia, con mucha dedicación, logra fundar La Liga Rita Cetina Gutiérrez en la capital, en 1921 se celebra ahí mismo, otro congreso de mujeres ahora convocado por Elvia, en el cual se acuerda solicitar a los supremos poderes el voto femenino. En la capital Elvia tiene que enfrentar las críticas y habladurías de las feministas burguesas que no dejaban de echarle en cara su radicalismo, su origen pueblerino, el que no tuviera estudios y el ser socialista, por lo que la apodaron la sufragista bolchevique, que más bien parecía un alago. Los ataques de estas feministas no menguaron para nada su convicción y lucha, todo lo contrario, su estancia en la ciudad significó aprendizaje y crecimiento intelectual. Ella continúo trabajando junto a sus hermanos de clase en la Ciudad de México en agrupaciones de obreros, pero siempre sintiendo la necesidad de regresar a las ligas campesinas.
Se conquista por primera vez el derecho al voto femenino
Elvia, junto con su hijo Marcial, y su hermano Felipe, regresan a Mérida para el congreso de Izamal que se celebró del 15 al 20 de agosto de 1921. En este congreso se postula la candidatura de Felipe a gobernador del estado. Las elecciones se llevaron a cabo el 6 de noviembre de 1921, los candidatos: Felipe Carrillo Puerto por el PSSE gana con 62,801 votos, le sigue Bernardino Mena Brito por el PLY con 2,888 votos, Ricardo Molina Hubbe del Partido Democrático con 431 votos y Miguel Alonzo Romero por el Partido Liberal Constitucionalista con 12 votos. La victoria Socialista fue contundente.
El Gobierno socialista de Felipe comenzó el 1 de febrero de 1922, y vale mucho la pena mencionar su primer discurso, que además lo pronunció en maya (lengua que dominaban a la perfección tanto él como su hermana Elvia) y que reflejó las aspiraciones de su gobierno de liberar a los nativos mayas de la explotación a la que estaban sometidos, dándoles educación y haciéndolos dueños de su trabajo.
“(…) la tierra es de ustedes, ustedes han nacido aquí, han crecido aquí, han gastado su vida encorvados en el campo cortando pencas para el amo que se ha apoderado de las tierras. Pero ustedes las van a recuperar de acuerdo con las nuevas leyes que reconocen ese legítimo derecho. Y siendo de ustedes la tierra lo natural es que las cosechas también les correspondan” (Monique J. Lemaître, Elvia Carrillo Puerto, La monja Roja del Mayab).
Las reformas en cuanto a los derechos de la mujer ya habían empezado durante el gobierno de Alvarado, pero fue en el periodo de Felipe Carrillo Puerto cuando se dieron las más importantes, gracias a la intervención y esfuerzo de Elvia Carrillo, Rosa Torre, Raquel Dzib, Susana Betancourt y gran parte de las profesoras rurales. En torno a las Ligas de Resistencia Femeninas Campesinas y la Liga Rita Cetina G. se trabajó en muchos aspectos necesarios para mejorar la vida de las mujeres y los hombres yucatecos de familias trabajadoras como lo fue con la alfabetización, se luchó contra el alcoholismo, el control de la natalidad, se trabajó con las mujeres prostitutas para darles métodos de higiene, en la nutrición de los niños y niñas, métodos de primeros auxilios, en la creación de cooperativas para comercializar los productos que las mujeres elaboraban.
Una medida importante fue la legalización del divorcio, medida progresista, aunque aún con limitaciones y resquicios machistas puesto que una mujer no podía contraer nuevo matrimonio hasta después de 300 días para asegurar que el nuevo esposo no acarreara hijos de su antigua pareja. Con todo y eso fue un paso adelante.
Junto con el gobierno de su hermano Felipe, siguiendo la experiencia de este en la Comuna zapatista de Morelos, coordinaron el reparto agrario en el cual se vieron beneficiadas 34,796 familias, es decir, se repartieron 664,835 hectáreas de tierra. Los indígenas que habían sido arrebatados de sus tierras y esclavizados, ahora poseían tierra y libertad.
En medio de una lucha revolucionaria general de los trabajadores, las mujeres, que estaban organizadas junto con el conjunto de los explotados, consiguieron conquistas nunca vistas en la historia del país: las mujeres pudieron votar y ser votadas, aunque fuera solo a nivel municipal y estatal. Los socialistas luchamos por la mayor democracia, incluso bajo este sistema, pero aspiramos a una democracia a un nivel superior, donde no solo podamos decidir nuestros gobernantes sino también administrar las fuerzas productivas con democracia y nuestros destinos. En la lucha por construir el Estado de los trabajadores, cosa que a nivel local comenzaba a ocurrir en Yucatán, los avances democráticos son muy importantes. Dar el voto a la clase obrera, así como a la mujer. Sin hacer un fetiche del voto, podemos decir que esta es una importante conquista ya que ayuda a despertar a la vida política, ayuda a romper, aunque no siempre de manera inmediata ni mecánica, con las ataduras del pasado. Esta medida fue mil veces más efectiva que los congresos de mujeres del gobierno de Alvarado.
La falsa moral burguesa
Estos cambios del gobierno de Felipe Carrillo Puerto, quien aspiraba a ir al socialismo, como había ocurrido con el gobierno de los soviets en Rusia, no pasaron desapercibidos y generaron una reacción de parte de la burguesía conservadora del país. Escandalizaron a “la gente decente”, sobre todo en lo relacionado al control de la natalidad. En febrero de 1922 se publicó y distribuyó el folleto de Margaret Sanger “La regulación de la natalidad, o la brújula del hogar” en el que se proporcionaban métodos para evitar la concepción (un año después se comprobó que los métodos de la Sra. Sanger eran ineficientes y la forma más efectiva era el empleo de una jalea espermicida en combinación con un diagrama, que proponía la Dra. Dorothy Bocker) si bien los materiales necesarios mencionados en el folleto, jeringas, bolsas para duchas vaginales, soluciones, supositorios, no estaban al alcance de las mujeres yucatecas. Lo que la Liga Rita Cetina logró fue avanzar en el derecho de las mujeres a decidir sobre sus cuerpos y cuantos hijos tener. Esta campaña de control natal fue, a su vez, una batalla ideológica contra el conservadurismo y la moral medieval.
Como parte del programa, en agosto de 1923 se hicieron planes para establecer en Mérida dos clínicas para el control de la natalidad, una en el hospital para mujeres y niños y la otra se establecería en la zona de prostitutas, con esta medida se buscaba reducir el alto índice de enfermedades venéreas en Yucatán, pero poca fue la gente que veía con imparcialidad científica esta medida, en realidad las personas se sentían ofendidas.
Tan fuerte resultó el impacto en la sociedad de aquellos años, que el periódico capitalino Excélsior hizo toda una campaña, en aquel año 1923, hablando del gran papel de la familia y la maternidad. Tenía un claro tinte reaccionario para, con el argumento de la buena moral, condenar las medidas progresistas del gobierno de Carrillo Puerto y el movimiento de mujeres en Yucatán. A esta campaña se sumaron la Secretaría de Educación Pública, el Arzobispado mexicano, la Cruz Roja y las Cámaras de Comercio. Así se consagró el 10 de mayo como día de las madres, según las páginas del Excélsior, con el fin de: “rendir un homenaje de afecto y respeto a la madre a consecuencia de una campaña sucia y criminal en contra de la maternidad en Yucatán”. Mientras que los hacendados golpearon a las mujeres, las vendían y arrebataban a sus hijos, los oligarcas y su prensa no dijeron una palabra, pero ahora que se vivía un real movimiento de los explotados por su liberación, gritaban histéricas condenas.
El congreso Panamericano de Mujeres
Elvia se encontró con oposición incluso de parte de mujeres que se decían feministas y decían luchar por conquistar derechos para las mujeres. En realidad, durante toda su vida chocaría con las feministas pequeñoburguesas y burguesas. Del 20 al 30 de mayo de 1923 se celebró el Congreso Panamericano de Mujeres, al que asistieron representantes de por lo menos 20 Estados de la república mexicana, de EEUU, Cuba y diferentes organizaciones femeninas. Las tres delegadas de Yucatán, Elvia Carrillo Puerto, Gloria Mireya Rosado y Susana Betancourt, generaron debate en el tema del control de la natalidad, pero sus propuestas fueron rechazadas a favor de una resolución que planteaba que el Consejo Superior de Salubridad debería establecer en México clínicas prenatales y postnatales para combatir los altos índices de mortalidad infantil. Las delegadas mexicanas plantearon que el control de la natalidad no era el remedio en un país que había sufrido una grave reducción de la población durante la revolución. Cosa que refleja claramente la posición de ver a la maternidad como una obligación moral y política, como si la mujer fuera una productora de futuros ciudadanos para la patria, discurso que se volvió constante en los tiempos postrevolucionarios.
Las congresistas igualmente rechazaron e incluso se escandalizaron con las propuestas de las delegadas yucatecas en cuanto al tema del amor libre (que vela por la protección de la mujer dentro y fuera del matrimonio y asegura los derechos de los hijos ilegítimos) planteando que esto solo alentaba al libertinaje. En cambio, se resolvió que las organizaciones femeninas deberían influir en que las ceremonias de matrimonio se transformen, para que dejaran de ser exhibiciones ostentosas y en su lugar se transformaran en actos sencillos que exaltaran la nobleza de la ceremonia.
La delegación yucateca sobresalió durante el congreso. A pesar de salir derrotadas en las demandas relacionadas con la natalidad y el amor libre, sí lograron el consenso, al que llegó la mayoría de las delegadas, de otorgar el voto a la mujer y que se pudieran ocupar puestos gubernamentales.
En 1922 Rosa Torres es la primera mujer en ocupar un cargo de elección popular siendo presidenta del consejo municipal de Mérida. En 1923 Elvia Carrillo y Raquel Dzib consiguen una victoria contundente al ser elegidas para diputadas, la primera con 5,115 votos en el quinto distrito. Estando Elvia defendió los derechos de los indígenas y trabajadores, así como de las mujeres sin dejar la organización de las ligas.
El derrocamiento de Felipe Carrillo Puerto
A nivel nacional se dio una pugna por el poder entre distintos caudillos, Adolfo de la Huerta hace un levantamiento contra Álvaro Obregón y su candidato Plutarco Elías Calles. Esa es la oportunidad que la oligarquía yucateca estaba esperando para asestar un golpe contra el gobernador Felipe Carrillo Puerto. El gobernador socialista tenía un batallón rojo dispuesto a defenderlo, pero necesitaba armas. El apoyo del centro nunca llegó. Es muy probable que Obregón y Calles vieran también la oportunidad de desembarazarse de este radicalizado movimiento y por eso lo dejaron a su suerte condenándolo a la muerte. Felipe Carrillo Puerto tiene que abandonar el gobierno, en su huida es capturado y fusilado, el 3 de enero de 1924, junto con tres de sus hermanos y 9 colaboradores más. Este experimento socialista mexicano, claramente inspirado en la toma del poder de los trabajadores rusos, llegó a su fin.
Se abrió un ambiente de terror contra los militantes del Partido Socialista del Sureste y la familia Carrillo Puerto. El trabajo revolucionario de las ligas campesinas continuó, pero en la clandestinidad. El ejército obregonista restableció el orden temporalmente y llevo a que un antiguo colaborador de Felipe Carrillo, Miguel Cantón, se proclamara gobernador aunque estuvo efímeramente al frente del Estado. Obregón se apoyó en José María Iturralde. Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles públicamente lamentaron la muerte de Felipe pero combatieron a todo quien mantuviera su legado, iniciando con su familia y la propia Elvia. Su vida estaba en real peligro y Elvia tuvo que abandonar su Estado natal.
La revolución llegó con retraso a Yucatán pero lo hizo con enorme fuerza. Esa lucha de los campesinos indígenas, de los obreros, del gobernador socialista despertó a las masas a la lucha y permitió avances para las mujeres no conseguidos en el resto del país. Esa fuerza de la revolución, el poder organizado de las mujeres junto al resto de los trabajadores, la memoria de figuras tan grandes como Felipe Carrillo Puerto, queda marcada en el alma de las verdaderas revolucionarias como Elvia quien continuaría en otras trincheras su lucha.
El exilio de Elvia
Elvia vivió en la Ciudad de México, tiene que trabajar en la Secretaría de Agricultura y Fomento. En su lucha por conseguir derechos políticos para las mujeres, logra candidatearse para diputada por un distrito en San Luis Potosí. En medio de la campaña sufre un atentado al serle disparados 8 balazos que afortunadamente no dieron en su objetivo. Pese a remar contra la marea, Elvia consiguió un triunfo contundente con 4,576 votos a su favor y sólo 56 en su contra, pero sus oponentes se apoyan en la injusta legalidad para impedir que se siente en su curul, pues no estaba permitido que las mujeres ocuparan puestos legislativos.
En 1925 funda la Liga de Orientación de Acción Femenil con la que participa en junio de ese año, junto con Cuca García, como delegadas en el Congreso de Mujeres de La Raza, organizado por la Liga de Mujeres Ibéricas. Según la biógrafa de Elvia, Monique J. Lemaître:
“las dirigentes de la izquierda socialista, insisten en que los problemas fundamentales de la obrera y de la campesina mexicanas son de orden económico y no, como propugnan las delegadas derechistas y moderadas, el producto de las condiciones sociales y morales de la época, ya que éstas a su vez no son sino el producto de la extrema pobreza en que viven las trabajadoras mexicanas”.
Y continúa:
“Durante el corto Congreso es, además, evidente la lucha de clases entre las asistentes moderadas y burguesas, en su mayoría católicas tradicionales, a la cabeza de quienes se encuentra la organizadora del Congreso, Sofía Villa de Buentello, y el grupo dirigido por Elvia Carrillo y Cuca García. El 10 de julio Sofía Villa, desesperada ante la partida de las delegadas extranjeras, se dirige furiosa al grupo radical, gritando a voz en cuello que se trata de un Congreso Internacional y no de un Congreso de Trabajadoras ni de un Congreso Socialista. La respuesta de Elvia Carrillo Puerto no se hace esperar. Si la intención de las organizadoras era que, para tener un Congreso Internacional, había que limitar su participación a las delegadas burguesas ¿por qué entonces invitar a las trabajadoras? Por boca de Elvia protestan las obreras y campesinas que son la fibra misma del corazón del país, en contra de los parásitos que succionan su savia vital” (Monique J. Lemaître, La monja Roja del Mayab).
La unión de mujeres de los distintos estratos en realidad se convierte en una reunión pluriclasista que o bien termina en un enfrentamiento abierto entre clases o en la subordinación política de las explotadas ante la política burguesa o pequeñoburguesa. Feministas, como las que organizaron ese encuentro, suelen abogar por la no politización, por dejar de lado otros temas como la lucha de clase en pro de los problemas femeniles, cuando la experiencia nos dice, y un caso claro se tuvo en Yucatán, que los problemas más crudos los viven las mujeres campesinas y trabajadoras y su solución está en la lucha conjunta de los explotados. De tal forma que esos feminismos solo ayudan a la reacción y no a la causa de las mujeres explotadas.
Divisiones de clase en el movimiento femenino
Elvia mantiene una táctica de frente único, participa en reuniones generales y organizaciones amplias de mujeres, pugna por la unidad del movimiento de mujeres en defensa de sus derechos, pero construye su propia organización con carácter de clase y socialista. En 1927 conforma la Liga Orientadora Socialista Femenina que es acosada por elementos reaccionarios y católicos, que en momentos hacen desaparecer su organización. Posteriormente conformaría la Liga de Acción Femenina.
En 1929 desde el oficialista partido en el gobierno, el PNR, antecesor del PRI, se forman el partido Feminista Revolucionario y el Bloque Nacional de Mujeres Revolucionarias, pero Elvia se mantiene al margen de ellos.
Elvia mantiene infatigablemente su lucha. En 1931 participa en el primer Congreso Nacional de Obreras y Campesinas en que se pugna por la organización de las mujeres y se hacen discursos a favor del derecho del voto. Esta reunión tuvo actos conciliadores con el gobierno, llega a resolver que “No son culpables nuestros legisladores del criterio unilateral de sus disposiciones. No nos atrevemos a censurar a nuestro gobierno democrático por olvidar el papel que representamos las mujeres en sociedad; todo es consecuencia de la lenta evolución de nuestra patria” (Tuñon, Julia, Voces a las Mujeres). Esa conciliación llevó a la presencia del mismo presidente e incluso de sacerdotes polarizándose la reunión al punto del rompimiento.
Elvia buscaba cualquier espacio para defender los derechos de la mujer y pugnar por la legalización del voto. Apoyándose en su Liga de Acción Femenina, presiona y logra hablar en la cámara de diputados para defender el derecho del voto femenino el 27 de julio de 1932. A eso se suman acciones de protesta de sus seguidoras quienes hacen mítines en el parlamento.
Ya confraternizaba con militantes comunistas como Concepción Michel y la profesora María del Refugio García. Ellas participan en una serie reuniones feministas, iniciada en junio de 1934 en el anfiteatro Simón Bolívar, para hablar sobre el problema de la prostitución. Las feministas en un momento impidieron la entrada a las comunistas a las sesiones lo que llevaría a la escisión de la reunión. El ala izquierda convocaría a sus propias reuniones en el auditorio de la Universidad Nacional donde se demanda al congreso eliminar las licencias de las casas de prostitución y el cierre de los cabarets. Se piensa que hubo 41 mil personas en aquel tiempo que tuvieron que ir al médico por enfermedades venéreas. Mientras que el ala derecha de dicha reunión resolvió la igualdad moral entre hombres y mujeres; las comunistas no ven el asunto de manera moral, saben que hay que acabar con el hambre y el sistema de explotación capitalista y enarbolan otras demandas:
“un salario igual para ambos sexos por el mismo trabajo, la implementación de una ley de salario mínimo, casas de cuna para los bebés de mujeres trabajadoras, una disminución del costo de la alimentación y alquiler para obreros y campesinos, libros de texto gratuitos para los hijos de los trabajadores, así como una comida gratuita para los escolares pobres. Los fondos para la implementación de las reformas propuestas deberían provenir del dinero generado por una disminución de los gastos militares, ahora que la fase armada de la Revolución había terminado” (Monique J. Lemaître, La monja Roja del Mayab).
Elvia también impulsa el tercer encuentro de Obreras y Campesinas en Guadalajara en septiembre de 1934, que no contó con la cobertura del primero, ya para entonces el movimiento de mujeres estaba polarizado. En dicha reunión se aprueba impulsar una liga de masas de mujeres.
Durante el cardenismo
Elvia apoya la campaña de Lázaro Cárdenas y organiza actos de mujeres en su natal Yucatán. En este gobierno se da un auge de las organizaciones de masas sindicales, campesinas y estudiantiles, en el sector femenil se crea el Frente Único Pro Derechos de la Mujer (FUPDM), que llegó a agrupar a 800 organizaciones de mujeres y a unas 50 mil afiliadas quienes pugnan por el derecho al voto. Elvia participa en esta agrupación. La presión lleva a que Cárdenas emita un decreto, el 18 de noviembre de 1937, que da derecho a la ciudadanía a la mujer, aunque esto se quedaría en el papel pues no se concreta el derecho al voto. En 1938 el FUPDM se fusiona al oficialista PNR, al igual que durante el cardenismo se fusionan las organizaciones obreras, campesinas y estudiantiles, perdiendo la independencia de clase frente al Estado.
El derecho al voto en Yucatán fue truncado, pero en otros lugares se van ganando posiciones como el caso de Chiapas que desde 1925 se consigue dicho derecho. Todo indicaba que con Lázaro Cárdenas se legalizaría nacionalmente el derecho al voto, sin embargo, no se consigue y se genera una enorme desilusión. Había elementos de derecha en la oposición como Juan Andrew Almazán que tenía como uno de sus apoyos un movimiento reaccionario de mujeres católicas. Es posible que para no favorecer a esos elementos Cárdenas haya reculado en dar el derecho al voto a la mujer. Claro error.
Elvia había sido determinada defensora de los derechos de la mujer, el voto femenino y el socialismo. Su pensamiento queda plasmado en abril de 1938, cuando forma la sección femenina del Frente Revolucionario Mexicano, siendo la redactora de sus documentos básicos. En este podemos ver algunas limitantes en su programa, que se queda en el programa mínimo, aunque plantea ideas correctas como luchar por la organización de la mujer, contra la desfanatización, combatir la trata de mujeres, proteger a los niños nacidos fuera del matrimonio, pugnar por la emancipación de la mujer en particular la proletaria, establecer seguro de vida, aumentar los salarios de las trabajadoras, crear clínicas de control natal, etc. Pero se queda en el terreno de demandas inmediatas, económicamente plantea la creación de cooperativas, que puede ser una salida parcial pero no el fin, cuando Elvia, como socialista, debería haber establecido demandas transicionales que nos liguen con el programa máximo, algunas demandas podían ser: Empleo de mujeres en la industria petrolera recién nacionalizada y puesta a funcionar bajo control obrero; capacitación técnica por igual para hombres y mujeres; extensión de las expropiaciones al resto de las industrias claves; establecimiento de una economía planificada; distribución del trabajo existente entre las manos de hombres y mujeres existentes; creación de guarderías gratuitas y comedores públicos de buena calidad a bajo precio a cargo del Estado; establecimiento de un Estado de los trabajadores, sin privilegios de ningún funcionario, que administre democráticamente la economía y la sociedad.
La lucha por el socialismo y la emancipación de la mujer continua
Elvia, en estos documentos básicos del sector femenino del frente revolucionario mexicano, dice:
“nos responsabilizamos de todos nuestros actos, en el momento histórico de transformación económico social que se viene operando en el país y que hace indispensable la colaboración constante, consciente, enérgica, tenaz y abnegada de la mujer, dentro de la más estricta lucha de clases, pues ella es indiscutiblemente, factor más creciente a la vez que interesante en la producción y demás actividades de trabajo, ya que de esta suerte, amplía sus horizontes económicos y sociales, base de sus derechos políticos”.
“Como constituyentes del sector femenino del “Frente Revolucionario Mexicano”, consideramos que la mujer en general y muy especialmente la obrera y campesina, significa uno de los factores más importantes de la población mexicana y que su participación en la lucha social, reviste un carácter trascendental en la obra de emancipación, por lo que se estima como un imperativo de orden ideológico y moral de la misma organización clasista, el pugnar por la elevación del nivel social y moral de la mujer del campo, para alcanzar la más completa unificación de la masa rural del país”.
Y más adelante señala:
“Nuestra tendencia (sic) serán necesariamente socialistas, luchando por tanto, porque el gobierno está en manos de las clases trabajadoras convenientemente preparadas y consecuentemente con esto, contribuiremos resuelta y permanentemente para lograr la emancipación de la mujer en todos los órdenes de la vida social contemporánea”.
“El sector femenino del F.M.R. empleará como táctica de lucha el sindicalismo revolucionario en particular, para la completa conquista de sus derechos, y en tal concepto, empleará como medios de acción, las manifestaciones públicas, mítines, boicots, huelgas etc., etc., señalando por todos los medios posibles las injusticias que se cometan, hasta conseguir el respeto que se merece y reclama la mujer, para su completa emancipación” (Tuñon, Julia, compiladora, Voces a las Mujeres).
La lucha de la mujer debe darse con los métodos de la clase obrera y no está desligado de la lucha general de los trabajadores. Las demandas inmediatas no deben perdernos del objetivo de la lucha general por la emancipación completa de la humanidad, la lucha por el socialismo.
El 5 de octubre de 1939, Elvia fue condecorada por segunda vez con el título de Veterana de la revolución por el gobierno de Cárdenas. Pero al mantenerse firme en la defensa de sus ideas revolucionarias y su consecuente batalla de organización de las trabajadoras, pagó como consecuencia tener una vida de dificultades, muchas veces sin contar con un empleo e ingreso estable.
En 1941, cuando tenía 61 años, sufrió un accidente que casi la lleva a la muerte al ser atropellada por un automóvil. Perdería su vista tras ese suceso. De sus últimos años de vida se sabe muy poco, viviría en su apartamento de Ciudad de México en Rivera de San Cosme N° 8. A Elvia le tocó vivir la legalización del voto de la mujer que se consiguió en 1946 a nivel municipal, derecho que se extendió a nivel del congreso en 1954 y a nivel presidencial en 1958. Ese triunfo democrático, que ayuda a la mujer salir de su postración y aislamiento, acercándola a la política, algo necesario en la lucha por su emancipación, no se puede entender sin la participación de grandes mujeres como Elvia Carrillo Puerto.
Una sobrina, Nelly Durán, que le visitó, ya estando Elvia ciega, descubrió que tenía un perro trilingüe que obedecía a la orden de sentarse en lengua maya, inglés y español. Ella observó:
“En la belleza de sus ojos enfermos no vi en ningún momento los funerales de una esperanza, la debilidad de una luz que se apaga. Admiré en ellos la misma luz de aquellos días en los que su presencia dejaba en mi hogar una estela de aromas y de admiraciones” (Monique J. Lemaître, Elvia Carrillo Puerto, La monja Roja del Mayab).
El corazón de Elvia Carrillo Puerto, la sufragista bolchevique del Mayab, dejaría de latir el 15 de abril de 1968, a los 89 años de edad. Parecería que su muerte abonaría una nueva lucha, donde miles de jóvenes, hombres y mujeres, desafiarían a la tiranía de su tiempo en aquél movimiento estudiantil mítico de 1968. Seguramente la mayoría de ellos no habían oído su nombre, pero si sintieron los efectos de su lucha que ellos mismos continuaron. Esa generación de mujeres, luchando hombro a hombro con sus compañeros, avanzó en la lucha por la igualdad. La lucha de Elvia dejó frutos pero no estará terminada hasta conseguir la plena emancipación de la mujer, de los indígenas, de la clase campesina, de los obreros y obreras, y eso solo será posible, como ella lo entendía, con el socialismo.