Por David García Colín Carrillo, sindicalista SUTIEMS
Habíamos señalado que el terremoto electoral que dio el triunfo a AMLO abriría una nueva etapa de lucha reivindicativa, este hecho no fue considerado por la mirada de sectas que ven todo en blanco o en negro. ¿No fue Madero, con todas sus limitaciones y contradicciones, el que abrió, sin querer, las puertas de la historia? Efectivamente, el decreto que aumentó el salario mínimo al 100% en la frontera fue un factor para la histórica irrupción de los trabajadores en Matamoros. Una cláusula contractual decía que el aumento salarial debía darse en la misma proporción que el incremento al salario mínimo. Aun así, los trabajadores sólo demandaron el 20% de aumento salarial. Las ondas expansivas de esta huelga han sacudido a otros sectores como los trabajadores de Coca-Cola. Hablamos de los sectores encorcetados en sindicatos charros cuya camisa de fuerza se está reventando con el colapso del PRI, costuras que ya no pueden contener la presión aumentada desde abajo ante las expectativas de cambio.
El futuro de Romero Deschamps es más incierto que nunca. La caída del PRI significó un duro golpe para históricos dirigentes charros. Está por verse si los trabajadores democráticos del sindicato petrolero (STPRM) logran aprovechar la coyuntura y democratizar al sindicato que ciertamente está muy corrompido por el saqueo de Pemex, el huachicoleo y la extorsión de los trabajadores por líderes que deciden sobre la colocación de puestos y el reparto de prevendas. Una posibilidad real es la creación de un nuevo sindicato petrolero (Petromex) que cuenta con el respaldo de Cuahutémoc Cárdenas. En este escenario el reto de una corriente sindical democrática y de clase será la de participar en estas iniciativas manteniendo una postura independiente y crítica frente a caudillos reformistas que puedan limitar o pretender cooptar la auténtica democracia sindical, misma que sólo puede venir desde abajo y con el control asambleario de las bases sobre sus dirigentes. Una consigna que podría vincular a dicha corriente sindical con el pueblo sería la de la renacionalización del petróleo y el combate a la corrupción estableciendo control obrero. Como sea, hace décadas que no veíamos un fermento similar en el gremio petrolero ni la posible caída de charros históricos.
Tampoco es casualidad que los trabajadores de la UAM estén demandando el 20% de aumento: es el monto aproximado de aumento al salario mínimo a nivel general. La nueva etapa se puede medir por el hecho de que hace unos 11 años no había huelga en la UAM y ésta se decidió a pesar de la posición de la dirigencia del SITUAM.
No importa que esos decretos gubernamentales sólo incluyeran al salario mínimo, los trabajadores a nivel nacional considerarán esas medidas en base al patrón de las esperanzas creadas, independientemente de las intenciones y alcances generados por arriba, pasando sobre la intención de contenerlas. La presa amenaza con desbordarse y romper los topes salariales impuestos al sector educativo; este impulso se alimenta, en parte, por la promesa gubernamental de que los aumentos salariales se darán por encima de la inflación. Estos son meses de revisiones salariales y contractuales y se darán en una coyuntura diferente a los años anteriores.
Los trabajadores de la CNTE aprovecharon, correctamente, las contradicciones entre el gobierno estatal y federal para aumentar el nivel de su movimiento, sabiendo que el nuevo gobierno no podría reprimir como hubiera sucedido con la administración anterior ¿Cuántos presos nuevos habría ya con un bloqueo de vías férreas si gobernara el Prian? Pero la posibilidad de que Elba Esther Gordillo se reacomode en la dirigencia nacional del SNTE, ante el vacío y la resistencia de la dirigencia de algunas secciones del CNTE por dar una batalla por recuperar al SNTE, es latente. Hace falta una estrategia y orientación del CNTE para actuar en unidad y dar la estocada mortal a la mafia de la asesina Elba Esther. Una oportunidad histórica está enfrente. Otro frente abierto es la postura correcta de la CNTE por convertir los foros por una nueva reforma educativa en tribunas para no dejar ningún resquicio neoliberal en la nueva reforma que impulsa el gobierno.
En el IEMS la expectativa e incertidumbre por la creación de más planteles y los dichos erráticos de las autoridades respecto a cambios en el modelo han agitado al SUTIEMS y están creando, en el contexto nacional, un buen momento para la cercana revisión salarial y contractual. Será una etapa de efervescencia sindical en donde los trabajadores levantaremos nuestras banderas y donde habrá nuevas posibilidades para organizar a nuevos sectores y crear un movimiento unificado e independiente.
AMLO afirmó que la división al interno del SME dificulta buscar una solución a la extinción de Luz y Fuerza del Centro y al despido, durante el gobierno de Calderón, de 46 mil trabajadores. También afirmó que todas las corrientes sindicales serán escuchadas. Estas declaraciones han sacudido al SME y han abierto un debate sobre cómo lograr la unidad sobre los intereses de una dirigencia que pactó con Peña Nieto la participación en la comercialización privada de la energía eléctrica de la mano de una de las trasnacionales favoritas del peñismo: la portuguesa Mota Engil. Debido a los intereses empresariales de la burocracia del SME que se contraponen a los planes del gobierno por impulsar a las empresas paraestatales, no parece que Martín Esparza y su grupo de interés tenga entre sus planes la reinstalación de los despedidos a través de la CFE. El reto será generar una corriente democrática con una base masiva que no sólo imponga la unidad desde abajo, sino reoriente al SME rumbo a la reinstalación y la ruptura con los intereses trasnacionales. Sea como sea, para muchos, nunca había estado tan cerca la posibilidad de una alternativa de reinserción laboral y la urgencia de reorientar al SME es más patente que nunca.
También es cierto que la política de austeridad del nuevo gobierno se ha expresado en el despido masivo de miles de trabajadores al servicio del estado y la falta de pago a trabajadores de instituciones como el INAH. Aunque el gobierno señala que los despidos no afectaron a personal de base y que muchos de ellos entraron a laborar colocados por anteriores administraciones, es inocultable que muchos trabajadores que, en realidad, realizaban labores de base y que estaban contratados ilegalmente con figuras de precariedad (honorarios, eventuales, etcétera) fueron despedidos injustamente. La efervescencia sindical debe dar cobertura a esos sectores desprotegidos, buscar su organización y reinstalación. Lo cierto es que la “austeridad” reformista en un contexto de crisis del capitalismo significa recortes y despidos, no sólo pasos adelante. La clase obrera no tiene porqué pagar el fracaso del capitalismo ni reservarse la críticas a las medidas antiobreras del nuevo gobierno.
El hecho es que hemos entrado a una nueva etapa, muy turbulenta, de lucha sindical. El contexto es de esperanza combativa y de claroscuros propios de un gobierno reformista que no termina de romper con el pasado pero ha agitado, más allá de sus intenciones, el “mundo del trabajo”. La lucha inmediata será por democracia sindical, romper el control charro y reivindicaciones económicas tras décadas de colapso del poder adquisitivo. En el camino habrán posibilidades para unificar luchas y crear nuevas organizaciones democráticas de los trabajadores. Debemos estar a la altura de esta nueva coyuntura desde el punto de vista de nuestros intereses como clase trabajadora. Confiemos en nuestras propias fuerzas, pues a pesar de la nueva coyuntura, nada obtendremos que no sea a través de la movilización independiente de la clase obrera y nuestras organizaciones.