En las elecciones en Honduras del próximo 28 de noviembre se elige el nuevo presidente, además de 128 diputados nacionales y 20 para el parlamento centroamericano. También estarán en disputa 298 alcaldías, igual número de vice alcaldías y 2092 regidurías. Éstas se presentan en un momento de profunda crisis social, política, económica y sanitaria. Tenemos años de ataques a las clases oprimidas y explotadas. Estos ataques se recrudecieron con el golpe de Estado en 2009 y se han expresado en inflación, saqueos, impuestos, fraudes electorales y, más recientemente, en la creación de las Zonas Especiales de Desarrollo y Empleo (ZEDEs), territorios creados para la libre explotación de los trabajadores por parte del gran capital.
Desde que la oligarquía capitalista hondureña y sus organizaciones políticas —el Partido Liberal (PL) y Partido Nacional (PN)—, con el apoyo del imperialismo norteamericano, derrocó al gobierno reformista del Poder Ciudadano encabezado por Manuel Zelaya, los ataques a las conquistas de los trabajadores no han cesado. Hemos vivido recortes a la salud pública, privatización de la energía eléctrica, aumentos al presupuesto del ejército y un largo etcétera que han provocado un gran caos permeando a todos los sectores de las clases explotadas y sectores oprimidos, desde los estudiantes, las mujeres, hasta los campesinos más pobres.
Como no podía ser de otra forma, esta crisis se produce en un momento histórico a nivel mundial donde el capitalismo atraviesa una de las peores crisis de su historia. Hace décadas que la burguesía y su sistema dejaron de ser progresistas, hoy no es más que una carga que obstaculiza el desarrollo de la humanidad en todos los países sin excepción.
La crisis detonada por la pandemia no ha hecho más que agravar la desigualdad. Según el Banco Mundial el crecimiento del PIB del país alcanzó el 4.8% en 2017, el 3.7% en 2018 y el 2,7% en 2019, pero en 2020 cayó a -9%1. Eso significó que la tasa de pobreza pasara de 59.3% en 2019 a 70% en 20202 El crecimiento de la pobreza viene acompañado de un incremento de la violencia y explica porque diariamente salen del país medio millar de hondureños. Xiomara Castro ha dicho que: “Más de 247 mil personas han sido desplazadas a causa de la violencia y más de 78 mil han solicitado asilo afuera del país. La mayoría de los solicitantes de asilo en EUA y México son hondureños”.
Además de ser uno de los países más pobres de todo el continente americano, Honduras se ha tenido que enfrentar a un gobierno represivo, cínico, ligado al crimen organizado y completamente sumiso al imperialismo norteamericano.
Las elecciones serán nuevamente un campo de batalla entre los sectores oligárquicos mafiosos que pugnan por mantener el poder y sus privilegios y la búsqueda de las masas de una salida a la crisis capitalista, por libertades democráticas y por quitarse el yugo de los gobiernos golpistas.
El partido nacional en las elecciones
En este escenario caótico, el Partido Nacional, que busca cualquier método para continuar la dictadura, ha hecho enormes esfuerzos por levantar el perfil político del actual alcalde de la capital Nasry Asfura, a quien postulan como candidato a la presidencia para suceder a Juan Orlando Hernández (JOH). La campaña “papi es diferente”, muestra por sí sola la desesperación del PN y el intento de lavarse la cara. Con esta campaña, declaran ante el pueblo: “está bien, JOH no ha hecho muchos cambios, pero Papi sí los hará porque es diferente”. Podemos analizar aquí tal frase, ¿qué hace que Asfura sea diferente? El porte de un hombre que viste “como trabajador” con gruesos zapatos para el lodo y pantalones de mezclilla puede engañar a quien lo ve, pero las masas han tenido 12 años de dictadura con Micheletti, Lobo y Juan Orlando, una campaña publicitaria no cambiará la experiencia de vivir en carne propia bajo este opresor régimen. Las personas más conscientes no caen en trucos viejos y todas las ilusiones de “el alcalde que sí trabaja” se vienen abajo al contrastarlo con la realidad.
Asfura no solo es nefasto por ser una persona con varios señalamientos de corrupción, lo que representa él es más de lo mismo. Los planes que promueve son las mismas mentiras de siempre: trabajo, educación y salud, nada de eso reflejan sus dos administraciones. Las propia de Tegucigalpa y Comayagüela son ejemplo vivo de la carencia de una administración que realmente desarrolle la capital. Por el contrario, las escuelas se caen, los centros de salud no tienen medicamentos y miles de familias siguen sin acceso al agua potable.
Fuera de demagogia, el verdadero programa del Partido Nacional es el mantenimiento de la riqueza de los grandes capitalistas a través del saqueo del país, la explotación de la clase obrera, el empobrecimiento del campesinado y del pueblo en su conjunto; continuar con la cruda opresión hacia la mujer sin darle derecho alguno; abrir las puertas a los imperialistas para que semiesclavicen a nuestro pueblo mientras se enriquecen los bolsillos a costa de nuestro sudor y sangre.
Es una mala noticia para los estrategas del PN que sus viles campañas ya no tienen los efectos que tenían en 2010 y aunque es evidente que Asfura tiene el apoyo del sector más poderoso de la burguesía, también es cierto que tiene fuertes sectores de la población en su contra y al hacer uso del recurso del fraude se arriesgan a asumir una explosión social que puede ser más fuerte que en los años anteriores, bajo el peligro de perderlo todo.
La oposición en los últimos años
A medida que el desprestigio de la dictadura avanzaba, la lucha de las masas también lo hacían. Pero no es posible luchar permanentemente, hemos experimentado un cansancio y reflujo de la lucha, ante la ausencia de una perspectiva revolucionaria de lucha contra la dictadura. Debemos reconocer que desde hace un par de años mermaron las grandes protestas, aunque no dejaron de existir como algunas entre policías y estudiantes en la universidad pública. Desde las grandes movilizaciones a finales de 2017 e inicios de 2018 pocas manifestaciones han tenido el eco que tenían las protestas tras la crisis post electoral. Protestar significa represión, recibir gas, golpes, balas de goma y hasta poner muertos. No se puede decir que el pueblo hondureño no ha luchado, pero han influido en el decaimiento de la lucha, por un lado, que la pandemia ha significado un elemento de contención y, también, el que en momentos decisivos la dirección de Libre no haya avanzado a medidas más determinantes como organizar una huelga general que diera el tiro de gracia a la dictadura. La ausencia de una perspectiva revolucionaria en la dirección de Libre y el movimiento sindical, ha contribuido a caer en un reflujo temporal del movimiento de masas.
Aquí también podemos hacer memoria de la crisis migratoria que se dio después de la derrota contra el fraude electoral de 2017 y se agravó con la crisis económica y sanitaria detonada por la pandemia y los huracanes Eta e Iota. Tales exilios son más bien el reflejo de la desmoralización, la asfixia económica y la pérdida de esperanzas para muchos. Cabe recalcar también que la consigna “Fuera JOH” no se ha perdido en las numerosas caravanas que se han dado intensamente desde 2020.
La burguesía quiere usar este ambiente para promover la abstención lo cual les beneficiaría, pues es la única forma en que podrían aspirar a ganar la elección. Pero ese ambiente de frustración, donde miles de hondureños buscan resolver individualmente sus problemas, puede transformarse rápidamente. No significa que el odio a la dictadura haya disminuido y cualquier accidente podría levantar a la acción al pueblo.
La frustración y relativa desmoralización de las masas también se acompañan de desconfianza y crítica a los líderes de la oposición, algunos de los cuales antes eran incuestionables. Las múltiples riñas, principalmente entre Salvador Nasralla y la dirección de Libre, luego de tener diferencias políticas durante las protestas de 2017, provocó desánimos en al menos el sector más consiente que apoyó el proceso de la Alianza contra la dictadura. Ellos le llamaron a contener las protestas y cuando lo hizo le dieron la espalda y abalaron el fraude. El poco accionar de la dirección y sus disputas, luego de que fraudulentamente se impusiera la dictadura del JOH, ocasionó confusión, frustración y reflujo.
Eso generó una experiencia acumulada. Mientras que en 2017 el pueblo se batía en duelo contra la dictadura en las calles, Nasralla, por ejemplo, trataba de convencer a Almagro y la OEA de que había ganado las elecciones y se las respetaran. Quería con buenos modales convencer a los imperialistas de reconocerle como presidente. Si bien Zelaya no cayó en esa trampa, tampoco tomó las medidas necesarias para establecer métodos revolucionarios de lucha de masas que aseguraran el triunfo, como el trabajar en la organización de una huelga general, tener una política consciente de partir a las fuerzas armadas en líneas de clase y generalizar el movimiento insurreccional rumbo a la toma del poder. Por el contrario, los dirigentes fueron a la zaga del pueblo hondureño que siempre estuvo por delante de ellos.
Sumado a esto, las múltiples críticas a varios diputados de Libre también han salido a flote, Juan Barahona, por ejemplo, en algún momento llegó a mostrar simpatía respecto a una alianza con Yani del PL (quien es un exconvicto por lavar activos del narcotráfico en sus bancos), pero también los presuntos fraudes en elecciones a lo interno del partido han ensuciado la imagen “antifraude” de muchos candidatos. Esto es el resultado de abrir el partido a sectores oportunistas, a no establecer mecanismos democráticos de debate y toma de decisión de las masas y a la ausencia de mecanismos de control hacia los dirigentes, comenzando porque ningún funcionario de Libre gane más que el salario de un obrero cualificado y se establezcan mecanismos de destitución cuando un dirigente no está haciendo bien las cosas.
En las juventudes —más activas en Facebook, Instagram y Twitter— se refleja crítica hacia los dirigentes cuando hacen múltiples comentarios y reacciones a las cuentas de varios diputados. Podemos mencionar que la figura de Nelson Ávila, quien contendió como precandidato a la presidencia, expresó ese ambiente de crítica al canalizar el descontento de las juventudes. Esta crítica a los dirigentes de toda la vida, antes incuestionables, se trasformó en voto, no es una casualidad sino un rechazo al actuar insuficiente y hasta contradictorio de esos viejos líderes.
Pero a pesar de todo esto, negar la simpatía que conservan muchos militantes por el partido en general sería un error. Con sus aciertos y errores, Libre se muestra como la única alternativa electoral de las masas desde 2013 capaz de hacerle frente a la dictadura. Este partido en gran parte es producto de la lucha revolucionaria emprendida contra el golpe de Estado, pues su base principal viene del Frente Nacional de Resistencia Popular, y sigue siendo un instrumento de lucha usado por las masas para oponerse a la dictadura.
Libre y Salvador de Honduras
Hay desconfianza de las masas en las elecciones por el peligro de fraude. Pero esto en parte se contrarresta por la creación del Consejo Nacional Electoral (CNE), en que participan algunos elementos opuestos a la dictadura, pero que ha recibido boicot estatal que le ha impedido desempeñar correctamente su trabajo. Sumado a ello, tenemos que añadir que ha sido visto con buenos ojos por la alianza opositora, principalmente conformada por Libre y Salvador de Honduras (el partido conformado por Salvador Nasralla, candidato a la presidencia de la oposición en 2017). Esto ha generado esperanzas entre el pueblo votante, lo cual no significa que no exista escepticismo. Esta alianza, entre sectores más críticos como la juventud, llevó a una decepción mayor, alegando falta de coherencia entre lo que dijeron años atrás después de la crisis post electoral y lo que hacen ahora, demostrando que la alianza no se da por unidad de principios, sino por el fin último de sumar fuerzas para sacar a JOH.
Desde nuestro punto de vista es completamente necesaria una alianza para tumbar a la dictadura, pero la alianza debe ser de Libre con los sindicatos, con las organizaciones sociales, con los estudiantes y mujeres en lucha, es decir, con el pueblo hondureño y sus organizaciones. Eso significa enarbolar un claro programa a favor de las clases explotadas sin hacer concesiones a la burguesía. Pero si la alianza se funda sobre la arena, más temprano que tarde se derrumbará.
Romper con el régimen de la dictadura
Los intereses de Salvador Nasralla y los de Libre (aunque este último no deje de ser un partido reformista) son en cierta medida diferentes. Libre, por la presión de las masas, se ve en la obligación a otorgar reformas importantes que en un cierto momento pueden tocar los intereses de la burguesía, mientras que Salvador N. es más fiel a la idea de colaborar abiertamente con los empresarios para “generar empleo”. La alianza de Libre con Nasralla significa abrir las puertas para hacerles más concesiones a la burguesía, que tiene intereses contrapuestos a los del pueblo hondureño, por eso nos parece que es un retroceso. Un programa de clase firme, llamado a las masas a organizarse y luchar por él, podría animar y arrebatar la base social popular con que cuenten los otros partidos.
Sabemos que en la práctica el plan de Salvador N. no significa el cambio radical que necesitamos para solucionar los profundos problemas de las masas, aunque el pueblo tiene anhelos por ver a los verdugos del partido nacional tras las rejas y se acepta la campaña anti corrupción de Salvador N. Las personas anhelan más a tener trabajo y estabilidad social, pero tales deseos no pueden cumplirse estrechando las manos con la burguesía, ya demostraron el miedo que les provocó tan solo un aumento del salario en 2009 con el golpe de Estado.
Libre, que encabeza la alianza, tiene propósitos relativamente más fuertes. Xiomara, señaló, al dar a conocer su “Plan de gobierno para la refundación de Honduras”, que:
“Nuestra propuesta representa un movimiento social fuerte, de protesta contra la dictadura, la corrupción y el narcotráfico. Al lado nuestro están los trabajadores, los jóvenes que cada día se incorporan más a nuestra lucha; los maestros que salen a las calles porque no hay escuelas, los que defienden la naturaleza contra la explotación de minas y ríos; las mujeres; los migrantes y sus familias; los agricultores, los ganaderos y los campesinos están de lado nuestro”3.
Un Estado obrero para combatir la represión y la corrupción
Xiomara Castro señala que hay que cambiar las leyes que sustentan a la dictadura, pero reconoce que no es suficiente con ello.
Un avance hacia un régimen más democrático, incluso dentro de los márgenes de este injusto y explotador sistema capitalista, será un paso adelante. Dará mejores condiciones para fortalecer la lucha de los trabajadores. Xiomara promete que no reprimirá las protestas pacíficas, dar amnistía a los presos políticos, implementar políticas públicas de protección y fomentar una cultura de protección a los derechos humanos.
Xiomara se compromete a combatir a la corrupción y plantea toda una serie de leyes para avanzar en ello. Sin duda que esto es un tema clave en un Estado putrefacto y tan corrompido. Ejemplos como el de López Obrador, que ve como tema central el combate a la corrupción en México, deberían de servirnos de ejemplo. Él busca luchar contra la corrupción de arriba abajo, ha conseguido recuperar fondos que han ayudado a programas sociales, no respalda a funcionarios corruptos, pero tampoco ha sido capaz de enfrentarse y acabar con las viejas mafias; el aparato Estatal que se ha mantenido casi intacto, boicotea sus medidas. En México se sigue sin hacer justicia ni se castiga a viejos corruptos. Su combate a la corrupción se simplifica en poner su ejemplo personal de no corrupción, no solapar estas prácticas, recuperar ciertos recursos, pero sin desmantelar las viejas mafias de corrupción ligadas a la clase empresarial, al crimen organizado y al Estado. En realidad, la corrupción es consustancial al capitalismo. Luchar contra la corrupción de manera eficaz significa establecer el control democrático de las masas en el Estado y la economía, significa eliminar los privilegios de los altos funcionarios. Estas medias entrarán en choque con el viejo aparato estatal, creado para defender los intereses de la oligarquía y el imperialismo, que lleva la corrupción en el tuétano. Luchar contra la corrupción de forma consecuente significa construir un Estado completamente diferente al actual, necesitamos un nuevo Estado de los trabajadores basado en la democracia obrera.
Contra la opresión a la mujer y a las comunidades sexodiversas
En su plan de gobierno, Xiomara señala que cada año se reciben más de 20 mil denuncias de violencia doméstica, cada 3 horas se denuncia una agresión sexual y se han incrementado los femicidios. Sólo en el año 2017 dieron a luz más de 20 mil menores entre 10 y 18 años. Además, Honduras es uno de los países con mayor número de asesinatos de personas trans. Debemos luchar por una sociedad con mayor igualdad, donde no haya represión, discriminación, ni menos oportunidades por ser mujer o tener otra preferencia sexual.
Xiomara plantea más recursos para asegurar métodos anticonceptivos, el uso del PAE (que actualmente es prohibida) para impedir la fertilización en las primeras horas, despenalización del aborto en tres causales (violación, malformación y cuando esté en riesgo la vida de la mamá), refugios y centros de atención, reintegración de las mujeres migrantes, etc.
Estas medidas serian un paso adelante, aunque deberían ser sólo el primer paso. Se debería no solo despenalizar sino legalizar el aborto de forma libre, segura y gratuita. En los países en que éste es legal los casos de aborto no incrementan, sin embargo, evitan los miles de muertes generadas por los abortos clandestinos. La mujer debería tener todas las condiciones para su emancipación, debería haber guarderías públicas y gratuitas, cercanas al hogar o trabajo, a su vez que comedores comunitarios baratos, mientras que el resto de las tareas del hogar se colectivizan. Toda mujer debe tener acceso a trabajo o estudio dignos. Los problemas de discriminación y opresión se sustentan en las condiciones materiales y se justifican con el dominio ideológico predominante en la sociedad de clases, el objetivo final debe ser eliminar esta sociedad de clases para romper toda atadura que impida el desarrollo de las mujeres y discrimine a cualquier otro sector por su preferencia sexual, etc.
Lo que se necesita es una economía socialista planificada
Xiomara señala correctamente en su programa de gobierno: “El sistema capitalista no funciona para las mayorías. Solo concentra la riqueza en pocas manos”. Eso es 100% correcto pero la conclusión lógica es que necesitamos un sistema económico diferente ¿Cuál debería ser? El socialismo basado en la democracia obrera, sin duda. En cambio, plantea como alternativa no un cambio de sistema sino de modelo económico distinto al actual dentro del capitalismo. “Honduras urge de un modelo económico alternativo, que pueda reconstruir lo básico, pero también consiga transformar el país, reducir desigualdades extremas, impulsar una dinámica sostenible”. Es decir que su planteamiento es el de un capitalismo menos injusto que el que tenemos en la actualidad, algo imposible en un país dominado por el imperialismo, con enorme atraso y en medio de una profunda crisis orgánica del capitalismo a nivel mundial.
Xiomara Castro propone:
“un modelo económico alternativo que se fundamente en fortalecer y hacer crecer el rol del estado en la Economía, especial en las áreas estratégicas y servicios públicos, y formulación y ejecución de políticas públicas dirigidas al fortalecimiento de los diferentes tipos de empresas y de propiedad: Estatal, Mercantil /Privada y Social, como las cooperativas, cajas rurales, y los emprendimientos solidarios”.
El programa de Libre es el que el Estado intervenga más en la economía, luchar contra los monopolios, desarrollo agropecuario y soberanía alimentaria. Pone un especial énfasis en el agro, regularizando tierras de los pueblos indígenas. Plantea que el desarrollo industrial se dé, por un lado, con iniciativas estatales y, por otro lado, fomentando la inversión capitalista extranjera, lo cual mantendría el dominio del gran capital internacional.
Una parte, que nos parece muy importante de su programa, señala: “El Estado en mi gobierno, previo pago, va a recuperar el control y la propiedad sobre aeropuertos, puertos, carreteras, y otros servicios públicos privatizados”.
Renacionalizar las empresas y servicios privatizados significaría un paso adelante muy importante. Pero debemos recordar que los empresarios han conseguido grandes fortunas con las privatizaciones del pasado, se deben abrir los libros de cuenta y mostrar las ganancias obtenidas en estos años. Así se demostrará que el pueblo hondureño no debe nada a estos capitalistas, que se han cobrado con creces, y, por tanto, no es aceptable pagarles indemnización alguna. Recuperar las empresas privatizadas no sería suficiente, es necesario que el resto de las palancas principales de la economía sean nacionalizadas bajo control obrero.
El programa no se plantea tomar el control de la economía en su conjunto y eso genera enormes límites. No puedes dirigir lo que no controlas. Xiomara propone crear solo 200 mil empleos en los primeros 2 años (incluyendo los del sector informal), algo que no compensaría los empleos perdidos durante la pandemia que ascienden a medio millón; se plantea la creación de un banco estatal para apoyar al agro; propone bajar costo de la industria eléctrica y que no tenga costo para los más pobres.
Honduras en un país pobre, subordinado política y económicamente al imperialismo. La única forma de romper ese dominio es apoyándose en la lucha revolucionaria de las masas, lo que implica una defensa férrea de los intereses de los trabajadores. No hay solución para las demandas de las masas sin tocar los intereses del gran capital nacional e internacional. Dar justicia a los trabajadores del campo y la ciudad en Honduras implica nacionalizar las palancas fundamentales de la economía puestas bajo control obrero, como el primer paso que ponga ejemplo a toda la región centroamericana y latinoamericana y avanzar en procesos que lleven a los trabajadores al poder y planifiquen la economía de forma democrática bajo una federación socialista de centro y Latinoamérica.
¿Asamblea constituyente o Estado Socialista Democrático?
En su plan de gobierno, Xiomara plantea que debe formarse un Estado Socialista Democrático, pero su propuesta central es el romper con el viejo régimen golpista y establecer un nuevo pacto social:
“Como ya anticipamos ese Pacto nuevo solo puede forjarse en una Asamblea Nacional Constituyente (ANC) originaria; y que se convocará el primer día de mi gobierno por medio de una consulta al soberano, y cuyos integrantes serán electos de forma directa y expresamente, y su producto final será ratificado por el pueblo en referéndum. La ANC será el sustento jurídico para las transformaciones estructurales que mi gobierno ejecutará; constituirá la herramienta fundamental para la refundación del país y crear un Estado que garantice los derechos sociales y económicos, concertando e hilando nuestras esperanzas colectivas”.
La intención de convocar a una asamblea constituyente fue lo que llevó a la oligarquía hondureña a perpetuar el golpe de Estado hace doce años. Es lógico que despierte ilusiones y entusiasmo.
La Asamblea Constituyente no significa socialismo, es el órgano más alto de la democracia burguesa y tiene el objetivo redactar una nueva constitución. La gran burguesía seguirá oponiéndose a ésta. Pero el límite central de una Asamblea Constituyente es que plantea una constitución que en sí mismo no elimina el poder real de la clase dominante. Nada cambia con una nueva constitución sino se expropia a los grandes capitalistas y oligarcas. Xiomara o se enfrenta abiertamente para echar abajo sus privilegios o se le hará concesiones serias que harán que ellos sigan manteniendo los hilos fundamentales, haciendo que las cosas de fondo no cambien.
Lo que antepone Xiomara son los intereses de la nación, pero lo que tenemos es una nación dividida en irreconciliables intereses de clase. Si realmente se está a favor de los pobres y se logra imponer una constitución a favor de obreros, campesinos y demás clases y sectores oprimidos, es porque la correlación de fuerzas es muy favorable para nosotros. Siendo así ¿Por qué detenernos en una asamblea constituyente? Tendríamos que avanzar en la toma del poder de los explotados, hacia el establecimiento de un auténtico Estado obrero socialista, basado en la democracia obrera. Para ello es necesario la organización y lucha revolucionaria de las masas.
Xiomara dice que debemos crear un Estado Socialista y Democrático, estamos de acuerdo en ello, pero esto significa tener una economía basado en la propiedad estatal y que sean los trabajadores los que tienen el poder real del conjunto del Estado y la economía. Pero en el programa lo que se llama “Estado Socialista” es en realidad la democracia participativa:
“se apoya sobre la base de mecanismos que garanticen la organización y movilización para la defensa de sus intereses, del común. El pueblo mismo -articulado en federaciones étnicas, patronatos y juntas de agua, cajas rurales, asociaciones de productores y pobladores, cooperativas y sindicatos- es quien conoce mejor sus realidades concretas. Las instituciones de la sociedad democrática y sus autoridades se nutren de legitimidad consultando permanentemente a ese pueblo organizado”.
Es decir que el Estado se nutre de las organizaciones del pueblo, pero no son las organizaciones de los trabajadores las que detentan el poder. Esta propuesta es extremadamente limitada, se debe cambiar radicalmente al Estado, sustituyendo al actual por un Estado de los trabajadores. Lenin, quién estudió y a fondo y luchó por un Estado Socialista, resumió así las características que debería tener:
1) Elecciones libres con revocabilidad de todos los funcionarios.
2) Ningún funcionario puede recibir un salario más alto que un obrero cualificado.
3) Ningún ejército permanente, sino el pueblo armado.
4) Gradualmente, todas las tareas de administración del Estado se harán por todo el mundo de forma rotativa. “Cuando todo el mundo es un burócrata por turnos, nadie es un burócrata.
Es necesario que los trabajadores, los campesinos, los estudiantes, etc. nos organicemos y luchemos. Es sólo bajo la fuerza de la lucha y organización revolucionaria de las masas que podemos imponer la voluntad de la mayoría de la sociedad.
JOH y el imperialismo
No es un secreto que durante todo este tiempo, el imperialismo ha apoyado a los gobiernos golpistas y en particular al PN, pero la propia crisis y profundo descredito de sus más fieles aliados, se les ha escapado de las manos y desde hace unos meses, la hipócrita justicia imperialista se ha inclinado a tomar medidas importantes en contra del régimen de JOH como el propio encarcelamiento de Tony Hernández (hermano de JOH), la vinculación del propio presidente en declaraciones que lo vinculan al crimen organizado, reflejando que lo que existe en Honduras es un narco gobierno oligárquico. Estas medias sirven al imperialismo para presionar a sus aliados, evitar que el propio JOH directamente se mantenga en el gobierno lo cual incrementaría la inestabilidad.
El monstruo que crearon es grande y eso trae sus consecuencias. El Partido Nacional que controla las estructuras del Estado tendrá un cierto margen de maniobra, ellos quieren mantener sus privilegios, salvar sus cabezas y de inicio no quieren ceder el poder ante el miedo de ser enjuiciados. Es muy probable que se den otros fraudes, incluso si no son los deseos totales de EE.UU., que tiene miedo a una revuelta más grande que años anteriores.
Los imperialistas están desesperados en buscar su próximo caballo de apuestas, pero, sumado a que el PN no quiere dejar el poder, el Partido Liberal (que también apoyó al golpe de Estado) sigue completamente desacreditado. Teme a Libre porque sus dirigentes ya han entrado en choques abiertos con el imperialismo, porque no sería un títere fiel como sus históricos partidos y, sobre todo, porque debajo tiene un pueblo con enorme potencial revolucionario. Una nueva cara a negociar, como Salvador Nasralla, no tiene la fuerza para ganar por sí solo.
En este escenario, no sería extraño pensar que Washington no tenga otra opción que permitir la llegada de Libre, pero para eso les conviene una alianza que diluya su programa, mutilado los principios que lo hicieron nacer. Si no pueden evitar el colapso de sus viejos aliados, lo más probable es que busque reconciliarse con la Alianza Opositora, dando un cierto espacio para que se promuevan reformas democrático-burguesas en el país, pero manteniendo aseguradas las inversiones y ganancias capitalistas.
Este momento será muy importante para clarificar que las mejoras democrático-burguesas son un arma de doble filo, al tener un pueblo hambriento de justicia se puede caer a los pies de las mieles que ofrece el mismo sistema que ha originado los actuales problemas, pero no se trata de reforzar al Estado sino de destruirlo.
Es posible también que las propias condiciones de la crisis, el grito del pueblo pidiendo soluciones reales y la desconfianza de Xiomara y Mel Zelaya hacia Washington, provoquen contradicciones que a su vez creará espacios para promover luchas radicales contra la burguesía nacional y el propio imperialismo.
Nada de confianza a la burguesía
Ha ocurrido en el pasado que cuando un partido de izquierda levanta consignas que ofenden los intereses de la burguesía, son censurados por todos los medios. En el caso de Honduras, los inicios de Libre tuvieron bastante oposición mediática, eso en un principio orilló a los dirigentes a levantar discursos con lenguaje radical en contra de esos medios.
Al pasar los años y con la consolidación del partido, los ataques mediáticos están siendo más disimulados, esto es el reflejo no de la aceptación de Libre como fuerza política revolucionaría sino de la alienación de los dirigentes ante el sistema político imperante y las aspiraciones que tienen de estrecharla las manos de las clases y “reconciliar” al país.
El golpe de Estado es la prueba más clara de que la burguesía no quiere conciliar nada, ni dar ninguna concesión seria a los trabajadores. Ahora que la crisis se ha vuelto más profunda ¿será diferente? En este momento de crisis no existe nada más utópico que creer que la clase obrera puede conciliar con la burguesía después de tantos ataques, eso solo sería una traición y un insulto a la memoria de quienes dieron la vida durante y posterior al Golpe de Estado y a los que siguen luchando sin descanso después de tantos castigos. A la burguesía le es conveniente pactar con Libre para conservar su dominio, pero ceder ante eso significaría traicionar los intereses de las mayorías.
La historia nos ha mostrado porque no debemos tener confianza en la burguesía, cuando se ven en apuros recurren a conceder una u otra reforma para los trabajadores, pero tan pronto pueden tiran al cesto de la basura todo contrato con los gobiernos reformistas y hacen una ofensiva contra reformando las victorias de la clase obrera.
A organizarnos contra el fraude electoral
No ha habido ni una elección limpia desde el golpe de Estado. El fraude electoral y la represión han sido el método de la oligarquía capitalista para imponerse en el gobierno. Es de esperarse que estas elecciones no serán diferentes. No basta con votar por Libre, es necesario organizarnos en la defensa del voto y contra el fraude electoral. Ellos representan a la reacción y la revolución debe barrer con los golpistas. Debemos organizarnos en cada centro de trabajo, pueblo y centro de Estudio, formando comités, organizando asambleas y estar alertas para movilizarnos. Debemos recuperar las mejores tradiciones revolucionarias de nuestro pueblo, hay que preparar una huelga general, como lo hicieron los trabajadores bananeros en 1954 si intentan imponerse nuevamente con el fraude electoral.
Es la organización y lucha revolucionaria de los trabajadores del campo y la ciudad, lo que debe imponer las medidas más progresistas del programa de Xiomara como primer paso para ir más lejos hacia un cambio de raíz en la sociedad.
El papel que deben jugar los marxistas
En el actual contexto y suponiendo que se dará una victoria electoral de la oposición se harán algunas concesiones para los trabajadores. Lenin decía que, contrario a los anarquistas, los marxistas defendemos la lucha por las reformas de la clase obrera y Marx explicaba que es a través de las reformas que la clase obrera se da cuenta de su poder. El problema con las reformas es que la propia crisis del capitalismo y el obstinado fetiche de los partidos reformistas por hacer del capitalismo un sistema para el desarrollo del país, se desmoronan de la noche a la mañana, sino las hace el gobierno de turno, esperaran a que el siguiente las haga.
Lenin nos explica:
“el reformismo, incluso cuando es totalmente sincero, se transforma de hecho en un instrumento de la burguesía para corromper a los obreros y reducirlos a la impotencia. La experiencia de todos los países muestra que los obreros han salido burlados siempre que se han confiado a los reformistas”4.
Debemos aprender de los casos de Brasil o El Salvador, cuyos procesos se acerca bastante a lo que sucede en Honduras, el PT y el FMLN eran la esperanza de las masas que buscaban una salida a gobiernos represores de derecha, luego de un largo camino de lucha, el hartazgo de la población porque la burguesía cediera el poder trasformó a estos partidos en los gobernantes. Sin embargo, una vez en el poder hicieron concesiones con la burguesía y se aliaron a sectores que representaban a empresarios y banqueros defraudando así las expectativas de las masas.
Cuando la burguesía se halla en peligro, busca cualquier método por llevar al poder a la derecha, pero cuando la derecha vive en la decadencia que hoy sucede con el PN y PL, apuestan por aliarse con la izquierda, tratando de capitalizar el proceso, coartando los principios revolucionarios de esos partidos que nacieron de la indignación para finalmente convertirlos en gobiernos inefectivos que no atenten contra la propiedad privada.
Es de suma importancia advertir que ceder el programa revolucionario por llegar al gobierno no cambiará la situación del país. La oligarquía y el imperialismo seguirían manteniendo gran poder, comenzando con tener bajo su control las palancas fundamentales de la economía. Los marxistas apoyamos abiertamente reformas democráticas y sociales a favor de las masas en Honduras como una necesidad inmediata, pero no queremos limitarnos a reformas que un día serán dadas y al siguiente nos las quitarán.
Un cambio fundamental se dará cuando el poder económico y político esté en manos de los trabajadores, lo cual choca directamente con los intereses de la burguesía. Por eso es necesario que los revolucionarios más activos vean en la clase dominante, su gran propiedad privada y la existencia de su Estado represor, los obstáculos que impiden cambios fundamentales en el país.
El imperialismo ahora mismo está valorando reconciliarse con Libre. Pero su actuar a lo largo de su historia y con el golpe debe alertar a los militantes, Libre debe recuperar las empresas públicas que fueron privatizadas, enfocar los recursos del Estado a la restauración y creación de hospitales y escuelas, recortar el presupuesto a las fuerzas armadas, desapareciendo al ejército y demás cuerpos armados reaccionarios sustituyéndolos por el pueblo en armas.
El PN puede considerar realizar un fraude y usar las instituciones del estado como la policía y el ejército para continuar en el poder, pero eso generaría un estallido muy fuerte que no le conviene a la clase dominante, al imperialismo y al propio PN. Lo que se espera es que busque quedarse con una parte del poder para no perder todos sus privilegios. Libre no debe darles ninguna concesión, al contrario, será necesario una ofensiva audaz en contra de los dirigentes del Partido Nacional para que paguen por sus crímenes.
Para poder resolver los problemas del país, será necesario usar los recursos de la burguesía, no puede existir un gobierno que complazca a las dos clases al mismo tiempo, las personas pueden esperar pacientemente que Libre resuelva los problemas del país, pero si el nuevo gobierno no se atreve a tocar los recursos de la burguesía en un periodo de tiempo relativamente corto, la propia crisis hará que las personas entren en un estado de frustración rápidamente.
En estas elecciones no debemos ser imparciales, no podemos dar ningún voto a los partidos de la oligarquía como el Nacional y el Liberal. Nos posicionamos del lado de las masas para echar afuera al régimen golpista. Votar por Libre no basta, es necesario combatir a todo elemento de la derecha y oportunista en su interior. Los elementos más conscientes debemos agruparnos en una organización revolucionaria, sin desligarnos del movimiento de masas, pero manteniendo una posición de principios, con independencia de clase y defensa de un programa socialista.
Desde la Izquierda Marxista queremos invitarte a sumar tus fuerzas para luchar por una sociedad más justa, la lucha por el socialismo en Honduras y el mundo es a la fecha la labor más efectiva para derrumbar los pilares que sostienen al sistema capitalista. Si te interesó nuestro análisis puedes contactarnos y luchar con nosotros y contra la burguesía parásita que tiene ahogada a Honduras y el mundo en el fango de la injusticia, el hambre y la violencia.