Por: Ubaldo Oropeza
Una de las características del periodo reciente en México son los cambios bruscos y repentinos que se viven en lo económico y lo político. Si te alejas de las noticias o las redes sociales un solo día, puedes perder el hilo del proceso que se ha abierto a partir de la llegada al gobierno de AMLO.
Las fórmulas abstractas que se repiten una y otra vez no son suficientes para caracterizar el periodo y las tareas de los revolucionarios. Debemos dejar de lado la pereza mental y romper la visión de blanco o negro. Tenemos que mirar los acontecimientos como un proceso en constante cambio que se genera a partir de contradicciones. Las visiones sectarias, conspirativas o acríticas solo pueden observar una parte del problema y ven solo una foto en vez de la película completa.
La lucha contra la corrupción
La lucha contra la corrupción es una de las prioridades del gobierno de AMLO, que no se ha cansado de repetirlo desde el principio. Para él, en esta cuestión se encierra el meollo del desarrollo del país. Los gobiernos anteriores hicieron un festín en cada uno de sus periodos. La cantidad que robaban al erario no se puede saber con exactitud, pero se puede decir, sin miedo a equivocarnos que se puede contar por miles de millones de dólares. Ahora mismo hay 22 exgobernadores acusados de corrupción y enriquecimiento ilícito.
No sólo es el dinero directo, las políticas que se emprendían con respecto a las empresas nacionales, como Pemex, nos permite ver cuál era la dinámica general: se recortaba el presupuesto a la empresa estatal para que los negocios privados comenzaran a funcionar, la empresa estatal compraba empresas inservibles a sobre precios, el dinero que salía de la empresa creaba nuevas fortunas y pagaba sobornos a los funcionarios del gobierno que habían aceptado esos y otros “negocios”. Esta fue la forma en la que se creó una parte de la burguesía nacional, robando, sobornando, asesinando, etc.
El ataque del gobierno contra la corrupción en PEMEX, en su primera parte, significó una lucha contra la delincuencia organizada la cual se robaba la gasolina (huachicol). Esta batalla se ha trasladado a las “altas” instancias de la paraestatal. Los involucrados no son los pistoleros comunes, o algunos pobladores de ciertas regiones que sobreviven con lo robado. Ahora la pelea es contra una parte de la burguesía y las familias “bien” del país. La orden de aprensión y el congelamiento de cuentas de Emilio Lozoya significa una batalla contra los peñanietistas (toda esta gentuza que estuvo al frente de las diferentes secretarías y que robaban con el permiso, y el respectivo moche a Peña Nieto).
Otro caso es el de Alfonzo Ancira, prestanombre de Carlos Salinas de Gortari, dueño de minas e inversionista en varias ramas de la producción, impulsor del sindicalismo charro al que se le vincula con asesinatos políticos. Este hombre es parte de la gran burguesía nacional y fue detenido en España. Al parecer la campaña contra la corrupción va a ir más lejos, ahora están saliendo noticias de que Medina Mora, ministro de la Suprema Corte, en 5 años hizo transferencias millonarias a Gran Bretaña por un monto de 2.7 millones de libras esterlinas sin ser declaradas a hacienda y de procedencia “misteriosa”. Recordemos que Eduardo Medina Mora fue el que blindo a EPN para que no se le investigara. Esto es solo la punta del iceberg.
Lo que queremos remarcar ahora es que esta es la primera confrontación seria entre el gobierno de AMLO y parte de la burguesía mexicana corrupta, esto no puede pasar desapercibido. Todo indica que esta situación se va a incrementar, no solo por la corrupción.
Ahora hay una orden de un juez para frenar la construcción del aeropuerto de Santa Lucia, el colectivo que impulsó la demanda se llama #NoMásDerroches y es patrocinada por Claudio X. González y la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex). Además, según la información, Carlos Slim, Grupo GIA y Prodemex, de Olegario Vázquez Raña, también interpondrán demandas para frenar el aeropuerto de Santa Lucia y regresar al de Texcoco.
Hay una campaña desesperada en los medios de comunicación burgueses y en las redes sociales contra el gobierno, utilizan cualquier pretexto para exigirle que renuncie, le insultan, piden que le asesinen, etc. A esto no se le da mucha importancia ahora porque la burguesía está muy debilitada. Han organizado algunas marchas que hasta el momento han sido insignificante pero esto tenderá a ser más intenso conforme pasa el tiempo. Incluso AMLO ha reconocido, en una de sus mañaneras, que hay una polarización social.
Algunos podrán argumentar que esta pugna es inter-burguesa y que nada tiene que ver con la lucha de clases. Están equivocados quienes piensen así. Hemos visto, en más de una ocasión, como estas pugnas entre las diferentes alas de la burguesía, o de la burguesía con el gobierno, abren coyunturas donde las masas se pueden expresar de forma revolucionaria. Recordemos ¿cómo comienza la revolución mexicana? es una pugna entre Madero (que representaba a la nueva burguesía nacional) y Díaz (quien encabezaba el viejo régimen) lo que abrió el camino a la lucha revolucionaria algunos años más tarde.
Aunque podamos decir que el gobierno de AMLO es un gobierno capitalista, eso no quiere decir que no se vaya a enfrentar a una parte de la burguesía, para salvar y fortalecer a su estado capitalista. Hay una crisis en la burguesía que se expresa precisamente en este hecho. El gobierno de AMLO busca sacudirse el control económico de la burguesía –“separar el poder político del económico” – para tener la posibilidad de fortalecer el estado capitalista y mantener el régimen. Esto, a su vez, puede abrir una crisis revolucionaria. Además, hay otro factor totalmente desestabilizador: Trump.
El papel del imperialismo norteamericano
Algunos analistas dicen que las medidas que anunció Trump sobre la imposición de aranceles a todas las mercancías que se exporten de México a EEUU (comenzaría con el 5% hasta llegar a 25% en octubre) se debe a que las elecciones en EEUU están cerca y es una forma de galvanizar su apoyo. Otros más plantean que es parte de una guerra económica internacional y las medidas van encaminadas a que las empresas americanas que tienen inversiones en el país regresen a los Estados Unidos.
Las respuestas que ha dado AMLO a los twists de Trump han sido claros, planteando que no quiere ninguna confrontación y al mismo tiempo diciendo que él no es un cobarde y que no va a aceptar imposiciones. Políticos americanos han dicho que están en contra de esas medidas, también se ha manifestado en el mismo sentido parte de la burguesía americana que tiene inversiones en México.
Salió una comisión mexicana hacia los EEUU a negociar esta imposición imperialista, después de tres días de negociaciones se ha informado que ya hay acuerdo y que los aranceles no van. Esta es la forma en que Trump le gusta negociar, lanza un ataque y después pone sus peticiones sobre la mesa y consigue la mitad de lo que ha planteado.
Lo que hemos visto es que el gobierno mexicano ha comenzado a mover a la Guardia Nacional hacia la frontera sur del país para impedir que más migrantes centroamericanos sigan entrando a México para llegar a los Estados Unidos, también se ha detenido a dos activistas que defienden los derechos de los migrantes. Este ya es un primer triunfo de Trump, pero quiere más, está pidiendo que todos los migrantes que piden asilo en EEUU, mientras esperan la respuesta del gobierno americano, puedan estar en México. Quiere que el gobierno mexicano siga siendo su fiel guardián con respecto a migración, esto también ha sido aceptado. Además, no ha quitado el dedo del renglón, quiere que sí se apliquen aranceles a ciertas mercancías mexicanas para que con eso pueda financiar su muro. Parte de esto ya está realizado.
México es un país sometido al poder del imperialismo internacional, es una semi-colonia. Depende de las exportaciones e importaciones de EEUU. La inversión extranjera directa es uno de los recursos que tiene para la creación de empleo y el desarrollo de la industria. La burguesía mexicana tiene fuertes vínculos y, en la gran mayoría de los casos, está subordina al capital internacional. Este es el que controla el verdadero poder en México.
La única forma en que AMLO puede defender auténticamente la soberanía nacional es teniendo plena independencia económica de los EEUU y del capital internacional, cosa que ahora no tiene y no puede tener en los márgenes del capitalismo. El imperialismo ejerce un férreo control sobre cómo y qué se produce en México, debido a la división internacional del trabajo. El mitin convocado en Tijuana —frontera entre EEUU y México— es una respuesta política que muestra la debilidad del gobierno frente al imperialismo, pues en los hechos se ha aceptado todas las demandas, esto no se puede presentar como un triunfo. No se puede hablar de independencia nacional cuando no se tiene independencia económica.
Creemos que nuestro deber, en caso de una agresión económica imperialista, es estar del lado de los trabajadores, las mujeres y la juventud mexicana, apoyar críticamente al gobierno de AMLO si este defiende estos derechos; entendemos que la lógica de Andrés Manuel es aceptar el mal menor pero no estamos de acuerdo en respaldar medidas como el militarizar la frontera sur o la detención de activistas. Al mismo tiempo, no apoyamos los discursos de unidad nacional que plantean una unidad con la burguesía nacional para enfrentar al enemigo exterior. También hay un enemigo interno.
Ya lo vemos ahora, inmediatamente después de las imposiciones que ha planteado Trump, dirigentes políticos de los diferentes partidos de la burguesía y sobre todo algunos empresarios (toda esta pandilla que no ha tenido ningún problema de votar leyes para que el capital internacional y nacional penetre y saquee los recursos naturales, que paguen salarios miserables, etc.) ahora se posicionan a favor de la patria. Tenemos que decir que la burguesía nacional no tiene un partido fuerte que la pueda ayudar a dar una lucha contra AMLO, así lo demuestran las recientes elecciones donde particularmente el PRI demostró que está desfondado. Así que aprovechan la coyuntura para posicionarse a lado del gobierno y meter por la ventana su programa.
La unidad nacional tiene dos vertientes. La de los empresarios que cuando dicen “defender a la nación” quiere decir defender sus intereses y poder hacer negocios que a ellos los beneficien. La otra es la del pueblo, que entiende que la defensa de la patria significa luchar contra el imperialismo.
Si AMLO quisiera dar la lucha contra la subordinación económica del país, tendría que movilizar a los trabajadores y campesinos para expropiar a los grandes monopolios y ponerlos bajo control de los trabajadores, esto es lo que los marxistas defendemos. Nosotros creemos que dentro del capitalismo países dependientes como México no puede tener una auténtica soberanía nacional.
Construyamos una alternativa revolucionaria
Podemos estar de acuerdo en varios aspectos con la visión de nuestros amigos sectarios, que solo quieren ver algunos aspectos del gobierno de AMLO. Andrés Manuel, nos dicen, es un reformista y no quiere romper el capitalismo, solo quiere reforzar el estado capitalista. Sí, AMLO no es un socialista. Su Proyecto de Nación y el Plan Nacional de Desarrollo 2019-2024 en ningún momento plantean la lucha por la revolución socialista ni la democracia obrera en los medios de producción, tampoco nos plantea la posibilidad de derribar el Estado capitalista y sustituirlo por un Estado proletario.
Por el contrario, Andrés Manuel dice claramente que el problema fundamental es la corrupción en las instancias de gobierno. Dice, además, que su tarea es fortalecer al Estado, salvarlo de su crisis y proyectarlo en términos económicos y políticos (una de las tareas que se ha planteado es recomponer el estado de derecho, es decir el Estado capitalista). Piensa que teniendo un Estado sin corrupción y manejado con rectitud se podrá mejorar las condiciones de vida de la gente. Lo que AMLO plantea es un programa de reformas, que el Estado pueda dar más a los sectores pobres y al mismo tiempo fortalecer al estado económica y políticamente, de tal forma que sea un referente moral y político para todos, que todos lo respeten y tengan confianza en él, dejando que los capitalistas sigan explotando a la gente en sus trabajos.
Sí nos preguntan a nosotros los marxistas si estamos de acuerdo con el programa general y el plan que plantea AMLO, podemos contestar que no. Sí estamos de acuerdo en que el Estado se tenga que adelgazar (pero sin atacar los derechos laborales) y se practique la austeridad republicana, que se creen universidades, se den becas y apoyos a adultos mayores, también estamos de acuerdo con que se luche contra la corrupción. Todo esto en tanto que son medidas progresistas, nosotros las apoyamos.
No estamos a favor de un capitalismo “con rostro humano”. Está idea es absurda porque al final de cuentas el capitalismo, sea más o menos democrático o más “justo”, se basa en la explotación del hombre por el hombre, tiende a ver un proceso de acumulación capitalista y al mismo tiempo una pobreza creciente.
Hay otra cosa importante, históricamente los marxistas no nos hemos opuesto a las reformas progresistas que ayuden a mejorar los niveles de vida de las familias de la clase obrera, ni a todas las medidas democráticas que ayuden a sacar conclusiones revolucionarias. En realidad, la única forma de preservar y llevar adelante todas estas reformas, y muchas más, es con la revolución socialista.
Únete a nosotros y luchemos por estas ideas.