El pasado lunes 3 de agosto se anunció, durante la conferencia mañanera, el nuevo programa que el gobierno, a través de la Secretaría de Educación Pública, ha planeado para llevar a cabo el ciclo escolar 2020-2021 a distancia a partir del día 24 de agosto.
Según lo informado por la SEP, a lo largo de lo que ha durado la contingencia sanitaria las autoridades educativas han estado dialogando con las dirigencias de los sindicatos magisteriales, dialogo que sin embargo no se ha extendido a las bases del propio magisterio. Para arreglar un poco eso, se hizo caso a alguna que otra demanda de los maestros, como la concesión de un día de descarga administrativa.
Para poder llevar a cabo las actividades educativas a distancia, la primera opción habría sido recurrir al internet. Sin embargo, en la SEP se han topado con el problema que, según el INEGI, de entre todos los hogares mexicanos, solo apenas poco más del 44% cuentan con una computadora y solo el 56% del total de hogares cuentan con acceso a internet.
Luego entonces, a juzgar por los datos anteriores, existió la obligación de buscar otro medio posible con el cual poder ofrecer una gran cobertura educativa remota, y lo encontraron. Según el instituto anteriormente mencionado, el 92% de los hogares mexicanos cuenta con una televisión.
De ese modo, el plan de la SEP consiste en transmitir por televisión los contenidos educativos, previendo que los niños y jóvenes sin acceso a la cobertura televisiva reciban educación por medio de la radio. El plan pretende que esta nueva educación a distancia llegue a más de 30 millones de estudiantes.
Frente a nosotros, podría estar presente un gran salto adelante en términos educativos, tecnológicos y hasta sociales, de no ser por un muy importante detalle: en México no existe un solo medio de comunicación público que tenga tal poder de cobertura y tal capacidad de alcance. Y por lo mismo, el gobierno de AMLO se vio obligado a pactar con los principales oligopolios de los medios de comunicación: Televisa, TV Azteca, Imagen Televisión y Multimedios.
En palabras del Secretario de Educación, Esteban Moctezuma -a quien por cierto ya hemos señalado en ocasiones anteriores como un representante neoliberal en la 4T-, el acuerdo firmado el día 3 representa «el nacimiento de una nueva televisión» y «el fin de esa crítica que dice que la televisión contradice en la tarde lo que la escuela construye en la mañana».
Vamos por partes, en primer lugar ¿cómo puede ocurrir el nacimiento de una nueva televisión, si esta sigue en manos de los mismos oligarcas golpistas, que han puesto muchísimo empeño en desestabilizar al gobierno? ¡Eso simplemente no es posible! la burguesía mexicana ha comprobado una y otra vez su hostilidad al gobierno de la 4T, y ciertas declaraciones de AMLO, como señalar la participación activa de Televisa para cubrir mediáticamente las marchas de la extrema derecha, dan a entender dos cosas, una más segura que la otra: AMLO no tuvo realmente tanto control en el diseño y ejecución del plan educativo, como si lo pudo tener Moctezuma Barragán; y la vieja burguesía no ha cambiado ni un poco su actitud para con las reformas, luego entonces, tampoco su línea editorial.
En cuanto a la segunda consigna citada del señor secretario, esa es un poco más preocupante si se analiza un poco. El plan pretende que la televisión sea ahora la escuela, al menos por el momento. No es precisamente factible esperar que las direcciones de las empresas televisivas cambien su actitud con respecto al gobierno, por lo que si efectivamente, como dice el secretario, ya no existe contradicción entre el contenido educativo y los demás mensajes mediáticos ¿no podría significar eso, que ahora las televisoras puedan estar activamente involucradas en el diseño de contenidos educativos?
Tal vez ahora estamos yendo muy lejos, pero es un escenario posible. Sea cual sea el caso, es casi imposible que los oligarcas televisivos se hayan involucrado en el proyecto tan gustosamente sin prever alguna especie de beneficio, que sin duda van a tener. No existen ahora los detalles del acuerdo económico al que hayan llegado gobierno y empresas, pero es de suponer que hubo tal acuerdo, ya que es difícil creer que por parte del gobierno haya alguna especie de amenaza de expropiación.
Por otro lado, también hay que tomar en cuenta el capital político que las empresas televisivas podrán ganar. Empresas como Televisa formaron parte de la lista de los grandes perdedores de las elecciones de 2018. Esos oligopolios hace unos años estaban teniendo caídas estrepitosas tanto en sus ganancias económicas como en su reconocimiento social, y se veían forzadas a entregar cada vez más terreno frente a sus rivales de medios alternativos. Los empresarios de TV Azteca, defendiendo sus intereses, se acercaron al gobierno de AMLO pero sin abandonar sus principios de derecha. Ahora vemos al Estado, por medio de nada menos que la Secretaría de Educación Pública, ofrecerle a esas televisoras una autentica oportunidad de oro para restaurar su poder económico y resarcir aunque sea un poco su imagen política. Ya hay quienes comienzan a ver en esto una velada aplicación de uno de los métodos neoliberales más básicos e infames, y a decir verdad es fácil entender por qué.
No queremos decir que no estamos a favor de que se utilicen todos los medios disponibles y necesarios para ampliar la cobertura educativa, al contrario, pocos -si no es que nadie- se entusiasma más que nosotros los marxistas por el desarrollo de la tecnología y su uso en tareas sociales, sobre todo una tan importante como la educación. Sin embargo, nos oponemos ferozmente a que se le entregue la educación de millones de niños y jóvenes a burgueses como Salinas Pliego, a quien múltiples veces hemos denunciado por sus ataques descarados y desmedidos a la clase trabajadora, y que, en conjunto con otros, como Azcárraga, ha puesto demasiado empeño en provocar inestabilidad en el actual gobierno, por muy reformista y moderado que sea. Nos oponemos a la entrega práctica del sistema educativo a la burguesía bajo la bandera de la reconciliación y a los métodos de dialogo antidemocráticos que han priorizado a las cúpulas sindicales por encima de las bases magisteriales. Le decimos rotundamente NO a utilizar la educación como medio para rescatar a los grandes burgueses mediáticos y para fortalecerlos económica y políticamente, justo cuando ya comenzaban a verse desacreditados y débiles.
Exigimos, en cambio, que todas esas empresas que ahora son necesarias para poder llevar a cabo la labor educativa y que están en manos de individuos probadamente reaccionarios y conservadores, sean inmediatamente expropiadas y puestas bajo el control democrático de trabajadores y maestros. Se justifica, debido a la enorme tarea para las cuales se necesitan y solo de esa manera pueden ser puestas verdaderamente al servicio del interés de la sociedad, evitando volver a la época en la que se hacía la voluntad del dueño de la televisión. Es como decía Lenin “quien tiene la juventud tiene el futuro”. Si se le entrega la juventud a la burguesía, nuestro futuro no puede ser más sombrío. En cambio, si desde ahora la juventud y su educación se le entregan a la clase obrera, nuestro futuro no podrá ser más brillante.