Por: Ben Morken
Los resultados electorales pueden ser un importante barómetro del estado de ánimo en la sociedad. Los resultados de las sextas elecciones nacionales y provinciales del 8 de mayo confirman que existe un gran fermento en la sociedad sudafricana. La fuerte caída en la participación, ligada a la alta abstención del proceso electoral, especialmente entre la juventud, significó que, por primera vez, una minoría de la población en edad de votar participó en los comicios. Esto es muy significativo en un país donde la clase trabajadora conquistó el derecho a voto hace tan solo 25 años.
También por primera vez, el Congreso Nacional Africano (en inglés: African National Congress, ANC) recibió menos del 60% de los votos, pasando del 62% en 2014 al 57,5%. Perdió 19 escaños en favor de los Luchadores por la Libertad Económica (en inglés: Economic Freedom Fighters, EFF). Como ya explicamos, la ausencia de un segundo partido de confianza de la clase dominante significa que ésta depende del ANC. Aunque esto sea a costa de minar la autoridad del ANC en el futuro. De este modo, toda la responsabilidad de la crisis del capitalismo sudafricano y los resultantes ataques sobre las masas trabajadoras recaen sobre las espaldas de un solo partido. Sentando las bases para una crisis revolucionaria en el futuro.
Las esperanzas de la clase dominante de promover a la liberal Alianza Democrática (en inglés: Democratic Alliance, DA) como segundo partido para relevar el ANC fueron frustradas cuando su apoyo se redujo en prácticamente medio millón de votos. La DA se autoproclamó a bombo y platillo como el único partido cuyo apoyo electoral crecía desde 1994. Esta vez, apuntaron de forma arrogante hacia el 30% de los votos. En su lugar, sus apoyos se redujeron. El partido se encuentra en una crisis terminal e incluso podría derrumbarse en el próximo periodo.
Los Luchadores por la Libertad Económica son los mayores ganadores de estas elecciones. Es el único partido que ha crecido en todas las provincias. Su apoyo se ha incrementado en un 69% desde que se formó 5 años atrás. Su porcentaje de votos subió del 6,3% al 10,79%. El partido ha crecido hasta en los lugares más improbables, desde remotas zonas rurales, hasta barrios obreros en los grandes centros metropolitanos.
Frustración de las masas
El principal elemento que subyace en estas elecciones es el estado de desmoralización, particularmente entre la juventud, que representa la mayoría de la población. Solo una generación después de la transición democrática, la mayoría de la población en edad de votar está tan desilusionada con el sistema que decidió no votar por una razón u otra. Esto no es “apatía” o una “normalización del proceso democrático”, como algunos analistas mediáticos han llamado. Al contrario, demuestra el profundo sentimiento de frustración hacia el sistema.
Esto también es reflejado en la visible polarización del voto, con el Frente de la Libertad Plus (en afrikáans: Vryheidsfront Plus, VF+) quitando votos por la derecha a la Alianza Democrática; y los Luchadores por la Libertad Económica creciendo por la izquierda.
De los 26,7 millones de censados, votaron 17,6 millones, lo que supone el 65,9% del censo. Lo que significa que más de 9 millones de personas censadas no participaron en las elecciones. Esto representa un 7,5% menos que hace 5 años. Además, 9,2 millones de personas no se registraron en el censo para las elecciones. De una población de 36 millones de personas, por primera vez, más de la mitad – o 18,5 millones (51,5%) – no votaron. Aunque el número de votantes registrados subió comparado con 2014, casi un millón menos fueron a votar.
Esta abstención masiva no viene dada por la “apatía del votante”. Sudáfrica es una sociedad altamente politizada. Al mismo tiempo que la participación ha caído, el número de protestas comunitarias se ha incrementado. Amplias capas de la sociedad se están expresando políticamente fuera del proceso electoral formal. Esto se pudo ver en las semanas antes de las elecciones, cuando el país estuvo paralizado por el auge de las protestas entre la población urbana pobre y la juventud de los suburbios. Estas protestas han adquirido niveles récord cada año desde 2013.
Además de esto, también hemos visto espectaculares levantamientos del movimiento estudiantil cada año, desde 2015. Los jóvenes son el sector más políticamente activo de la sociedad, pero esto en gran medida no está siendo reflejado en el proceso electoral. Allí donde participan en las elecciones se produce un incremento del voto para el EFF, y cuando no votan, participan en las movilizaciones de masas. En otras palabras, lo que estamos viendo es una radicalización de la juventud, lo cual anticipa grandes acontecimientos para el futuro.
Victoria vacía para el ANC
El ANC ha obtenido sus peores resultados de la historia. Por primera vez, ha perdido apoyo en todas las provincias. Ha pasado de 249 escaños en la Asamblea Nacional a 230, y actualmente gobierna el país con un mandato de solo el 28% de la población con derecho a voto. En Gauteng, la provincia más importante, sólo ha conseguido mantener la mayoría con el 50,19% de los votos. Si hubiese perdido la mayoría en Gauteng le habría supuesto un gran golpe. En todas las provincias hay una correlación directa entre las pérdidas del ANC y las ganancias del EFF. En la Asamblea Nacional, los 19 escaños perdidos fueron al EFF.
EL ANC se presentó a estas elecciones golpeado y magullado. Las luchas internas fraccionales se mostraban plenamente de forma pública a medida que el día de las elecciones se acercaba. Dirigentes desafiaban abiertamente a los órganos directivos de la organización. La controversia sobre las listas del partido al parlamento y a las legislaturas provinciales es el último ejemplo de una organización en decadencia. Asustados por las repercusiones públicas, la Liga de Veteranos del partido ha llegado incluso a hacer un llamamiento a las personas implicadas en casos de corrupción para que se retiren de las listas. El secretario general, Ace Magashule, quien está al cargo de los asuntos organizativos, acusó al propio gobierno de hackear su teléfono y espiarle. Tras salir los resultados, Magashule mantuvo una disputa pública con Fikile Mbalula, responsable de campaña electoral, sobre el impacto del presidente Ramaphosa en las elecciones. Todo ello sucedió delante de medios internacionales en el centro de operaciones de los resultados.
25 años gobernando el país sobre las bases del capitalismo han socavado el capital político del ANC. La crisis del sistema capitalista lo está haciendo pedazos. Su autoridad política y moral ha alcanzado un mínimo histórico y se está hundiendo día tras día. Su previa habilidad para contener el movimiento de las masas negras se ha visto severamente reducida. Al contrario, al volverse parte de la clase dominante, los dirigentes del ANC se están convirtiendo rápidamente en objeto de rabia de las masas. Dialécticamente, las cosas se han vuelto en su contrario.
La crisis existencial de la DA
A pesar de la crisis del ANC y de la infinidad de casos de corrupción que lo envolvieron en los últimos cinco años, el principal partido de la oposición, la liberal DA, también ha perdido apoyo. Recibiendo menos del 21% de los votos a nivel nacional y perdiendo cinco escaños en la Asamblea Nacional.
Durante la campaña electoral, el partido se presentó asimismo como el “partido para todos los sudafricanos”: un mensaje que no podía tener eco en una sociedad polarizada por la lucha de clases. En realidad, los trabajadores tienen mucha conciencia de clase y odian a los grandes capitalistas liberales, representados por la DA.
El partido también se está enfrentando a una crisis importante. Ha hecho una campaña repugnante de fustigamiento a los inmigrantes, xenofobia, alarmismo e histeria en un intento de esconder sus propios problemas. Una de las razones es que los Luchadores por la Libertad Económica les están pisando los talones. El EFF ha eclipsado por completo a la DA en el parlamento. Pero el principal motivo de su crisis es la caída de su apoyo en la provincia de Cabo Occidental, que siempre ha sido su principal base de apoyo. Es la única provincia que no está gobernada por el ANC. Pero incluso aquí, la DA perdió apoyos, pasando del 60% al 55% de los votos.
En los últimos 18 meses, el partido ha sido sacudido por una lucha interna encarnizada que ha involucrado a la ex-alcaldesa de Ciudad del Cabo, Patricia de Lille. Como resultado, de Lille rompió con la DA y formó su propio partido. Esta crisis ha alejado de la DA a una gran porción de su base electoral pequeñoburguesa. En consecuencia, 30% de sus votantes dudaban acudir a las elecciones, mientras que un importante sector de sus votantes previos decidió abstenerse. Esto ha tenido un gran impacto en el apoyo al partido a nivel nacional, que durante años estuvo estancado y ahora está cayendo. Un declive del apoyo en el Cabo Occidental supone un menor número de escaños en la Asamblea Nacional.
Este descenso de la base de apoyo de la DA podría acelerar la ruptura del partido. La DA es el producto de la unión de diferentes capas sociales en 1994. Llegó al poder en el Cabo Occidental en 2009 tras absorber a varios pequeños partidos. Durante el proceso de gobernar con un programa capitalista, esta alejó a las bases de esos pequeños partidos. Lo que estamos viendo ahora es el proceso de fragmentación de esta alianza.
Originariamente, las bases de la DA provenían del liberal Partido Democrático, el cual fue el principal partido de oposición al Partido Nacional durante el régimen del Apartheid. Tras la desintegración del Partido Nacional, consiguió saltar al vacío y atraer el voto conservador afrikáner (de origen holandés). Pero esta relación entre la burguesía liberal de origen inglés y los nacionalistas pequeño-burgueses afrikaners tiene una tensa historia. Entre una minoría importante de los afrikaners, especialmente granjeros, todavía existe un profundo resentimiento debido a las dos guerras que ambos grupos lucharon en el pasado, así como la pérdida del poder político directo en 1994.
Todavía existe un sentimiento entre esas capas de que la DA no ha luchado lo suficiente contra los intentos del EFF de cambiar la constitución para permitir la expropiación de tierras sin compensación. También están resentidos de que en los últimos 25 años se haya beneficiado de forma desproporcionada a los grandes negocios por encima de los agricultores capitalistas. Esto explica el surgimiento del Frente de la Libertad Plus, un partido de derechas nacionalista afrikaner que ha atraído a un sector de las bases conservadoras afrikaner y de agricultores blancos de la DA. El partido ha crecido desde el 0,9% al 2,38% y ha arrebatado alrededor de 20.000 votos a la DA, lo que le ha proporcionado 10 diputados en la Asamblea Nacional.
Al mismo tiempo, también hay una crisis en el mismo campo liberal. Un cierto sector consideró que la única forma de que la DA creciera era absorbiendo a una capa de la clase media negra hacia su dirección. Pero al hacer esto, la base liberal ha mantenido un firme control de las estructuras de toma de decisión del partido. Esto provocó graves fricciones en el partido entre blancos liberales y negros de clase media. Un incidente reciente, en el que el partido bloqueó la adopción de las políticas de desarrollo económico de los negros (en inglés: Black Economic Empowerment), es un claro ejemplo de ello. Esto ha conducido a acusaciones de discriminación disfrazada, y de que el dirigente del partido, Mmusi Maimane, no cuenta con una autoridad real. No ayudó el hecho de que una encuesta interna indicase que el anterior dirigente del partido, Hellen Zille, es más popular que Maimane.
Las fracturas dentro del partido se están ensanchando, lo que podría conducir a una o varias escisiones en el próximo periodo. Cuando esto ocurra, será un fuerte golpe a las ilusiones de la clase dominante de construir un partido de oposición liberal burgués de confianza. Esta es una crisis peculiar a la que se enfrenta la burguesía sudafricana. A diferencia de otras democracias burguesas hasta hace poco, la clase dominante sudafricana no cuenta con un segundo partido al que relevar en el poder. Esto significa que no tienen alternativa al gobierno del ANC en crisis y que todas las contradicciones de la crisis capitalista recaerán sobre un solo partido. Mientras que la falta de alternativa podría significar que el ANC siga ganando las elecciones, su autoridad está cayendo rápidamente. Sin un partido alternativo que actúe de “válvula de escape” para canalizar el enfado de las masas hacia un sitio seguro (desde el punto de vista de la clase dominante), el terreno está abonado para acontecimientos explosivos y revolucionarios en el futuro.
El ascenso continuo del EFF
El EFF es el único partido que ha crecido en todas las provincias del país y cuenta ahora con una clara presencia a nivel nacional. Basando su campaña bajo el eslogan de “¡Queremos nuestra tierra y nuestros puestos trabajos ahora!”, el partido recibió importantes apoyos en zonas anteriormente inesperadas como el Cabo Oriental y Kwazulu-Natal.
Su crecimiento en las provincias rurales es debido a la cuestión agraria. El EFF es la voz dirigente detrás del proceso de modificación de la constitución para permitir la expropiación de la tierra sin compensación. En la conservadora provincia de Kwazulu-Natal, la cual ha demostrado ser notoriamente impenetrable para nuevos partidos, sus apoyos crecieron extraordinariamente del 1,9% en 2014 a casi el 10% en 2019. Esto ha sido a costa del ANC, que perdió casi el 10%. Lo que supone unos 250.000 votos adicionales, que hasta hace no mucho parecían improbables. Ahora es el segundo partido más grande en tres provincias: Limpopo, Mpumalanga y el Noroeste.
Sin embargo, el hecho más significativo es que el partido está obteniendo apoyos de grandes distritos obreros de las áreas metropolitanas. En Gauteng, el corazón económico del país, el EFF recibió más votos que en cualquier otra provincia, obteniendo el 16,68% del voto provincial, esto es significativo en una provincia urbana con la mayor concentración de clase trabajadora del país.
El EFF participó en sus segundas elecciones generales desde su formación hace cinco años, en las que obtuvo más de un millón de votos tras haberse fundado seis meses antes. En estos cinco años ha conquistado el panorama político. Sus 25 diputados han marcado habitualmente el tono y dominado los debates políticos usando con destreza las reglas contra el ANC. Su campaña “devuelve el dinero” obligó al ex-presidente Zuma a devolver una parte del dinero saqueado y usado en su mansión privada en Nkandla. Esto empujó finalmente a Zuma a dimitir como presidente. El ANC fue forzado a iniciar el proceso de modificación de la constitución para permitir la expropiación sin compensación. El partido también juega un papel dirigente fuera del parlamento. Por ejemplo, forzó a los ayuntamientos de Tshwane y Johannesburgo a internalizar a sus trabajadores, lo que resultó en mejoras de seguridad y condiciones laborales para miles de trabajadores. El EFF ha sido la fuerza dirigente detrás de las protestas estudiantiles desde 2015, lo que ha conducido a importantes victorias para el movimiento estudiantil.
El EFF cuenta con un programa radical de expropiación agraria sin compensación, nacionalización de los bancos, minas y otros sectores estratégicos, educación gratuita, sanidad y vivienda, etc. Estas demandas tienen una clara resonancia dentro de sectores de la clase trabajadora en los núcleos urbanos. Hay por supuesto limitaciones en este programa, en particular, el partido aspira a implementarlo sin romper con el sistema capitalista. En su lugar, promueve la idea de construir un estado “fuertemente desarrollista”. Esto significa, no expropiar a la clase capitalista, sino meramente regularla y conducirla a través del estado. Pero el capitalismo es esencialmente un sistema anárquico, que por naturaleza no puede ser regulado. La única manera de solucionar los problemas de las masas trabajadoras de Sudáfrica es reemplazando el estado burgués por un estado obrero y poner las grandes palancas de la economía bajo planificación democrática, control y gestión de la clase trabajadora.
Pero la clase trabajadora no lee necesariamente las letras pequeñas de los programas de los partidos. Lo mismo ocurre con la cuestión agraria. Las concesiones que ha hecho el partido al ANC en la moción parlamentaria sobre la cuestión de la expropiación no tienen importancia para la gente rural que ha votado al EFF. Lo que ellos ven es que el partido está luchando por conseguir un acuerdo sobre la cuestión agraria (En inglés: ver una crítica sobre la cuestión agraria y las concesiones hechas por el EFF). Estas capas se están moviendo hacia el EFF con altas expectativas. Esto podría tener un impacto sobre el carácter del partido, empujándolo todavía más a la izquierda.
La debacle del partido obrero
Otro resultado significativo fue el del nuevo Partido Obrero Socialista Revolucionario (En inglés: Socialist Revolutionary Workers Party, SRWP), promovido por el mayor sindicato en Sudáfrica, el Sindicato Nacional de Trabajadores Metalúrgicos de Sudáfrica (en inglés: National Union of Metalworkers of South Africa, NUMSA). El nuevo partido cosechó unos pésimos resultados, obteniendo unos insignificantes 24.000 votos a nivel nacional, o el 0,14%. Esto es un resultado desastroso y no deben hacerse intentos para edulcorarlo. Los miembros honestos del NUMSA y los activistas del SRWP, que tenían grandes expectativas hacia el partido, necesitan explicaciones. En una respuesta a los resultados de las elecciones publicada en su página de Facebook, el SRWP no ofrece ningún análisis serio o razones de lo sucedido. La declaración dice que el partido no está sorprendido por los resultados de las elecciones. En otras palabras, no está impresionado porque un partido formado por el mayor sindicato del país, con cerca de 400.000 afiliados, solo haya recibido 24.000 votos. En el Cabo Oriental, con una gran concentración de trabajadores ensambladores de vehículos, el SRWP solo recibió 4.807 votos, o el 0,24%. En Gauteng, con su gran población trabajadora, el SRWP solo obtuvo el 0,13%. Uno actuaría en vano si buscase una sola frase en la declaración oficial que ofrezca una seria introspección. En su lugar, proclama los resultados electorales como una victoria del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial.
Las raíces del SWRP yacen en la escisión entre el NUMSA y el Congreso de Sindicatos Sudafricano (en inglés: Congress of South African Trade Unions, COSATU) en 2013. Durante el periodo comprendido entre 2009-2014 hubo una intensificación masiva de la lucha de clases con un gran incremento de las huelgas, manifestaciones y protestas como respuesta a la crisis económica. En aquel momento, el NUMSA tomó una posición de clase radical y muy concisa. Esto lo convirtió en el foco de atención de los trabajadores con más consciencia de clase en Sudáfrica. La escisión fue principalmente el resultado del creciente descontento de los trabajadores más conscientes con la dirección del ANC, los cuales contaban con el apoyo de los dirigentes del ala derecha del COSATU.
En su congreso extraordinario de 2013, el NUMSA rompió la alianza con el ANC. Formando una nueva federación sindical (SAFTU) y seguidamente adoptó acuerdos en congresos sucesivos para formar un partido obrero. Durante todo este tiempo, todo el proceso fue conducido por los trabajadores más avanzados. Existía un gran fermento entre las bases. No obstante, en vez de tomar posturas claras, los órganos de dirección del NUMSA siguieron posponiendo la formación del partido cada año durante los últimos seis años. En su décimo congreso nacional de 2016, la dirección tomó la decisión de llevar el asunto al comité central, donde permaneció en la oscuridad hasta que se anunció que el partido sería lanzado en diciembre de 2018. En esa fecha, se tomó otra vez la decisión de posponer el lanzamiento del partido hasta abril de 2019. Lo que significa que el partido fue lanzado unas meras cuatro semanas antes de las elecciones, cuando el NUMSA había tenido seis años para formarlo y difundir su mensaje.
Durante el periodo previo a las elecciones no hubo una campaña enérgica, abierta, transparente y democrática para ganar incluso a las bases del SAFTU. De hecho, justo antes de las elecciones, el SAFTU mismo dijo que la federación no había discutido siquiera la idea de dar su apoyo al partido obrero. Esto sugiere que los dirigentes del NUMSA no habían planteado la idea de forma decisiva entre las bases del SAFTU, a pesar de jugar un papel dirigente en la federación sindical. A decir verdad, el número de votos revela que los dirigentes del NUMSA ni tan siquiera lanzaron una campaña enérgica dentro del mismísimo NUMSA. Las bases del NUMSA saben movilizar a amplias capas de la clase trabajadora. Su capacidad organizativa, así como su autoridad política entre los trabajadores son inigualables. Si los dirigentes del NUMSA hubiesen dirigido una campaña clara y enérgica basada en el programa socialista del partido, habrían podido tener un gran impacto en las elecciones.
Los dirigentes del NUMSA y del SRWP deberían haberse orientado también a las bases del EFF. Tanto el EFF como el NUMSA surgieron del mismo proceso de lucha de clases entre 2009-2013 y de las escisiones de la alianza del tripartito (ANC-COSATU-Partido Comunista). Pero mientras que el EFF tomó la iniciativa y siguió valientemente hacía adelante, los dirigentes del NUMSA se andaron con rodeos y divagaciones. Si los dirigentes del NUMSA hubieran tenido la misma estrategia, la situación entera hubiera sido diferente. En su lugar, esperaron hasta el momento más inoportuno para lanzar el partido, en el que la clase trabajadora estaba pasando por un momento de reflujo. En el pasado, el NUMSA hizo algunas críticas válidas al EFF, basadas principalmente en su ambigüedad respecto a una posición socialista clara. Pero desde entonces, el sindicato no ha intentado demostrarlo en la práctica.
Los dirigentes del NUMSA han minimizado los resultados de las elecciones llamando a éstas como una mera “táctica”, igual que todas las otras decisiones tácticas, para ganarse el oído de los trabajadores. Como marxistas, estamos de acuerdo en que la participación en las elecciones es una herramienta táctica, aunque una muy poderosa, para alcanzar la capa más grande posible de la clase trabajadora. Pero el NUMSA no lo ha logrado de ningún modo. El NUMSA cuenta con centenares de miles de miembros, los cuales han movilizado a millones de trabajadores durante años. Cuando formaba parte de la alianza dirigida por el ANC, el sindicato era la fuerza motora detrás de las campañas, las cuales dieron al ANC una mayoría de dos tercios en el parlamento. Pero esta vez no hubo semejante campaña. Las bases del NUMSA y activistas del SRWP tienen la importante necesidad de hacer un análisis detenido y extraer un balance de la situación de todo este proceso. Este hubiera podido ser un momento significativo para la clase trabajadora en Sudáfrica. Los dirigentes del NUMSA tenían la oportunidad histórica de usar las elecciones para construir el primer partido obrero verdadero e independiente de Sudáfrica, pero fracasaron.
La principal lucha por delante es unir a la clase trabajadora en las calles, fábricas, minas y talleres. Existe un enorme vacío en la izquierda, que debe ser rellenado de una forma u otra. El auge del EFF demuestra un giro a la izquierda dentro de la clase trabajadora.
Sobre las bases del capitalismo hay un futuro inhóspito para los trabajadores, la juventud y los pobres de Sudáfrica. El capitalismo es la razón de esta crisis. El establecimiento de la democracia burguesa fue un gran avance para la clase trabajadora. Pero la democracia formal no es capaz de solucionar los problemas de la vivienda, desempleo y pobreza. Solo movilizando a la clase trabajadora y la juventud para expropiar la riqueza de los explotadores, los capitalistas, se pueden empezar a solucionar los problemas.