El 1 de junio terminó la jornada nacional de sana distancia, que inició desde el 20 de marzo. Iniciando la nueva normalidad regulada por el semáforo de riesgo epidemiológico. En este artículo analizaremos los problemas y riesgos a los que se enfrenta la nueva normalidad debida a la epidemia producida por el SARS-CoV-2 que tantos estragos ha causado en nuestro país y en todo el mundo.
En México la epidemia por el nuevo Coronavirus dista mucho de estar bajo control. Hasta la fecha en que esté artículo se escribió, se contabilizaban de forma oficial 59,778 casos sospechosos, 165,455 confirmados y 19,747 muertes1. Se considera que en este momento hay 23,528 casos activos y los números de casos diarios siguen en ascenso. Estas estadísticas no toman en cuenta los casos que no se han reportado por la falta de pruebas necesarias para confirmarlos, ni los casos que no llegan a los hospitales, incluyendo casos graves que incluso terminan en lamentables defunciones.
La necesidad de reactivar la economía se ha decidido ingresar a una nueva normalidad en donde diferentes sectores irán retomando sus actividades productivas. Con el fin de lograr una transición ordenada se ideo el semáforo de riesgo epidemiológico que consta de cuatro fases 1) rojo, 2) naranja 3) amarillo y 4) verde; siendo el rojo donde solo se permite llevar a cabo actividades esenciales y verde donde se permite el desarrollo de todas las actividades, incluyendo las escolares 1. Los parámetros que definen el cambio de color o de fase son el número de casos, el número de casos hospitalizados, porcentaje de hospitales ocupados, entre otros.
La decisión de dar por concluida la jornada de sana distancia nos parece bastante inadecuada para el control de la epidemia, ya que el número de contagios diarios sigue en aumento y la mayoría del país continua con el semáforo de riesgo epidemiológico en rojo. Peor aún, el dato de mayor importancia para cambiar de color en el semáforo es la ocupación hospitalaria y no el número de contagios; razón por la cual el semáforo puede cambiar rápidamente a naranja, amarillo o verde bajo el criterio de que se pueden atender a los enfermos sin que la epidemia se haya controlado. Es claro que finalmente han pesado más las presiones económicas que “aplanar la curva” y alcanzar lo antes posible la etapa de descenso en el número de contagios. Dadas las condiciones de nuestro país, la decisión de ingresar a la nueva normalidad es una necesidad para las personas que no tienen los medios para seguir manteniendo la cuarentena sin tener un ingreso en el hogar. Una muestra más de que en el capitalismo se goza de la libertad de decidir si mueres de hambre o corres el riesgo de adquirir una enfermedad potencialmente grave.
Uno de los principales problemas de la nueva normalidad es que es muy probable que el regreso a las actividades laborales no sea tan paulatino como lo requiere el precario sistema de salud de nuestro país. Muchas fábricas tienen la urgencia de empezar a producir y no al 30% como lo indica el semáforo naranja o prestar servicios con un aforo reducido como lo indica el semáforo amarillo. Esto traerá como consecuencia posibles aglomeraciones en los centros de trabajo; situación similar se observará en los espacios públicos como el transporte público aumentando la posibilidad de contagios. En este escenario, los primeros afectados serán los trabajadores más pobres quienes no pueden darse el lujo de perder su trabajo y que no disponen de un auto para llegar a sus lugares de trabajo; sin contar que muchos de ellos no podrán mantener una sana distancia dentro de su trabajo y difícilmente serán provistos de cubrebocas o caretas que los puedan proteger del riesgo de contagio; como ya ha ocurrido en países como Alemania, donde se observó un brote de COVID en trabajadores de una empacadora de carne en la municipalidad de Gütersloh2.
Además del uso de cubrebocas en los centros de trabajo, muchas ciudades de nuestro país han reglamentado el uso generalizado del cubrebocas aun cuando el subsecretario López-Gatell insiste que su uso no es la panacea. La evidencia científica apunta con mayor fuerza a que los cubrebocas son útiles en el control de la COVID-19. El estudio del comportamiento de la pandemia en diferentes ciudades sugiere que donde se ha implementado el uso del cubrebocas obligatorio en espacios públicos ha contribuido significativamente en número de casos3, esto sin dejar de lado las medidas de distanciamiento social y el lavado constante de manos4. Un escenario preocupante es que el uso de cubrebocas de tela de una falsa sensación de seguridad, ya que son los menos eficientes para contener al virus y pueden contribuir a la perdida de otras medidas importantes como el distanciamiento físico, clave en el control de la epidemia en varios países; un ejemplo de esto lo proporciona un estudio donde se observa que a partir de la implementación del distanciamiento social 23 de 28 países europeos lograron controlar el número de infecciones5. En México es urgente implementar campañas masivas del uso correcto de cubrebocas; es historia de todos los días ver en la calle gente que lleva su cubrebocas debajo de la nariz, colgado en la garganta, que se lo retira para hablar o lo toca continuamente, lo que reduce su eficiencia e incluso podría representar un riesgo mayor al convertirse en una superficie contaminada (fómite) en contacto con nuestro cuerpo.
Otra cuestión preocupante es que el diagnóstico específico de la enfermedad sigue siendo muy limitado. Desde el ámbito científico se ha criticado desde etapas muy tempranas de la pandemia la falta de pruebas en todos los casos y el seguimiento de contactos. Nosotros hemos señalado que entendemos la necesidad de priorizar la emergencia médica antes que los datos fiables de la epidemia, los cuales son virtualmente imposibles de alcanzar no solo por la variedad de sintomatologías sino por el amplio porcentaje de individuos asintomáticos producidos por el virus. Si bien resultaría muy costoso realizar un diagnóstico confirmatorio del 100% de los casos que llegan a los servicios de salud, si es necesario aumentar el número de pruebas y seguir con el estudio de todos los casos graves, así como confirmar todas las muertes sospechosas. Las pruebas también deben ser realizadas de forma constante y periódica para el personal de salud; lo cual no se hace y es definitivamente un error ya que no se sabe con exactitud la cantidad de personal que se ha infectado. Los datos obtenidos dentro del sector salud también podrían ayudarnos a determinar el grado de infección entre individuos de alto riesgo, así como la efectividad de las diferentes medidas de seguridad que se están llevando a cabo para el control de la epidemia.
El control de la epidemia también involucra el entendimiento de la enfermedad y la búsqueda de alternativas para su control. En este sentido no se ha tenido la participación necesaria del sector científico con la Secretaría de Salud, quien solo se ha concentrado en la atención de la emergencia sanitaria. Específicamente el papel que ha jugado el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACyT) ha sido bastante inadecuado. El CONACyT no ha podido cohesionar a la comunidad científica en torno a la emergencia ni ha dirigido los recursos necesarios, no solo para la producción de respiradores prometidos, sino también para estudios epidemiológicos y el desarrollo de pruebas diagnósticas, vacunas o antivirales. El desarrollo de diferentes protocolos para el estudio epidemiológico de la pandemia, estudios sobre la eficacia de los cubrebocas, el seguimiento de casos podrían ser delegados a la comunidad científica y apoyar a la toma de decisiones desde la secretaria de salud o el gobierno federal; sin embargo estos recursos no se han liberado de forma oportuna y el CONACyT, lejos de exigir una mayor inyección de recursos para llevar a cabo muchos de estos estudios, más bien apoya las políticas de austeridad sin el análisis que requiere la situación. Muchos grupos de investigación han trabajado en sus proyectos a pesar de todas las trabas que el sistema ha impuesto y sin una coordinación adecuada con otros grupos de trabajo para obtener mejores resultados.
Todo el aparato Estatal actúa como un freno para usar eficientemente nuestros recursos y aprovechar nuestros mejores talentos en el combate a esta pandemia. El gobierno actual sigue lleno de burocracia y corrupción; eso sumado a que se tienen que tomar medias de desconfinamiento prematuras debido a que la economía nacional está sumamente afectada y hay gente con necesidad de sobrevivir. Todo esto ha sido producto del caos capitalista y la concentración del capital que deriva en la concentración de la riqueza en pocas manos y el crecimiento de la pobreza. Quien paga los mayores costos de cualquier crisis es la población más pobre, y la pandemia producida por la COVID-19 no es la excepción. Hay que tomar medidas inmediatas para solucionar estos problemas, como la exigencia de un aumento a los recursos asignados al sector salud, a la investigación en general y a la educación entre otros cuyo rezago ha sido más notorio en medio de la pandemia; pero ante todo hay que tratar de acabar con el problema de raíz que es el capitalismo, construyendo un estado y una economía bajo control y al servició de los trabajadores.
*Profesora y viróloga de la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas del Instituto Politécnico Nacional.
Referencias
1 https://coronavirus.gob.mx
2 https://www.kreis-guetersloh.de/aktuelles/corona/
3 Zhang R, Li Y, Zhang AL, Wang Y, Molina MJ. Identifying airborne transmission as the dominant route for the spread of COVID-19. Proc Natl Acad Sci U S A. 2020 Jun 11:202009637. doi: 10.1073/pnas.2009637117
4 Eikenberry SE, Mancuso M, Iboi E, Phan I, Eikenberry K, Kuang Y, Kostelich E, Gumel AB. To mask or not to mask: Modeling the potential for face mask use by the general public to curtail the COVID-19 pandemic. Infectious Disease Modelling 5 (2020) 293e308. https://doi.org/10.1016/j.idm.2020.04.001
5 Vokó Z, Peter JG. The effect of social distance measures on COVID-19 epidemics in Europe: an interrupted time series analysis. GeroScience 2020 https://doi.org/10.1007/s11357-020-00205-0