La deserción escolar es el abandono de los estudios que se da principalmente por falta de recursos económicos. Sin embargo, “desertar” en el ámbito escolar no es una decisión tomada a título personal del estudiante es una situación a la que los jóvenes se ven orillados por los problemas económicos que significa sostener colegiaturas, cuotas, pasajes para la escuela y cualquier gasto para ir a la escuela en una sociedad donde el salario mínimo tiene, supuestamente, que alcanzar para pagar renta, pasajes, vestimenta, alimento, colegiaturas, servicios, salud, etc. todo eso por 3 o 4 personas que conformen las familias. ¿Acaso se puede con 185 pesos diario cubrir todas las necesidades de 4 miembros de una familia?
Esta situación se vuelve insostenible en momentos de crisis sanitaria o social justo con la pandemia la crisis económica generó por completo un abismo entre vivir dignamente y sobrevivir al día, los y las jefas de familias perdieron sus empleos, cuidan enfermos por COVID-19 y sus hijos más jóvenes se encuentran empleados en trabajos chatarras o informales lo que ha limitado su tiempo para tomar clases en la modalidad en línea pero no sólo eso, la falta de herramientas como computadora, tablets o celulares inteligentes y acceso a internet gratuito a marginado a un amplio sector estudiantil del acceso a la educación.
Lo que por derecho nos pertenece en esta pandemia se muestra como un privilegio del que sólo unos cuantos pueden tener acceso. ¿Qué han hecho las autoridades antes esta realidad?, obviarla y negarse a proporcionar las alternativas para asegurar el acceso de todos los estudiantes matriculados.
Hace unos días se declaró que 72 mil estudiantes de preparatoria y licenciatura de la Universidad Nacional Autónoma de México, están en riesgo, se han dado de baja o están o están a punto de abandonar sus estudios tras la pandemia del COVID-19, lo que significa que un 20% de los estudiantes dejara de tomar clases en este semestre que iniciará ya el 21 de septiembre.
Leonardo Lomelí, secretario de la UNAM, en una entrevista señala que, en bachillerato, 11.4% de los estudiantes no presentó y 8.8% no aprobó, 8% más que el año anterior. En licenciatura, tenemos 4% de no aprobados frente a 14% de no presentados. Es un incremento de 4% o 5% de lo que se observa en otros años. 20% está en peligro de dejar la escuela. Los factores que sostiene esto son por la situación económica de sus familias, los estudiantes foráneos, a quienes sus familias ya no pueden sostener, aquí en una situación de crisis y otro factor de deserción, no menor, pero que se ha agudizado con la crisis sanitaria son los problemas sicológicos; son alumnos que necesitan apoyo para no desertar.
Con estos datos tan contundentes, y sin ningún plan de contención para evitar la deserción, la autoridad, sin preocupación, “invita” a los estudiantes a que se esfuercen por no dejar la escuela, a tomarlo como un break y decirles que “aprovechen” porque no va a repercutir en su historial académico y que regresen en cuanto su situación mejore.
Es indignante ver cómo la responsabilidad de mantenerse en la escuela se les adjudique a los estudiantes sin ningún programa de apoyo, es evidente que la situación social ni económica va a mejorar pronto y que los próximos años serán de una recuperación económica muy lenta que se verá reflejada en los bolsillos de las familias trabajadoras.
La autoridad educativa no comprende de que una vez que el estudiante deserta de la escuela es casi imposible lograr su reincorporación para el termino de sus estudios, los de preparatoria no harán el examen de admisión a la superior, y los de superior dejarán su carrera trunca porque este sistema los empuja al sector laboral informal para sobrevivir antes que, para estudiar, los abandona en un mar de miserias e incertidumbres que agravan los problemas mentales y psicológicos. La esperanza de sus familias de que fuesen los futuros profesionistas para que vivan mejor que sus padres se desvanecen en este aire de falta de oportunidades.
No sólo se abandona la escuela, con ella se abandona toda ilusión y aspiración a una vida mejor, entonces se lanzan a las ventas informales, a repartir comida, son los trabajadores de limpieza del metro, están vendiendo sus pertenencias, están haciendo los mandados en sus colonias y así tratan de contribuir a la economía familiar.
La deserción no es responsabilidad del estudiante sino del sistema social y educativo que no brinda este servicio de manera gratuita y que mucho menos se le invierte para poder brindar y garantizar una educación de la calidad, mientras no exista un proyecto educativo que responda a la necesidad social del desarrollo productivo no habrá ninguna alternativa a futuro para los estudiantes.
Ante esta situación debemos exigir:
1) Cancelación de este periodo escolar y recalendarización del semestre para el 2021.
2) Garantizar el acceso a la educación de manera pública y gratuita para quien ya este matriculado y para quien aspira a ingresar a las instituciones educativas. No al recorte a la matricula.
3) Eliminación de cualquier tipo de cuota obligada o llamada voluntaria. Respeto a la gratuidad de la educación.
4) Detener el cobro de servicios académicos o administrativos.
5) Programas de apoyos con equipos como lap top, tablets para todos los estudiantes porque sea en línea o de manera presencial estos equipos son exigidos a partir de que las tareas y los proyectos son exigidos en formatos digitales o impresos, o en su defecto crear espacios públicos y de acceso gratuito con equipos de cómputo e impresoras.
6) Servicio de internet gratuito para todas las familias y en espacios públicos.
7) Que las universidades e instituciones de educación media y superior proporcionen atención integral psicológica con medicamento adecuado gratuito para los miembros de la comunidad que lo necesiten.
La defensa y la garantía del acceso a la educación pública y gratuita nunca fue una dadiva de las autoridades académicas ni del Estado ni de la clase capitalista. Esto ha sido una lucha organizada que los estudiantes, año tras año, nos vemos obligados a realizar en las calles para mantener abiertas las puertas de las escuelas y universidades no sólo para los estudiantes sino para el pueblo en general. Eso implica luchar por la democratización de las universidades, también para dejen de ser nido de burócratas y se vuelvan un espacio de acceso a la educación para la clase trabajadora y sus hijos.
¡Qué la crisis la paguen los ricos!
¡La educación no se vende, se defiende!
¡Unidos y organizados venceremos!
Súmate a nuestra campaña de protesta contra la deserción educativa “No a la deserción si a la recalendarización del semestre”, “La educación es un derecho no un privilegio”, envíanos fotos, videos, mensajes o comentarios.