Escrito por: Carlos Márquez
“El cáncer del capitalismo, la corrupción y el crimen organizado tienen a México casi desahuciado”. María de Jesús Patricio, vocera del CIG.
Está a punto de terminar el gobierno de la desaparición de los 43 de Ayotzinapa, el de la masacre de Nochixtlán, el que ha encarcelado a líderes sindicales, el gobierno asesino de maestros, el del saqueo a las comunidades indígenas, el de la reforma educativa, el de la privatización del petróleo y la electricidad, el de la sobreexplotación, el de decenas de miles de desaparecidos, el de las fosas clandestinas, el de la corrupción, el de los cien mil homicidios dolosos, el gobierno explotador que se subordina vergonzosamente frente a Trump y que se ha enfrentado a la resistencia de los jornaleros de San Quintín, de los obreros de las maquilas, a huelgas de miles de universitarios en todo el país, a la lucha del pueblo de México por la aparición de los estudiantes normalistas, a la lucha popular contra el gasolinazo. Falta un largo año para que salga Peña Nieto, el presidente más impopular de las últimas décadas. El régimen quiere perpetuar la raíz de los males que es su sistema capitalista y colocar un nuevo gobierno que garantice sus privilegios, nosotros debemos luchar por un cambio de raíz en nuestra sociedad.
Se conforma el Consejo Indígena de Gobierno
El Congreso Nacional Indígena (CNI), en el cual participa el Ejercito Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), realizaron en el mes de mayo una asamblea en San Cristóbal de las Casas, Chiapas, a la que asistieron 1,252 representantes de comunidades y pueblos indígenas y 230 delegados zapatistas. Ahí se conformó el Consejo Indígena de Gobierno (CIG) con representantes de las comunidades y nombrando a la indígena Nahua, María de Jesús Patricio Martínez, Marichuy, como su vocera. Para conformar al CIG se consultó a 523 comunidades de 25 estados del país de 43 pueblos indígenas. El CIG se rige por los 7 principios del CNI: Servir y no servirse, construir y no destruir, obedecer y no mandar, proponer y no imponer, convencer y no vencer, bajar y no subir, representar y no suplantar. Declara que la lucha debe ser anti capitalista y han hecho un llamado a todos a sumarnos para que Marichuy aparezca en las boletas electorales de 2018 como candidata independiente a la presidencia. Para ello se ha constituido una Asociación Civil, requisito legal indispensable en este camino, llamada: “Llegó la hora del florecimiento de los Pueblos” en la que se han registrado distintas personalidades como María de Jesús de la Fuente de O’Higgins, Oscar Chávez, Pablo Casanova, Francisco Toledo, Paul Leduc, Juan Villoro, Gilberto López y Rivas, entre otros.
Lo primero que contrasta es el método democrático en esta elección interna, algo que no ocurre en absolutamente ninguno de los partidos políticos legales existentes. En el mismo Morena muchas veces la burocracia impone a sus candidatos en franco rechazo a su propia base y se infiltran candidatos poco representativos de su propia militancia que juegan un papel lamentable, como el caso de Eva Cadena en Veracruz, haciendo parecer a este partido más de lo mismo.
Esta candidatura es un claro giro táctico del EZLN y la CNI, lo cual no es en esencia malo. Se ha dicho siempre que sus tiempos son distintos a los tiempos electorales o de los de arriba, pero una organización debe aprovechar las coyunturas existentes para fortalecer la lucha, organización y el nivel de conciencia y unidad. Las elecciones son en realidad un instrumento de la democracia burguesa que en México nunca han sido realmente democráticas. Incluso si un candidato del pueblo ganara el gobierno debería llevar adelante un programa a favor de los explotados a los que la clase dominante se enfrentaría. Llevar adelante un programa así sólo es posible con la lucha organizada de los trabajadores que en última instancia deben llevar este enfrentamiento de clases a la ruptura, destruyendo al viejo Estado sustituyéndolo por el poder organizado desde abajo por los obreros y campesinos.
La lucha no se desarrolla en abstracto sino en coyunturas concretas y las elecciones presidenciales son espacio idóneo para usarlas como alta voz que dé proyección a nuestras demandas y ayude a organizarnos. El CIG deja en claro que “no buscamos administrar el poder, queremos desmontarlo desde las grietas que sabemos, somos capaces”. [1] Pero sí dicen que es su objetivo que “este concejo se proponga gobernar este país.” Esto habla de un gobierno distinto al existente.
Acabar con el Estado de los capitalistas
Nos parece positivo que ya se hable de aspirar a gobernar el país, lo cual pasa porque el poder sea asumido por el pueblo trabajador en oposición al poder burgués existente. Sin embargo estratégicamente no se nota claridad de lo que debemos hacer, en otra parte de uno de sus comunicados dicen también: “queremos que se profundicen las grietas que cada uno de ellos han ido labrando desmontando en lo chiquito y en lo grande el poder de arriba, queremos hacer tantas grietas, que ellas sean nuestros gobierno anticapitalista y honesto”. [1]
Parece como que cada una de las luchas nuestras se irá sumando hasta que un día nos demos cuenta de que tenemos el control de la sociedad en nuestras manos, algo que la experiencia histórica niega. Es real que hay un desgaste y desprestigio del régimen, producto en parte de las diversas luchas que contra él estamos realizando, también es real que la lucha por la transformación social es imposible sin que los obreros, campesinos, indígenas y sus hijos adquieran la consciencia, experiencia y confianza que sólo las luchas cotidianas te permiten adquirir. Pero no debemos olvidar que el sistema capitalista, contra el que luchamos, se basa en la explotación del hombre por el hombre basada en la propiedad privada de los grandes medios de producción y que esté sistema desigual se sustenta en un dominio ideológico y en la coerción física, para lo cual ha construido un Estado, que no es otra cosa que un aparato de represión y dominación para mantener sus privilegios. Hasta que no destruyamos ese Estado no podemos aspirar a un gobierno de los pueblos estable y duradero. Para ello necesitamos una lucha revolucionaria de masas de los explotados que acabe con el viejo sistema y su Estado.
En el país se han dado expresiones de organización muy interesantes como el caso de algunas policías comunitarias en Guerrero, los mismos Caracoles zapatistas o la organización de pueblos purépechas como el de Cherán Keri [2], que han mostrado que un poder diferente es posible, sin embargo, si estas expresiones de lucha no se generalizan corren el riesgo de ser aplastadas por el Estado, que busca siempre tener el monopolio de la violencia y no tolera el poder de los trabajadores.
La lucha de los pueblos, la lucha de clases, no es un proceso gradual y ascendente, es un proceso con alzas, bajas, avances y retrocesos. En medio de periodos de aparente calma suelen desatarse grandes explosiones sociales provocadas por una acumulación de tenciones. La lucha iniciada en 1910, de 1968, de 1988-89, de 1994, de 2006 o de 2014, nos da cuenta de ello. Al final si queremos un gobierno de los pueblos que sirva a los sectores oprimidos y clases explotadas y sea controlado por estas, debemos acabar definitivamente con el viejo sistema y por tanto con el régimen y el Estado que lo sostienen. Creemos que hay que decirlo sin ambigüedades, necesitamos que los trabajadores del campo y la ciudad, ya sean mestizos o indígenas, acaben con el viejo poder burgués y tomen el poder de la sociedad en sus manos. Necesitamos realizar acciones revolucionarias de masas que hagan realmente retroceder al régimen y lanzarnos a la ofensiva, lo que nos ha fallado en los últimos años no es la disposición de lucha de los jóvenes y explotados, sino la falta de organización y una dirección adecuada dispuesta y capaz de llevar la lucha hasta sus últimas consecuencias.
Frente único: golpear juntos aunque caminemos separados
No bastan las luchas y la organización locales. Las coordinaciones de movimientos y organizaciones pueden ayudar pero tienen muchas limitaciones, necesitamos construir una organización política a nivel nacional de los explotados. Durante la Otra Campaña, en el 2006, cuando los compañeros de Atenco fueron bestialmente atacados, la organización de la Sexta no tuvo la fuerza para responder. El CIG no es del agrado del régimen y puede ser atacado, se debe tener la suficiente organización para defendernos y contraatacar.
Marichuy ha dicho sobre la elección de 2018:
“Al final no vamos a ganar y no es el fin, pero sí que logremos la organización misma de los pueblos, que hablen ellos mismos por ellos mismos, que no tengan que estar pidiendo que alguien hable por ellos, como los que están en el gobierno que dicen, imponen y hablan a nombre de los pueblos sin consultarlos (…) Lo que proponemos es la organización. No tanto nos preocupa llegar y sentarnos en la silla presidencial, sino abrir ese espacio para ir organizando tanto pueblos indígenas como otros sectores de la sociedad civil que ven importante buscar esa otra forma de organizarse” [3].
Creemos más correcto hablar de clases explotadas y sectores determinados de la sociedad oprimidos por el sistema, pues en la sociedad civil cabrían sectores de la burguesía que debemos identificar como nuestro enemigo de clase. Sabemos que este no es el sentido que da Marichuy, pero es mejor manejar un lenguaje más preciso. Sin embargo, simpatizamos plenamente con esa idea de unirnos y organizarnos como pueblo y aprovechar las elecciones para ello.
La resistencia es necesaria e inevitable en la lucha por la transformación social, pero no puede ser ésta nuestra estrategia si a lo que aspiramos es a transformar radicalmente la sociedad. Si aspiramos a acabar con el capitalismo necesitamos desarrollar una lucha general de los trabajadores y convencer a la mayoría de impulsar un programa anticapitalista, que por tanto debe aspirar a un sistema diferente que pensamos debe ser el socialismo basado en la democracia de los trabajadores.
En la lucha debemos basarnos en el movimiento real tal y como es y no como quisiéramos que fuera. Hay un enorme hartazgo en la sociedad y se quiere un cambio. No podemos negar que Andrés Manuel López Obrador es visto por grandes masas como la posibilidad de cambiar la realidad y las elecciones un espacio de lucha para ello. En 2006 el fraude desató una lucha de masas, que con una dirección adecuada, podría haber sacado definitivamente al PRI del gobierno y creado un gobierno de los trabajadores. No hay que mirar sólo hacia arriba, a la cúpula de Morena, en su base hay mucha gente honesta que aspira a un cambio profundo de la sociedad, igual que en el CIG. No es el enemigo el obrero, el campesino, el estudiante, el comerciante o el profesionista que se organiza y/o vota por Morena. Es necesario entablar un dialogo amistoso con estos compañeros y convencerlos de luchar unidos también contra el capitalismo. La táctica del frente único permite golpear juntos, sin abandonar programas ni principios, y caminar separados. Si se ha tenido un acercamiento firme pero amistoso hacia la base y la dirección de Morena no fuese consecuente se puede fortalecer la opción anticapitalista atrayendo a amplios sectores. Posiciones sectarias, sin embargo, harían el juego a la reacción.
Requisitos de la candidatura independiente
Para lograr ser candidato independiente se requiere juntar firmas equivalentes al 1% de la lista nominal de electores, es decir 866,593 apoyos, de por lo menos 17 estados, en un plazo de 120 días, entre el 10 de octubre de este año al 6 de febrero del 2018. [4] Los delegados del CIG están para ello haciendo una gira, realizando reuniones con organizaciones y con la población, con el objetivo también de ir conformando un programa de lucha. El reto se ve grande, pues la población de las comunidades indígenas del CNI no será suficiente para cubrir las firmas y muchas organizaciones están aún analizando el apoyo o no al CIG. Aparecer en la boleta visualizaría de forma más amplia las luchas indígenas y de los sectores que se sumen a la candidatura independiente de Marichuy, además que podrían obtenerse recursos económicos que podríamos usar para fortalecer la organización del pueblo trabajador.
Es cierto que se está entrando en un terreno y las reglas del Estado burgués, pero como correctamente dijera Federico Engels, uno de los padres del socialismo científico: “Se dice que toda acción política implica el reconocimiento del estado de cosas existente. Pero cuando este estado de cosas nos da medios para luchar contra él, recurrir a ellos no significa reconocer el estado de cosas existente”. [5]
Por nuestra parte saludamos la formación del CIG y la lucha por la candidatura independiente, que nos ayude a organizarnos y luchar contra el capitalismo. Es necesario asumir un programa anticapitalista, que levante las demandas inmediatas de los pueblos indígenas, los obreros, los campesinos, estudiantes, los desempleados, las mujeres, etc. pero que aspire a una transformación social profunda y vincule esa lucha inmediata con la transformación socialista, donde los grandes medios de producción (fabricas, las tierras de los terratenientes, etc.) y la banca pase a manos del pueblo trabajador bajo control democrático del mismo y sustituya al actual Estado burgués por un estado controlado y en defensa de los explotados. Es necesario también impulsar un frente único para sacar al PRI del gobierno y establecer condiciones más favorables para nuestra lucha después de las elecciones del 2018. Es la hora de la unidad de los trabajadores.
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NOTAS
[1] enlacezapatista.ezln.org.mx/2017/05/28/llego-la-hora-cni-ezln
[2] Sobre la lucha de Cherán recomendamos leer el artículo de este link: old.laizquierdasocialista.org/node/2552
[3] eluniversal.com.mx/articulo/estados/2017/06/18/marichuy-la-candidata-zapatista-que-va-contra-un-virus
[4] ine.mx/candidaturasindependientes
[5] marxists.org/espanol/m-e/1870s/1871accion.htm